“PPK tiene una segunda oportunidad”. Frase expresada por muchos, refiriéndose a que la buena actuación del gobierno frente a la tragedia vivida en el país ha frenado y revertido la caída en picada que venía sufriendo en su nivel de aceptación en la población, de acuerdo a las encuestas.
Una segunda oportunidad que comprende una relación distinta con el fujimorismo, ya que son muy pocos los resultados que han venido dando las pedideras de perdón, o haberles regalado al defensor del pueblo y a los directores del Banco Central de Reserva, o no hacer cuestión de confianza frente a la prepotente censura a Saavedra, además de la increíble reunión con Keiko en la casa de Cipriani.
Y solo había que seguir el camino que los hechos estaban mostrando. El hacer bien las cosas es percibido por la población y da sus frutos en términos de apoyo. Más aun si, paralelamente el fujimorismo ha comenzado a caer por sus propias culpas, que van desde el descubrimiento de Keiko aprovechándose de las donaciones del Congreso para hacer creer que estaba ayudando a los damnificados hasta las divisiones internas provocadas por Kenji, pasando por la presentación de proyectos indefendibles.
Pero nuevamente se impuso en el oficialismo el sector que cree que la única manera de poder contrarrestar los golpes de la mayoría abrumadora del fujimorismo es dándole más pruebas de amor.
Solo así se puede entender que PPK se haya prestado a la infame utilización política que se ha hecho del homenaje que se hizo a los comandos por el papel valeroso que sin lugar a dudas tuvieron cuando rescataron a los rehenes secuestrados por el MRTA.
“¿Cómo el presidente se puede haber olvidado de que está hablando de los que en realidad nunca han querido reconocer su triunfo? ¿De los que, si no fuera por las lluvias, podrían haber censurado a Vizcarra, su ministro y vicepresidente?”
Parecía una escena y libreto hechos por publicistas del fujimorismo. En el estrado, PPK y Keiko, muy cerca de Gianpietri, símbolo de las posiciones más recalcitrantes contra la defensa de los derechos humanos. En todos los saludos y despedidas siempre la parte efusiva era la oficialista, como si hubiera habido consigna y ensayo de por medio.
Luego vino un discurso de PPK realmente alucinante. Agradeció la presencia de Keiko. Llamó “don Alberto” a quien está condenado a 25 años por haber cometido delitos de lesa humanidad y graves casos de corrupción. Alabó el desempeño impecable del gobierno en torno a los acontecimientos del rescate, sin recordar que, paralelamente al éxito del plan, hubo ejecuciones extrajudiciales y se vieron escenas macabras e innecesarias como las de Fujimori paseándose entre los cadáveres de los emerretistas.
Pero lo peor fue cuando hizo un llamado a pasar la página.
Ya no solo es increíble que PPK plantee pasar la página a quienes acusó durante la campaña electoral de representar a un narcoestado y de ser ladrones (“hija de ladrón será siempre ladrona”, dijo), sino que además no tome en cuenta que estos son los mismos que ahora le vienen haciendo la vida imposible.
¿Cómo el presidente se puede haber olvidado de que está hablando de los que en realidad nunca han querido reconocer su triunfo? ¿De los que, si no fuera por las lluvias, podrían haber censurado a Vizcarra, su ministro y vicepresidente?
Son los mismos que actualmente vienen tumbándose varios de los más importantes decretos legislativos aprobados por el Gobierno, los que están en una ofensiva conservadora frente a cuestiones de principio, como es la perspectiva de género, la identidad sexual y la libertad de expresión.
Galarreta, vocero del Fujimorismo, acababa de declarar que el buen Zavala era una especie de Montesinito, lo que provocó que el premier, como era lógico, no asistiera a esta nueva echada del oficialismo frente al fujimorismo.

“Es increíble que nadie le haya dicho al presidente que es el peor negocio del mundo querer pasar a depender de la buena voluntad de quienes hasta hace poco venían preparando un plan para su vacancia”.
Es increíble que nadie le haya dicho al presidente que es el peor negocio del mundo querer pasar a depender de la buena voluntad de quienes hasta hace poco venían preparando un plan para su vacancia, al punto que la palabra ya estaba en el debate público por ser una posibilidad real.
En cambio, los fujimoristas siguieron en su línea, y en lugar de bajar el tono, contestaron prácticamente que si PPK quería pedir perdón, tenía que hacerlo con todas sus letras. Y, cómo no, Fujimori volvió a lanzar un mensaje que nada tenía que ver con pasar la página, sino, por el contrario, con aferrarse a lo ocurrido durante los noventa: el rescate de los rehenes selló la paz que él consiguió.
Es obvio que la gobernabilidad del país pasa por determinados acuerdos con el fujimorismo, pero estos tienen que darse a partir de puntos concretos, desde una posición de fuerza que se sustente en la importancia de una iniciativa positiva, y en el respaldo de la población.
Varios de los oficialistas fueron tan cariñosos con los fujimoristas que se comenzó a decir que todo estaba encaminado a indultar a Fujimori para pasar a un cogobierno.
Se acaba de confirmar que el rumor era cierto: PPK ha dicho que está pensando en el caso Fujimori y Carlos Bruce ha declarado que él lo liberaría. El primer ministro Zavala, a su vez, salió a aclarar que el gobierno no dará una ley para liberar a Fujimori, como si no supiera que así lo quisiera no lo podría hacer, ya que solo puede dar leyes el Congreso y nunca con nombre propio, por lo que es una manifestación engañosa.
Luego vino un proyecto de ley, presentado por el congresista de Fuerza Popular Roberto Vieira, para poder otorgar libertad provisional con arresto domiciliario a quienes tengan más de 75 años y no hayan incurrido en delitos de terrorismo, narcotráfico y tráfico de drogas, sin contemplar en estas excepciones, como sería lógico, a quienes cometieron delitos de lesa humanidad, como es el caso de Alberto Fujimori. Y es muy elocuente que este proyecto haya sido firmado por Salvador Heresi, nada menos que el secretario general de Peruanos por el Kambio.
Galarreta, fiel a su estilo, ha sido claro y directo: con una firma (la del indulto) se voltea la página.
Si se llega a concretar lo del indulto, y contra lo que cree, PPK pasará a estar -como se suele decir- colgado en una brocha y alejado de quienes lo hicieron ganar. Además, desde el punto de vista jurídico, estará en falta nacional e internacionalmente, ya que las gracias presidenciales (indulto y amnistía) están prohibidas para los delitos de lesa humanidad.
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