Bajan a la izquierda

Escrito por Revista Ideele N°297. Abril 2021

La constatación de que hay un voto sólido por la izquierda en el Perú.

La izquierda es un concepto extraño en este país. Se ha normalizado totalmente el que sea un adjetivo negativo, sinónimo de lo peor que le puede ocurrir a alguien… “ser de izquierda” es el camino seguro a la perdición, a la ruina o en el peor de los casos, es el sinónimo de corrupción per se, de acomodos, de atornillarse en el poder. La izquierda es un sustantivo -adjetivo en negativo. Nadie quiere ser de izquierda porque a la izquierda nadie la quiere. Aunque se diga que después del segundo gobierno de García la izquierda es la que ha gobernado, se asume que decirle “de izquierda” a un político es fusilarlo, es revelarle una identidad oprobiosa, es casi compararlo con lo peor del código penal nacional.

Pero ¿tiene esto asidero en la representación nacional? ¿La izquierda es tan rechazada por el electorado peruano? ¿Es posible hacer una narrativa que la acerque más respetuosamente? Es bastante posible que sí.

Como Alfredo Torres recoge en su reciente libro Elecciones y Decepciones (2021), la opinión pública nacional se autodefine como de centro y ligeramente inclinada hacia la derecha. Aunque esta sea una medición discutible, como el mismo autor señala, por la ambigüedad de los términos, vale la pena preguntarse si esas proporciones se mantienen al momento de votar, y la respuesta es que creemos que sí, de modo consistente.

Desde las elecciones presidenciales del 2006 en adelante -cuatro procesos- la votación de la izquierda se ha mantenido constante, alrededor de la cuarta parte de la votación total y de un tercio de los votos válidos. Ya sea con uno solo o con cuatro candidatos, las opciones de izquierda se han mantenido acorde a esos límites, aunque en el 2016 tuvo su histórico inferior. Pero en general es eso. La izquierda recibe un tercio de votos de los que van a votar y eligen alguna opción. Esa es, número más número menos, su aspiración. Por lo que depende de las candidaturas de centro y de derecha para pasar a segunda vuelta, que desde Humala le es esquiva. Hasta ahora.

% Votos de Izquierda% Votos válidos
200626.932.0
201127.831.7
201618.622.7
202123.528.9
Fuente: Datos ONPE

Quisimos ahondar más este análisis y considerar si había coincidencias entre el 2016 y 2021, las últimas elecciones y el resultado nos asombró. Conviene dejar de pensar en el candidato y volver al concepto: izquierda. Vamos a ver algunos detalles que nos van a llamar mucho la atención.

Veronika Mendoza fue candidata en ambos procesos. El 2016 por el Frente Amplio, mientras que el 2021 por Juntos por el Perú. Para ella en particular los resultados han sido enormemente distintos. En el 2021 apenas ha logrado el 38% de los votos que conquistó en la elección anterior. Las razones, habrá tiempo de explicarlas, pero lo cierto es que de cada tres personas que la eligieron cinco años atrás, solo una lo hizo esta vez. Pero como hemos dicho izquierda y no candidato volteemos a ver a Castillo. El resultado es impresionante:

El 2016 Mendoza obtuvo 2 millones 874 mil 940 votos. El 2021 Castillo va obteniendo 2 millones 719 mil 021votos. Poco más de 155 mil votos de diferencia. El 6% nada más. Esos más de dos millones de votos significaron que Mendoza se quede en el 2016, pero este año le dieron el primer lugar a Castillo.

La siguiente pregunta que se cae de madura es ¿qué paso con Mendoza? Pues lo más relevante que se puede decir desde la información es que no pasó nada. Mendoza nunca se alejó de un 7% a 9% a nivel nacional. Todas las encuestas así lo muestran. Que haya cambiado su posición relativa en el baile de los enanos que fue la previa a la elección, confundió mucho. Pero nunca logró moverse. La ola de la izquierda estuvo allí, a la espera. 

Pero eso debe ser coincidencia, ¿no? Pues no. Corrimos la información mirando resultados departamentales. Y allí la disminución de la brecha es más clara. La dispersión promedio que hay entre los distintos departamentos es apenas del 2%. Es decir, en promedio la votación que obtuvo en cada departamento es diferente por 2%. ¡Nada más! Excepciones como las de Cajamarca, a favor por el triple de votos para Castillo, o de Lima, donde Castillo solo obtuvo el 45% de lo que obtuvo Mendoza el 2016 son notorias. Pero en el agregado asusta tanta precisión.

Fuente: Datos ONPE

En el 2011, Tanaka, Barrenechea y Vera publicaron en el IEP un artículo que comparaba la votación provincial de las elecciones 2006 – 2011. El resultado ya era elocuente. La correlación que se obtenía de la votación de Humala 2006 – Humala 2011 fue de 0.80. Nosotros hicimos el mismo ejercicio pero para Mendoza 2016 y Castillo 2021. El resultado es igual de claro: 0.83. Allí donde Mendoza obtuvo votos el 2016, Castillo lo hizo en 2021. Muchísima similitud. Pero además comparando a Mendoza con ella misma, la correlación es casi perfecta. Entre 2016 y 2021 se votó por ella en los mismo lugares, solo que con bastantes menos votos.

Humala 2006 – Humala 2011 Correlación 0.80*
Mendoza 2016 – Castillo 2021 Correlación 0.82**
Mendoza 2016 – Mendoza 2021 Correlación 0.93**
*Fuente: Tanaka, Barrenechea, Vera (2011): Cambios y continuidades en las elecciones presidenciales 2011 (IEP). EN: https://argumentos-historico.iep.org.pe/articulos/cambios-y-continuidades-en-las-elecciones-presidenciales-2011/
**Fuente: Datos ONPE, elaboración propia.

Además de ello, comparamos la votación de Mendoza 2016, Mendoza 2021 y Castillo 2021, pero de manera relativa, viendo a nivel porcentual cuánto significaba cada departamento en la votación de los candidatos. En el cuadro podemos ver las similitudes. Hemos resaltado aquellas donde la diferencia promedio entre los tres no supera el punto porcentual.

Prácticamente todo el país. Las diferencias en Lima y Cajamarca son notorias. Pero en el resto del país hay una similitud que estremece.


Esto sugiere algunas preguntas relevantes dentro de las que destaca la siguiente: ¿volvemos a pensar en el “voto anti sistema” como tal o hay una identidad de izquierda que vota de manera similar elección tras elección, pero que elige a qué candidato apoyar?

Al final de esta primera vuelta hay una tendencia a pensar en el voto anti sistema como uno desideologizado y más orientado a la protesta contra el statu quo. Pero ¿es así? ¿No hay un colchón de izquierda que se manifiesta y manifiesta y se decanta por algún candidato específico al que se apoya con una devoción significativa? Parece que la data apoya esa hipótesis. En esta elección la figura de Lescano mantuvo una expectativa grande en la mayoría de zonas donde Castillo termina capturando votos. ¿Qué lo hizo relevante que de manera masiva terminara siendo el elegido? No descartaría que se trate de que es por identificación con una opción de izquierda.

La siguiente pregunta que se cae de madura es ¿qué paso con Mendoza? Pues lo más relevante que se puede decir desde la información es que no pasó nada. Mendoza nunca se alejó de un 7% a 9% a nivel nacional. Todas las encuestas así lo muestran. Que haya cambiado su posición relativa en el baile de los enanos que fue la previa a la elección, confundió mucho. Pero nunca logró moverse. La ola de la izquierda estuvo allí, a la espera. Como Rendón y Banda estuvieron previendo desde algunas semanas antes, Castillo iba creciendo. Fue prendiendo de a pocos porque de a pocos se fue propagando, difuminando, expandiendo su discurso. Mi hipótesis es que Mendoza desde el 2016 trató de desligarse de su espacio radicaloide y trató de capturar un centro ficticio, que no representó más de 10% de votos sumados.

La captura de Lima por la derecha más rancia le bloqueó a Mendoza la posibilidad de una mejor performance. Cuando se dio cuenta, era demasiado tarde. Primero Lescano y luego Castillo jugaron como stoppers para bloquear su reingreso al área tradicional de la izquierda.

Sobre el autor o autora

Mauricio Saravia
Gerente General InTarget. Ha trabajado en Apoyo (hoy Ipsos), GfK, Dichter & Neira. Psicologo Social PUCP. Docente de postgrado universitario.

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