La doble estrategia del fujimorismo para tomar el poder

Escrito por Revista Ideele N°272. Agosto 2017

Los partidos políticos, la élite dirigente y el carisma

En 1911, Robert Michels escribió uno de los libros más importantes de la ciencia política para comprender los conflictos internos de los partidos políticos: Zur Soziologie des Parteiwesens in der modernen Demokratie [Sobre la sociología de los partidos políticos en las democracias modernas]. En este texto, el autor narraba cómo la dinámica de crecimiento electoral en los partidos les exigía una oligarquía o élite burocrática que concentrara el poder político partidario. En ese sentido, Michels encontraba una contradicción inherente a todo partido en el contexto de las democracias modernas: el partido debe ser democrático internamente, pero al mismo tiempo su dinámica le exige un grupo que controle y monopolice las decisiones partidarias en el largo plazo.

En el actual conflicto entre los hermanos Kenyi y Keiko, el elemento de discordia está en quién ejerce el control partidario y oligárquico del fujimorismo. Los congresistas de Fuerza Popular han manifestado que la lideresa absoluta es Keiko y que el líder histórico es Alberto Fujimori. La definición del liderazgo no es un asunto ajeno a los conflictos internos de los partidos, ni tampoco un elemento que se resuelve fácilmente. Max Weber escribió en su texto Begriff, Wesen und Formen der Parteien (Concepto, naturaleza y forma de los partidos) que el elemento fundamental del liderazgo partidario es el carisma del líder (charismatische Gefolgschaften) reconocido por sus seguidores. Por tanto, lo que actualmente se está definiendo en Fuerza Popular es en quién recae este liderazgo no solo partidario, sino también carismático. Es decir, Keiko se ha perfilado como la líder de la élite partidaria, pero Kenyi está luchando por ser el líder carismático de los fujimoristas. Desde el enfoque de Michels y Weber, al día de hoy no hay señales de que Fuerza Popular pueda desprenderse del apellido Fujimori, ni fracturarse irremediablemente por los conflictos entre los hermanos.

El fujimorismo hoy parece ser consciente de la “normalidad” de todos estos elementos contradictorios entre la burocratización del partido liderada por Keiko y los elementos carismáticos de Kenyi. Ningún fujimorista ve en estos conflictos un cisma irremediable. No hay evidencias empíricas, al menos hasta hoy, de que el fujimorismo se vaya a fracturar como el Frente Amplio o el Partido Nacionalista. Por el contrario, el fujimorismo ha establecido una doble estrategia política para tomar el poder. Esta atiende a la doble naturaleza del partido, en el que se intenta resolver el conflicto constante entre carisma y burocracia. Es importante mencionar que el éxito de esta estrategia política fujimorista no se da por sus virtudes, sino sobre todo por la incapacidad de las otras fuerzas políticas de construir una propuesta sólida, estable y carismática en la política nacional.

Primera estrategia: tener dos frentes políticos para tener más votos

Kenji y Keiko ya no suman más votos estando en el mismo partido. Las dos últimas elecciones han demostrado que el fujimorismo tiene un techo electoral de votos que está siendo muy difícil de superar. El rechazo al fujimorismo como propuesta política es aún muy fuerte en el Perú. Por tanto, la estrategia política externa del fujimorismo para romper con este techo es crear dos frentes. Esto no es nuevo para el fujimorismo, puesto que lo hizo en los noventa cuando creó diferentes listas fujimoristas: Cambio 90, Nueva Mayoría y Vamos Vecino. Los fujimoristas saben por su historia que al incrementar la oferta electoral, los réditos políticos son positivos. Kenyi Fujimori ha manifestado muchas veces que su “propuesta” central es la liberación de su padre. Esto puede hacerlo con una agrupación nueva o también con una que ya está creada: por ejemplo, el Frente Libertad, el cual fue anunciado por el ex abogado de Fujimori en el 2016. Dentro del fujimorismo, existen aquellos que no están pensando en un partido burocrático con una oligarquía o élite partidaria, sino que muchos solo se sienten fujimoristas por ser “leales amigos” de Alberto Fujimori. Kenyi Fujimori es quien encabeza carismáticamente a este grupo, el cual no es nada despreciable en el movimiento fujimorista.

“Se puede afirmar que los fujimoristas ahora tienen políticos que viven para la política, es decir sus congresistas y líderes distritales y regionales, pero también tienen cientos de personas que gracias a ellos viven de la política”

¿Qué diferencia habría entre un nuevo frente fujimorista (como el Frente Libertad) y Fuerza Popular? En temas de fondo, ideas y contenido, no mucho realmente. Recordemos que en el Perú no existe lo que Max Weber llamaba los Weltanschauungspartei (Partidos ideológicos). Y los pocos partidos ideológicos que existen no ganan elecciones. Por esa razón, si Kenyi Fujimori decidiera encabezar el Frente Libertad u otra nueva agrupación política, la estrategia sería tener como primer punto la libertad de Alberto Fujimori, pero al mismo tiempo utilizar discursos populistas sobre temas hacia los cuales Keiko ha mantenido reserva: por ejemplo, la unión civil homosexual. Kenyi Fujimori desea presentarse como un líder distinto a Keiko, por lo cual podría tomar discursos que lo presenten como “progresista” frente a su hermana.

Un elemento importante para el éxito de esta estrategia del fujimorismo es el carisma. No es un secreto que para muchos fujimoristas, Kenyi es más “sensible”, “social” y “espontáneo” que su hermana. Kenyi ha sabido ganarse en los últimos diez años el cariño y apoyo de muchos militantes, debido a que imita las actitudes populistas que su padre usó en los noventa: en Cusco habló en quechua y cuando viaja al interior del país utiliza los populares chullos y ponchos que su padre también vestía. Tampoco escatima bromas y gestos que conectan con el mundo popular. Sus seguidores lo definen de manera contundente: “Kenyi es igualito a su papá”. ¿Qué podrían lograr dos frentes fujimoristas? Fundamentalmente, ampliar la base electoral que han tenido en las últimas elecciones. Dentro del fujimorismo hay quienes sienten que si Keiko ha perdido dos veces consecutivas no solo es por el candidato opositor, sino también por los elementos de carisma y liderazgo que al parecer no la caracterizan. Es por eso que a muchos fujimoristas ya no les parece descabellada la idea de una candidatura paralela de Kenyi Fujimori.

Para la política peruana, el tener dos frentes fujimoristas implicaría tres consecuencias. En primer lugar, si esta estrategia triunfa, la política peruana estaría “fujimorizada”, puesto que los otros partidos quedarían como satélites de una hegemonía partidaria fujimorista. Se lograría lo que Antonio Gramsci llamaba “hegemonía”. En segundo lugar, las probabilidades reales de un indulto a Alberto Fujimori aumentan, puesto que habría más chance de que un partido fujimorista tome el gobierno por medio de elecciones. Por último, el fujimorismo crearía un frente político de distintas tendencias políticas que logre atrapar más votos en los niveles distrital, regional y nacional. Desde nuestro punto de vista, el éxito de esta estrategia depende mucho de las fallas de los demás partidos. Al día de hoy, con la izquierda dividida (Frente Amplio y Nuevo Perú), con los partidos de los ochenta mermados (APRA, Acción Popular y PPC) y con el partido de gobierno en seria crisis de cohesión partidaria y ausencia de carisma, el fujimorismo tiene muchas posibilidades de concretar esta estrategia político-electoral.

Segunda estrategia: atrapar la administración y la gestión pública

Max Weber no deja de ilustrarnos hasta el día de hoy, puesto que en 1919 dictó una conferencia titulada Politik als Beruf (La política como vocación), en la que establecía la importancia que tiene para los partidos el cooptar la administración pública. Según Weber, existen dos tipos de profesionales en el aparato estatal: los que viven para la política (Gelegenheitspolitiker) y los que viven de la política (Nebenberufspolitiker). Los elementos que los distinguen son muchos, pero fundamentalmente el que vive para la política busca representar a sus seguidores y defender sus principios partidarios. No obstante, los que viven de la política son aquellos profesionales que cumplen una labor técnica o específica dentro de la administración pública, por lo cual buscan el honor y el estatus social. El político se guía por la responsabilidad de seguir sus convicciones, mientras que el profesional de la administración pública se guía por la responsabilidad y el honor de seguir órdenes.

El fujimorismo ha logrado el último año copar espacios fundamentales de la administración pública. Se puede afirmar que los fujimoristas ahora tienen políticos que viven para la política, es decir sus congresistas y líderes distritales y regionales, pero también tienen cientos de personas que gracias a ellos viven de la política. Por ejemplo, en el Congreso de la República existen cientos de profesionales jóvenes y seniors que trabajan como asesores de la bancada fujimorista. Es decir, Fuerza Popular hoy da trabajo seguro, estatus social y un futuro profesional para muchos profesionales peruanos –entre los cuales hay abogados, contadores y administradores- y sus cientos de familias. Esto crea lealtad y redes dentro del funcionamiento de la gestión pública. Un elemento sorprendente en la sociología política de Weber es que él manifestaba que los partidos no terminan su labor en las elecciones, sino que, además, pueden jugar políticamente como oposición desde el aparato administrativo estatal. Por tanto, el fujimorismo puede haber perdido las elecciones del 2016, pero si su estrategia de cooptar la administración pública funciona, lograría bloquear iniciativas de reforma del gobierno de turno. En la ciencia política esto se conoce como “gobernar sin ser gobierno”, lo que hace referencia a la capacidad de la administración pública de hacer una “jaula de hierro” al gobierno. Hoy el fujimorismo es el único partido que puede manejar esta estrategia de bloqueo.

“El fujimorismo ha logrado perfilarse una vez más como candidato fuerte para las elecciones del 2021, ya que toda la política nacional de hoy gira alrededor de ellos”

En esta segunda estrategia, el elemento fundamental es la burocratización de Fuerza Popular. Es por esa razón que el liderazgo para estos fines recae en Keiko Fujimori. Algunos militantes de Fuerza Popular creen que su partido debe “liberarse” de los apellidos Fujimori. Pero esto, por lo mencionado en el punto anterior, es muy difícil para el fujimorismo; significaría renunciar a la “marca” que le ha dado réditos en las últimas elecciones. Y esta imposibilidad puede traerle problemas en el largo plazo, puesto que para copar la administración y la gestión pública se requieren de dinámicas de organización burocráticas y no de lazos y vínculos personales con el líder del partido. En el pasado los partidos ejecutaban esta estrategia a partir de un buen plan de gobierno, que era reflejo de la propia ideología partidaria. Pero hoy ningún partido peruano que gana elecciones tiene cuadros, ni ideología ni programa con visión de largo plazo. Por el contrario, aquellos que tienen estos elementos sencillamente no triunfan electoralmente. Muchos consideran que debemos ver todo esto como un síntoma de la crisis de los partidos políticos en el Perú. Pero dentro de esta “crisis” el fujimorismo, que no tiene ideología ni “programa partidario”, en el sentido clásico del que hablaban Mariátegui o Haya de la Torre, ha emergido como una agrupación política que sigue copando el aparato estatal y logrando buenos resultados en las elecciones generales.

Conclusiones

El fujimorismo ha logrado perfilarse una vez más como candidato fuerte para las elecciones del 2021, ya que toda la política nacional de hoy gira alrededor de ellos. En el primer año de gobierno de PPK, el fujimorismo prácticamente ha puesto la agenda nacional. Primero, porque la discusión política sigue siendo sobre si Fuerza Popular le dará el apoyo al gobierno en sus reformas y políticas públicas, o si más bien censurará a sus ministros. Segundo, por la discusión acerca de si las reformas impulsadas en el parlamento expresan divisiones internas en Fuerza Popular, en un contexto donde algunos congresistas han renunciado a la bancada y terminado como “exiliados” dentro del propio Congreso. Por último, por toda la cobertura que ha recibido el conflicto entre Keiko y Kenyi Fujimori por parte de los medios, que lo han convertido tema relevante de la política nacional. Al ser mayoría en el Perú, la estabilidad de Fuerza Popular se habría convertido en la propia estabilidad del país.

Sin embargo, esta paulatina “fujimorización” de la política nacional no se explica realmente por las bondades o aciertos de Fuerza Popular. Más bien este avance del fujimorismo se debe a la grave crisis que afrontan los partidos de los últimos 3 gobiernos. El partido de Alejandro Toledo, hoy prófugo en los Estados Unidos, ha desaparecido de la escena nacional; el APRA tiene muy pocos parlamentarios y hoy enfrenta conflictos internos sobre la elección de sus dirigentes nacionales; el Partido Nacionalista desapareció electoralmente y sus fundadores cumplen condena en prisión. Por otro lado, el PPC ha sufrido un golpe durísimo en las últimas elecciones al no obtener ningún parlamentario. Y, por último, la izquierda está sumergida en conflictos internos entre dos liderazgos antagónicos. Frente a las deficiencias de los demás partidos, el fujimorismo avanza sigilosamente hacia el 2021, por lo cual hoy puede darse el lujo de tener dos frentes políticos: Kenyi y Keiko.

La única posibilidad de contener la doble estrategia del fujimorismo es la conformación de un partido político que presente un discurso sólido y aglutinador. Quien lo lidere debe tener un carisma muy fuerte. Un carisma y liderazgo que supere cualquier expectativa. Ninguno de los partidos que hoy están en el parlamento parece tener la capacidad de hacerle frente al fujimorismo. Por tanto, para el 2021 podrían brotar posturas políticas y partidarias radicales que se presenten como la oposición absoluta al fujimorismo: ¿surgiría así un outsider antifujimorista? Las condiciones políticas actuales parecen mostrarnos que hay un terreno fértil para los extremismos políticos, aquello que el politólogo italiano Giovanni Sartori llamaba “competencia centrífuga” de los partidos. Como es de suponer, el resultado de este tipo de competencias nunca es saludable para la estabilidad del régimen democrático. 

Sobre el autor o autora

Carlos Eduardo Pérez Crespo
Mba y politólogo. Docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

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