La salud psicológica durante el estado de pandemia

Escrito por Revista Ideele N°297. Abril 2021

Durante la vida, todos nosotros atravesaremos por eventos que sean desfavorables y que nos lleven a sentir dolor; pasaremos por pérdidas significativas, rupturas, despidos, cambios inesperados y más situaciones de crisis que nos generen incertidumbre y que potencialmente nos pueden conducir al sufrimiento.

Sin embargo, innumerables investigaciones hablan de que son los factores generales para los que sostenidamente influyen en los problemas psicológicos, y estos tienen corte socioeconómico, cultural y político, estos son factores externos a las personas pero que las afectan directamente; seguro que en algún momento han escuchado que es más probable que una mujer sufra depresión a comparación de un hombre, pero si revisamos el porqué, veremos que las condiciones de desigualdad económica son las que se relacionan directamente con la prevalencia del estado depresivo en ellas; otro ejemplo, vivir en situación de pobreza duplica la probabilidad de entrar en un estado depresivo, esta probabilidad aumenta en un 40% si se es afrodescendiente o LGBT+; se ha visto que la pobreza, discriminación y desigualdad son los factores que en suma generan mayor sufrimiento sobre determinadas poblaciones.

Tremenda idea la de resiliencia, y muy rentable por cierto, pero cuando nos toca encontrarnos cara a cara con el dolor se va diluyendo, y peor aún cuando el contexto es adverso.

En la mayoría de los casos, es un error creer que los problemas psicológicos están dentro de uno, como algo que nace y que se presenta de manera aislada, cuando sucede todo lo contrario; la ansiedad, depresión o cualquier forma de sufrimiento, resultan de la forma de responder ante eventos que son sostenidamente aversivos, eventos ante los que uno va quedándose corto y sin salida, y esto se hace más complejo si los factores socioeconómicos, políticos y culturales se suman a lo desfavorable.

Hoy, se habla mucho de resiliencia, cuando en psicología no se sabe exactamente qué es; no se conoce si es un proceso estable o un resultado deseado, una habilidad o una competencia; resiliencia, la palabra más fascinante para intentar plantear que debemos ser de hierro y que está prohibido romperse ante las adversidades; si revisamos la historia de la resiliencia veremos que nació como una idea dentro de las empresas, para saber de qué manera los empleados podrían reponerse más rápido o crecer ante el fracaso, Seligman ganó más de 100 millones de dólares llevando esta idea al ejercito EEUU bajo un programa que fue puesto en práctica en soldados que pasaron por experiencias traumáticas, la crítica principal de este programa es que se centraba en los resultados y olvidaba la humanidad. Tremenda idea la de resiliencia, y muy rentable por cierto, pero cuando nos toca encontrarnos cara a cara con el dolor se va diluyendo, y peor aún cuando el contexto es adverso.

Ahora, en esta situación de pandemia, todos estos eventos difíciles que parecerían estar distribuidos a los largo de la vida de una persona, han venido de golpe; saber de muertes a diario, vivirlas en piel propia, encontrarse con despidos y la inestabilidad económica, la incertidumbre ante una enfermedad que a todas luces es incontrolable, rogar por atención médica, estar en una sociedad que individualiza la pandemia y no la afronta unida, sumada a una sostenida crisis política; crisis tras crisis, ¿cómo no íbamos a responder llegando al sufrimiento?.

A fines del año pasado se culminó una investigación en EEUU, se buscaba conocer cual es el impacto del Covid en la salud psicológica de las personas, y se obtuvo que si bien esta situación de pandemia triplica la prevalencia de la depresión y ansiedad, los problemas psicológicos se hacen mucho más probables en personas pobres o con baja capacidad de ahorro.

Pedir que la sociedad sea resiliente es buscar verle el sentido positivo a una situación que de positivo no tiene nada, es aliviar la responsabilidad de quienes conducen el país para otorgárselas a las personas que nadan a contracorriente, es buscar el crecimiento ante la inclemencia que golpea por todos lados, y no es justo; de hecho, para cultivar el crecimiento, deben haber ciertos factores que lo permitan, y en este caso, factores que protejan a las personas, que cuiden de ellas, parte de esto es desprenderse de culpar al individuo y asumir el rol de construir una sociedad con mayor justicia social.

Sobre el autor o autora

Mauricio Murcia
Psicólogo clínico y de la salud; psicoterapeuta especialista en terapias conductuales contextuales (ACT/IBCT).

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