En lista de espera

(Foto: SPDA)

Hace tres meses Pulgar Vidal se quedó colgado con su power point en una reunión de la Presidencia del Consejo de Ministros. Iba a hacer una exposición sobre la imperiosa necesidad de categorizar a Sierra del Divisor como parque nacional. Los viceministros ya habían aprobado la propuesta y solo faltaba ese check que daría el visto bueno. Pero siempre hay despelotes más urgentes que tratar y ahora la propuesta duerme el sueño de los justos.

Una neblina perpetua cubre su punta. La montaña solitaria en forma de cono se yergue como el símbolo del millón quinientos mil hectáreas sobre las que penden un sinfín de amenazas, a pesar de que desde hace siete años es una zona reservada.

La tecnología permite tomar imágenes satélites y tener una idea de cuáles y cuántas son las amenazas. Los GPS se comenzaron a utilizar recién en el año 2000, y la base cartográfica de la selva se terminó de levantar el 2004. Los geógrafos dibujaban los mapas a mano, y vaciaban la información que se recogía en el campo. Medían el terreno con los métodos tradicionales: con teodolitos, brújulas y cadenas. Ahora en la imagen del satélite se observan claramente las zonas descampadas. Es por ello que se puede saber en qué estado se encuentra el territorio.

Hace dos años un equipo del Centro para el Desarrollo del Indígena Amazónico (CEDIA) que estaba trabajando el plan maestro de la Reserva Matsés, llegó a las comunidades que se encuentran en la orilla del Río Blanco y que colindan con Sierra del Divisor. Encontraron un caos: había 15 asentamientos que no sabían que tenían derecho a ser titulados, la gente no tenía documentos de identidad y no estaban organizados. Los informes que manejaba el Estado indicaban que ellos estaban cautivos dentro de un bosque de producción permanente y que, por lo tanto, no eran comunidades y no podían titularse. (El INRENA creó este tipo de bosques en la época de Fujimori. Trabajaron sobre mapas en una oficina de Lima, los cuadricularon y los entregaron en concesión.)

Pero como algo tiene que salir mal cuando se establece el tamaño de un bosque desde Lima, el equipo de CEDIA descubrió que éste se extendía hasta el interfluvio del río Blanco y Tapiche, un ecosistema que es un varillal de arenas blancas donde solo crecen arbolitos de 20 centímetros de espesor. “Esta zona ha servido de ‘lavandería’ a los madereros cuyas concesiones están en lugares en los que no hay madera, y que la sacan de Sierra del Divisor y de la Reserva Matsés. Por lo tanto, el 99.9% de los 26 concesionarios que están en ese interfluvio son ilegales, aunque tengan documentos”, sostiene Lelis Rivera, director de esa institución.

El mismo equipo fue contratado por el gobierno regional de Ucayali para hacer un diagnóstico. Recorrieron las comunidades de las cuencas que nacen en Sierra del Divisor y que se ubican en la margen derecha del río Ucayali. Empezaron su recorrido en la cuenca del río Abujao y lo primero que constataron es la extrema pobreza. Los pobladores viven del autoconsumo, muchos de sus productos los sacan del bosque. Cazan venados, sajinos, añujes y majaces. Crían gallinas y patos flacos. Es normal que solo tengan luz dos horas diarias y que el servicio de agua potable, que abastece un tanque elevado, esté racionado al máximo.

La comunidad asháninka San Mateo de Abujao, muy cerca de la frontera con Brasil, no tiene luz ni escuela secundaria. El botiquín comunal no funciona. Y por si esto no fuera suficiente, aguas arriba es visible la tala ilegal y la minería ilegal. En el caserío 28 de julio algunos pobladores afirman que se está vertiendo mercurio al río.

En la cuenca del río Shesha, en el distrito de Callería, se encuentra la comunidad asháninka Alto Shesha de La Paz que no tiene título de propiedad, ni luz, ni agua, ni puesto de salud, ni escuela. Cazan carachupas pero no saben hasta cuándo, porque la tala ilegal ha afectado la fauna de los caseríos de la parte media y baja de la cuenca y ya no hay animales grandes.

Nadie tiene un título de propiedad: todos son posesionarios. Esta situación ha permitido que funcione un mercado ilegal de tierras y gran inestabilidad social.

La madera ilegal se transporta en trozas por el río a vista y paciencia de todos. Se observan desde el río los grandes descampados ocasionados por la tala. Si uno se arriesga a caminar por el monte, entre lianas y coberturas frondosas encontrará, medio escondidas, las chacras dedicadas al cultivo de coca.

Un sobrevuelo realizado por el equipo de CEDIA y los funcionarios del SERNANP comprobó lo que todos sospechaban: que los comerciantes de madera ilegal se han instalado con toda comodidad a la largo de la cuenca del río Utiquinía, en las zonas que están fuera de las cinco concesiones, y son los reyes de sus aserraderos. La madera que comercializan en Pucallpa es tableada. Se han recogido testimonios de actos de violencia en la parte alta de la cuenca, específicamente en la comunidad awajun de Saasa.

En la cuenca del río Callería la situación es peor todavía, porque son los pobladores de los caseríos los que se convierten en proveedores de madera y facilitan el ingreso de los madereros ilegales y sus trabajadores. Allí también abundan camuflados los cultivos de coca.

¡Bienvenidos a la zona de influencia de Sierra del Divisor!

En la cuenca del río Callería la situación es peor todavía, porque son los pobladores de los caseríos los que se convierten en proveedores de madera y facilitan el ingreso de los madereros ilegales y sus trabajadores

Guerra avisada sí mata gente
Según Lelis Rivera, la corrupción y la ilegalidad entran por el río Blanco. Los comuneros que se han asentado en ese lugar son cocama cocamillas que han sido trasladados desde Pacaya Samiria por los madereros para que trabajen para ellos. Los madereros son charapas, empresarios “chicha” llamados habilitadores, que negocian con las comunidades la compra de árboles. Si al negocio redondo de la tala se le agrega el narcotráfico y la minería ilegal de oro tenemos un emporio en plena selva.

Bien adentro en Sierra del Divisor, al costado del cono solitario, hay una cadena montañosa que forma una especie de callejón en el que se ha detectado la tala de 156 hectáreas. Los árboles han sido reemplazados por plantaciones de coca. Los cocaleros ilegales de la cuenca del río Abujao no tienen límites: han ingresado a la zona reservada, después de salir despavoridos cuando el Programa de Control y Reducción de Cultivos Ilegales en el Alto Huallaga (CORAH) llegó en helicópteros para intervenirlos.

Según los testimonios, al aterrizar – de improviso, supuestamente – los cocaleros los recibieron con una coreografía de banderas rojas de Sendero Luminoso en la boca del río, una de sus conocidas formas de amedrentamiento. ¿Cómo se enteraron del día y la hora de la llegada? Rivera manifiesta que el CORAH debería ser investigado porque ha habido filtración de información.

Desde hace ocho años los cocaleros que han sido intervenidos en el Huallaga y en Aguaytía se están trasladando a estas cuencas. “Ahora se siembra y se procesa la coca en todas ellas. Hemos visto las pozas de maceración. En Puerto Azul, que queda a orillas del Abujao, hay brasileros que se llevan la producción a su país”, añade Rivera.

La alianza entre madereros y cocaleros es abierta y descarada en esta región. Se les llama narco-madereros. Camuflada entre las tablas de madera sale la cocaína que se va a Caballococha y a Santa Rosa por los ríos Ucayali y Amazonas.

Desde el punto de visto ecológico, la tala es la menos destructiva de estos tres males, porque no deforesta sino que degrada el bosque. En cambio, el cultivo de coca deforesta y erosiona el suelo, y el procesamiento de la droga lo contamina. La minería ilegal deforesta y contamina. Sin embargo, trae una fuerte descomposición social y una anomia generalizada. Hay que tener presente que el crimen impune fue instaurado por los madereros.

Muy cerca de la frontera con Brasil se ubica el distrito de Masisea y, en él, la comunidad asháninka Soweto. Allí nació Edwin Chota, que se ha convertido en un símbolo de la lucha indígena. Él fue asesinado por un concesionario maderero que lo consideraba su enemigo encarnizado porque el dirigente no cejaba en su intento de titular su comunidad y ésta se superponía a su concesión.

Se llega a grados extremos de demencia asesina debido a que toda la región es rica en cedro y caoba, que son las maderas equivalentes al oro entre los metales. La franja que limita con Brasil, y que va desde Sierra del Divisor hasta el Purús, es uno de los últimos refugios de la caoba. “Nunca la roja caoba ha sido tan roja: está teñida de sangre. La madera genera mucha violencia. El Estado debería establecer una moratoria de caoba y cedro por diez años. Solo así se podría empezar a tranquilizar la zona”, enfatiza Rivera.

Hay concesionarios que ya sacaron toda la madera valiosa de sus lotes, pero que tienen contratos en el mercado y necesitan caoba a como dé lugar. Entonces mienten e informan al organismo correspondiente que tienen caoba en sus concesiones y que van a vender una cantidad importante de metros cúbicos, y lo que hacen es meterse en las reservas de los indígenas en aislamiento voluntario para extraerla de ahí. El equipo del CEDIA ha sobrevolado la cabecera del río Utiquinía y ha divisado cuatro campamentos de taladores ilegales dentro de la reserva indígena Isconahua, creada en los años 90 y que está dentro de Sierra del Divisor. ¿Y dónde está el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre?

Además, dentro de Sierra del Divisor hay dos empresas que tienen concesiones de hidrocarburos. Una de ellas es Maple Energy, que ha tomado de trasladar su exploración a otro lugar de Ucayali, y Pacific Stratus, que ha reducido su lote y hará los estudios de exploración fuera de la zona reservada. En este caso hubo dos motivos que llevaron a esta empresa a tomar esa decisión: el primero es que su estudio de impacto ambiental arrojó que debido a la fragilidad de los ecosistemas de montaña, hay derrumbes constantes en la zona. El segundo fue más contundente. Sus obreros se encontraron en reiteradas ocasiones con indígenas en aislamiento voluntario.

Se han realizado estudios que indican que hay grupos de indígenas en aislamiento voluntario que viven en otras áreas, además de los isconahuas, cuya reserva indígena es la única reconocida hasta ahora. Por ejemplo, los capanahuas están en un sector del río Tapiche y hay otros en la confluencia del Yavarí y el Tapiche.

Hace unos meses que un equipo del Instituto del Bien Común se internó en los alrededores de la Reserva Isconahua. Esta organización fue seleccionada por el Ministerio de Cultura para realizar un estudio que constate si todavía este pueblo está en aislamiento, cuál es su grado de migración, si la reserva quedará del mismo tamaño o si deberá eliminarse porque los indígenas ya se asentaron en un territorio determinado.

Pedro Tipula, geógrafo del IBC, ha sido el responsable del estudio. Señala que han constatado la presencia de los madereros ilegales en la Reserva Indígena Isconahua por medio de los mapeos participativos que han realizado en las comunidades. “Ellos conocen las rutas y saben qué gente entra y saca madera. Luego verificamos la información con las imágenes del satélite”, añade.

Han recogido una serie de testimonios de personas que viven en el entorno y también de los obreros que realizaron las líneas sísmicas para la empresa Pacific Stratus. Hablaron con cinco ancianos isconahua que fueron contactados en los años 50 y que viven en comunidades shipibas. Lo que ellos relatan es que han visto grupos de 20 a 30 personas que se trasladan de un lado a otro.

La subdirectora de programas regionales del IBC, Margarita Benavides, afirma que el estudio ambiental que han realizado revela que hay una zona de colinas altas en la que los indígenas aislados se ubican en la época de lluvias, construyen malocas y tambos, y siembran chacras de platanales. Parece ser que algunos de estos grupos han tenido contacto esporádico con patrones brasileros. Han constatado que ingresan a las comunidades y roban utensilios y animales. En los meses de julio y agosto, que es la época seca de verano, bajan a recoger huevos de quelonio y taricaya, y en ese momento son vistos por otros comuneros que también los recolectan.

“Hemos elaborado un mapa después de realizar un sobrevuelo por el área. También tenemos imágenes del satélite y fotos de indígenas aislados. Queda comprobado, además, que esta reserva es una zona de paso del narcotráfico hacia Brasil. Hay cultivos de coca, tala ilegal y minería ilegal en los bordes”, agrega Benavides.

Los enfrentamientos entre madereros e indígenas en aislamiento voluntario en la Reserva Isconahua están registrados en un informe que la antropóloga Margarita Vara realizó para el IBC en el año 2012. Ella logró entrevistar a pobladores en contacto inicial que le contaron sobre las matanzas de indígenas en aislamiento voluntario.

El primer asesinato fue en represalia por la muerte de un maderero que se enfrentó a una familia de aislados. En su campamento los madereros se organizaron y salieron en su búsqueda. Cuando los encontraron mataron a los padres y se llevaron a los niños, a quienes dejaron en una comunidad nativa.

El caso de los asesinados por los narcotraficantes es aún más espeluznante, según refiere Vara: “Una persona que fue guía de los narcotraficantes nos comentó que cuando realizaban uno de sus viajes en la ruta Perú-Brasil, se encontraron con un grupo grande de aislados. Los narcos tenían ametralladoras AKM y otras armas. Les dispararon y salieron corriendo. Luego de un rato regresaron al lugar pero no encontraron a los muertos. Parece que los aislados se los llevaron”.

Sin embargo, no solo los madereros ilegales y los narcotraficantes son una amenaza para los pueblos aislados, también las iglesias pueden ser letal. El primer contacto que tuvieron los isconahua con esta parte del mundo fue traumático.

En el año 1959 miembros de la South America Mission (SAM), luego de sobrevolar la zona en avioneta innumerables veces, decidieron ingresar al territorio de los isconahua para “salvar sus almas”. Algunos de ellos, entre los que se encontraba el cacique del grupo, tuvieron la mala suerte de toparse con los misioneros quienes los convencieron de llevarlos “a la civilización”.

Cuando los bajaban por el rio Callería, la improvisada balsa se volcó y murieron ahogados todos los isconahua porque no sabían nadar. En el 2011 la SAM quiso repetir la experiencia. Por fortuna para los aislados, no los lograron localizar.

Nunca la roja caoba ha sido tan roja: está teñida de sangre. La madera genera mucha violencia. El Estado debería establecer una moratoria de caoba y cedro por diez años. Solo así se podría empezar a tranquilizar la zona

No dejes para mañana
En el 2013 se realizó la segunda consulta previa realizada en el país, entre nueve comunidades matsés y cuatro asháninkas que colindan con Sierra del Divisor. En total, 7 mil personas se manifestaron a favor de que esta reserva se convierta en parque nacional.

El CEDIA se encargó de monitorear el proceso. “Primero se realizaron tres talleres para que los participantes entiendan qué se estaba consultando. Ellos informaron a sus comunidades y trajeron las diferentes opiniones”, manifiesta Rivera.

La conversión de zona reservada en parque nacional es una de las principales reivindicaciones del pueblo matsés, que siente su sobrevivencia amenazada si el Gobierno no categoriza Sierra del Divisor.

Daniel Vela es un joven dirigente. Tiene solo 28 años y desde hace nueve meses es el jefe de los 14 anexos – unas 1800 personas – que constituyen la población matsés del Perú. A los 20 años empezó su labor como delegado de su comunidad y después dirigente de la junta de administración de su anexo. “Nosotros utilizamos esa zona para el beneficio de nuestros niños. Ahí practicamos nuestras costumbres: sacamos animales para nuestro consumo, no para la venta, y madera para nuestras casas. Es también nuestra farmacia porque de ahí obtenemos todo lo que necesitamos cuando estamos enfermos”, refiere Vela.

La demanda existe desde el año 2006, cuando empiezan a sentir cada vez más cerca el riesgo de perder su medio de vida. El mayor peligro para ellos es que en esa zona se desarrollen proyectos extractivos. Vela indica: “Allí está el lote 135 . Nosotros sabemos que cuando hay exploración puede haber contaminación, y por esa zona corren los afluente de dos ríos”.

Existen razones técnicas que le dan sustento a la clasificación de Zona del Divisor como Parque Nacional. Se trata de un área única en su formación morfológica. Existe una cadena de montañas en plena selva baja, lo cual la convierte en un ecosistema insólito en el mundo y con una vasta extensión. “Son espacios de protección donde no se puede hacer aprovechamiento como cultivos ni explotación comercial alguna. Es un área que sirve como fuente para que las poblaciones de fauna se puedan reproducir y al momento que se reproduzcan, salgan hacia fuera y sirvan para proveer de alimentosa la población vecina”, explica María Elena Díaz, jefa de la zona reservada Sierra del Divisor.

La categorización de Sierra del Divisor en parque nacional significaría una protección mayor a los pueblos en aislamiento. Se trata de una salida inmediata y necesaria por la garantía que representa. Sin embargo, existe una superposición entre esta zona y la Reserva Isconahua. (La diferencia estriba en que la reserva permitiría, más adelante, la titulación de los pueblos en aislamiento si es que estos en algún momento decidiesen entrar en contacto de manera voluntaria. Al perder el carácter de reserva, esta titulación no sería posible.)

El tema es complejo porque la atención que le brinda el Estado a un parque nacional es mucho mayor, lo cual incluye un incremento de los recursos económicos, que se traduce en una protección más efectiva a dicha área.

Díaz señala que hay otras ventajas: “El parque nacional cuenta con un plan maestro, otros de vigilancia, otro de gestión. Habrá cuatro veces más guardaparques. Todas las empresas y poblaciones que tiene derechos preexistentes a su creación pueden seguir ahí, siempre y cuando éstos no tengan fines comerciales. Es decir, si se cazaba para comer se seguirá cazando, pero si se extraía madera para la venta, ya no se podrá hacerlo”.

En la zona de amortiguamiento las comunidades pueden seguir realizando sus actividades tradicionales y de subsistencia. También pueden constituir empresas turísticas.

La comisión técnica que conforman los gobiernos regionales de Ucayali y Loreto, los ministerios de energía y del ambiente e instituciones importantes como AIDESEP, han elaborado un informe conjunto en el que enfatizan que se trata de sistemas de cordillera únicos en la selva baja que son altamente erosionables. Advierten que cualquier deforestación en estas cordilleras ocasionará un desastre porque ahí se ubican las nacientes de agua que alimentan 20 ríos que van a dar al Ucayali, donde viven 300 mil personas.

Sin embargo pasan los días y el Ejecutivo no se pronuncia. ¿Oídos sordos por millonésima vez?

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