Urge un proyecto educativo realmente democratizador

Estudiantes de una escuela unidocente en la zona rural de Lancones, Sullana, Piura.

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El 30 de julio pasado el Consejo Nacional de Educación presentó en público el Proyecto Educativo Nacional 2036, aprobado mediante Decreto Supremo N° 009-2020-MINEDU. Lo he leído y, aun cuando encuentro un diagnóstico muy acertado de nuestros problemas nacionales, incluido el educativo, así como algunas estrategias interesantes de mejora de la educación, he extrañado no encontrar propuestas concretas y estrategias pertinentes para romper con una de las causas más graves de la pobreza educativa y muchas otras formas de pobreza y exclusión: la brecha entre las escuelas privadas de élite y la escuela pública, en general, más la escuela privada de subsistencia que atiende a un gran sector de la población insatisfecha con la educación estatal.

Peor aún, encontré algunas líneas preocupantes y contradictorias, de las cuales en esta oportunidad solo quiero comentar el referido a la equidad, porque debe ser uno de los temas fundamentales a ser abordado en todo proyecto educativo y de sociedad desde una perspectiva democratizadora y en coherencia con los grandes propósitos planteados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible.

En el capítulo de Inclusión y Equidad, el PEN 2036 precisa que estos son principios que “deben propiciar procesos constantes de identificación y eliminación de barreras para alcanzar una sociedad justa en la que todos los grupos poblacionales ejercen sus derechos en igualdad de condiciones”. Líneas más adelante añade que “el sistema educativo peruano dista de cumplir con sus responsabilidades en lo que respecta a la creación de igualdad de oportunidades y la promoción del encuentro entre diferentes; más bien, presenta falencias muy grandes en ambos ámbitos, pues reproduce desigualdades e inequidades y es profundamente segregado.” (p. 73).

¿Será verdad que con becas y subvenciones para personas de “menor nivel socioeconómico” se logrará equidad y se acabará con la segregación educativa en nuestro país? ¿No es esta una alternativa que mantiene el estado de cosas tal como está, es decir, una educación pública para los pobres y una educación “de calidad” para quienes pueden pagarla y para algunos que puedan ser becados?

Hasta ahí, de acuerdo. Lo preocupante viene en la segunda parte del siguiente párrafo, en las alternativas. Según el PEN 2036, un sistema educativo que contribuye a formar una república de ciudadanos, donde la diversidad es vista como fuente de riqueza, no puede ser uno que reproduzca desigualdades y que segregue a las personas. Por ello, el PEN ha identificado la segregación del sistema educativo como uno de los temas centrales que debe abordar la política educativa mediante medidas que apunten en dos direcciones: fortalecer la educación estatal de modo que esta sea crecientemente atractiva para todos y, por ello, se torne un espacio de encuentro de todas las personas; y formular medidas que permitan el acceso a la educación privada pagada de personas de menor nivel socioeconómico, es decir, subvenciones y becas que pueden sufragarse (dependiendo de las opciones que se consideren) tanto con recursos públicos como mediante mecanismos privados de financiamiento, como es el caso de las universidades norteamericanas de más alto costo). (p. 75).

¿Será verdad que con becas y subvenciones para personas de “menor nivel socioeconómico” se logrará equidad y se acabará con la segregación educativa en nuestro país? ¿No es esta una alternativa que mantiene el estado de cosas tal como está, es decir, una educación pública para los pobres y una educación “de calidad” para quienes pueden pagarla y para algunos que puedan ser becados? ¿Son las becas una estrategia eficaz para generar inclusión y equidad o para mantener el statu quo? ¿Se puede decir y sostener, éticamente, que se aspira a la calidad educativa en un país cuando todas las condiciones están dadas para que sólo una pequeña porción de la población tenga acceso a ella? ¿Es justo mantener un sistema educativo en el que conviven, realmente, dos sistemas, uno en el que se ofrece una educación diferenciada y con todos los requisitos y requerimientos tecnológicos y de recursos humanos, y otro al que solo se le dan paliativos para hacerlo más atractivo?

¿Plantea este PEN actualizado un cambio de rumbo en un sistema educativo que refuerza la inequidad y el statu quo? ¿Incorpora o propone cambios que rompan con las murallas del apartheid educativo y que contribuyan al cierre de brechas entre escuela pública y privada de élite? ¿Contribuye a la formación de ciudadanos que acceden a educación en igualdad de condiciones, sin ser estratificados en escuela pública pobre, escuela privada de subsistencia, COAR (Colegios de Alto Rendimiento) y colegios privados exclusivos/excluyentes?

El tema de la equidad ha de ser central y el punto de referencia en todo proyecto educativo democrático y todo proyecto de sociedad acorde con los signos de los tiempos. Y debe ser reformulado en el actualizado PEN 2036, junto con otros temas de gran importancia para el presente y el futuro.

Urge un proyecto educativo que, basado en una concepción del ser humano como sujeto de derechos y deberes, lo entienda también como parte de este planeta y responsable de su cuidado, protección y uso sostenible, abriéndose a los demás y compartiendo con ellos la riqueza de su cultura, sus logros, sus aspiraciones y sus sueños. Urge un Proyecto Educativo con auténtica vocación democratizadora en todos los aspectos: políticos, sociales, económicos, culturales, educativos, de salud, empleo, etc.; y, que determine objetivos, estrategias e indicadores alcanzables para su concretización. Urge un proyecto educativo que prepare para el ejercicio de la libertad y en libertad, que se atreva a romper las brechas de desigualdad e inequidad educativa, que prepare los ciudadanos capaces de construir una sociedad donde el imperativo es la persona, no el dinero, ciudadanos con capacidad para discernir con justicia lo que es ético y lo que no, con capacidad para enfrentar la corrupción desde sus formas más pequeñas y solapadas hasta las que encubren a los encorbatados de siempre.

Ese proyecto educativo no será resultado de quienes, en su mayoría, tienen intereses que defender en escuelas y universidades privadas. Sólo un equipo de líderes libre de estas ataduras y conformado por representantes legítimos de distintas organizaciones que tienen incidencia en la educación podrá conducir el debate, los acuerdos y la determinación de lineamientos y estrategias que conviertan la educación peruana en un auténtico instrumento de desarrollo sostenible.

El PEN 2036 parece ser una oda al Titanic, un poema a una educación pública que se hunde, un saludo de labor cumplida a los nuevos grupos de poder económico, organizados principalmente en una gran confederación empresarial. Felices ellos, porque seguirán gozando de un sistema educativo excluyente y perpetuador de inequidades. Felices también los dueños de universidades negocio y colegios exclusivos porque seguirán sirviendo a los intereses de siempre. Excepto que, en un arranque de dignidad nos atrevamos a recuperar las instituciones sociales para que cumplan su rol de servicio al bien común.

Sobre el autor o autora

Wilfredo Rimari Arias
Magister en gestión de la educación, PUCP. Docente de posgrado de la UNIFÉ, Asesor en Educación de la Asociación Cultural "San Jerónimo". Especialista en Proyectos de Innovación en Educación, consultor del MINEDU y otras instituciones.

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