¿Marcha por la vida o por el recorte de derechos?

Por una casualidad del destino, la llamada “Marcha por la Vida” este año coincidió con la conmemoración de los 200 años del nacimiento de Karl Marx, a saber, el 5 de mayo. En años anteriores, dicha marcha se realizó el 25 de marzo, desde que se decretó por la Ley N° 27654 el “Día del Niño por Nacer” el 28 de diciembre del 2001. Pero, por la venida del Papa Francisco este año se cambió la fecha.

Escrito por Revista Ideele N°280. Agosto 2018

Por una casualidad del destino, la llamada “Marcha por la Vida” este año coincidió con la conmemoración de los 200 años del nacimiento de Karl Marx, a saber, el 5 de mayo. En años anteriores, dicha marcha se realizó el 25 de marzo, desde que se decretó por la Ley N° 27654 el “Día del Niño por Nacer” el 28 de diciembre del 2001. Pero, por la venida del Papa Francisco este año se cambió la fecha.

Resulta curioso que los defensores de dicha marcha, como el cardenal Juan Luis Cipriani y el presidente del Congreso de la República, Luis Galarreta, hayan señalado que se trata de una movilización en favor de algo por lo que todos tenemos buenas razones para defender. También sucede que todos tenemos buenas razones para defender el que en el país tengamos prosperidad, se reduzca cada vez más la pobreza y cosas parecidas y, sin embargo, no se organizan marchas también por esas causas. Al decir de sus defensores, la Marcha por la Vida no tiene tintes políticos, sino que es algo previo a toda discusión política.

Nadie sale a las calles a marchar por algo que es obvio que todos los ciudadanos queremos a priori, y que no abre tensiones o diferencias políticas. De hecho, la idea misma de organizar una movilización expresa ya una intención política, se trata de salir a decir sí o no por algo porque está claro que hay diferencias políticas que dividen a la población. Incluso el cardenal de Lima ha argumentado que todo el que no está de acuerdo con la vida tendría que suprimir la suya propia para probar que tiene razones para estar en desacuerdo. Si dicho argumento fuese correcto, no se entiende por qué hay realizar una demostración de fuerza, obligando a los maestros de religión a que lleven a sus estudiantes a la marcha y utilizar la página de Facebook de las Fuerza Aérea del Perú para promover dicha manifestación. Si la marcha por la vida fuese como la reacción que tuvimos que tener en el verano del 2017 frente a los desastres suscitados por el Niño Costero, tampoco se entiende que entonces el mismo Gobierno y los ministros estuvieron entonces comprometidos con ello de manera activa, bajo el lema de “Una sola Fuerza” y, en cambio, respecto de la marcha por la vida la misma FAP borra de su cuenta de Facebook su apoyo del 28 de abril[1] para después sacar un comunicado el día 3 de mayo en la misma cuenta[2], después que borró la publicación anterior. Si la marcha por la vida fuese una cuestión de interés nacional, tampoco se entiende la razón de por qué el MINEDU deslinda de cualquier tipo de apoyo a esa causa.

Para que las cosas queden claras en este punto hay que distinguir entre:

a) Las cuestiones que son de interés general y nacional (como la erradicación de la pobreza, del analfabetismo, de la tuberculosis y otras enfermedades), cuestiones en las que todos y el Estado tienen razones para apoyar activamente.

b) Las cuestiones que son de interés particular, de un grupo empresarial o de un grupo político específico, en el que el Estado y el Gobierno no deben intervenir.

Queda claro, por la actitud de las instituciones del Estado que la marcha por la vida pertenece al segundo grupo de cosas en vez que al primero. Y eso se debe a que ella no es lo que dice ser. Esto es así por dos tipos de razones diferentes. En primer lugar, ni para los sectores más conservadores de la Iglesia Católica, como en el caso del Arzobispado de Lima, la vida resulta tener un valor absoluto (debido a que están comprometidos con el elogio del martirio, la pena de muerte y la guerra justa); y en segundo lugar porque la marcha se circunscribe al Día del Niño por Nacer, es decir se trata de una marcha en contra de la despenalización del aborto. Es más, dicha marcha no es por la vida, ya que los convocadores no estarían de acuerdo por marchar juntos con el colectivo Ni Una Menos y los colectivos de Derechos Humanos.

“El tema que se encuentra en el fondo de esta controversia política es quién tiene derecho a controlar el cuerpo de las mujeres: ¿la Iglesia (y los grupos conservadores) o las mismas mujeres?”

De esta manera la mal llamada “marcha por la vida” tiene un propósito político y unos adversarios definidos. El propósito político es defender la penalización del aborto en toda circunstancia (tanto en los casos de aborto terapéutico, por causa de violación o por causa de un embarazo no deseado), y sus adversarios son los grupos progresistas de la sociedad, entre los que se encuentran los movimientos de derechos humanos, los colectivos feministas y los colectivos que apoyan los derechos de las minorías sexuales. Incluso la ONU resulta ser un adversario para los promotores de la marcha[3].  

El tema que se encuentra en el fondo de esta controversia política es quién tiene derecho a controlar el cuerpo de las mujeres: ¿la Iglesia (y los grupos conservadores) o las mismas mujeres? Los grupos conservadores de la sociedad peruana consideran que las mujeres no deben tener el control sobre su propio cuerpo, por ello no solo se oponen al aborto terapéutico, sino que defienden la esterilización forzada (y, últimamente, la castración química para los violadores). Lo que estos grupos conservadores están buscando es tener el control de la vida de las personas a nivel físico y jurídico, e incluso tener el control de la conciencia de las personas.

El último control, el de las conciencias, se realiza difundiendo una ideología. Como es sabido, el término ideología en la tradición de pensamiento que va de Marx a Gramsci consiste en imponer la hegemonía de una forma de pensar y un supuesto sentido común que tiene como objetivo mantener los engranajes de la explotación fuera de todo cuestionamiento. Es por esta razón que los defensores de la mal llamada marcha por la vida señalan que nadie podría estar en contra de ella, que se encuentra más allá de todo debate político porque, supuestamente, es algo que todos apoyan por un supuesto sentido común. Lo cierto es que dicho supuesto sentido común es fruto de la opresión sobre la conciencia de las personas en un proceso lento de adoctrinamiento llevado a cabo por las instituciones controladas por los sectores conservadores. Basta con ver el grado de dogmatismo y la ausencia de reflexión crítica de muchas de las personas cercanas a grupos como pro-vida, o “con mis hijos no te metas”. El objetivo de instalar ese sentido común es mantener el sistema de poder que permita sustraer derechos y libertades a diferentes grupos.  El esfuerzo consiste en ir rebanando paulatinamente los derechos y las libertades de las personas en el país.

De esta manera, la llamada marcha por la vida, lejos de ser una manifestación carente de motivaciones políticas se inserta en el contexto de la confrontación entre los grupos conservadores y los grupos progresistas, entre aquellos que quieren dar marcha atrás en la conquista de derecho y aquellos que buscan seguir consolidando dichas conquistas. En nuestro contexto nacional, los conservadores suelen utilizar el término “caviares” para referirse a los grupos progresistas. En otros contextos, como en Argentina, los conservadores denominan a los progresistas con el término “marxistas culturales”[4].

Pero, si el punto en disputa es en realidad la despenalización del aborto terapéutico o en casos de violación, entonces, ¿por qué no se realiza un debate público al respecto? La respuesta es que los sectores conservadores se niegan a someter a la discusión democrática temas como esos porque consideran que se encuentran en posesión de la Verdad. Se niegan al debate señalando que los médicos (médicos conservadores, por cierto) ya han determinado cuándo comienza la vida humana o que Dios ha creado la vida humana desde el momento de la concepción. Pero la mejor manera de neutralizar todo debate sobre este tema es utilizando todos los medios de manipulación y de ejercicio de la fuerza para sacar a la mayor cantidad de personas a las calles todos los años vociferando: “¡Viva la vida y muerte a las abortistas!”

(REVISTA IDEELE EDICIÓN N° 28O, AGOSTO DEL 2018)


[1] http://utero.pe/2018/05/03/esta-institucion-armada-que-se-sostiene-con-n…

[2] http://andina.pe/agencia/noticia-fap-niega-apoye-denominada-marcha-por-v…

[3] http://www.ohchr.org/Documents/Issues/Women/WRGS/SexualHealth/INFO_Abortion_WEB_SP.pdf

[4] En Argentina, el politólogo Agustín Laje es uno de los que ha afilado una retórica conservadora contra los movimientos progresistas, acusándolos de “marxistas culturales” y recurriendo a una asombrosa manipulación de los datos y de los hechos históricos y de las ideas. Por ejemplo, en los siguientes materiales: https://www.youtube.com/watch?v=4VYcEQlt9IAhttps://www.youtube.com/watch?v=09n8P4pL5b8,

https://www.youtube.com/watch?v=_1mFVmfrx4M, y en su libro titulado El Libro Negro de la Nueva Izquierda: Ideología de género o subversión cultural.

Sobre el autor o autora

Alessandro Caviglia Marconi
Doctor en Filosofía. Profesor del Departamento Académico de Teología en la Pontificia Universidad Católica del Perú y profesor del Departamento de Filosofía de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

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