Retrospectiva de Patricio Guzmán en Hot Docs

Patricio Guzmán ha logrado en su país lo que no ha podido hacer ningún cineasta peruano: denunciar crímenes de Estado a través de imágenes documentales sobre hechos “invisibles”. Conocido por su documental La batalla de Chile y sus cintas sobre el Chile de Salvador Allende y la dictadura de Augusto Pinochet, Guzmán ha recibido prestigiosos premios y halagos a nivel internacional. Este año, por ejemplo, ganó el Premio Ecuménico y el Oso de Plata al mejor guión de la Berlinale por su documental El botón de nácar, filme quedenuncia el genocidio sufrido por el pueblo indígena chileno y los crímenes de la dictadura de Pinochet y que tendrá su estreno norteamericano a fines del verano en el Festival Internacional de Cine de Toronto. Como antesala, Guzmán fue reconocido por su trayectoria cinematográfica en días pasados en Hot Docs, el prestigioso festival de cine documental de Toronto. Entre películas y cafés, Guzmán conversó con Revista Ideele. 

 ¿Cómo fue que nació La Batalla de Chile?

 Era tan interesante lo que pasaba que había que de alguna manera dejar constancia de ese fenómeno único, de esa especie de fervor popular enorme y de esa derecha implacable, apoyada por Estados Unidos, que quería liquidar a Allende por todos los medios. Entonces, ¿cómo no ibas a filmar eso? Entonces, lo hicimos. Filmamos todo eso…Filmamos día a día de una manera concienzuda, clara y racional cada cosa importante que pasaba. Todo. En detalle. A pesar de que era muy difícil, pero lo que filmamos era suficiente para abarcar el total y estuvimos un año entero filmando en secreto, sin decirle a nadie lo que hacíamos. Nada de conferencias de prensa ni ningún rollo. Filmamos como anónimos para que no nos molestaran. Y fue así que se hizo la película.

 ¿Cuánto tiempo te tomó para montar el documental?  

Un año de rodaje, de filmación, y luego cinco años de montaje en Cuba. Mira, terminamos una especie de película monumental que yo pensé que iba a tener un equivalente en Perú, en Nicaragua, en Venezuela, pero no, no se produjo. Claro, hay películas sobre esos procesos en esos países pero son todos diferentes. No están al lado del acontecimiento. Lo que pasa se filma, se filma, digamos día a día durante un año. Eso fue lo que hicimos con un equipo disciplinado, casi militar.

Sin minimizar lo que ocurrió en Chile, Perú tuvo una serie de episodios quizá más trágicos… ¿Por qué crees que no llegó a surgir un equivalente en Perú?

 Pues no sé. En Perú se pudo crear un equipo que constantemente filme desde la aparición de Sendero Luminoso hasta el fin de Sendero. Todo el fenómeno Fujimori. Eso da para cuatro películas. Mínimo. La verdad es que no sé por qué no se ha hecho.

 Yo estoy de acuerdo contigo en que la historia peruana es mucho más trágica que la chilena, porque la institucionalidad se desbarató mucho antes aun y nunca pudo juntarse una cosa con la otra. Y es como el caso de Colombia, donde una guerra civil ha lastrado el desarrollo de ese país durante más o menos 40 años.

 Y lo que más me duele a mí es que toda nuestra cultura es peruano-boliviana. Perú-Bolivia es la Grecia de América Latina para nosotros los chilenos. Así como los mayas lo son para la parte superior. Sin embargo, toda la cultura popular, la escasa cultura popular que hay en Chile – porque casi no hay – viene del Perú. Viene por la lengua, por las costumbres, por la cocina. Entonces, ¿cómo es posible que esta especie de Atenas que había en Cusco esté transformada en una especie de campo de batalla de la corrupción y de políticos incompetentes? Es algo realmente incomprensible.

Volviendo a La Batalla de Chile. Cuéntame lo del periodista argentino que prácticamente filmó su propia muerte. ¿Lo conocías?

La primera parte del documental termina con un argentino que fotografía a unos militares que vienen a asaltar el Palacio de Gobierno. Se llama Leonardo Henrichsen. Él estuvo todo el tiempo filmando en Chile cerca de donde yo filmaba, pero yo no lo conocía a él personalmente. Y cuando murió, Chile Films reveló su rostro y lo dieron a conocer en la televisión a todo el mundo. 

Y ¿cuándo fue que se enteraron por primera vez de que la CIA estaba envuelta en el golpe de Estado a Salvador Allende y que había plantado infiltrados en las universidades?

La primera vez que oímos hablar de la CIA concretamente fue cuando un periodista norteamericano denunció que la ITT (International Telephone and Telegraph Corporation) en Chile era un nido de espías de la CIA. Esto creó un escándalo internacional en Estados Unidos y en Chile, y se pudieron publicar los comunicados que los espías enviaban a Washington. Ese fue el primer anuncio concreto, en que todo el mundo se enteró. Pero antes de eso hubo otro aviso, muy importante…

¿Eso fue cuándo, exactamente?

Eso fue a mediados de 1971. Y antes de eso que te estoy contando ocurrió otro hecho grave, y fue en el mismo momento que Allende fue elegido. Cuando Allende fue elegido tenía que ser ratificado por el Congreso. Entonces eso duró como un mes. Y en la mitad de ese periodo la CIA metió armas por la embajada norteamericana. Metió varias pistolas y metralletas. Y esas armas fueron a parar a un comando de oficiales chilenos y de alguna gente de la CIA y mataron al comandante en jefe del Ejército. Y este comandante era democrático; él no estaba en contra de Allende. Era clave para mantener al Ejército lejos de la conspiración, y por eso lo eliminaron.

Pero al final no pasó nada. No hubo ninguna consecuencia, sino que Allende fue elegido por el Congreso y políticamente ganó, pero perdió una pieza clave dentro del Ejército. Esa fue la primera vez que la CIA actúa de una manera visible.

La segunda fue la ITT y la tercera a fines del 73, cuando el grupo de derechistas Patria y Libertad recibía dólares frescos para sobornar y para hacer atentados, y los camioneros recibían US$2 diarios a cambio de parar el camión. Y en aquella época US$2 era mucho dinero a cambio negro. 

Y ¿has sufrido algún tipo de represalias por parte del gobierno estadounidense al  denunciar estos hechos?

No, no. Nunca he sentido ninguna presión muy evidente. Cuando la película llegó a Estados Unidos en el año 1980 la crítica fue tan favorable, fue tan excepcional, y la recepción hasta el día de hoy continúa. Como cineasta tú te sientes como una especie de persona que hace trabajo de contra-información diciendo lo que realmente pasó, pero yo nunca me he sentido amenazado. No, realmente nunca. Yo sé que se corre un riesgo siempre, pero prefiero no pensar en eso sino no puedes trabajar…No haces nada. No puedes vivir.  

Y ¿en Chile? 

En Chile tú también corres un riesgo porque también en Chile yo he denunciado muchas cosas que hizo Pinochet. Incluso con la última película, El botón de nácar, es la primera vez que se dice que Pinochet arrojó al mar a 1.400 personas y además reconstruye milímetro a milímetro lo que hacían y cómo lo hacían.. 

Tú sabes que a los detenidos después de torturarlos, medio vivos, medio muertos, los ponían en una mesa, les ponían un riel de este largo. Se los ponían aquí – en el pecho –. Los rieles tienen agujeritos…Cada riel pesa 40 kilos y con un alambre envolvían el torso. Después les ponían un paquete de plástico por los pies y otro por la cabeza y se juntaban al centro. Después un saco, un saco de esos donde se llevan las frutas, de esos que son como de lana, por arriba y por abajo y de nuevo empaquetado. Y ese paquete era llevado a un aeropuerto y de ahí salía un helicóptero. Cada vuelo salía con más o menos nueve cuerpos. Y así arrojaron 1.400 personas al mar. Fue algo atroz. Y yo reconstruí todo eso simplemente para demostrar al público, a todos los chilenos, y a toda la gente del mundo, cómo se puede llegar a ese tipo de métodos.

Vamos a ver la reacción que tiene la película. Se estrena en octubre en Santiago de Chile.

Hay mucha gente en Chile – lo mismo pasa en Perú – que dice que ya es hora de voltear la página y que hay que dejar el pasado en el pasado. ¿Por qué te es importante recordarle a la población lo que pasó en aquella época?

Generalmente la gente que dice que hay que darle vuelta a la página es de derecha. Eso es casi automático. Yo creo que hay que recordar el pasado porque es fundamental denunciar el terrorismo de Estado que hubo. Este terrorismo de Estado no puede quedar impune puesto que destruyó la República. La República que se había construido durante 200 años fue demolida. Con el pretexto de barrer el comunismo, barrieron con todo, con la universidad, con la vida sindical, con la libertad de prensa, con los derechos del pensamiento, con los derechos de las mujeres, con los derechos de los indígenas, con todo. Entonces, imagínate nuestros países que tienen solo una capita así de cultura…que tú escarbas un poco y llegas a la roca. Si tú barres eso, tú dices: Pero ¿cuánto tiempo vamos a tardar en reconstruir lo que yo conocí? Porque para mí, el futuro está en el pasado, en el sentido que era una República libertaria, donde Allende conversaba con el cardenal de la Iglesia y no pasaba nada. El cardenal era un tipo democrático, abierto, inteligente. Allende hablaba con un sector de gente de la Democracia Cristiana y con la extrema izquierda que lo atacaba…y con todo el mundo. Era un gran negociador. Era una República en donde la circulación de ideas era muy amplia. Todo eso se terminó. Para siempre, porque hoy día no se ha restaurado eso. Hoy día continúa habiendo un gran sector de clase media que tiene enormes prejuicios para entender lo que pasó. 

Poco a poco, quizá muy lentamente, se va descubriendo la verdadera historia del golpe de Estado… la historia de los que participaron en crímenes y que luego huyeron del país para evadir la justicia…

Eso es algo muy típico de un régimen de donde hay impunidad…Acá encontrarás exiliados políticos y gente que apoyó a Pinochet… O sea, en Chile se descubrió hace poco que el gobierno de Bachelet, en una repartición fiscal, tenía puesta a una persona que estaba vinculada con la tortura. Y alguien lo descubrió y lo echaron, pero hasta ese momento estaba allí ese personaje.

Entonces, la dictadura hubiera sido imposible sin la ayuda de los civiles. Imposible. Los milicos eran incapaces de hacer todas las cosas que hicieron, porque generalmente no tienen ni idea de cómo se gobierna. Y los civiles de la derecha fueron los que les hicieron a ellos el trabajo de organización. Entonces, casi ningún civil ha sido juzgado. Todo ha caído en algunos militares. Y la estadística es la siguiente. Muy simple. El 40% de los casos de violaciones de derechos humanos ha sido juzgado. Falta el 60%. Y tú te preguntas: ¿Como es posible que en 40 años, falte el 60%? Tú dices: el 100% es imposible porque eso nunca se logra, pero al menos un 80%.

El diario El Mercurio fue contra Allende. Mintió todo lo que quiso durante Pinochet. Negó los desaparecidos. Negó la tortura. Negó todo. Y ahora El Mercurio va de gran periódico democrático. Y ¿quién ha juzgado a los cronistas que denigraron a Allende, que apoyaron a Pinochet, que fueron a Londres a defenderlo? Ahí están. Entonces, si hay impunidad hasta ese nivel, todo puede pasar. Es como el asesino de Víctor Jara, que fueron los jóvenes que lo descubrieron. Fueron a la oficina y lo filmaron. Y el tipo casi se muere al ver eso…

La historia chilena se parece mucho a la peruana. ¿No se te ha ocurrido unir fuerzas con Heddy Honigmann, por ejemplo, y hacer un documental sobre lo que verdaderamente pasó en Perú?

No, Heddy es muy buena y ella trabaja sola. Yo la conozco desde hace muchos años, y además me falta terminar de contar la historia chilena… Aún falta poner muchas cosas en su sitio…

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