Calidad de Estado y adhesiones electorales de la sierra peruana

Escrito por Imagen: Andina.pe Revista Ideele N°298. Junio-Julio 2021

El Perú electoral de estos días es un hervidero de aversiones y filias emocionales que nos obligan a trabajar la semántica de los comportamientos, discursos e incluso de los movimientos corporales. No solo de los que son protagonistas de la competencia electoral, sino también de quienes salen a las calles e inclusive se desplazan desde distintos lugares del país a Lima la capital, sede del poder político y de las instancias decisorias del Estado.

El esfuerzo de analistas y ensayistas políticos está centrado en tratar de entender las diferencias en el comportamiento electoral del país. En las distintas interpretaciones que se proponen se reproducen las divisiones espaciales que caracterizan una nación como el Perú. Se asume que las distinciones entre costa, sierra y selva son un importante medio para conocer el comportamiento electoral. A estas distinciones se le suman aquellas respecto de diferencias culturales, sociales, clasistas e inclusive raciales. Diferentes analistas del tema electoral proponen, por ejemplo, que el voto andino de las serranías no se explica por las mismas razones que el del poblador costeño o que el de influencia indígena no es igual que aquel amestizado del costeño. Igualmente, se asume que el voto del elector pobre o extremadamente pobre se diferencia de aquel que cuenta con recursos económicos y financieros.

Proponemos entonces que la presencia del Estado sea en la sierra, la costa o la selva peruana, tiene mucha importancia en la decisión del elector en las segundas vueltas electorales por cuanto son momentos electorales donde los votantes tienden a hacer un mayor esfuerzo de proyección al futuro. Los conceptos de calidad así como de selección de Estado pueden ser útiles al respecto.

Por otro lado, en las interpretaciones sobre el comportamiento electoral se incorporan también los aspectos históricos. Se señala que las decisiones de los electores respecto a uno u otro candidato en la segunda vuelta del actual proceso electoral han estado motivadas por problemas no resueltos que se arrastran como parte de la herencia colonial. Al respecto, este concepto se ha convertido en lugar común para explicar las diferencias históricas en el comportamiento electoral de la sociedad nacional y es utilizado, a menudo, para señalar problemas sin solución de continuidad y, por tanto, como modo de zanjar la discusión en torno a los males históricos que aquejan a la sociedad peruana. Pero en esta segunda vuelta el uso y, diríamos, el abuso, de este concepto  muestra sus limitaciones para explicar las variaciones surgidas de los cambios y transformaciones del país, especialmente en los últimos cien años.

Frente a estas distintas interpretaciones y variables en torno a la votación y que no se pueden dejar de lado totalmente, debemos pensar también en otros aspectos que tienden a expresarse con mayor nitidez en esta segunda vuelta electoral y que se manifiesta en las variaciones geográficas de la votación. Aquí proponemos más bien una interpretación alternativa que está basada en la relación entre ubicación geográfica (costa y sierra) y presencia del Estado.  El cruce de ambas variables está relacionado a la manera cómo el Estado es percibido entre la población dependiendo de cómo éste tiene presencia en el espacio nacional.

Proponemos entonces que la presencia del Estado sea en la sierra, la costa o la selva peruana, tiene mucha importancia en la decisión del elector en las segundas vueltas electorales por cuanto son momentos electorales donde los votantes tienden a hacer un mayor esfuerzo de proyección al futuro. Los conceptos de calidad así como de selección de Estado pueden ser útiles al respecto.

La calidad de Estado

La primera noción es aquella que denominamos como calidad del Estado. Por lo general este concepto se refiere a los servicios públicos que ofrece el Estado en relación a su eficacia y eficiencia. Sin embargo, es necesario tomar en cuenta que el término implica también otros aspectos no relacionados necesariamente a los servicios, sino que tienen relación con las percepciones principalmente de bienestar y confianza que el ciudadano tiene sobre el Estado. Esta última está sobre todo basada en la confianza en que sus decisiones y políticas de Estado no deben perjudicarlos e incorporarlos más bien como beneficiarios de tales acciones. La emocionalidad del votante hace que las percepciones sobre la calidad de Estado sean de mucha importancia en situaciones como la segunda vuelta en las presentes elecciones.

Cuando analizamos las decisiones del voto en los espacios del interior, más concretamente la sierra sur hallamos que además del componente emocional del voto y diríamos que, como parte del mismo, es la percepción sobre el Estado lo que empieza a mostrarse respecto a la decisión de por quién votar. A nuestro entender, equivocadamente se ha sostenido que este voto tiene que ver con la presencia o ausencia de Estado. En realidad, el Estado está presente desde hace un buen tiempo en el conjunto del territorio nacional a través principalmente de la educación, la salud y el orden interno. Sin embargo, dicha presencia tiene que ver más bien con las percepciones sobre la calidad del Estado. El votante de los espacios interiores del país, especialmente del sur, ha decidido su apoyo hacia quién era percibido como la opción que mostraba más afín a tratar cuestiones sobre la calidad de Estado. Más que un programa político que incorpore propuestas relacionadas a la calidad, lo que ha tenido importancia en la segunda vuelta ha sido la capacidad de los candidatos para comunicar planteamientos relacionados al tema y despertar, al mismo tiempo, la confianza de poder lograrlo.

En ese sentido, la candidatura de Pedro Castillo ha logrado captar una mayoritaria cantidad de adhesiones en los espacios de la sierra por las identificaciones de los votantes con cuestiones relacionadas a la calidad de Estado.  Su condición de docente de escuela pública ha tenido la ventaja de empatar con la demanda de mejor educación en un momento en que la crisis sanitaria hace palpables las diferencias en el acceso a los medios digitales para la educación a cargo del Estado. Igualmente, la salud pública que impacta y mucho, como único modo de acceder a este servicio en espacios donde la carencia de profesionales especializados obliga a tener a Lima como la última y a menudo, la última esperanza de salvar la vida de un habitante del interior del país.

Igualmente, la proximidad del Estado en las percepciones y decisiones electorales resulta importante. Hasta no hace mucho el término usado en algunos lugares para referirse a la presencia estatal era el de “señor Gobierno”; en el sentido de representarse gobernanza y gobernabilidad como una presencia física cercana capaz de escuchar a la población. Desde luego, una propuesta que incluye el ofrecimiento de acercar el Estado a las regiones, adquiere mayor credibilidad cuando justamente el candidato mismo proviene de una de ellas. Al contrario, la desconfianza es la otra cara en la decisión del votante de la sierra; El Estado está presente, pero no es suficiente para que sus decisiones sean creíbles para la población más aún cuando se ha convertido en práctica común el diseñar políticas estatales que no necesariamente tienen como prioridad beneficiar a la población, sino generar beneficios y ventajas a un sector de burocrático o allegado al gobierno central que utiliza muchas veces un discurso de apoyo a la población de zonas alejadas la cual termina por ser beneficiario real pero de segunda línea.

La selectividad de Estado

Esta es una noción que puede ser útil para entender la votación en espacios de la sierra y que se complementa con la de calidad de Estado. Se refiere a la manera cómo los votantes establecen prioridades respecto a los sectores estatales cuya presencia consideran necesaria en los espacios en los que desenvuelven sus actividades. Más allá de la demanda generalizada por salud y educación, también cuenta la presencia sectorial respecto a la población; es decir, que la presencia estatal necesita responder a las características del territorio. Por ejemplo, la movilización de recursos presupuestales así como de profesionales especializados es un componente importante en la focalización de la acción estatal. De otro lado, muchas veces la propia población busca que esa presencia no se remita a sectores que pueden alterar sus propias actividades. Conviene por tanto, estar atentos a la votación en zonas con economías ilegales y donde la presencia estatal termina siendo solo represiva.

El actual proceso electoral ha dado lugar a diversas interpretaciones sobre el voto especialmente de un espacio como la sierra peruana; la etnicidad, la historia, la clase, entre otras variables son usadas para entender o explicar la opción por uno de los candidatos en segunda vuelta. Dichas variables son parciales y, a nuestro entender, pueden complementarse con la que corresponde a las percepciones sobre el Estado que, a nuestro modo de ver, es importante para entender el problema y para que el futuro gobierno lo tenga en cuenta.

Sobre el autor o autora

Jefrey Gamarra Carrillo
Profesor -investigador especializado en estudios sobre espacios nacionales y sociedades post-conflicto. Doctor en Antropología en la Escuela de Altos Estudios de Paris-Francia. Profesor en las maestrías de Gestión Pública y Antropología en la sección de Post-Grado de la UNSCH. Ha sido investigador asociado en la Universidad de McGill (Canadá) y el Centro de Investigación para el Desarrollo en Dinamarca. Actualmente investiga temas relacionados a espacios sub-regionales como el VRAEM y conduce un equipo de investigación para estudiar condicionantes socio-culturales de las disposiciones para la investigación en estudiantes de la UNSCH.

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