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Crédito de imagen:Andina.peCada día recibimos y compartimos información relacionada con la salud. En esta coyuntura en particular, acerca del Covid-19: desde los cuidados preventivos, hasta estadísticas de infectados y muertos a causa del virus. Sin embargo, hay otro aspecto de la salud, de la que no se habla tanto (en comparación a la cantidad de información que transita los medios de comunicación y las redes sociales), y no por esto deja de tener igual importancia. Es el caso de la salud mental.
Los medios de comunicación y las noticias nos bombardean con información, y, la constante exposición a este bombardeo no es saludable, desde el punto de vista psicológico, para las personas. La recomendación, en este punto, sería que filtremos esa informacion, que acudamos solo a fuentes oficiales y, tal vez, que establezcamos un horario para conocer la situación. Como complemento a esto, se sugiere que realicemos otras actividades, que no estén relacionadas con la propagación del virus.
Cuando en nuestro país se empezó a recomendar el aislamiendo social, muchas personas comenzaron a reportar sensaciones que podrían interpretarse como ansiedad: aceleración del ritmo cardiaco, sudoración, mareo, náuseas, etc. Y pensamientos, también asociados a la ansiedad, como que no serían capaces de controlarse, que era el fin del mundo, que estaban contagiados, o cualquier otra idea fatalista. Se vuelve necesario, entonces, considerar que la ansiedad se manifiesta tanto a nivel físico, como a nivel del pensamiento.
Para estas situaciones es importante tener en cuenta; en primer lugar, que es esperable sentirse de esa manera en esta inusual situación. Si bien vivimos en un mundo que se vuelve cada vez más individualista, en el que nos comunicamos cada vez más de manera virtual, y menos de forma presencial; no es lo mismo vivir así por elección (sea consciente o no), a que sea una restricción que proviene del otro, de afuera, en este caso, del Estado. Al ser una imposición, muchas personas pueden sentir que se coacciona su libertad y que tienen menos control sobre sus vidas. Ante esto, sería conveniente internalizar que no es una medida que vaya a durar por siempre, que es por un fin mayor y que en un tiempo nuestra vida volverá a la rutina de siempre.
En segundo lugar, también resulta de importancia el conocer de qué manera calmamos nuestro cuerpo. A muchas personas les resulta favorable realizar la técnica de respiración profunda (inhalar por la nariz hasta sentir que se llena el abdomen de aire, retener tres segundos, y exhalar por la boca lentamente), a otras, el concentrarse en una actividad que sea de su agrado, como leer, pintar, escribir, etc. Asímismo, hay personas que encuentran la calma momentánea en, por qué no, comer un dulce o un bocadillo; respecto a esto, habría que considerar que si se sumará culpa, entonces sería mejor encontrar otra alternativa. Lo relevante es que cada persona encuentre su propia manera de manejar y calmar la ansiedad que los perturba, en cada momento en que se presente. Y aquí hay otro punto importante a tener en cuenta, y es que, estas estrategias, funcionan básicamente en el momento en que se siente la ansiedad, no son de largo plazo, ni se proponen como soluciones absolutas.
Otro aspecto relacionado con la salud mental es el desánimo y la tristeza; ciertamente, muchas personas han reportado sentirse “deprimidos”. Es así, que se vuelve necesario diferenciar la depresión, como cuadro clínico, del ánimo depresivo. En el primero de los casos, si una persona ha sido diagnosticada con depresión, debe procurar contar con sus medicinas, para por lo menos un mes. Los psiquiatras deberán considerar la importancia de tener una consulta virtual y hacerles llegar la prescripción que necesitan.
Muy probablemente, al estar todo el día en casa, las situaciones de violencia, abuso o maltrato, se han vuelto más evidentes para quienes antes no pasaban tanto tiempo en sus hogares.
De otro lado, para las personas que han empezado a experimentar tristeza, desánimo y/o melancolía, será necesario que, como bien menciona el psicoanalista español Santiago Castellanos, se elabore el duelo de haber perdido algo: ya sea el lazo social, los vínculos familiares (que generalemente se evidencian en los almuerzos familiares, celebrar cumpleaños, salidas a comer, etc.) la actividad laboral, deportiva y de entretenimiento. Todo esto, durante el tiempo de aislamiento social, se ha perdido, y, por lo tanto, podría generar sentimientos de tisteza, antes los cuales habría que elaborar un duelo.
Para dicha elaboración, nuevamente, cada persona podría encontrar la manera de dejar ir, momentáneamente, lo perdido, aceptando la situación como se le presenta, y buscando nuevas maneras de hacer su vida en medio de esta coyuntura: realizar videollamadas con amigos y familiares, implementar rutinas de ejercicio en casa, proponerse horarios para dedicarle a las actividades laborales y a las de recreación, etc.
De otro lado, en los últimos días, se han estado denunciando situaciones de violencia doméstica; y, en especial, de maltrato infantil. Es muy pronto para poder determinar si es que los niveles de violencia se han elevado debido al aislamiento; pero me atrevería a postular que lo que sucede, muy probablemente, es que, al estar todo el día en casa, las situaciones de violencia, abuso o maltrato, se han vuelto más evidentes para quienes antes no pasaban tanto tiempo en sus hogares. Ante esto, se debe recurrir a las autoridades, llamar a la línea 100 o a la comisaría correspondiente, y entablar la denuncia. Sostener que el aislamiento, al generar ansiedad y tristeza, sería un disparador de violencia, más bien podría significar el brindarle argumentos a los maltratadores para que justifiquen sus accciones.
Esto último no quiere decir que no podrían presentarse rencillas o discusiones dentro de los miembros de la familia; sin embargo, es importante entender que es esperable que se den estas situaciones, pero que no tendrían por qué llegar a la agresión, maltrato y/o violencia.
Por otra parte, es muy importante que, hoy más que nunca, lleguemos a comprender que cada persona es diferente, y que cada persona tiene su forma de procesar, de afrontar (o no), de vivir la situación que estamos atravesando a partir de la pandemia del Covid-19; por lo tanto, no esperemos que haya una única forma, que sirva para todos, de la misma manera. El reto, a mi parecer, es que cada uno empiece a verse internamente, a conocerse; tal vez vea cosas que no sean de su agrado, pero, tal vez, también descubra cosas, que hasta el momento, no había notado en sí mismo. Es el momento de crear, de hacer algo diferente, de buscar nuevas formas de reaccionar ante las situaciones.
Finalmente, no está de más recordar a las personas que se encuentran en psicoterapia o en psicoanálisis, que es posible que continúen sus sesiones de manera virtual; si bien no es el mismo espacio de siempre, es igual un espacio de escucha, que, hoy más que nunca, es una herramienta que resulta de vital importancia.
Revista Ideele N° 291 Mayo 2020
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