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Entrevisté recientemente a Steven Levitsky profesor de la Universidad de Harvard en una live del canal Pensar Direitos Humanos del Programa de Posgrado Interdisciplinar en Derechos Humanos de la Universidad Federal de Goiás en Brasil sobre su libro publicado a inicios de 2018: ¿Cómo mueren las democracias? escrito con su colega el profesor Daniel Ziblatt. Además de una estrategia comparativa pertinente sobre los casos que trata, el libro es muy pedagógico y sobre todo revelador a respecto de las amenazas que sufren constantemente las democracias, dado que busca identificar las señales que el elector debe aprender a discernir sobre ofertas electorales que aunque sean electas democráticamente, buscan acabar con la propia democracia.
El libro no necesariamente se circunscribe a una secuencia de estudios que acompañan de forma sincrónica los fenómenos políticos, como es el caso de los estudios sobre transición política desde regímenes autoritarios de los años 80` como el de Phillipe Schmitter, Guillermo O´Donnell o de Alfred Stepan, o de los años 90` los estudios vinculados a la consolidación democrática como los de Scott Mainwaring, sobre institucionalización de los partidos políticos o de Arturo Valenzuela referente a las ventajas del parlamentarismo, para llegar contemporáneamente a los de la calidad de la democracia de Leonardo Morlino que busca responder sobre ¿Cuán democráticas son hoy las democracias existentes?.
El libro es una especie de manual de advertencia a partir de la constatación de casos históricos en la que ingenuamente, o por un cálculo político equivocado se llevó a la caída de la democracia; para eso es necesario establecer barreras que impidan a que actores autoritarios se puedan hacer del poder, colocando los autores la necesidad de:
- Depurar o establecer un filtro previo a los actores autoritarios colocándolos fuera de las listas electorales.
- Erradicar extremistas de las bases partidarias.
- Que los Partidos pro-democráticos eviten toda y cualquier alianza con partidos o candidatos antidemocráticos.
- Partidos democráticos deben actuar para aislar extremistas en vez de legitimarlos (esto es, normalizar las figuras autoritarias)
- Siempre que surgen actores autoritarios como competidores, los partidos deben forjar un frente único para derrotarlos. Los defensores de la democracia deben estar dispuestos a juntarse inclusive con sus oponentes ideológicos distantes comprometidos con el orden democrático.
Este último punto es esencial, el mismo que es esclarecido por Levitsky, dado que debe entenderse dentro de un contexto antes que se consuman las elecciones y no en un ambiente pos-electoral, pues obviamente sería tarde. Fue el caso de la elección de Jair Bolsonaro en Brasil, donde el autor narra que los empresarios paulistas prefirieron votar por Bolsonaro que en su adversario con credenciales democráticas.
En la segunda vuelta los partidos que se entienden como pro-democráticos le dieron la espalda a Fernando Haddad del Partido de los Trabajadores; el ex-presidente Fernando Henrique Cardoso del Partido da Social Democracia Brasileira (PSDB) se mostró ambiguo, no declarando apoyo a nadie, mientras que el candidato Ciro Gomes, del Partido Democrático Trabalhista (PDT) que obtuvo el tercer lugar con e 12% de los votos en la elección de 2018, se fue a Paris e ignoró el proceso de amenaza a la democracia.
En países como Perú donde los partidos tienen baja institucionalización, no existen filtros previos, los partidos tienen dueños y se ejerce de forma patrimonialista la distribución de los cargos en el núcleo duro de los partidos, se anula la deliberación y se promueve la desmovilización y la no participación de sus miembros para consolidar oligarquías sustentadas en el vacío. Aún así, en ese orden de cosas, los electores tienen elementos para poder identificar los candidatos autoritarios, con su voto pueden poner freno a este tipo de candidaturas. Los autores sugieren que identifiquen a los potenciales enemigos de la democracia en circunstancias en que estos:
- Rechacen en palabras o acciones las reglas del juego democrático.
- Nieguen legitimidad a sus oponentes
- Toleran y estimulen la violencia
- Den indicaciones para restringir las libertades civiles de sus oponentes e inclusive la de los medios de comunicación.
En este caso, Bolsonaro era identificado como autoritario. Pues apoyaba la dictadura militar que gobernó 21 años el Brasil, homenajeaba torturadores, insultaba los medios de comunicación considerados sus enemigos y hacía abierta apología a la violencia contra sus adversarios en plena campaña electoral. Aún con todas esas señales, Bolsonaro se hizo del poder y hoy constantemente amenaza las instituciones democráticas.
Es inevitable que la democracia deje de convivir con la amenaza frecuente del autoritarismo –si fuéramos a utilizar la analogía con la evolución del Covid-19 del cual tanto padecemos hoy- el autoritarismo sería una especie de coronavirus, con el que comúnmente se convive con este tipo de virus, pero su mutación provocó que se multiplique a partir de la vulnerabilidad del sistema inmunológico. De forma semejante, muchos actores antidemocráticos conviven con la democracia y sobre todo buscan servirse de esta para destruirla. En este caso una buena vacuna es la educación, la participación, y sobre todo el distinguir informaciones que identifiquen las amenazas del autoritarismo.
El profesor Levitsky había identificado en anterior oportunidad una nueva especie dentro de la familia de los autoritarismos que son los autoritarismos competitivos, en la que se identifica al líder o a un partido político que hace uso de las reglas del juego electoral para su propio beneficio estos es, en detrimento de sus adversarios, para reproducirse en el poder permanentemente; una especie muy próxima, aunque dentro de la familia de las democracias serían las denominadas democracias delegativas, especie identificada por Guillermo O´Donnell, son democracias por que surgen de elecciones limpias y competitivas, mantienen las libertades básicas, siendo que estas muy bien pueden cruzar la línea en dirección a un régimen autoritario, dado que el Presidente se siente con el derecho de hacer lo que mejor le parece, confronta e interfiere en las instituciones y cree que es la encarnación de los sentimientos de la nación, fue el caso de Alberto Fujimori en 1992.
El libro apunta a una estrategia diferente a respecto de la alarma activada por algunos politólogos como Roberto Foa o Pippa Norris y Ronald Inglehart que con evidencias cuantitativas en mano, demuestran que la democracia se encuentra en peligro, dada la alta insatisfacción ciudadana con el régimen democrático o con el establecimiento de un liberalismo antidemocrático que exacerba las desigualdades, para los autores, esta pesadilla apenas esta instalada no solo en algunos países en la que gobiernan ultra-conservadores como Viktor Orbán en Hungría o Jair Bolsonaro en Brasil, como también el propio Trump en los Estados Unidos.

En América Latina, el informe del Latinobarómetro de 2018, indica que en América Latina hay que estar atentos, dado que hemos llegado al mismo punto, más bajo de apoyo a la democracia de la serie histórica registrado en 2001. En el caso especifico por países, en Perú el punto más bajo de apoyo a la democracia fue en 2005 con 40% y la segunda más baja puntuación de apoyo fue en 2018 con 43%. Aunque algunas encuestas locales registran que luego de los episodios del cierre del Congreso de la República hubo un apoyo relevante a la democracia, lo cierto es que hoy, la pandemia y la gestión pública de combate al covid-19, pueden tener un impacto no solo en el apoyo a la democracia sino afectar el desenlace natural del próximo proceso electoral que se realizará en 2021, recordando que generalmente las campañas electorales en Perú han tenido un inicio de casi un año de antecedencia, principalmente por la judicialización de las campañas electorales pero que hoy la agenda pública esta orientada a otras demandas más urgentes.
En todo caso se sugiere que, si no lo han leído el libro de los profesores mencionados, sugiero lo lean, pues pedagógicamente esta bien dispuesto, es de fácil lectura y principalmente contribuye a identificar claramente las fuerzas autoritarias que se colocan en la vitrina electoral y que potencialmente son una amenaza para la democracia y que en el Perú sabemos los resultados nefastos que han tenido estos regímenes. Buena lectura.
(Revista Ideele N°294. Octubre 2020).
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