La campaña emocional

Escrito por Revista Ideele N°296. Febrero 2021

Hasta ahora no puedo dejar de preguntarme cuál es la intención para postular a la presidencia del Perú que pueden tener los más de 20 candidatos que se inscribieron. Van a recibir ruinas. O las ruinas de las ruinas. No tengo ninguna confianza en creer que se trata de un esfuerzo solidario y de entrega para sacar al país adelante. Ya ese discurso está difícil que alguien lo crea, ¿no?

Veamos solo lo reciente: elecciones 2016, fragmentación, desbalance ejecutivo legislativo, chantajes y censura a un presidente, nuevo presidente, nuevo congreso, nuevo presidente, calle, nuevo presidente. Veamos: CNM hasta el cuello de corrupción. Cuellos blancos y hermanitos. Poder Judicial tomado. Administración de justicia en este país negada. Veamos: Odebrecht. Todos implicados. Todos. No hay autoridad que pueda decir que se salvó. Club de la Construcción y medios de comunicación. Veamos: Covid y la peor consecuencia de la historia del Perú. Más muertes que el conflicto armado. La mayoría de esas muertes frente a la cara, sin poder conseguir UCI, oxígeno, compasión. Si no te mueres de Covid te mueres de hambre. Así de simple. Vacunagate.

Así, tenemos elecciones. ¿Quién quiere agarrar esta ruina? ¿Para qué? No escuché a ningún periodista haciendo esa pregunta a ningún candidato. ¿Para qué?

Las encuestas están reflejando eso. Uno de cada tres electores señala que no quiere votar por nadie o no lo tiene decidido aún, que es una forma de decir que no quiere votar hoy por nadie. La mitad de la intención de voto se la disputan 7 candidatos y ninguno pasa con claridad el 10%. El que llegue a marzo con 15% pasa a segunda vuelta. Eso se necesita para ser presidente del Perú. Y una estrategia inteligente entre primera y segunda (Ollanta rocks). No es lo peor.

La importancia de la emoción. Siempre han malinterpretado este tema desde todos los ángulos. El voto emocional no quiere decir que debemos “darle emoción” a la gente. No debemos hacer reír, llorar o sentir de alguna manera a nadie. Esa es la palabra hueca de la que siempre hemos sido tan buenos receptores. Es Coelho hecho política. El voto emocional refiere más bien a aquello que hace que empaticemos con la población, que nos lleve a entender qué la mueve y-honestamente- considerar si ello lo podemos transmitir.

Salvo AP y Partido Morado el resto de las candidaturas muestran una disociación muy grande de votos para el Ejecutivo y para el Congreso. Esto no sería preocupante si… No, de cualquier ángulo es preocupante. La imposibilidad de desarrollar gobierno con un Congreso 80% opositor es palpable en la historia reciente del Perú. Hemos calculado que salvo los dos casos mencionados, la intención de voto actual por un candidato representa no más del 30% de voto por su lista congresal. Con cifra repartidora, de terror. ¿A nadie más le interesa?

La emoción

Pero entonces, en esta campaña atomizada, compleja, desgastada, incrédula, ¿qué se convertirá en factor de éxito y qué no? Hay algunas pistas que son relevantes poner sobre la mesa y que quizás ayuden a entender mejor el panorama. Pero en esta entrega quiero hablar de lo emocional y del voto emocional como factor de relieve.

La importancia de la emoción. Siempre han malinterpretado este tema desde todos los ángulos. El voto emocional no quiere decir que debemos “darle emoción” a la gente. No debemos hacer reír, llorar o sentir de alguna manera a nadie. Esa es la palabra hueca de la que siempre hemos sido tan buenos receptores. Es Coelho hecho política. El voto emocional refiere más bien a aquello que hace que empaticemos con la población, que nos lleve a entender qué la mueve y-honestamente- considerar si ello lo podemos transmitir.

El Yes We Can de Obama no es solo un slogan inventado en una oficina de marketeros. Es la representación del deseo, es la tangibilización de lo racial, lo generacional, lo disruptivo, frente a lo mismo de siempre. Pocas frases tan eficaces como ellas. Llegan y quedan. Las usamos más frecuentemente de lo que creemos. ¿Por qué? Porque conectaron conmigo-contigo-con nosotros.

Acá, ¿qué hay? Banalización la mayoría de veces. Inspiración de sanitario casi el resto. Sin embargo, en la presente campaña hemos visto tres elementos que sobresalen que vale la pena traer a discusión porque permiten discutir estos temas: la “Mano Dura” de Fujimori; el “Vamos a Cambiarlo Todo”, de Mendoza. El “Tú al centro”, de Guzmán.

Las tres campañas

En el primer caso la referencia es notoria y además muy sustentada en el arreglo con el padre y la manifestación sin rubor de que el gobierno de los 90s -pasivos y activos incluidos- es aquello con lo que la gente va a enganchar. Es claramente polarizante. Pero recordemos, 15%.

Después tendrá tiempo seguro de darse un paseo por Harvard y bajarle el tono. Hoy, severidad y lo que ello implique. Dicho sea de paso, Sinesio López debería cobrar regalías, el término “democradura” es suyo.

Hay una lógica muy sencilla detrás de “Vamos a Cambiarlo Todo”. Y es el punto de inicio. ¿Cómo podemos generar un cambio profundo de nuestra organización social sino atacamos aquello que la define, su Constitución? Mendoza junta conceptos y los amalgama en torno a la misma dirección: nada funciona, cambiemos todo. No es maquillaje. Es refundación. Y se ha dedicado a tratar de incluir a fuerzas que tradicionalmente la izquierda dejaba de lado. Por ejemplo, a los emprendedores de la pequeña y mediana empresa. Vamos a ver si le funciona. Hoy por hoy su electorado tradicional se pelea con Lescano y parece que está apuntando a parte del sector medio progresista y juvenil que ha demostrado buscar ese cambio. Recordemos, 15%.

Finalmente “Tu al Centro”. Juega con dos cosas muy interesantes. Una visión ciudadanocéntrica, si vale el neologismo y el “centrismo” como opción, como sinónimo de independiente, como ajeno al debate ideológico. En lo primero, es clara la apuesta. La escena final de Guzmán y Pablo a los extremos y la ciudadanía al medio de la figura decodifica bien este mensaje. Trabajo, educación, salud, puestos de relieve desde la carencia y la dejadez del Estado. En lo segundo, veremos si la asepsia ideológica o el tecnocentrismo ayudan en una elección polarizada y con poco margen de error.

Estas tres campañas están apelando a la empatía emocional. Es un buen globo de ensayo para saber si en política y elecciones la ciudadanía ha avanzado como en consumo y marketing. No siempre las mismas fórmulas generan los mismos resultados. Si no Lescano no estaría ya segundo, aunque en margen de error.

Sobre el autor o autora

Mauricio Saravia
Gerente General InTarget. Ha trabajado en Apoyo (hoy Ipsos), GfK, Dichter & Neira. Psicologo Social PUCP. Docente de postgrado universitario.

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