Dos metas para el Bicentenario: reducir el sufrimiento, expandir la agencia

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Imagen: Andina.pe Revista Ideele N°298. Junio-Julio 2021

La conmemoración del bicentenario de la Independencia del Perú encuentra al país sumergido en el entrecruzamiento de tres crisis: sanitaria, económica y política. No es, precisamente, un escenario que invite a observar con satisfacción los logros del país ni a plantear con esperanza complejos planes de futuro. Sin embargo, la tarea de reconstruir el Perú de cara a la era post-COVID es ineludible, y deberá ser enfrentada con autocrítica, realismo y pragmatismo.

En un contexto como el actual, parece razonable replantear las prioridades y sincerar las expectativas para enfocarse en un subconjunto de objetivos tan básicos con los cuales sea realmente difícil estar en desacuerdo. En esa línea, propongo dos objetivos para los primeros años de este tercer siglo de vida independiente: reducir el sufrimiento y expandir la agencia. Si bien estos pueden parecer objetivos abstractos mostraré que, en realidad, corresponden a realidades particularmente concretas y específicas.

Mi utilización de los términos “sufrimiento” y “agencia” no es accidental. Me refiero a ellos en el sentido propuesto por el Premio Nobel de Economía Amartya Sen como parte de su “enfoque de las capacidades” (capability approach), el cual se encuentra en la base del paradigma de desarrollo humano. Las contribuciones de Sen al pensamiento económico contemporáneo y a los estudios del desarrollo son múltiples; sin embargo, en este artículo me gustaría centrarme en aquellas que corresponden a la evaluación de la pobreza (sufrimiento) y la desigualdad (agencia).

En “The Contemporary Relevance of Buddha”[1], Sen destaca la forma en que diferentes tipos de sufrimiento como el temor a la muerte, las enfermedades, la inseguridad, o la ignorancia corresponden a privaciones de la vida humana sobre las cuales el propio paradigma de desarrollo humano pone atención en el S. XXI. De este modo, para Sen la constatación del sufrimiento humano se entiende como “punto de partida para la reflexión y la acción”[2].

En términos prácticos, expandir la agencia involucra reducir aquellas desigualdades (también en plural) que impiden que las personas puedan generar cambios que reflejen aquello que consideran importante. Se trata de cambios que contribuyen ya no solo a hacer la vida “tolerable”, sino a hacer que esta sea “digna de ser vivida”. Reducir las desigualdades en dimensiones como la salud física y mental, la educación, el acceso a la información, el tiempo para el descanso, las condiciones laborales, la posibilidad de transportarse de forma segura, entre otras, están en la base de la construcción de un sano y necesario equilibrio de poder.

La relación entre sufrimiento humano y privaciones está en la base del “enfoque de las capacidades” de Sen. Se trata de sufrimientos concretos y específicos relacionados a la imposibilidad de las personas para ser/estar y hacer aquello que consideran central en sus vidas. Estos se relacionan, por ejemplo, a la capacidad de estar sano, de estar nutrido, de aprender, de vivir en un entorno seguro, de ser tratado con respeto, de preservar la integridad física, entre otras. Para Sen, son precisamente las privaciones en este tipo de dimensiones aquellas que generan sufrimientos evitables en las personas y que, en última instancia, las colocan en situación de pobreza, a la que define como “la peor forma de privación humana que implica la negación de las oportunidades para vivir una vida tolerable” [3].

Desde esta perspectiva, reducir el sufrimiento implica reducir la pobreza, pero no solo aquella entendida como falta de ingresos o incapacidad de gasto (que es aquello que identifican las métricas oficiales de pobreza en el Perú), sino como una situación en la que las personas sufren privaciones en un conjunto de dimensiones básicas de su “vida diaria”. Dicho de otro modo y, en línea con los acuerdos globales a los que el Perú se ha comprometido como la agenda de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), reducir el sufrimiento significa concretamente erradicar las pobrezas (en plural) en todas sus formas y dimensiones. Sorpresivamente, más de cinco años después del establecimiento de la agenda de los ODS, el Perú no tiene aún forma de dar cuenta de manera completa y concreta de los avances en esta meta[4].

Reducir el sufrimiento o erradicar las pobrezas es un objetivo tan básico que resulta éticamente escandaloso intentar “pasar la página” de la tragedia humana ocasionada la pandemia sin compromisos claros y explícitos al respecto. No obstante, mi propuesta es que, a pesar de su importancia central, este no puede ser el único objetivo del bicentenario, incluso en la versión “minimalista” que propongo. Es necesario ir mas allá, se requiere también expandir la agencia. 

El término “agencia” puede sonar particularmente abstracto; sin embargo, es una de las piedras angulares del pensamiento de Sen y de su enfoque[5]. Sen define a una persona “agente” como aquella que “actúa y genera un cambio, y cuyos logros pueden ser juzgados en términos de sus propios valores y objetivos”. El término agencia está, por tanto, muy relacionado con la noción de poder, al punto de que académicas como Solava Ibrahim y Sabina Alkire conceptualizan el “empoderamiento como una expansión de la agencia”[6]

En términos prácticos, expandir la agencia involucra reducir aquellas desigualdades (también en plural) que impiden que las personas puedan generar cambios que reflejen aquello que consideran importante. Se trata de cambios que contribuyen ya no solo a hacer la vida “tolerable”, sino a hacer que esta sea “digna de ser vivida”[7]. Reducir las desigualdades en dimensiones como la salud física y mental, la educación, el acceso a la información, el tiempo para el descanso, las condiciones laborales, la posibilidad de transportarse de forma segura, entre otras, están en la base de la construcción de un sano y necesario equilibrio de poder. Este último es fundamental para evitar que la agenda de discusión pública y los medios de comunicación masivos reflejen únicamente la visión de ciertos grupos de la población que refuerzan narrativas de éxito social, pero que no se condicen con la realidad de persistencia del sufrimiento y las desigualdades en gran parte de la población.

La expansión de la agencia no depende, sin embargo, únicamente de los logros individuales. El segundo elemento relevante tiene que ver con la estructura de oportunidades en la que esos logros tienen lugar. Si estas estructuras no son habilitadoras, sino opresivas, la capacidad de generar cambios se trunca, incluso cuando las personas que buscan promoverlos cuentan con herramientas individuales para intentar impulsarlos. Estas estructuras de opresión se manifiestan en el día a día de muchas personas en forma de racismo, clasismo, machismo, homofobia y aporofobia [8]. Intentar expandir la agencia enfocándose únicamente en los aspectos individuales sin tomar en cuenta estas estructuras de opresión no solo es inefectivo, sino también profundamente ingenuo.

La catástrofe humana que la pandemia viene significando para el Perú ha dejado claro que es simplemente inviable continuar en “piloto automático”. Al mismo tiempo, la fragmentación social que presenciamos tampoco hace parecer factible lograr sólidos consensos acerca del “cómo” conducir la necesaria reconstrucción del Perú post-COVID. Desde una perspectiva más bien realista (que, con algo de razón, alguno podría calificar de pesimista), mi propuesta aboga por empezar por definir con claridad el “qué” antes de enfrascarnos en inacabables discusiones acerca del “cómo”. Reconozco que se trata de una propuesta minimalista y deliberadamente incompleta. No obstante, retomando las ideas de Sen[9], tal vez sea mejor enfocarnos de manera pragmática en actuar desde ya para reducir los sufrimientos, desigualdades y opresiones evidentes que tenemos frente a nosotros, en vez de permanecer ensimismados en la infinita deliberación acerca de cómo “diseñar” una sociedad “perfectamente justa”.


[1] Sen, A. (2014). The contemporary relevance of buddha. Ethics & International Affairs, 28(1), 15-27. doi: http://dx.doi.org/10.1017/S0892679414000033

[2] Deneulin, S. (2019) Por qué el enfoque de las capacidades de sen no es individualista: La concepción de comunidad y relacionalidad en el pensamiento de Amartya Sen. Ponencia para ser presentada en un seminario en la Pontificia Universidad de Chile el 21 de agosto de 2019.

[3] Anand, S., & Sen, A. (1997). Concepts of human development and poverty: A multidimensional perspective. United Nations Development Programme, Poverty and human development: Human development papers, 1-20.

[4] http://ods.inei.gob.pe/ods/

[5] Deneulin, S. (2014). Wellbeing, justice and development ethics. Routledge.

[6] Ibrahim, S., & Alkire, S. (2007). Agency and empowerment: A proposal for internationally comparable indicators. Oxford development studies, 35(4), 379-403.

[7] Nussbaum, M. C. (2011). Creating Capabilities: The Human Development Approach. Cam- bridge, MA: Harvard University Press.

[8] El odio a las personas en pobreza.

[9] Sen, A. (2009). The idea of justice. Harvard University Press.

Sobre el autor o autora

Jhonatan Clausen
Profesor del Departamento de Economía de la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP) y director (e) de investigación del Instituto de Desarrollo Humano de América Latina (IDHAL) de la PUCP.

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