La liberación de Fujimori

Foto: RPP.

En los últimos días he visto toda una cruzada para lograr el indulto a Fujimori. Desde las más diversas tiendas se ha comentado sobre la posibilidad legal, y algunos han sugerido la conveniencia de que el presidente proceda a usar ese rezago monárquico que es el indulto.

Considero que a estas alturas ya no es un problema técnico-jurídico como se ha tratado de plantear desde algunas posiciones. Las preguntas son obvias: ¿Le conviene a Kuczynski indultarlo? ¿Alguien podría garantizar que Fuerza Popular (FP) dejará de torpedear al Ejecutivo si Fujimori es indultado?

No creo que le convenga al presidente, por varias razones. La primera es porque durante su campaña aseguró que no lo haría y al final buena parte de sus votantes vino del antifujimorismo. La segunda, porque si bien se granjearía simpatías, como muestran algunas encuestas, también produciría rechazo. Los resultados de las pasadas elecciones así lo muestran: en ese momento era casi 50/50. Hoy no está del todo claro, pero podemos estar seguros de que hay un sector importante que cree que no debe indultarse a Fujimori y en mi percepción es el más educado y con más influencia de la población. Es verdad que hay gente con poder económico que simpatiza con el indulto, pero la mayor parte de ese grupo está en los sectores menos informados. Una tercera razón es lo que se transmitiría a la población: al final a los poderosos se les perdona todo, es decir, quedaría un mensaje de impunidad. La cuarta está vinculada con la tercera y es la imagen internacional. Después de habérsele condenado ahora se le indultaría. No se vería bien en ninguna parte. El comportamiento humanitario se ve con simpatía a nivel personal, pero no a nivel público. Perdonar es una forma de curarse, pero eso no funciona cuando está de por medio la ley y su aplicación, que no debería tener excepciones.

Por otra parte, están las preferencias de Keiko y Kenji, que parecen estar contrapuestas. Es muy probable que un indulto a Fujimori le reste poder a Keiko y, tal vez, se lo incremente a Kenji. En otras palabras, un eventual indulto dividiría a Fuerza Popular y, en consecuencia, la unidad monolítica en el Congreso podría romperse, y el Ejecutivo sacar ventaja de tal circunstancia.

“Una tercera razón es lo que se transmitiría a la población: al final a los poderosos se les perdona todo, es decir, un mensaje de impunidad”.

También estuvo sobre el tapete el proyecto propuesto por Roberto Vieira, que ha sido leído por algunos como un intento de dividir al fujimorismo. Y, ciertamente, no sería descabellado pensarlo, si ese congresista no hubiera sido expulsado de Peruanos por el Kambio. Es evidente que si se indulta el costo político caerá sobre el gobierno, mientras que si hubiera pasado la norma mencionada las consecuencias las habrían asumido Fuerza Popular y Keiko misma, quien siempre afirmó que su padre sería liberado demostrando su inocencia. Mas el proyecto Vieira tenía muchas debilidades y una de éstas eran sus excepciones. ¿Por qué permitir la prisión domiciliaria a los homicidas y no a los narcotraficantes y violadores? Y precisamente cuestiones como esta evidenciaban lo que todos sabemos: que era un proyecto con nombre propio que estaba siendo maquillado. Y esto también hubiera significado una vergüenza nacional e internacional.

Aunque es muy improbable que este Congreso lo haga dadas las circunstancias, la verdad es que creo que ha llegado la hora de eliminar la institución del indulto, o en todo caso limitarla y regularla detalladamente. Como he dicho, es un rezago monárquico que no se condice con un Estado Constitucional de Derecho del siglo XXI, aunque persista en varios países de Occidente, que se resisten a poner fin a una discrecionalidad presidencial que deviene del ‘origen divino de los reyes’, pero que también permite la liberación de los reos que tengan más ‘llegada’ a los altos círculos, porque los pobres y olvidados jamás son indultados.

Relacionadas con el indulto y el proyecto de arresto domiciliario están las interpelaciones a dos ministros y la posibilidad de su censura. De inmediato se me viene a la memoria la de Saavedra y la decisión del Ejecutivo de no hacer de esta asunto de confianza. Recuerdo que en un artículo publicado poco después señalé que ‘el tiempo dirá’ si tal decisión fue la correcta. Si hubieran dado ese paso, la siguiente censura permitiría al presidente cerrar el Congreso y estaría prácticamente descartada; pero claro, se hubiera puesto sobre el tapete la vacancia presidencial, que es el arma de la que dispone el Legislativo para defenderse. Es también cierto que la popularidad de PPK se ha incrementado y que ahora es más fuerte que en ese entonces, sin embargo, la pregunta sigue presente: ¿Debería darse ese paso o sería un error? Y la respuesta sigue siendo la misma ‘el tiempo lo dirá’.

San Isidro, 16 de mayo de 2017

Sobre el autor o autora

Alonso Núñez del Prado Simons
Magíster en Derecho de la Integración y en Derecho Constitucional. Master of Business Administration (MBA), graduado en Lingüística y Literatura, Filosofía. Fundador y director ejecutivo del Observatorio de Cumplimiento de Planes de Gobierno. Profesor universitario, árbitro de la Cámara de Comercio y conferencista. Presidente y director de varias entidades del sistema asegurador.

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