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Revista Ideele N°297. Abril 2021Por jornadas como la del domingo 11 de abril, Zavalita se preguntaba en qué momento se jodió el Perú. Nuestra afición por los abismos parece llevarnos otra vez, el año del bicentenario y con la pandemia en sus picos más altos, a una de esas encrucijadas propias de nuestra historia republicana: Keiko Fujimori, la hija del dictador, la candidata acusada de liderar una organización criminal −su propio partido político−, se enfrentará en segunda vuelta contra Pedro Castillo, el dirigente del ala radical del gremio de los trabajadores, puesto ahí por el exgobernador de Junín Vladimir Cerrón, sentenciado por corrupción.
Lo que tenemos entonces es un escenario de polarización extrema, con la mayoría de los peruanos debatiendo que si el indulto a Fujimori o el de Antauro Humala, si “El ritmo del chino” o las “Canciones de las luminosas trincheras del combate”. Es casi como si 30 años de diferencia entre 1990 y el año del bicentenario fueran cosa de tres días. Y tal vez lo único que sí tenemos claro es que Lima, nuestra metrópoli tercermundista, votó como si fuera de otro planeta, respaldando candidaturas tan anacrónicas e improvisadas como las de Hernando de Soto y López-Aliaga, dos cepas del fujimorismo.
El profesor cajamarquino no es nuevo en política y su campaña, de espaldas a los medios tradicionales y a la capital, desafió todas las restricciones por la pandemia y demostró una vez más que el Perú no es Lima y que Lima no es Twitter. Más que maestro, rondero y chacrero, como se define a sí mismo Pedro Castillo, el candidato es la constatación de que nada está dicho, todo es posible, y el abismo está ahí, a la vuelta de la esquina, ya sea bajo la forma del fujimorismo o de la izquierda radical. Porque la relación del Perú con el abismo es atávica, y la tenemos en la frente desde nuestra fundación.
Tal vez solo Hayimi, el vidente de Vizcarra, vio venir a Pedro Castillo con la fuerza con la que llegó a esta primera vuelta. El asunto ya es un tema de debate entre los politólogos, a quienes el candidato se dirigió en su primer pronunciamiento tras los resultados del domingo 11 de abril. Desde la plaza de Tacabamba, en Chota, el maestro se refirió a “los politólogos, los constitucionalistas, los eruditos políticos”, que han dejado al país abandonado, en el estado de precariedad con el que venimos enfrentando la pandemia. El candidato que llega al balotaje nos dice que desde hace muchos años la política viene manejándose de espaldas al país, y tiene razón. Ahora ya abrimos los ojos, pero parece que lo hacemos en el fondo del abismo, cuando ambas opciones son igual de nefastas.
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