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Crédito de imagen: Andina.peEl confinamiento que nos ha tocado vivir, nos hace reflexionar sobre el modelo de vida que llevamos, en un contexto de modelo económico liberal, una globalización “sin sentido”.
En esta etapa de paralización de actividades productivas en las ciudades, el análisis de las condiciones especiales creadas para algunos factores ambientales (calidad del aire, biodiversidad), muestran resultados “ideales”, pero que no son sostenibles.
La cuestión es cómo podemos aprovechar este “impulso”, este momento de “para” obligatoria, de reflexión, para tratar de consolidar en nuestros países los cambios radicales necesarios en el modelo económico de desarrollo, e innovar con otras formas de progreso con enfoque ecológico, y bienestar social para mejorar la sostenibilidad.
Sin lugar a dudas, tenemos una oportunidad para mejorar las condiciones medioambientales en los países de América Latina y el Caribe (ALC). Debemos unirnos, las empresas, academia y el Estado, para debatir sobre cómo gestionar esta crisis, de manera holística, con objetivos donde el norte sea el bien común; al mismo tiempo, sentar las bases para un plan decisivo a corto y mediano plazo, donde incluyamos las estrategias para enfrentar la crisis climática mundial.
El objetivo es plantear interrogantes, de cómo podemos extraer lecciones, definir estrategias y afinar las recomendaciones para actuar en la transición ecológica del modelo económico de globalización. Estas mejoras sostenibles y económicas deben contribuir a que mejoren las condiciones medioambientales en las ciudades de los diferentes países y no afecten la salud de las personas.
¿Cómo los efectos de la paralización influyen en los factores aire, agua y biodiversidad, y como se relacionan con la pandemia?
El aire
La situación de nuestras ciudades grandes y medianas, antes de la pandemia, mostraban una contaminación atmosférica incontrolable, con una alta emisión de Gases de Efecto Invernadero (GEI). Los valores de material particulado fino (PM.2,5) y otros gases (SO2, NO2, aerosoles), excedían los límites recomendados por la OMS, y los ciudadanos sufrían efectos graves en la salud.
El resultado de la paralización de las actividades antrópicas en las ciudades ha dado lugar a disminuciones importantes en la cantidad de PM 2,5, hasta valores recomendados por la OMS (12 Ug/m3). Ese límite está establecido para que no haya repercusiones en la salud de la población, pero que lamentablemente en la mayoría de ciudades de ALC es sobrepasado hasta 10 veces.
Esta mejora de la calidad del aire en las ciudades de ALC, son efímeros y el beneficio es momentáneo.
Si reflexionamos sobre los valores máximos recomendados por la OMS, en el caso del PM 2,5 12Ug/m3 como aceptable para las ciudades, es para no aumentar la morbilidad de enfermedades respiratorias y cardiovasculares. Este valor debe ser la meta y tratar de alcanzarlo, a través de normativas y control riguroso, así como filtros y otras tecnologías que permitan una emisión Cero. Las políticas y programas estatales tienen que ser integrales para lograrlo en condiciones normales. En ese sentido, diversos estudios demuestran que los valores de PM 2,5 cercanos a 50Ug/m3 se consideran moderados y tolerables en algunas ciudades que han tomado en serio las recomendaciones para mejorar su calidad de aire. Lo importante es que la ciudadanía expuesta esté informada, por eso debe controlarse y monitorearse diariamente la calidad de aire en las ciudades y zonas industriales, así como transparentar la información.
En referencia a esta etapa de paralización, la mala calidad del aire en las zonas urbanas densamente pobladas, influye de manera importante en el número de infectados y la mortalidad. Según las últimas investigaciones, los altos niveles de contaminación de aire serian importantes contribuyentes a aumentar la mortalidad; en el caso de cuatro países (Italia, España, Francia y Alemania), en cinco regiones, las más contaminadas, la tasa de mortalidad fue del 80 %. (1)
También los factores metereológicos (humedad del aire y alta contaminación atmosférica), favorece la propagación de las infecciones por COVID- 19. Se remarca que en ciudades de China, con moderada calidad del aire, la mortalidad ha aumentado en un 84%, pero en caso de ciudades con mala calidad del aire, el incremento de la tasa de mortalidad llega al doble. Estas investigaciones revelan que la contaminación del aire en las ciudades, sería un “factor clave” en el número de muertos por el COVID -19 (1).
El agua
Es un factor fundamental para limitar el avance de la pandemia. Por una parte, el acceso al agua potable asegura la posibilidad de un lavado de manos frecuente, lavar la ropa y limpieza de las superficies donde el virus podría permanecer y, a su vez, permite a la población quedarse en casa y no exponerse al salir a buscarla. (2)
Se debe enfatizar sobre la importancia de la disponibilidad y calidad de agua, para disminuir los contagios y facilitar la higiene de la población. Es clave asegurar el abastecimiento de las poblaciones sin el recurso en las grandes ciudades y buscar soluciones en un futuro inmediato, para remediar la falta de infraestructura de saneamiento. (2)
El caso de los ríos (ej. Rimac, Chillón) que están recuperando su ecosistema y mejorando la calidad del agua, al no existir explotaciones de áridos en sus orillas y no arrojar desechos diariamente, muestra que la debilidad en la normativa, la falta de conciencia ambiental y la fiscalización están al origen de la mayoría de los problemas de contaminación en el Perú.
La biodiversidad
La recuperación de algunos hábitats (playas), en esta etapa de paralización debido al COVID -19, por parte de la biodiversidad es temporal, ya que en condiciones normales se ven restringidos de ocuparlos al ser invadidas por las actividades productivas humanas (pesca, fabricas etc.), que impactan con ruidos, gases contaminantes y utensilios de trabajo (redes).
En un contexto de la gran crisis climática, que afecta la salud del planeta, con graves problemas de contaminación, perdida acelerada de la biodiversidad, la especie humana tiene que ser afectada, ya que formamos parte de la biosfera. Investigaciones realizadas muestran que los mismos procesos que dan lugar a la extinción de especies, también favorecen la transmisión de los virus de los animales. Por otro lado, se acelera la aparición de nuevos patógenos.
Conocemos los efectos de las actividades antrópicas sobre el hábitat de los animales, al invadirlo y fragmentarlo, no respetando las zonas de amortiguamiento necesarias, que deben existir entre los seres humanos y los animales, lo que estaría al origen que los patógenos “salten” a los animales salvajes y de ahí a las personas. Otras epidemias asociadas a virus (SARS), dieron lugar a zoonosis con efectos importantes en la salud y la riqueza.
Chris Packham, un experto en vida silvestre del Reino Unido, enfatiza que, «aunque parte de la vida silvestre puede recuperarse temporalmente de manera muy necesaria, esto puede tener repercusiones de ralentización en otros asuntos a largo plazo, como el cambio climático o la pérdida de biodiversidad» (3).
En un reciente conclave, varios especialistas en ecología de la conservación y economía ecológica, remarcan que la conservación de la biodiversidad no es compatible, en el marco del modelo económico actual, al existir un aumento y desmedido consumo de recursos y por la cantidad de emisiones contaminantes. (9)
El Cambio Ambiental Global (CAG)
El cambio climático, el calentamiento de la atmósfera y de los oceános, y otros efectos (ascenso del nivel del mar, ralentizamiento de las circulaciones oceánicas) que afectan el clima global, están originando un “desorden” y exacerbando la ocurrencia e intensidad de los fenómenos naturales (ej. Inundaciones).
El mundo lleva más de 60 años aumentando las emisiones de CO2 a la atmósfera, originando una crisis ambiental de proporciones catastróficas, esto como consecuencia de una economía basada esencialmente en el consumo de combustibles fósiles. (4)
Estas condiciones de alta variabilidad climática van a multiplicar las “pandemias tropicales”, que son transmitidas por los insectos (malaria, dengue, etc.) que se reproducen en el agua estancada; el aumento de casos de dengue en algunas ciudades (ej. ica), exacerban la posibilidad de contagio del coronavirus y agravan el problema sanitario que enfrentamos.
Las reducciones puntuales en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) actuales, no van a paliar el calentamiento global, pero sí deberían servir como valores de referencia, de lo que se quiere alcanzar, para iniciar los cambios profundos necesarios para reducir las emisiones de GEI. (3,4)
Lo mostrado en los medios por MINAM con el apoyo de la consultora ALwa, reportan las siguientes cifras: (8)
– Se evitó la emisión de más de 1.2 millones de toneladas de CO2 (dióxido de carbono equivalente) en esta etapa de crisis.
– En la disminución de generación eléctrica se dejaron de emitir más de 400 mil toneladas de CO2e.
– En el sector Transporte terrestre se evitaron de emitir más de 460 mil toneladas de CO2e
– En el transporte aéreo nacional e internacional se ha evitado la emisión de por lo menos 360 mil toneladas de CO2e.
Estos datos son mera propaganda del MINAM y de LIBELULA, solo pretenden llamar la atención por la contaminación existente en la ciudad de Lima, pero no existe un plan de acción.
Por otro lado, estos valores son negligibles si tenemos en cuenta que se han calculado multiplicando los valores de cada sector (electricidad, transporte terrestre y aéreo), por el periodo de 30 días del 15/04 al 16/05, los cuales también son variables diariamente, sumando los resultados para los tres sectores, nos da el total de 1,2 MTM CO2e, que no llegaron a la atmósfera. Pero la realidad es que en los 335 días restantes del año, se emite grandes cantidades de GEI a la atmósfera, y como se mencionó por varias décadas, son los que dan lugar a valores significativos de concentraciones superando los 400 ppm de CO2 presentes en la atmosfera. Además, los resultados de las medidas de la calidad del aire alcanzadas hoy día, recién los efectos se verían reflejados en la atmósfera en 20 años.
¿Qué debemos debatir de manera prioritaria?
Lo primero es evaluar si las medidas drásticas de paralización de actividades, para enfrentar los efectos de COVID-19, han dado lugar a beneficios ambientales y si estos pueden durar. La respuesta es que son efímeros.
Al parar las actividades productivas se ha reducido el uso de combustibles, se paró el transporte y la producción industrial, lo que se tradujo en beneficios ecológicos momentáneos; además al no ser planificado, ha originado caos y está afectando la calidad de vida de las personas. (3)
Por otro lado, se está investigando la influencia de variables meteorológicas y de la contaminación atmosférica (PM. 2,5 en los hogares) en la incidencia y propagación de la enfermedad covid19 y del virus SARS-CoV-2. Este tema es importante considerarlo para las regiones de la sierra peruana donde se usa leña para cocinar y como calefacción, lo que genera elevados niveles de PM 2,5. lo que aumenta las posibilidades de contagio. Además, la variación de las condiciones metereológicas con la llegada del invierno en la zona andina, donde el descenso de temperatura, la sequedad de aire, son condiciones climáticas que favorecen el aumento de enfermedades respiratorias y por la tanto la incidencia de la propagación del coronavirus.
Está claro que se ha abierto una gran oportunidad para afrontar ambas cuestiones, la crisis sanitaria y el calentamiento global al mismo tiempo. La reconstrucción socio-económica del planeta debe asentarse en actividades e inversiones económicas sostenibles que, además, contribuyan a no superar 1,5 ºC en la temperatura global, para el año 2030. (3,4)
Un tema a considerar para la etapa post-pandemia, es que deben cambiarse las políticas internacionales para la conservación de la biodiversidad, ya que están enfocadas en el crecimiento económico, y como ya se mencionó, existe incompatibilidad, lo cual es evidente hace años, al no tener los resultados esperados. (9)
Los especialistas opinan que algunas de las cosas que se han hecho para evitar la pandemia, son similares a las necesarias para abordar la crisis climática y ecológica (3,4). La pandemia del COVID-19, nos muestra que «podemos hacer lo imposible”, como parar el aparato productivo actual, buscando disminuir las tasas de emisiones de GEI y contribuir con mitigar el cambio climático.
Las reducciones puntuales en las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) actuales, no van a paliar el calentamiento global, pero sí deberían servir como valores de referencia, de lo que se quiere alcanzar, para iniciar los cambios profundos necesarios para reducir las emisiones.
La crisis sanitaria que estamos enfrentando es muy grave en el aspecto social, como consecuencia de nuestras debilidades estructurales. El aislamiento y la detención de las actividades son medidas que están agudizando otros graves problemas, como la posibilidad de hambruna, la movilización en condiciones precarias para retornar a su terruño para sobrevivir, lo que facilita el contagio con el coronavirus.
Si analizamos la situación, varias son las causas que promueven que esta crisis se agrave:
– A nivel local, el centralismo y la falta de políticas públicas de Ordenamiento Territorial (OT), que favorece, las invasiones, el crecimiento de núcleos urbanos sin control, el hacinamiento de la vivienda, la falta de políticas de generación de empleos dignos, y promoción de fuentes de trabajo en la zona rural.
– A nivel global, el modelo de capitalismo liberal, con problemas de agredir la libertad de las personas, el desigual mercado libre, la avaricia que busca el máximo beneficio económico y no cubrir las necesidades básicas y el tema de la explotación de la capacidad de trabajo, como una mercancía no dignamente remunerada.
Como el modelo económico de desarrollo actual solo promueve el valor del dinero sobre otros factores (sociales, ecológicos, derechos humanos), la población se ha visto en la obligación de migrar a la “gran ciudad” para tener que ganarse la vida. Se han perdido las condiciones mínimas para una educación y atención de salud dignas. La crisis y la paralización han mostrado que el modelo no es sostenible y debe buscarse una salida con cambios radicales.
Es importante mencionar que la humanidad está pagando caro la arrogancia y soberbia de la clase dominante sobre el entorno. Al no haber interesados en la vacuna no se siguió con la investigación para tener una respuesta contra los virus SARS. Este elemento preventivo básico, hubiese constituido el elemento clave para encontrar la vacuna contra la pandemia. No existió la planificación para enfrentar las crisis con planes de contingencia.
El panorama es complicado por la severidad de la crisis (desempleo, pobreza, desigualdad), pero tenemos dos caminos para recuperarnos: uno, se continua con el modelo actual y seguimos con los problemas mencionados, y las emisiones de GEI aumentarán en un década decisiva para luchar contra el cambio climático; o tomamos la alternativa sostenible, con un crecimiento verde, que incluya reinventar la economía con un enfoque ecológico, desarrollo de energías renovables, recuperar áreas degradadas, conservación de los ecosistemas, buscando el bien común.
¿Qué se que viene?
Hay que planificar el cambio del actual modelo económico de desarrollo, ya que como hemos analizado, esta al origen de varios de los problemas que enfrentamos en esta crisis: falta de recursos en salud pública, Infraestructura hospitalaria colapsada y falta de profesionales preparados para enfrentar la pandemia.
Ante el calentamiento global en aumento, y sabiendo lo difícil que es reducir las emisiones de GEI de una manera económicamente sostenible, pensamos que se puede abordar con dos medidas:
1.El decrecimiento, como nueva visión, que incluye reducir la actividad industrial innecesaria, que no tiene conexión con el bienestar social y que beneficia a las grandes empresas monopólicas. (6)
2. Un nuevo enfoque ecológico de la economía, mediante la utilización de la contabilidad del “triple capital”, la cual considera que el capital humano, el capital material o financiero y el capital natural, reemplace la “contabilidad monetaria”. Esta herramienta permite medir los progresos ecológicos y darles un valor económico. (7)
En la globalización no se tiene límites para la explotación de recursos no renovables (huella ecológica), poniendo en serio riesgo la sostenibilidad del planeta. No se toma en cuenta la reposición necesaria de recursos, pensando en las futuras generaciones. En un planeta con recursos limitados, no es posible un continuo crecimiento económico. (6)
La exigencia actual es que se reescriba las reglas de juego.
Lo primero que debemos exigir como sociedad, es que las iniciativas de rescate deben estar centradas en las personas y en el caso de empresas debe condicionarse a criterios sociales y ambientales. (3)
Los planes de estímulo económico post pandemia deben incluir una estrategia financiera sostenible y renovable.
Ahora es el momento de reconvertirnuestro modelo industrial; pero debemos ser inteligentes y buscar como un aislamiento planificado. Con el control de las actividades productivas se pueden lograr los objetivos de desarrollo sostenible a través de la innovación.
En el nuevo modelo de desarrollo, los motores deben ser la transición energética, el impulso y la financiación a los sectores de las energías renovables, la promoción de la agricultura ecológica, la economía azul, adoptar la economía circular, teniendo como paradigma el bienestar común. Hay que crear nuevos proyectos donde especialmente se implementen fuentes de energías renovables.
La infraestructura verde debe ser creada en las ciudades como complemento de las nuevas medidas de sostenibilidad ambiental.
La lucha contra el cambio ambiental global en la década 2020 a 2030 es impostergable, y debe constituir uno de los motores de la recuperación económica, debemos consolidar la base de la prosperidad a largo plazo.
Las soluciones basadas en la naturaleza, también juegan un rol crítico en la confrontación del calentamiento global, a través de la captura de carbono y proporcionando barreras a los peligros naturales relacionados con el clima (4).
Una de las actividades a impulsar fuertemente en esta etapa de recuperación económica, es el desarrollo de la agricultura familiar-orgánica en las zonas rurales, lo que aseguraría la soberanía alimentaria. Esta también sería una principal generadora de empleo y fuente de ingresos para las familias del campo. Esta iniciativa cumple con apoyar la reinserción de los “migrantes”, que retornan a su terruño, cumpliendo así un rol de ayuda social.
A mediano plazo, y de alcance nacional, una medida a implementar es lapromulgación dela Ley de Ordenamiento Territorial, incluyendo un PlandeDesarrollo para las ciudades (PDOT).
El OT comprende la localización de las actividades y definir cuáles son prioritarias, de acuerdo a la capacidad de acogida del territorio, teniendo una imagen objetivo. No es excluir una u otra actividad, como dicen los mineros, sino priorizar, por ejemplo, el cultivo del agua en las zonas de cabeceras de cuenca, por la importancia del servicio ecosistémico del agua, para todos los usuarios de la cuenca.
Para aprender la lección del COVID-19, en relación al cambio climático, es mejor hacer los esfuerzos necesarios ahora, e invertir lo necesario, para evitar escenarios catastróficos en el corto y mediano plazo.
Revista Ideele N° 291 Mayo 2020
Lincografía
(2)http://www.inforegion.pe/271184/como-se-lavan-las-manos-quienes-no-tienen-agua/
(6) https://logicadelcaracol.wordpress.com/2016/04/06/teoria-del-decrecimiento/
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