Estigmas electorales

Escrito por Revista Ideele N°297. Abril 2021

Los resultados de las elecciones causaron desconcierto en más del 50% de la población, dado que la gran mayoría no esperaba las cifras que ninguna encuestadora pudo reflejar en las últimas semanas.

Evidenciamos en la población una aparente disputa entre dos extremos ideológicos, sin embargo, el voto que estos “extremos” representan, cuentan con el mismo perfil de votante. Se preguntarán por qué digo esto, para responder esa pregunta debemos hacer una reminiscencia hacia los 90, donde el electorado que votó por Alberto Fujimori fue en gran mayoría de provincia, pues Fujimori realizó una campaña descentralizada en su totalidad  y representaba la oposición a una aparente derecha radical, por tanto, el discurso populista dirigido a las zonas olvidadas por el Estado como son las zonas rurales, comunidades campesinas y asentamientos humanos, confiaron el voto en un candidato que representaba al sector discriminado, excluido y olvidado.

Podemos ver que ambos candidatos presentan exactamente la misma estrategia populista, pero con una gran diferencia, ahora el fujimorismo representa los intereses de una cúpula política y económica poderosa. Y, a su vez,  se basa en los recuerdos de la población albertista para conservar el discurso populista de cambio a favor de los sectores menos favorecidos, ese discurso que le permite ser prácticamente la única agrupación con voto duro, a pesar que este ha disminuido en los últimos años, pues en las elecciones de 2016 contaron con un 20%  que ahora parece ser un 13%. En ese 7% se encuentran tanto los votantes que apoyaban al partido por oportunidad política y aquellos que se decepcionaron por la mala gestión de la bancada fujimorista en estos últimos cinco años.

Por otro lado, vemos que  Castillo es catalogado por los medios  como una izquierda radical, al que se le atribuye los peores rasgos de un comunismo autoritario y se resalta su relación con Cerrón, quien está directamente relacionado con actos de corrupción. A pesar de ello, tenemos que reconocer que tuvo una buena estrategia de campaña política, pues su discurso populista socialista fue aceptado favorablemente en provincias.

Actualmente, algunos analistas y medios de comunicación encasillan a Perú Libre en una figura que resalta lo peor de estas corrientes políticas, y ponen como ejemplo a Cuba y Venezuela. Pero en este punto debemos preguntarnos si es válida esta comparación. Para responder esta pregunta es necesario analizar y comparar la coyuntura política, económica y social del Perú con Cuba y , especialmente, Venezuela. Nuestro contexto político y social actual es totalmente distinto a la Venezuela que aceptó mayoritariamente el chavismo a finales de los 90, empezando por el sistema electoral bipartidista que tenía Venezuela, lo cual  influyó directamente en que la mayoría de la población venezolana apoyara al caudillo Chávez.

El sistema electoral peruano, en cambio, es multipartidista y el voto que tuvo Castillo no fue un voto duro ni ideologizado. Casi el 20% de votantes que tiene el candidato es de los sectores que no han experimentado positivamente los beneficios del neoliberalismo que actualmente mantenemos. Por tanto, es comprensible que este sector no esté de acuerdo con un sistema político y económico que no les ha dado los beneficios que la urbe y el centralismo peruano ha enraizado desde inicios de la República.  Es absurdo, por lo tanto, calificar como “terroristas” y “comunistas” a quienes apoyan al Perú Libre, dado que es una agrupación que está utilizando mecanismos democráticos para llegar al poder y no las armas, como pasó en los 80.

Ahora, algunos plantean que Castillo puede utilizar las armas y hacer un golpe de Estado cuando llegue al Gobierno. Para ello necesitaría el apoyo y el control  de las Fuerzas Armadas, con la que no cuenta, como tampoco cuenta con un apoyo pleno de la mayoría de la población.

Como politóloga ayacuchana, especialista en partidos políticos y al haber centrado mi estudio en el fujimorismo, recomiendo analizar todas las aristas en  esta elección. No solo quedarnos solo en escudriñar los planes de Gobierno, sino también es necesario identificar a los  actores económicos y políticos que están detrás de los partidos en contienda. Asimismo, es importante tomar en cuenta los intereses que están detrás de ellos  y la manera cómo se busca influir en la población a través de los medios de comunicación.

Por otro lado, debemos considerar que el Perú no es un país aislado. Estamos inmersos, a través de acuerdos económicos y políticos, en una comunidad internacional, por lo  tanto, hay reformas radicales que no se podrán hacer.  No obstante, algo que nos ha enseñado esta pandemia es que nuestro sistema de salud y de educación es más deficiente de lo que pensábamos y la solución no es la privatización, sino más bien el fortalecimiento del Estado para que pueda cumplir su rol de brindar servicios básicos de calidad y eficientes a la población.

Deja el primer comentario sobre "Estigmas electorales"

Deje un comentario

Su correo electrónico no será publicado.


*