¿Polarización? ¿De qué estamos hablando?

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Imagen: RPP. Revista Ideele N°298. Junio-Julio 2021

     Se dice que el país “se ha polarizado” en estas elecciones, o que “está polarizado” desde hace “cierto tiempo” atrás. Esto puede ser más o menos obvio, ¿pero de qué se trata? ¿En qué consiste cada uno de los supuestos “polos”? ¿En fujimoristas furibundos, neoliberales procapitalistas de un lado, y marxistas-leninistas, comunista-senderistas rabiosos del otro?

De la “derechización” del país al apoyo a un “marxista-leninista”

     Pensemos que hasta hace muy poco, con alguna evidencia de por medio, los analistas coincidían en que el país se veía derechizando. Inclusive durante la mayor parte de la primera vuelta nadie hablaba del “fantasma del comunismo”, del MOVADEF, de la injerencia venezolana, etc. El candidato “heterodoxo” que lideró las encuestas durante un buen tiempo fue…Jonhy Lescano, pues Verónica Mendoza perdió terreno en comparación con el 2016. Los que subían y bajaban, pero en el tope de la lista, eran todos ¡de derecha!, aunque los indecisos les ganaban. Hasta que apareció –de la nada– Pedro Castillo. En ese momento tampoco se habló mayormente del siniestro Vladimir Cerrón.

     Tras el sorpresivo “triunfo” de Castillo en abril, Alberto Beingolea declaró que en la segunda ronda Castillo no le ganaría “a nadie”. Sin embargo, las primeras encuestas mostraron una sorprendente extensión de la intención de voto a su favor, inclusive en zonas como la costa norte -luego “recuperadas” por Fujimori.

     Como sabemos, la campaña mediática de la segunda vuelta estuvo dominada por un esfuerzo supremo para infundir pánico entre los sectores que podrían votar por Castillo, apelando a fantasmas reciclados de la Guerra Fría, ahora invocando al MOVADEF y a Venezuela. La campaña no tuvo sino un éxito parcial entre su “público objetivo”, pero quienes la promovían terminaron creyéndola y la llevaron hasta límites delirantes.

     Sin embargo, no perdamos de vista que si algo dominó el curso de las inclinaciones de los electores, ha sido su variabilidad. Por lo tanto, la polarización no es alrededor de las candidaturas, ni de sus supuestas ideologías. (¿Qué saben de “comunismo”, “marxismo-leninismo”,etc., en el siglo XXI, no digamos sus detractores, sino quienes se fueron inclinando hacia Castillo?)

     Pero, menos aún: ¿qué eficacia pueden haber tenido las “ofertas” de una y otra candidatura? Me pongo a pensar en la ineficacia total de la campaña de Fujimori en las zonas mineras. Pero también en que todas las leyes “populistas” que el Congreso ha venido intentando en los últimos meses no han hecho que mejore su aceptación popular. ¿Y cuál puede ser el impacto de planteamientos hechos por Castillo mismo, que luego él mismo o sus defensores desdecían o matizaban? En suma, ¿qué es lo que realmente mueve a unos y otros electores?

En Lima es alucinante ver a las élites haciendo lo que tantas veces se ha criticado a la izquierda, y alguna vez con razón: inventarse enemigos. Si algún sector está ahora “agudizando las contradicciones”, son precisamente ellas. Era increíble contrastar el espíritu de fiesta en ciudades como Ayacucho, mediante cantos y danzas, con la grita y los rostros crispados en el otro polo social, además del diluvio de fake news, más denuestos de todo tipo y calibre en las “redes sociales”.

“Polos” que no están en el mismo eje

     Cualquier cosa que ello sea, no se alinea entre dos propuestas simétricamente contrarias, pues “los de arriba” buscan mantener el poder y sus privilegios; en cambio “los de abajo” aspiran a recibir algo, algo que sea en verdad significativo, del tan mentado “milagro peruano”.

     Obviamente hubo una “polarización” entre Lima (Metropolitana) y unos cuantos centros de la costa norte, versus el resto del país. ¿Pero hay en esto alguna novedad? Muy poca. Hay que ir al detalle viendo los resultados en las regiones y en las provincias para detectar diferencias en un panorama que se repite monótonamente cada cinco años. En esas ocasiones, pasada la elección todo volvía a la “normalidad” del piloto automático, y a la tácita aceptación a éste. (¿Pasará lo mismo esta vez?)

     Espacialmente, la división se ha dado entre residentes (tanto nativos como migrantes)de las zonas que más se integraron al crecimiento de las últimas décadas, y quienes residen fuera de ellas: vale decir, los huancavelicanos que viven en Lima habrían votado de manera opuesta a sus paisanos de Huancavelica.

    Las diferencias con elecciones anteriores deberían analizarse zona por zona. Por ejemplo, mientras que en general Ica votaba ampliamente hacia la derecha, este año en la primera vuelta Fujimori ganó ajustadamente a Castillo. Vale decir que los candidatos que en la segunda ronda apoyaron explícitamente a Fuerza Popular (López, de Soto, Forsyth, Acuña) no fueron capaces de endosarle “sus” votos, pues entonces ella hubiera logrado una victoria aplastante[1]. Podemos trasladar esta situación al conjunto del país, pues de haberse dado tales endoses, Fujimori se habría hecho con el triunfo por un margen muy amplio[2]. Ello pone de manifiesto la extrema volatilidad del electorado, por lo que si hablamos de “polarización”, ella no es política.

     ¿De qué se trata entonces? A mi entender, y en el de muchos, del contraste secular entre Lima y “el resto” del país, contraste ahora percibido con mayor intensidad por los estragos de la pandemia. No es que necesariamente Lima ha sufrido “menos” los estragos del covid-19, pero la realidad percibida es la concentración en la capital de recursos y decisiones. Y esto se percibirá así aunque los gobernadores regionales sean impopulares y tengan una decisiva responsabilidad en gestiones ineficientes, cuando no clientelistas y hasta corruptas.

Pedro Castillo

     Pero en este caso, en el campo electoral hay dos elementos singulares a propósito de Castillo: el primero es su figura personal. Para sus partidarios es un “hombre del pueblo”, por añadidura maestro de escuela. Como en alguna ocasión le dijo a Verónica Mendoza, para caminar entre el pueblo “yo no necesito disfrazarme”. E indudablemente su lápiz fue un símbolo más eficaz que el “tren bala” de Avanza Perú. Sin embargo tengamos en cuenta que el “parece ser del pueblo” sólo recientemente obra a favor de los candidatos: apareció lentamente, después del voto a los analfabetos, sobre la base de la prédica velasquista.

     El segundo es la imagen de marxista-leninista, acusado de estar cuando menos cerca al MOVADEF. De hecho, consiguió sus votos en la primera ronda presentándose como “izquierda-izquierda”, sin pretender jugar por el centro. Y así ganó a las candidaturas “izquierdo-centristas”, rezagándolas al más pobre desempeño que hayan tenido en mucho tiempo.

     Este doble rasgo no puede sino desatar una indecible rabia empavorecida de muchos de los que votaron por Fujimori. Pero, aquí habrá que hacer muchas, muchas distinciones. En gran cantidad de circunscripciones la votación ha sido pareja, y en distritos contiguos se ha inclinado sea para una u otra candidatura. Más aún: la polarización entendida como antagonismo y enfrentamiento puede no existir[3]. Una vez más estamos tentados a generalizar a todo el país lo que ocurre en Lima y algunas ciudades “importantes”. Vale decir, ahí donde la gente se sabe (o se siente) propietaria.

     Y en Lima es alucinante ver a las élites haciendo lo que tantas veces se ha criticado a la izquierda, y alguna vez con razón: inventarse enemigos. Si algún sector está ahora “agudizando las contradicciones”, son precisamente ellas. Era increíble contrastar el espíritu de fiesta en ciudades como Ayacucho, mediante cantos y danzas, con la grita y los rostros crispados en el otro polo social, además del diluvio de fake news, más denuestos de todo tipo y calibre en las “redes sociales”[4].

     En la escena política –donde actúan las clases dominantes y los políticos- todo se está moviendo a la velocidad del rayo. Cada día FP apela a nuevos “recursos”, los militares están inquietos, hay “movidas” en el Parlamento; y todo tipo de rumores acerca de las relaciones entre Castillo, Cerrón, los parlamentarios de PL y los “invitados”. Pero cada día que pasa la persistencia de los resultados a favor de Castillo lo favorece. Perder a manos del JNE o bajo alguna otra fórmula sería inaceptable para sus partidarios. Y desde el otro lado, no se pueden permitir perder esta elección.

La polarización de fondo

     Somos testigos de la extrema fragilidad, no solamente de “las instituciones”, sino también de lo que fue el “milagro peruano” de las “altas tasas de crecimiento”, de la “reducción de la pobreza” que mostraban las cifras oficiales, y que la miopía estadística confundía y confunde con un “crecimiento de la felicidad”. La pandemia se ensañó implacablemente con dicha fragilidad, pero en modo alguno la provocó.

     Durante cierto tiempo la pandemia puso en circulación una idea: “cada uno de nosotros puede estar seguro, solamente si todos estamos seguros”. Y tras la primera ronda el mapa electoral pareció alentar en alguna derecha lúcida que algo debía cambiar en esa dirección. Pero la segunda ronda parece haber borrado toda traza de dicha idea entre “los de arriba”. No así entre quienes están reclamando el cumplimiento de las promesas del crecimiento.

    Una vez que las actuales turbulencias se aquieten, quizás veamos que esa es la “polarización” en la que estamos.


[1] Véase los enlaces para Ica en la primera y segunda vuelta: https://resultadoshistorico.onpe.gob.pe/EG2021/ResumenGeneral/10/P/100000 y https://www.resultadossep.eleccionesgenerales2021.pe/SEP2021/ResumenGeneral/10/P/100000

[2] Pero ya sabemos que en este país los electorados “cautivos” se han vuelto muy reducidos, y que esta vez Fujimori tuvo la más baja votación en primera vuelta de sus tres intentos. Aunque redujo su antivoto (un antivoto de “larga duración”) por un importante margen, éste siguió siendo más alto que el de Castillo.

[3] Véase el siguiente reporte sobre el clima interpersonal una semana después de la segunda ronda, en un distrito de Yauyos: https://larepublica.pe/opinion/2021/06/15/bicentenario-los-otros-limenos-y-limenas-por-sofia-chacaltana/

[4] Las crecientes demandas de FP ante “todo tipo de graves irregularidades”, de tener base, implican que el Foro de Sao Paulo, el MOVADEF, son “los chicos superpoderosos”, para haber hecho ganar fraudulentamente a Castillo no solamente en la segunda vuelta, sino (seguramente) también en la primera. En honor a los hechos, sobre ésta los impugnadores no han dicho nada, pero por favor: ¡cae por su propio peso que también ahí hubo fraude!

Sobre el autor o autora

Guillermo Rochabrún
Magíster en Sociología, PUCP.

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