En los últimos días se ha empezado a insistir en la posibilidad del regreso a las dos cámaras y pareciera que esta vez es probable que la alternativa salga adelante.
La mayor parte de mi vida he sido partidario de la existencia del Senado como cámara reflexiva, pero en los últimos tiempos he empezado a tener muchas dudas a partir de la experiencia tenida en la aprobación de ciertas buenas y necesarias leyes, algunas de cuales no hubieran visto la luz de existir la segunda cámara. La sensación que tengo es que el Senado sirve para que los grandes grupos de poder puedan controlar la aprobación de normas que prefieren que no salgan, porque los afectan. En pocas palabras se podría decir que la existencia del Senado podría ser una forma de preservar el statu quo. Sin embargo, hay que reconocer que también ha servido para que no se aprueben normas inconvenientes, como fue el caso de la estatización de la banca, que a su vez es un ejemplo de lo que pueden lograr los denominados poderes fácticos que en ese caso consiguieron el apoyo popular.
En el caso de aprobarse el retorno a la bicameralidad, habría también que establecer sus funciones que no necesariamente tendrían que ser las que ha tenido en nuestra Constitución histórica. Quizá el Senado podría parecerse al que en su momento sugería Víctor Andrés Belaunde. También es importante el número de senadores y su forma de elección (distrito nacional único o por regiones), además de si se amplía el número de congresistas o se reduce el actual para que el Senado los reemplace. Hay algunos constitucionalistas que ampliarían el número de representantes sin tener en cuenta si esto es operativo o no. Mi percepción es que los actuales 130 ya son muchos, y que si redujéramos el número el Congreso funcionaría con más eficiencia.
Como ya varios especialistas han hecho notar, más importante que la creación del Senado es legislar sobre la relación de los congresistas con sus electores. No es aceptable que la mayor parte de los primeros recién se acuerde de los últimos en la siguiente elección. Cada parlamentario tendría que rendir cuentas de su gestión a los que lo eligieron y en casos importantes tendría que consultarles, en especial cuando lo que se discute no estaba en lo que les ofreció durante la campaña electoral. Una verdadera democracia tendría que tener mecanismos de este tipo, ya que de lo contrario los líderes de los partidos se convierten en poderosos personajes que deciden lo que se discute y lo que se aprueba en el Congreso y por lo tanto en instrumentos de los grandes poderes y de la preservación del status quo. Hay que reconocer que un sistema como el que propongo tendría que tener un diseño muy cuidadoso, porque también puede crearse un problema con darle tanto poder al electorado, pero al final eso debería ser la democracia. La actual tiene mucho de oligarquía disfrazada, porque hay muchos ciudadanos que no tienen voz, aunque tengan voto y las grandes decisiones se toman sin tenerlos en cuenta. Recién se los oye cuando toman las calles o las carreteras.
“Más importante que la creación del Senado es legislar sobre la relación de los congresistas con sus electores”.
Resumiendo, regresar a las dos cámaras (senadores y diputados) tal como funcionaban en la Constitución de 1979 no es ninguna solución y hasta puede resultar siendo un problema, si la reforma no viene acompañada de otras modificaciones que democraticen las relaciones de los congresistas con sus bases y no sólo durante los períodos electorales.
Suele decirse que las funciones de un congresista son legislar, fiscalizar y representar. La verdad es que representar no es una función como las otras. Un parlamentario representa a sus electores por el hecho de haber sido elegido, pero no hace esa función, por lo menos no en el mismo sentido que las de legislar y fiscalizar que implican un acto voluntario permanente. La representación sólo fue voluntaria cuando se presentó a la elección. Luego de ganarla esta última es inherente al cargo, aunque lo usual es que se olvide para servir a sus propios intereses o los de terceros que tienen cómo hacerle oír su voz.
Deja el primer comentario sobre "¿Bicameralidad?"