Rafael López Aliaga y Jair Bolsonaro: dos caras de una misma moneda

Escrito por Revista Ideele N°297. Abril 2021

Rafael López Aliaga (RLA) y Jair Bolsonaro son expresión de una tendencia internacional en la que los movimientos fundamentalistas religiosos han hecho de las elecciones nacionales un campo de confrontación en la que buscan imponer una agenda política desde una perspectiva de teologizar la realidad frente a cualquier otra que agenda vinculada a políticas públicas. Para encontrar semejanzas y diferencias es importante identificar como se constituyen estos actores en estos dos países.


Renovación popular: una coalición de facciones sin completar

En Perú, el partido Renovación Popular se configura bajo el impulso de las iglesias evangélicas, accionar semejante al caso brasileño, pues son quienes le dan densidad y musculatura a la capacidad de movilización política. Pero existen otros actores en esta convergencia. En Brasil un actor importante opera bajo la narrativa del viejo anticomunismo, en la que tanto militares en condición de retiro como activos defienden los 21 años del legado de la dictadura militar (1964-1985).

En Perú, RLA ha protagonizado esta pauta, la misma que en los últimos años buscó ser recuperada por el fujimorismo, dado que los militares que lo apoyan – en este caso marinos- tienen poco arraigo en las Fuerzas Armadas, dentro de la corporación además de una natural jerarquización, existe una clara diferenciación y distancia social entre una y otra fuerza especializada. De ahí la tentativa frustrada de aproximarse a los reservistas del Ejercito como parte de la necesidad de ampliar sus bases de movilización.

Si el punto de encuentro es el fundamentalismo religioso, una diferencia importante es que Bolsonaro consiguió aglutinar en las elecciones de 2018 fuerzas liberales que estaban dispuestas a abandonar sus propias convicciones con la finalidad de desbancar del poder a cualquier costo al Partido de los Trabajadores, promovieron el golpe de estado contra la presienta Dilma Rousseff en 2016 y tentaron legitimar el encarcelamiento de Lula da Silva.

Aliaga es un  anti-liberal que en la I Cumbre Iberoamericana: Vida Gobierno y Familia realizada entre el 7 y 11 de setiembre de 2020 tenía como propósito reunir movimientos conservadores y además buscaba aproximarse a Hernando De Soto, quien participó del evento, pero no aceptó ser parte de esa coalición. Hoy De Soto declara que Aliaga es lo peor que le puede pasar al Perú.

A pesar de las dificultades, Aliaga ha tenido un cierto mérito, le dio dirección política a un importante segmento de electores vinculados al fujimorismo, quienes luego del cierre del Congreso y posterior prisión de Keiko Fujimori vieron a la candidata como políticamente inviable. Es posible, además,  que se consolide en el futuro como un polo de atracción, que como en el caso de Brasil, la polarización invisibilizó, arrastró y devoró tanto partidos de centro derecha como elementos liberales bajo la sombra de Bolsonaro.

Componentes de una común estrategia de comunicación

Si en la configuración de fuerzas hay diferencias, la estrategia de comunicación es semejante a la de Bolsonaro, la misma que tiene como objetivo la de despertar la irracionalidad del elector, y movilizarlo con la finalidad de polarizar las fuerzas políticas. En este caso la irracionalidad tiene método. Si los candidatos progresistas generalmente buscan discutir una agenda asociada a las políticas públicas, los conservadores buscarán teologizar la realidad, es por eso que su pauta insiste en posicionarse contra el aborto, a favor de la vida, la necesidad de detener la homosexualización de los niños, sobre el papel de la mujer en el hogar, las responsabilidades de la mujer frente a la violencia, la ideología de género, etc.

En Brasil, el bolsonarismo consiguió manipular los símbolos nacionales (banderas, polos de la selección nacional de futbol, etc.), apelaaron al discurso del orden basado en la  punición y contra los derechos humanos, promoviendo el armamentismo bajo ideas simplificadas, sin cualquier preocupación con políticas públicas con evidencias.

Aliaga sigue la misma cartilla de Bolsonaro: seguidores artificiales dominan las redes sociales, difunden fake news, usan datos imprecisos o manipulados deliberadamente para llamar la atención del público y que incluye expresiones de sinceridad en la que evidencia ausencia de empatía o de solidaridad. Se puede encontrar una serie de contradicciones, la misma que a su vez es acorde con su audiencia.

En algunas narrativas los conservadores pueden identificarse con el pasado, pero generalmente defienden el status quo, dejando entreabierta la posibilidad de convivir sin cuestionar moralmente los problemas asociados a la violencia intrafamiliar, la violencia contra la mujer o los niños, el machismo, el sexismo, el estupro, la homofobia e incluso pedofilia bajo la supuesta defensa la familia y la libertad.

La estrategia de comunicación en las dos candidaturas implica proyectar una entidad imaginaria, amorfa, como responsable de todos los problemas y que conspiran para crear un nuevo orden. En Brasil, por ejemplo, el enemigo era el comunismo, en realidad un partido inexpresivo en el escenario político. En Perú son los ¨caviares¨, una categoría imprecisa y vaga en la que recae el peligro de la diseminación de una ideología que supuestamente va a homosexualizar a la sociedad. El concepto de política con el que operan esta estrategia está asociada a la visión arcaica del pensador del partido nazi Carl Schmitt que entiende la política a partir de la distinción amigo-enemigo.

Un ejemplo de ello es la declaración  de RLA del 14 de febrero de 2020: ¨el Ministerio de Educación promueve una guía en la que se enseña a los niños a que se besen entre ellos¨. En Brasil, Bolsonaro fue más atrevido, promovió silenciosamente los últimos días de su campaña la noticia falsa de que a los niños en las escuelas recibían mamadera con una punta de jebe con formato de pene. La idea era escandalizar, descaracterizar a los adversarios, movilizar a los ciudadanos, indignarlos y despertar el sentimiento más irracional entre los electores para evitar cualquier ¨vacuna¨ que diluya la indignación contra el adversario.

En resumen, estos movimientos fundamentalistas poseen ideas antiiluministas y contra los derechos humanos, ese discurso puede tener arraigo en el electorado, por el creciente conservadurismo en nuestra sociedad debido a la expansión de las iglesias evangélicas. Así como Bolsonaro, RLA evidencia que poco importa discutir cuestiones programáticas, dado que su objetivo es banalizar las políticas públicas y prefiere sintonizar su propuesta con base en los prejuicios diseminados en la sociedad.

Un dato curioso es que RLA declara que defiende la idea de familia en Bolsonaro,un  presidente que en Brasil fue destituido del Ejercito, se casó  tres veces, fue denunciado por violencia doméstica y en la gestión actual de su gobierno sus cuatro de sus hijos son investigados por corrupción.

Pero ese podría ser quizás uno de los problemas menores dado que Bolsonaro vienen llevando una política negacionista, obstaculizando cualquier política contra el Covid-19 en la que ya se alcanzó los 300 mil fallecidos. Un presidente que conspira contra la producción de vacunas, promueve aglomeraciones, incentiva el no uso de mascaras y es contrario a cualquier política de aislamiento o distancia social. Si esta llega a ser una semejanza con Bolsonaro, la tragedia en el Perú, quien sabe, sea mayor.

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