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Imagen: El Regional de Piura. Revista Ideele N°297. Abril 2021El debate técnico de hace semana y media me dejó muy molesto. ¿Tan difícil era poner a Pedro Francke en vez de Juan Pari a debatir sobre economía, o poner a cualquier chiquillo ecologista de Nuevo Perú en vez de a Celeste Rosas? No sé si esas pésimas decisiones se debieron a un débil raciocinio del comando de campaña, o a una negativa de Perú Libre a abrirse a otras organizaciones de izquierda, o a las dos cosas a la vez, pero fuera cual fuera la razón, se perdió la oportunidad de arrasar con Fuerza Popular en el tema del medio ambiente y de demostrar que Perú Libre tenía un plan económico más o menos viable.
El debate entre los candidatos me dejó más molesto aún. Entiendo que Pedro Castillo no es el mejor orador del mundo, pero hubo, además, mala preparación. ¿No podía él aprenderse tres o cuatro crímenes graves del fujimorismo en materia de corrupción y de derechos humanos? ¿Cómo no recordarle al electorado que el gobierno de Alberto Fujimori no fue solo un gobierno corrupto como tantos otros sino el más corrupto de la historia del Perú? Si la crítica al fujimorismo hubiera sido sacrificada en aras de transmitir un novedoso programa anticorrupción, podría tal vez entenderlo, pero no me cabe en la cabeza que ese enorme sacrificio se haya hecho en nombre de una moralina sobre los valores familiares y sociales. Y, por otra parte, ¿tan mal está Castillo en términos de política de género que no es capaz de emitir un par de afirmaciones igualitarias que no contraríen mucho a sus votantes más conservadores? Afirmaciones como, por ejemplo, que había que sensibilizar a la policía para acoger las denuncias de violencia contra la mujer, o implementar alguna política pública para que las niñas no abandonen la escuela.
Así, en la noche del domingo, borracho de odio contra Castillo y Perú Libre, se me ocurrió una idea terrible: “No merecen ganar. Es más, mejor que pierdan. Una vez en el gobierno se van a disparar en el pie y la derecha acabará vacando a Castillo con el pueblo gritando en las calles: ‘Abajo el comunismo’. Y le quedará claro a ‘todo el mundo’ que la izquierda no puede gobernar”. Durante algunos minutos anduve gozando de rabia malsana hasta que una visión del futuro vino a estropearme la ebriedad: si gana Keiko se acabarán de destruir los derechos de los trabajadores, se perseguirá a los líderes sociales como a perros, se fortalecerán los oligopolios y las viejas prácticas clientelistas, se impondrá todo proyecto extractivista sin importar los reclamos de las comunidades o el agotamiento de las fuentes de agua, se consolidará un narcoestado que promoverá el individualismo de sálvese quién pueda, la democracia se convertirá en el intercambio de votos por tapers y la derecha bruta y achorada caminará sobre la acera como si esta fuera su chacra”.
Ya un poco más sobrio, cayó sobre mí la razón, pero no como una epifanía o una proeza dialéctica sino como el ordinario reconocimiento de un deber tedioso; como cuando el domingo por la noche un muchacho recuerda que tiene una tarea pendiente para el colegio. La razón decía con voz tenue: “Tengo que votar por Pedro Castillo. Porque él es una piedra en el zapato, o mejor, un terrón en el zapato, del capitalismo más corrupto y depredador. Pero no solo tengo que votar por él, porque eso se arregla el 6 de junio y listo; tengo además que ayudar a sostenerlo durante cinco años contra los intentos de la derecha por vacarlo”.
Como sentía que me estaba encorvando demasiado, me dije: “Tal vez poco a poco se vaya constituyendo un buen equipo técnico, Perú Libre termine de abrirse a otras organizaciones de izquierda y mi adhesión política reencuentre el entusiasmo. Tal vez haya que esperar y no perder la fe”. Y me convencí de que este era un escenario posible y hasta probable, porque hacer alianzas es lo que se necesita para sobrevivir, y casi todo el mundo quiere sobrevivir. Pero también tuve que admitir que no era un escenario seguro ya que Perú Libre no está haciendo lo necesario para sobrevivir en la segunda vuelta. Y, entonces, con ese dolor en el alma que, según Kant, acompaña a las decisiones éticas, concluí: “Ojalá se constituya el gobierno de ancha base y el plan de gobierno anhelado, pero aún si esto no ocurre, yo debo ayudar a darle consistencia al terrón en el zapato. Porque no se puede hacer valer la siguiente máxima de conducta como una ley universal: ‘Es bueno quitarle el apoyo a un partido ineficiente para dárselo activa o pasivamente a uno de probada eficiencia en corromperlo todo’”.
Toda la razón Juan Carlos , Pedro Franke era el más indicado y si es posible otro mucho mejor que celeste que se despintó y no sabía nada , se anuló ,una verguenza . Sin embargo mi voto por Pedro .
Excelente e irónico Artículo de Juan Carlos Ubilluz. Brinda razones de sustento por que votar por el Profesor Pedro Castillo “el es una piedra o un terron en el zapato del capitalismo más corrupto y depredador…”
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Si Juan Carlos, hice la misma reflexión que tu. En ese sentido el 6 de junio nuestro voto por Pedro Castillo Terrones debe ser una decisión que nos comprometa a poner todos nuestros esfuerzos y conocimientos para contribuir a ese cambio que todos esperamos.
Si, Juan Carlos, hice la misma reflexión que tu y es lo que tenemos. En ese sentido este 6 de junio, nuestro voto por Pedro Castillo Terrones es una decisión que nos compromete a poner todos nuestros esfuerzos por generar el cambio que necesita nuestro querido Perú.
Exactamente …!!! es lo que pensé…. por eso voté por Pedrito Castillo …además que el representa a los miles y miles de peruanos olvidados, humildes familias campesinas sin tierra para producir, ignorados por decenios en la pobreza mas humillante. Mi voto fue por el cambio. Solo en democracia se puede lograr esto.