¿Por qué perdió el fujimorismo? Una explicación desde la teoría política

(Foto: Andina)

1. ¿Qué es el fujimorismo hoy?
Dentro de la ciencia política podemos reconocer una serie de estudios importantes sobre el fujimorismo contemporáneo. Entre ellos están los trabajos de Adriana Urrutia, Milagros Rejas y Melisa Navarro, además del trabajo que realicé hace muchos años sobre el golpe de Estado de 1992. En líneas generales, los estudios de los politólogos y “fujimorólogos” muestran que el fenómeno naranja existe como un partido político no solo por el tema de la organización, sino porque también está presente un Mito -que es una idea de identificación partidaria en el sentido de George Sorel- del militante en relación a la imagen en la historia de Alberto Fujimori. En el Mito soreliano fujimorista, Alberto Fujimori encarna la reconstrucción del Perú del proceso de violencia, terrorismo y crisis económica. Para el militante fujimorista, Alberto es un Cid campeador.

Y es por ello que en las entrevistas que Urrutia realizó a la cúpula partidaria se demuestra que el momento fundacional del fujimorismo es el golpe de Estado de 1992: es decir, el momento en que ese discurso y Mito con respecto al caudillo que quiebra el orden constitucional es legítimo -en términos de acclamatio, mas no de legalidad- para devolver el orden, la paz y la seguridad. Pero este discurso no es huérfano; por el contrario, Urrutia ha demostrado claramente que más del 25% de los militantes fujimoristas más importantes han pertenecido a cargos públicos de alto rango en el gobierno de Fujimori, como ministerios, programas sociales y otros despachos ligados al poder ejecutivo. El fujimorismo, por lo tanto, se construyó con el discurso político con el golpe de 1992 y con la lealtad del funcionario burocrático-administrativo que trabajó para Alberto Fujimori.

Siendo de este modo, encontramos que el fujimorismo se perfiló como una organización que está marcada por la experiencia de los noventas y solo después del juicio a Alberto Fujimori la organización fujimorista decide convertirse en la primera fuerza política del país. Este proceso produjo conflictos internos de competencia entre los bandos Keikistas y Albertistas, como bien ha señalado Milagros Rejas en su importante investigación sobre la construcción partidaria fujimorista.

¿Qué clase de partido es, entonces, el fujimorismo? Definitivamente no entraría en la definición clásica de Robert Mitchels, Duverger o Sartori. El fujimorismo debería ser entendido desde los ojos de Ernesto Laclau y su teoría del partido populista: aquél que vive de un Mito y que construye un discurso vacío, es decir, una idea vaga en sí misma que permite crear vínculos populistas de derecha o de izquierda, de acuerdo a la necesidad coyuntural. Es decir, el vacío de ideas del fujimorismo le permite moverse con facilidad en el espectro izquierda-derecha dependiendo de quién es el enemigo político coyuntural.

Por estos motivos expuestos, considero que el fujimorismo no va en camino a convertirse en una UDI chilena, es decir, un partido clásico de derecha, porque para eso le faltarían intelectuales, cuadros ideológicos, y lo que es característico y fundacional de un verdadero partido político: filosofía y programa. Por el contrario, creo que lo que podemos esperar del fujimorismo es una organización política y partidaria populista, lo que quiere decir que es la nueva fuerza populista de masas en el siglo XXI. Así como frente a la generación del 900 de Riva-Agüero, García Calderón o Belaúnde, surgieron el APRA y el Partido Socialista como los primeros partidos populistas de masas, de ese mismo modo el fujimorismo está surgiendo como un partido populista que está destruyendo a los partidos tradicionales que han sido protagonistas en los últimos 15 años, como es el caso de Perú Posible.

El fujimorismo actual no cuenta entre sus filas con los cuadros políticos ni intelectuales que puedan defender su proyecto político. (Foto: Andina).

2. ¿Perdió el fujimorismo?
No perdió el fujimorismo, pero sí perdió Keiko Fujimori. ¿Por qué su derrota? Creo que la teoría política nos da una respuesta mucho más clara. Montesinos confesó haber dirigido la campaña de la reelección presidencial fujimorista del 2000, para lo cual se dio cuenta que era fundamental tener cuadros intelectuales, notables y líderes de opinión en sus filas, porque sabía que la reelección era un proceso polémico que requería de defensores que pudieran elaborar ideas y voltear argumentos de los enemigos.

Esto se conoce como la importancia de la intelligentsia política, que ha sido desarrollado en la teoría política por autores clásicos como G. Mosca, A. Gramsci, G. Sorel y R. Mitchels: es decir, el triunfo en la política se da cuando logras la hegemonía de la opinión, de la cultura simbólica y de la ideología.

En las dos elecciones que Keiko ha perdido, es muy evidente que las élites de opinión y los intelectuales han estado contra el fujimorismo. Desde Mario Vargas Llosa, pasando por los actores, deportistas, músicos, artistas y politólogos, entre muchos más. Simplemente el fujimorismo actual no cuenta entre sus filas con los cuadros políticos ni intelectuales que puedan defender su proyecto político.

A diferencia de ello, a finales de los noventas pertenecían al movimiento fujimorista dos de los más connotados juristas: Fernando de Trazegnies en la Cancillería y Javier Valle Riestra como Primer Ministro. Del mismo modo, con miras a la campaña del 2000 Montesinos reclutó al importante abogado Francisco Tudela, quien era nada menos que candidato a la Vicepresidencia de la República. Otros personajes importantes en las filas del fujimorismo: Fernán Altuve y Jorge Morelli. Ambos de gran peso intelectual dentro del espectro intelectual conservador. Asimismo, el fujimorismo tuvo uno de los jales más polémicos de la historia peruana, ya que también reclutó al máximo intelectual de la historia y las ciencias sociales peruanas: Pablo Macera. Un hecho que generó todo un revuelo en el mundo académico de la izquierda. Todo este grupo de intelectuales y personajes connotados le permitieron al fujimorismo legitimar su candidatura y proyecto frente a las críticas de la oposición e incluso de la OEA, cuando se señaló que las condiciones de las elecciones del 2000 no contaban con las garantías democráticas.

Por ello el fujimorismo actual parece haber despreciado o no haberse dado cuenta que en el Perú para ganar la Presidencia necesitas de cuadros, intelectuales e intelligentsia para lograr el quiebre y triunfo final. No bastan las prebendas en estas ligas. Crear este elemento de intelligentsiaes imposible en el fujimorismo actual, puesto que Chacón, Ramírez o Spadaro no tienen la capacidad ni los galones para transformar al fujimorismo en un proyecto ideológico, político e intelectual,como sí lo fue en el año 2000. Ollanta Humala, por ejemplo, recibió el apoyo de Mario Vargas Llosa y de las élites intelectuales y de opinión en el 2011, y pudo quebrar así su percepción de “chavista” y “radical”. Y es que la importancia del “capital simbólico” (Bourdieu), la “hegemonía cultural” (Gramsci) y el “dominio de la opinión pública” (Noelle-Neumann) es fundamental para ganar una elección presidencial.

Sobre el autor o autora

Carlos Eduardo Pérez Crespo
Mba y politólogo. Docente de la Universidad Antonio Ruiz de Montoya.

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