Damiana Kryygi

Un día en 1896, en la selva paraguaya una niña originaria de la etnia aché vio a un grupo de colonos matar a toda una familia – muy problablemente la suya. La niña tenía apenas tres años. Tras la masacre, la pequeña niña aché fue tomada cautiva por los verdugos y bautizada con el nombre de Damiana. Damiana fue obligada a trabajar como sirvienta en casa de un científico y a dejarse estudiar por antropólogos del Museo de Ciencias Naturales de La Plata en Argentina, para quienes ella no era más que un mero objeto etnográfico. En 1907, a la edad de 14 años, Damiana fue internada en un hospital psiquiátrico y obligada a posar desnuda para un antropólogo alemán dos meses antes de morir de una agresiva tuberculosis. Ya muerta Damiana, su cabeza fue enviada a un museo en Berlín, donde continuó siendo un objeto de estudio. Cien años más tarde, sus restos fueron encontrados en La Plata y repatriados a la tierra de sus ancestros.

La espeluznante historia de Damiana la reconstruyó minuciosamente el cineasta argentino Alejandro Fernández Mouján en su documental Damiana Kryygi, estrenado en el festival internacional de cine documental Hot Docs que se celebra anualmente en Toronto, Canadá. Revista Ideele estuvo allí y conversó con Fernández Mouján.

¿Cómo fue que nació este proyecto?
Es más o menos en el 2001, que yo conozco la historia de Damiana a través de mi esposa que es antropóloga en la universidad. Y la historia de Damiana era parte de una materia que ella da en el principio de la carrera de antropología. Pero yo no me interesé profundamente en el tema hasta que no me enteré de la aparición de los restos en el Museo de la Plata, en la ciudad de La Plata. Ahí fue cuando empecé a pensar en la posibilidad de hacer una película, y el primer contacto fue en junio del 2010 al ir a la restitución de sus restos a su pueblo. La restitución que se hizo fue parte en el Museo de la Plata en Argentina y en parte en una de las comunidades aché en Paraguay. Nosotros seguimos ese proceso. Ese fue el punto inicial y después fueron 5 años de investigación y rodaje hasta tener la película terminada el año pasado.

La película se fue haciendo a medida que también ibamos profundizando la investigación y fueron apareciendo pistas: primero el cuerpo, después la cabeza, después las fotografías que se pensaba que no existían. Bueno, todo eso fue dándose… La película es un poco el desarrollo de esa investigación.

El avance de esa investigación, medio como la idea era como hacer una cosa como un thriller, como ir descubriendo la historia un poco como fue pasando. Bueno, eso duró como 5 años. Todavía incluso el día de hoy, nosotros, o, por lo menos yo particularmente, sigo atento a que aparezcan algunas otras pistas o algunas otras cosas. He ido a otras restituciones en el museo que se han dado inclusive en otros pueblos… Hace muy poco se hizo una restitución de un cacique y de dos miembros más del pueblo selk’nam que son los que habitaban Tierra del Fuego.

Y, bueno, la película de alguna manera ha contribuido también a impulsar ese tipo de restituciones en estos últimos años, en este último periodo, digamos, a partir de que salió la película.

¿Cuál fue el propósito de tu documental?
Bueno, es un poco reflejar ciertas prácticas que fueron mucho más violentas y llevadas a cabo en el siglo XIX, pero donde todavía hay resabios de racismo en nuestros países. Eso lo vemos claramente, no solo en nuestros países sino en Norteamérica, en Europa, donde todavía hay cierta cosa que… bueno, es un extraño; no es una persona como yo. Racismo que existe en nuestros propios países, incluso de gente que puede tener en su sangre orígenes indígenas pero que no se reconoce como tal. Un hecho que una cosa cultural de que no nos reconozcamos como lo que somos y que tengamos al otro como diferente… Sobre todo los que más han sufrido son los pueblos indígenas de los que hasta el día de hoy no se reconocen totalmente sus derechos; o si bien están en la ley, en la práctica se les sigue despojando de territorios; no se les devuelve territorios; son pueblos que mayormente viven en la pobreza, en los sectores más marginados de las ciudades, de los pueblos. O sea, en Argentina, y me imagino en el Perú pasa igual, al mismo nivel social los indígenas son menos que un criollo que se reconoce como blanco, digamos. Sin embargo, viven en la misma pobreza, pero la discriminación existe.

Y yo creo que estos trabajos apuntan, por un lado, a mostrar eso… El objetivo de la película es humanizar una historia de una persona que ha sido tratada como un objeto, hacerlo humano, recuperar su humanidad dentro de lo posible. Y por otro lado, actualizar esta cosa del racismo, de dónde viene y que de alguna manera buscamos combatir o poner en discusión. La película, yo lo que he recogido en distintas partes, en distintos países incluso, es que siempre hay historias similares – como en otros pueblos indígenas de Argentina, de Bolivia, de Paraguay donde hay historias muy similares. Incluso me escribió una profesora en Australia donde me dice: “Bueno aquí en las historias de los indígenas australianos hay casos muy similares”. O sea, yo creo que es bastante universal.

¿Qué impacto crees que tenga tu documental sobre la imagen de la antropología y de los antropólogos, en general?
No… Los antropólogos hoy en día son bastante distintos en general, porque hay excepciones – de hecho hay un antropólogo norteamericano que se llama Kim Hill que todavía sigue midiendo y sigue analizando la sangre de los achés, ¿no? Pero, en general, la antropología ha cambiado mucho y hoy en día no se dedica a este tipo de prácticas tan de tipo racial como se hacía en el siglo XIX principalmente, que fue cuando estas teorías toman más auge y los europeos se dedican a clasificar todo el mundo que ellos no conocen, porque las cosas tenían sus nombres, pero, bueno, tenían unos nombres que le daban los pueblos que habitaban esas regiones. Pero ellos empezaban a darles nombres a las plantas, a los animales, y, bueno, a seres humanos que en principio a veces no son animales o seres humanos, y dudan. Y, bueno, los tienen que analizar para ver dónde los ponen. Y cómo los nombran…

O sea, para los antropólogos de hoy en día que, en general, son bastante progresistas, no es un problema. Al contrario, aporta a criticar toda una época donde la antropología se preocupaba por los temas raciales… Es un poco el origen de la antropología. La antropología es una ciencia que, de alguna manera, nace con el colonialismo. Pero, yo creo que hoy en día es bastante contraria a esas prácticas.

En un momento del documental se habla sobre el comportamiento de Damiana… en el que se dice que su “libido se torna incontrolable”… No quedó claro si lo que querías transmitir fue que Damiana había sido víctima de abuso sexual. ¿Fue así?
Sí, eso es lo que queríamos transmitir. Si bien el único registro es de ese antropólogo alemán que a su vez se lo cuenta la persona que la tenía como criada, sirvienta, en su casa… Si bien ese registro no es muy confiable, no hay otros registros. Pero lo que nosotros suponemos es que sí, que evidentemente, allí hubo algo de eso… que probablemente esa niña molestaba en la casa porque despertaba a otros miembros de la casa.

Era muy común que los niños ricos tuvieran su primera experiencia sexual con una sirvienta. Eso era muy común en Argentina, y creo que por varios países eso era muy común, por lo cual creemos que pudo haber pasado algo de eso.

Y además hubo otro detalle. Damiana tenía una tuberculosis meningea desde hacía tiempo, y no detectada, a pesar de que este señor era médico, quien la tenía en la casa de su madre; y la tuberculosis meningea, por lo que he investigado, es una de las duras, y, como ataca parte de la corteza cerebral, provoca cambios de conducta bastante abruptos, además de muchos dolores de cabeza… O sea, no sabemos. Ahí hay una serie de cosas no claras, pero donde nosotros obviamente no se lo atribuimos a ella sino al entorno, a cómo ha sido una niña que vivía cautiva y que evidentemente como sirvienta, y, bueno, qué podía pensar esta familia alemana clásica de alguien que por ahí tenía cambios de conducta… Y lo mejor que encontraron fue ponerla en un psiquiátrico porque ellos no estaban dispuestos a hacerse cargo de ella… O sea, mientras sirvió, sirvió. El día que no sirvió más, bueno va al psiquiátrico, a un depósito, a ver qué pasa…

¿Cuáles fueron los mayores obstáculos o dificultades que tuviste para realizar este documental?
No, los obstáculos en general fueron obstáculos de la falta de información y de la falta de registro que hubo sobre la historia, digamos. Por ejemplo, nosotros hemos leído mucho la correspondencia entre el Dr. Korn, que era el doctor que tenía a Damiana en su casa, y Lehmann-Nitsche, que era el antropólogo alemán que la estudió, que pidió su cuerpo y que la fotografió y todo eso, y no encontramos registros ni de Korn ni de nadie que diga… Incluso Korn es muy conocido en Argentina como filósofo, como profesor universitario, y todo eso… Y no hay un registro… Nunca escribió nada. No hay ningún registro del paso de ella por su famila, además de lo que él le contó a Lehmann-Nitsche, al antropólogo alemán. La dificultad más grave fue el tema de la investigación, de reconstruir su historia; la cabeza que no se sabía dónde estaba, apareció en Berlín un año después de la restitución del cuerpo, y las fotografías que finalmente aparecieron en un material no clasificado en el Instituto Iberamericano de Berlín. Esas fueron las dificultades por ahí más grandes que tuvimos a nivel de hacer la película.

Después con los achés, la relación con el museo y la relación con las instituciones cuando aparece la cabeza, con el hospital en Berlín, y con el Instituto Iberoamericano, no hubo problema. Inclusive a partir de que aparecieron los materiales se facilitó todo mucho más y la relación no fue dificultosa, digamos. Creo que eso fue lo más fundamental.

Y, después, bueno, los problemas que tiene cualquier documental, que uno puede tener, de cómo tratar ciertos materiales. Por ejemplo en mi caso, una gran preocupación por cómo tratar las fotos de ella desnuda con el respeto y con el debido cuidado…de no repetir esa humillación que fue en esa época a una niña de 14 años… fotografiarla desnuda en un patio contra una pared un día de frío. Bueno, con todas las condiciones que se hizo, yo no puedo mostrar esa foto o porque sí, ella así en pantalla entera, ella desnuda y volver a humillarla, digamos, aunque sea desde un punto de vista simbólico… Entonces, a mí me preocupó mucho trabajar… Una de las cosas que más me preocupó, o tal vez lo que más me cuestionó es el tratamiento de su imagen, de su foto, de cómo mostrarla, en qué situaciones, en qué contexto, quiénes la podían ver o no. Porque a veces se piensa que mostrando algo, como a veces hace la prensa más sensacionalista que te muestran hasta… no sé, un asesinato, una violación en directo, es la forma de denunciarlo; y, en realidad, no es la forma de denunciarlo. Es la forma de hacer pornografía o de hacer otro tipo de cosas… Entonces, hay que ser muy cuidadoso. Incluso en Argentina con como se muestra el tema de los desaparecidos, de los cuerpos, de las torturas… Eso en algunos momentos es como que pasas ciertos límites de lo que uno puede llegar a tolerar o que considera ser un trato justo y pasa a ser un trato humillante o amarillo, digamos, de estas cuestiones.

Era muy común que los niños ricos tuvieran su primera experiencia sexual con una sirvienta. Eso era muy común en Argentina, y creo que por varios países eso era muy común, por lo cual creemos que pudo haber pasado algo de eso.

¿Tuviste dificultades para establecer el contacto inicial con la comunidad aché? Es decir, ¿cómo te ganaste la confianza del pueblo aché para poder contar la historia de Damiana?
Yo creo que tal vez lo más difícil ha sido eso de la fotografía. Después, bueno, evidentemente cómo hacer ese contacto inicial con los achés, cómo entrar en su vida, cómo poder hacer una película de un pueblo al que yo no conocía prácticamente ni de nombre hasta que me entero de la historia; cómo llegar a ellos. Fueron varios viajes que hice al Paraguay a estar con ellos en distintas comunidades; estar en qué lugares; ¿quién era la gente más accesible?; ¿quiénes eran los personajes más interesantes; y una dificultad que tenemos desde el punto de vista cultural es el idioma, es la lengua. Porque ellos, por ejemplo los más ancianos prácticamente no hablan el castellano. Tal vez algunos entienden; los más jóvenes si lo entienden y lo hablan a su manera, donde siempre hay un proceso de captar qué me están queriendo decir y yo darme a entender, también, de la manera adecuada. No es fácil, porque se usan términos que por ahí nosotros le damos otro significado. O sea, que hay que saber escuchar. Entonces, eso es complejo. Eso fue muy complejo y tal vez haya sido un impedimento en acercarme más a ciertas historias más antiguas de algunos ancianos, porque siempre tenía que usar a un intérprete o a alguien que tal vez no llegaba a transmitir exactamente lo que yo quería decir o tal vez lo que ellos me querían decir.

O sea, eso fue un problema para mí. Y una decisión que yo tomé en la película que se ve es que, como la traducción no es literal, hay partes que no quise subtitular sino poner una interpretación con mi voz, la interpretación de lo que yo entendía era la idea que ellos querían decir – más que la interpretación literal de: está diciendo… No hay una traducción literal. Incluso del guaraní, tampoco. No hay traducciones literales. Son lenguas que están estructuradas totalmente distinto y probablemente lo que nosotros decimos con una palabra, para ellos es una frase y tiene otro sentido y otro contenido; en general mucho más poético y, a veces mucho más didáctico también que lo que nosotros simplificamos tanto en español, por lo menos.

¿O sea los achés fueron bastante abiertos para que explores la historia de Damiana?
Sí, fueron bastante abiertos, porque además entre algunos miembros de algunas de las comunidades que estaban más formados, que habían seguido por lo menos en parte alguna carrera universitaria, o sea que tenían cierta formación… y a partir de esa cercanía pudimos entablar un diálogo más horizontal y de ahí entrar un poquito más…

¿Cómo fue que finalmente aparecieron esas fotografías de Damiana? ¿Quién las tenía todo ese tiempo?
Supuestamente, Lehmann-Nitsche, que era un antropólogo alemán que trabajaba en Argentina. Después de 30 años se vuelve a Alemania y se lleva todo su archivo, incluso era un archivo del museo, pero él se lo lleva. Y en ese archivo se lleva esta fotografía, entre muchas fotografías que él se lleva y grabaciones que se hacían en ese momento en un cilindro de pasta y que todavía están en el Instituto Iberoamericano, él se lo lleva a Alemania. Y el Iberoamericano le compra a la viuda de Lehmann-Nitsche todo su archivo, digamos. Ahora, ¿qué pasaba? Las fotografías durante varios años que yo las seguí, en el Iberoamericano me dijeron que no estaban, que no las tenían, que no habían aparecido, que no estaban en el legado de Lehmann-Nitsche. Y la última vez que fui en el 2012, alguien que estaba allí me dijo: “Mira, hay un material sin clasificar que lo vamos a hacer el año que viene y probablemente que ahí estén”, pero no me dieron seguridad. Y efectivamente estaban los 5 negativos que él había tomado de ella en mayo de 1907, dos meses antes de morir. Y así aparecieron. Así fue.

¿Nunca se pudo establecer si la mujer que fue rematada a machetazos por los colonos era la madre de Damiana?
Bueno, sí. Se supone que es la madre, pero no podemos decir 100% con certeza, pero yo me imagino la escena de esa mujer con la niña… Supongo que ella es la madre que la está protegiendo. Lo quiero suponer, pero no lo puedo decir a ciencias ciertas. No se puede determinar con precisión. Se puede hacer un estudio de ADN y determinar si tienen los mismos genes, porque esos grupos en que se movían ellos en general eran la misma familia o una o dos familias. Había una consanguinidad seguro. Ahora determinar si es exactamante la madre me parece difícil. Nosotros suponemos que sí lo es, pero no lo podemos afirmar. Por eso yo digo: probablemente sea su madre,¿no?

¿Este es el fin de esta historia?
Yo estoy atento a cualquier novedad que exista, si a veces aparece alguna pista o algo, siempre estoy atento a gente que publica. Hay varios trabajos de antropólogos que han trabajado sobre la antropología de esa época sobre Lehmann-Nitsche, sobre el tema de las fotografías antropológicas. A mí me interesa, y yo sigo esos temas y si aparece alguna pista o algo más, estoy muy atento y estoy conectado con la gente que más o menos sabe de eso. La gente del hospital La Charité de Berlín investigó el tema. Hizo algunos análisis de los restos. Determinaron, por ejemplo, que efectivamente murió de tuberculosis. Ellos inclusive han escrito sobre eso. Fue un trabajo muy interesante. Y, bueno, yo estoy muy atento a todo. Muy apegado a la historia.

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