La generación del Bicentenario tiene (también) un rostro rural

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Foto: La República. Revista Ideele N°297. Abril 2021

El 2020 fue un año histórico, donde la participación ciudadana de jóvenes cobró protagonismo debido a las movilizaciones y protestas posteriores a la vacancia presidencial en noviembre. Esta movilización le dio una mirada refrescante a la política del país, dejando atrás un discurso sesgado sobre los jóvenes, asociados con la apatía política.

Ellas y ellos mostraron el rostro e intereses colectivos de una de las distintas caras de la denominada “Generación del Bicentenario”: chicos y chicas urbanos que defendían, incluso con su vida, la institucionalidad y democracia en el Perú. Semanas después, una nueva movilización social, esta vez vinculada a la actividad agrícola y rural, mostraría otros rostros, con una agenda igual de importante, un sistema laboral precario y en muchos casos de explotación.

Ambas protestas desde distintas trayectorias y agendas comparten en común la urgencia de construir un mejor futuro para el país.

La Generación del Bicentenario: trayectorias diversas y problemáticas comunes

Según la Encuesta Nacional de Juventudes de la SENAJU (2019), el 64% de los adolescentes que terminaron la secundaria no continúan la formación universitaria o técnica. Por otro lado, un sondeo realizado por la Fundación Forge Perú a jóvenes entre 18 y 24 años durante el 2018, revela que solo 1 de cada 4 jóvenes trabajadores firmó un contrato con su empleador. La misma encuesta pone en evidencia que cerca de 1 millón y medio de jóvenes en esta edad no estudian o trabajan, sobre todo en el caso de las mujeres.

Los proyectos de vida de los y las adolescentes deben estar en el centro de la escena. Esto implica que la enseñanza secundaria debe incorporar y redefinir estrategias existentes, como la formación técnica, acompañadas por nuevas herramientas que permitan el fortalecimiento y desarrollo de habilidades socioemocionales y disminuyan los factores de riesgo a los que se ven expuestos las y los adolescentes, con un enfoque de protección y de alta atención a cualquier tipo de violencia de género.

Según el estudio Juventud rural en el Perú, los jóvenes rurales constituyen un grupo bastante heterogéneo en términos de edad, género, etnicidad y territorio. [1] Esta diversidad, sumada a la ruralidad, moldea las actividades sociales, políticas y económicas de la juventud rural, en un contexto de desventajas y de oportunidades limitadas. Ni sus potencialidades, ni sus dificultades, son consideradas en la mayoría de las políticas públicas agrarias, laborales y educativas.

Por ello resulta clave no perder de vista la importancia que tiene para los jóvenes la educación, incluyendo la secundaria y superior, entendida como educación a lo largo de la vida. Esta debe responder con claridad a sus diversos contextos y trayectorias para asegurar las competencias y oportunidades formativas necesarias que les permitan desarrollar su potencial y vivir una vida plena y en bienestar.

En este contexto, la Oficina de UNESCO en Perú, mediante su Programa Horizontes, viene trabajando de la mano de socios territoriales para brindar oportunidades educativas a las y los adolescentes en zonas rurales de Piura, Cusco, Amazonas y Ayacucho. El programa desarrolla estrategias para replantear y transformar educación secundaria, con una mirada centrada en las necesidades, intereses y propuestas de los adolescentes y jóvenes en sintonía con sus territorios. De esta manera, se promueve una secundaria diversa, que va más allá de la promesa universitaria, potenciando las distintas capacidades, vocaciones y el protagonismo de los y las adolescentes como parte de su trayectoria de vida. Una secundaria con un liderazgo educativo de maestras, maestros, directivos, padres y madres de familia que se articule a la comunidad, ampliando horizontes que generen oportunidades para todas y todos.

Los proyectos de vida de los y las adolescentes deben estar en el centro de la escena. Esto implica que la enseñanza secundaria debe incorporar y redefinir estrategias existentes, como la formación técnica, acompañadas por nuevas herramientas que permitan el fortalecimiento y desarrollo de habilidades socioemocionales y disminuyan los factores de riesgo a los que se ven expuestos las y los adolescentes, con un enfoque de protección y de alta atención a cualquier tipo de violencia de género.

Es momento de que estos rostros de la Generación del Bicentenario se vean reflejados en las reformas de  políticas vinculadas a juventud, adolescencia, educación rural y prevención de la violencia de género, promoviendo que respondan cada vez más a la diversidad, reconozcan los retos de la territorialidad y brinden a las y los adolescentes y jóvenes de todo el territorio de Perú las oportunidades para construir sus proyectos de vida; y con ello, un país con horizontes para todos y todas.


[1] “Juventud rural en Perú: lo que nos dice el Censo 2017”. Urrutia, C. y Trivelli, C. 2019 https://rimisp.org/wp-content/files_mf/1566250044WordaPDFJuventudruralenPeru%CC%81loquenosdiceelCenso.pdf

Sobre el autor o autora

Patricia Correa
Especialista en Educación y Gestión Territorial. Programa Horizontes de UNESCO en Perú.

1 Comentario sobre "La generación del Bicentenario tiene (también) un rostro rural"

  1. Lo que necesita los jóvenes del medio rural, una educación pertinente y productivo para el desarrollo del medio.

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