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Luego de muchos intentos, por fin, el lunes 26 de mayo salimos sorteados y pudimos hacer la pregunta en una de las, ahora, eventuales conferencias de prensa que brinda el Presidente de la República. La pregunta fue “respondida”, si cabe el término, por dos ministros: el de Salud y el de Defensa.
De acuerdo con la dinámica de prensa del Gobierno -que no nos interesa cuestionar en este momento-, cada vez que el Presidente y sus ministros dan una conferencia, los periodistas, acreditados en un chat, entran a un sorteo para formular una pregunta. Son cinco los elegidos a nivel nacional. Luego de media hora de empezada la presentación, los periodistas seleccionados deben de enviar sus interrogantes. Como las presentaciones del Ejecutivo son cada vez más espaciadas, las posibilidades de hacerlas son cada vez más difíciles, y las repreguntas imposibles.
La nuestra fue:
“El gobierno está centrando sus esfuerzos en los mercados, ya que se los ha identificado como un foco infeccioso. Vemos que los comerciantes están siendo testeados con pruebas rápidas y se está tomando como completamente fiables los resultados de estas, al punto que, en algunos casos, a los comerciantes que han salido como negativos al COVID-19 se los ha llegado a movilizar a otros mercados para que sigan ejerciendo sus labores, como pasó con el Mercado Modelo de Lambayeque.
Sin embargo, por diferentes estudios, sabemos que estas pruebas tienen un alto nivel de margen de error y que deben ser tomadas siguiendo un protocolo muy cuidadoso. Al punto que el INS creó un protocolo para su aplicación en pacientes sospechosos, que pasa por tomar una segunda prueba después del lapso de una semana, ya que se podría tratar de un falso negativo.
¿Por qué la pruebas rápidas están siendo la herramienta central para la detección del COVID-19 en los mercados?”
El ministro de Salud, Víctor Zamora, llevó la pregunta por el lado en que se sentía más seguro: “Ya hemos explicado varias veces por qué hemos optado por las pruebas rápidas”. En efecto, reiteró lo que ya hace semanas había dicho, que si bien las pruebas moleculares eran más efectivas, las serológicas permitían un diagnóstico más rápido y no se necesitaba implementos complicados para su lectura. La estrategia del Gobierno incluía ambos tipos de exámenes, pero en poblaciones masivas estaban priorizando las serológicas.
Por su parte, el ministro de Defensa Walter Martos sí respondió directamente el cuestionamiento. Informó que una vez que las autoridades comprueban que hay un alto nivel de infección por coronavirus en un mercado, este es cerrado para ser transformado y que, una vez reabierto, sea seguro para los comensales. Añadió que, como parte de la estrategia, se había decidido que cada 15 días los comerciantes se testearían “con su propio pecunio”.
¿Buenas respuestas?
El problema con la respuesta del titular de Salud es que contestó una interrogante que no se había formulado. En ningún momento cuestionamos que se usen las pruebas rápidas. Es más, consideramos, como lo hemos publicado hace días por nuestras redes, que este tipo de pruebas son efectivas si se las incorpora en una estrategia adecuada.
Mientras que el problema con la respuesta del ministro de Defensa fue que no se ajustó a la realidad. La estrategia en los mercados no ha sido la que se expuso y por la que buscábamos explicaciones.
La estrategia en mercados
El procedimiento que vemos que se está aplicando es el siguiente: llegan las autoridades a un centro de abastos y realizan pruebas serológicas a un grupo de comerciantes para determinar si este espacio se ha convertido en un foco infeccioso o no. De comprobarse que la mayoría de comerciantes tiene el coronavirus en su organismo se entiende que efectivamente el lugar es un riesgo sanitario, por lo que se procede a cerrarlo por unos días para tomar las medidas adecuadas.
Los comerciantes positivos se van a sus casas a cumplir con la cuarentena establecida pero, ¿qué pasa con los que arrojaron negativo a la COVID-19 por las pruebas rápidas?
Presentamos los registros de dos casos puntuales que grafican cuál ha sido el proceder de las autoridades con este grupo:
El mercado modelo de Lambayeque

En la jornada del 6 de mayo en el Mercado Modelo de Lambayeque se realizaron 100 pruebas rápidas a los comerciantes, de los cuales 34 dieron positivo y 66 resultaron con diagnóstico negativo. “Los comerciantes que dieron negativo en la prueba rápida serán trasladados al complejo San Juan Masías, porque a partir de este jueves, 7 de mayo, se descentralizarán temporalmente las actividades comerciales, con un horario de atención de 7:00 a 13.00 horas”, se puede leer.
Aquí otra cobertura del mismo hecho.
Mercado de frutas
El jueves 15 de mayo, durante una intervención al Mercado de Frutas, el ministro Martos explicó cómo sería el protocolo para el cierre de los mercados del distrito de La Victoria.
“Los comerciantes se han comprometido que con sus propios recursos, ellos se van a tomar las pruebas rápidas. Han contratado a una clínica privada, en base a esos resultados solo van a empezar a trabajar los que tengan certificado negativo”. (1.50 min)
El alcalde Forsyth, a su lado, refrendó lo dicho por Martos: “A partir del martes solo van a entrar personas con certificado negativo”, comentó para los medios. Ver aquí otra cobertura.
El problema
Vemos, pues, que las pruebas rápidas están siendo usadas como una suerte de protocolo de bioseguridad para los trabajadores de los mercados. En otras palabras, del resultado de estas depende que se autorice o no que las personas de los centros de abasto continúen laborando. Aquello es grave, porque existen altas probabilidades de que varias de estas personas consideradas como no infectadas por las pruebas en realidad sí lo estén, solo que no hayan sido detectadas. En el caso de Lambayeque, en buena cuenta, estarían movilizando el virus a otro mercado.
¿Por qué consideramos especialmente alto el error? Por las particularidades de las pruebas serológicas. Con el tiempo, diversos estudios nos han dado a conocer el grado de fiabilidad de estas pruebas y, por tanto, hemos tenido pistas de cómo pueden ser empleadas adecuadamente.
Un estudio publicado a finales de abril por la revista científica Nature Medicine concluyó que las serológicas sirven en un 100% para la detección del coronavirus. Sin embargo, y esta es la clave, los autores recalcaron que el tiempo es determinante para la confirmación. En el estudio se trabaja con 285 pacientes infectados con coronavirus; de estos, el 60% desarrolló anticuerpos detectables a los 7 días del inicio de los síntomas, un 75% fue el total de los que lo desarrollaron a los 10 días de los síntomas, el 90% ya había desarrollado los anticuerpos a los 14 y en suma se necesitó de 19 días para que pueda ser detectado el COVID-19 en la totalidad del grupo por las dichosas pruebas.
Otro estudio bastante comentado fue publicado por la revista académica JAMA el 6 de mayo. Este estudio se aprecia que los anticuerpos IgM y IgG que detectan las pruebas rápidas aparecen en el cuerpo aproximadamente dos semanas después de iniciado los síntomas por el coronavirus.
Ambas conclusiones guardan relación con aquella otra investigación “Evaluación en condiciones de campo de una prueba serológica rápida para detección de anticuerpos IgM e IgG contra SARS-CoV-2”, publicada en la Revista Peruana de Medicina Experimental y Salud Pública del Instituto Nacional de Salud (INS). En este estudio -que trabajó con pacientes hospitalizados por coronavirus, trabajadores de salud expuestos a la infección y pacientes ambulatorios que cumplían criterios de caso sospechoso-, se observa que las serológicas no son capaces de detectar algún el virus en la primera semana de iniciados los síntomas. En sus conclusiones se lee que “las pruebas serológicas rápidas brindan un rendimiento diagnóstico adicional a las pruebas moleculares de manera particular a partir de la segunda semana del inicio de síntomas y en pacientes hospitalizados. En el contexto de la actual epidemia es recomendable su uso como prueba complementaria a la molecular, especialmente a partir de la segunda semana”.
Revisando aquellos estudios podemos inferir que las pruebas rápidas son más fiables en una etapa tardía de la enfermedad y que la referencia base para ubicar la infección es el inicio de la sintomatología: la prueba ha demostrado detectar los anticuerpos creados por el coronavirus a partir de la segunda semana después de iniciados los síntomas de la COVID-19.
Aquello nos lleva a preguntarnos si hay es que existe manera de saber en qué momento se les está tomando las pruebas a los comerciantes de los mercado para poder garantizar la precisión de los resultados. Y también, ¿cómo proceder con los asintomáticos?, ¿cuándo se les debería aplicar este tipo de pruebas? El tema se agrava ahora que sabemos que el grupo de asintomáticos constituye el 80% de todos los positivos al COVID-19 en el país, según datos del propio Minsa. Las serológicas pierden su eficacia en terreno de contagio comunitario.
Para reducir el margen de error que tienen las pruebas rápidas, el INS diseñó un riguroso protocolo para personas sospechosas de haber contraído el coronavirus. En este se indica que, en caso que el resultado de un primer testeo sea negativo y la persona no posea factores de riesgo, se procederá con su aislamiento total y seguimiento por el lapso de una semana, en el que se repetirá la prueba para confirmar o no el primer diagnóstico. El procedimiento variará en caso la persona testeada posea factores de riesgo o presente síntomas graves relacionadas a la enfermedad; en tales casos, ante un negativo se deberá aplicar una prueba molecular. Aquel protocolo no pone en duda la utilidad de las pruebas serológicas, sino que más bien opera siguiendo al pie de la letra el funcionamiento de estas: los anticuerpos podrían no haberse desarrollado aún y tendría que darse el tiempo suficiente para que lo hagan. Mientras el asunto es esclarecido, la persona en cuestión debería seguir siendo tratada como si tuviera el COVID-19 en su organismo. Esto porque, además de los posibles contagios que podría ocasionar si los anticuerpos aún no estuvieran desarrollados; si se tratara de un sujeto que realmente no tiene el virus y no guarda el aislamiento total durante la semana de espera a una siguiente prueba, podría de verdad contagiarse durante ese periodo y no desarrollar los anticuerpos para cuando la segunda prueba llegase. Aquello sería doblemente peligroso, ya que tendríamos a un foco de contagio andando con la falsa certeza (por escrito) de no poseer el virus. Justo como se quiere hacer con los mercados.
Por todo esto insistimos en preguntar: ¿Por qué las pruebas rápidas están siendo la herramienta central para la detección del COVID-19 en los mercados?”
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