Las rondas campesinas de Chota: el origen

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Revista Ideele N°298. Junio-Julio 2021

Las rondas campesinas nacieron el año 1976 en la región central de Cajamarca para enfrentar el recrudecimiento del abigeato durante la dictadura del general Francisco Morales Bermúdez. Desde que se fundó nuestra República, el abigeato (el hurto del ganado para su comercialización ilegal) fue considerado como característico de la zona, primero por estar vinculado al desorden causado por los caudillos militares en el siglo XIX y luego, porque a lo largo del siglo pasado, sus terratenientes, acostumbrados a enfrentarse entre sí para controlar el poder local en nombre de caudillismos políticos nacionales, originaron el bandolerismo.

Injustamente idealizados en nuestra literatura por uno u otro hacendado justiciero que robaba a los ricos para dar a los pobres, lo cierto es que los bandoleros formaron destacamentos armados o incluso ejércitos particulares con los abigeos (Pérez Mundaca 1996). Década tras década, su terrible legado fue reforzado por la complicidad del sistema comercial, judicial y policial que su práctica requería.

Frente a esta red de corrupción y delincuencia, los campesinos recién logran organizar su autodefensa a mediados de los años setenta porque, para ese entonces, los grandes terratenientes ya habían desaparecido del lugar y paulatinamente los campesinos se habían ido estableciendo como parceleros. Ese proceso de parcelación de haciendas fue singular y distinto de otras zonas rurales de nuestro país. Comenzó durante el segundo gobierno de Manuel Prado, a fines de los años cincuenta, cuando los terratenientes prefirieron abandonar sus haciendas, temerosos de los movimientos campesinos en el sur del país y de los reclamos cada vez más acalorados sobre la necesidad de una reforma agraria.

De esta manera, si en 1940 en la provincia de Hualgayoc el 25% de la población era de haciendas, en 1961 ya lo era sólo el 11%.  Esto trajo consigo que durante el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada (GRFA), ante la falta de haciendas, sólo se crearan cuatro cooperativas en Chota y una en Hualgayoc, y fueron tan rápidamente desmontadas que al terminar el año 1972 ya todos los colonos se habían convertido en parceleros libres.

Mientras tanto, el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL) intentaba una y otra vez ingresar a Chota. Pero rápidamente fue rechazado por los ronderos y sus pocos militantes, obligados a huir a Cutervo donde fueron capturados. PCP-SL no había tomado en cuenta que esa región de Cajamarca estaba poblada por parceleros integrados al mercado, ya para entonces sin pobreza extrema; pero sobre todo, con un alto grado de cohesión, justamente por centrarse en la defensa de su propiedad

Monseñor Dammert, sus agentes pastorales y las rondas campesinas

En 1962, el papa Juan XXIII nombró al Obispo auxiliar de Lima, doctor en Derecho y catedrático, José Dammert Bellido, como Obispo de Cajamarca. Decidido a combatir la pobreza y la falta de educación, el flamante obispo lanza un programa a través de los sacerdotes designados a la parroquia de Bambamarca en Hualgayoc. El enfoque enfatizaba proporcionar ayuda técnica y recursos para organizar sus estancias ganaderas en torno a proyectos de desarrollo.

A pesar de su asistencialismo, los programas contenían elementos que, inevitablemente, tendrían un impacto socio político. Candelario Cruzado et. al (2006) resalta que la atención que los sacerdotes brindaban a los campesinos, invitándolos a asistir a misa en castellano, no en latín, y trabajando con ellos en el campo para formarlos y darles responsabilidades, se percibió como el primer trato horizontal, “entre iguales”, en una sociedad rural que había construido sus jerarquías relegando a los campesinos y más aún a las campesinas a una condición de inferioridad.  El trato de igual a igual fue para Cruzado un acto revolucionario que se manifestó en un mensaje repetido en cursillos, conversaciones y prédicas en el que el campesino no es inferior, sino un ser humano con derecho a la misma dignidad.

Los cursillos eran de quince y ocho días y se daban en Cajamarca y Bambamarca, con jornadas en las estancias y caseríos. Después de asistir a un número determinado, el campesino recibía primero el título de “catequista” y conforme acumulaba mayor cantidad de cursillos pasaba a ser denominado “agente pastoral” cuyo trabajo consistía en hacer de su estancia una “comunidad cristiana”, lo cual implicaba difundir entre sus vecinos sus aprendizajes, realizar ritos tradicionales (como bautizos, cortes de pelo, funerarios y festivos) y, de ser posible, formar en su estancia un grupo que se reuniera a leer y reflexionar sobre la Biblia regularmente. Esta última tarea, tal como diversos testimonios lo refrendan, consiguió la concientización necesaria en la población campesina para su autoorganización tomando como base lecturas extraídas del Antiguo y Nuevo Testamento (como el Éxodo, las Bienaventuranzas, el Buen Samaritano) que tenían en común el reconocimiento de la dignidad del pobre y el aseguramiento de que Dios había llegado para liberarlos.

Como añade Cruzado, por eso los catequistas se identificaban con la descripción del día de Pentecostés y la ordenanza de Pedro de convertirse y bautizarse en nombre de Jesús. Con la presencia de un pequeño grupo de voluntarias alemanas del partenariado con Bambamarca se consiguió que las preparaciones también fueran para mujeres. Este contexto provocó que a pesar de no haber culminado siquiera el segundo grado de educación en la escuela, las mujeres y hombres catequistas, sin distinción de género, empezaran a comparar Biblias, a leerlas y a mejorar la comprensión de los textos, práctica que abriría paso al proyecto de Bibliotecas Rurales de Cajamarca.

La creación de las rondas campesinas en Chota

La toma de conciencia respecto de su poder organizativo ocurrió el año 1971, cuando la autoridad provincial de Hualgayoc, Antonio Ruiz Díaz, decidió cobrar impuestos al derecho de los predios rústicos de los campesinos. Para ello exigió a los campesinos que registraran en formularios todas sus propiedades: casas, terrenos, todo tipo de ganado, aves de corral, incluso cuyes. Ante el atropello, los indignados catequistas organizaron un gran mitin en la plaza de Bambamarca. La policía, descreída de que pudieran llegar a ese nivel de organización, detuvo al párroco Hans Hillenbrand culpándolo de haber planificado la acción. Pero el mitin continuó bajo el liderazgo campesino y Ruiz Díaz dio marcha atrás.

Los catequistas recuerdan este episodio como un hito que despertó la seguridad y confianza necesarias para la autoorganización. Un año después, contando ya con tantas campesinas y campesinos lectores, la parroquia de Bambamarca funda el boletín semanal El Despertar, que presentaba una reflexión bíblica y noticias del mundo, del país y de Cajamarca sobre los temas vinculados al bienestar campesino. El boletín despertó de inmediato su interés, llegando a vender hasta 2,000 ejemplares los domingos y estableciéndose como el único medio de comunicación escrita en la provincia, fortalecido por los libros de las Bibliotecas Rurales.

 En 1976 se produjo una sequía que aumentó rudamente el número de robos cometidos entre campesinos y la venta ilegal de ganado a los restaurantes y los hoteles de Lambayeque y otras ciudades, con la venia y protección de las autoridades judiciales y policiales. La corrupción llegó a tal punto que los abigeos capturados rápidamente eran liberados y al retornar, se burlaban de sus denunciantes.

Liderados por autoridades campesinas, algunos de los cuales eran catequistas, fue como los campesinos decidieron formar rondas de vigilantes y administrar su propia justicia, hecho que produjo una radical reacción de parte de la policía y los jueces implicados en estos casos, pues dejarían de recibir beneficios económicos ilegales y además, en sus labores serían desplazados por campesinos. De inmediato denunciaron a los ronderos por usurpación funciones y al desencadenarse el conflicto armado interno, de inmediato los acusaron de terroristas.

Monseñor Dammert se hizo cargo de la defensa de su organización. Con su apoyo, las rondas no sólo lograron controlar el abigeato, sino que siguiendo las iniciativas surgidas en Chota, se convirtieron en la organización principal de campesinos parceleros y en su entidad de justicia local, dedicada a resolver problemas de linderos, de agua, de derechos de camino, basándose en el principio de que toda persona tiene el derecho de ser juzgado por sus iguales (Starn 1991).

Este papel positivo fue fomentado por el partido político Patria Roja, logrando que trascendieran su papel de meros vigilantes. Rápidamente los demás partidos políticos se interesaron por las rondas. José Pérez Mundaca (1996) encuentra dos razones para ese interés: la primera porque les permitía un nicho electoral, un espacio de clientela política y, en segundo lugar, porque creían que podían ser usados estratégicamente según las agendas partidarias.

Los partidos de derecha, APRA y Acción Popular, buscaban convencer a los ronderos que debían cuidarse del comunismo de Patria Roja, pues perderían sus parcelas, y Patria Roja los advertía de poder convertirse en funcionarios del Estado corrupto y deteriorado por el cual se habían organizado. Este divisionismo generó dos facciones durante la década de 1980, una que agrupaba a las “rondas pacíficas” del APRA y otra a las “rondas independientes” de Patria Roja. El cansancio respecto de estos juegos políticos provocó la desconfianza y la ruptura de los campesinos con los partidos, los cuales optaron por retirarse del lugar y difundir entre la población rural de otras regiones la ronda campesina como modelo de organización.

Fue así como el proceso de difusión de la ronda campesina chotana pasó por dos momentos antes y después de 1985. Un primer momento local vinculado a la producción ganadera, difundido de caserío en caserío, y un segundo momento en el que Patria Roja establece la colaboración de los maestros de escuela para su difusión desde el SUTEP, que estaba bajo su control en ese momento. Fue así como su modelo llegó a Piura, Amazonas, Lambayeque, Ancash y Huánuco. El APRA, se encargó de llevar a Puno y Cusco su versión de las rondas “pacíficas”.

Sendero Luminoso y las rondas ayacuchanas

Mientras tanto, el Partido Comunista del Perú Sendero Luminoso (PCP-SL) intentaba una y otra vez ingresar a Chota. Pero rápidamente fue rechazado por los ronderos y sus pocos militantes, obligados a huir a Cutervo donde fueron capturados. PCP-SL no había tomado en cuenta que esa región de Cajamarca estaba poblada por parceleros integrados al mercado, ya para entonces sin pobreza extrema; pero sobre todo, con un alto grado de cohesión, justamente por centrarse en la defensa de su propiedad (Mundaca). Sendero venía del sur del Perú, donde, como lo relata detalladamente Carlos Iván Degregori (fuente), las Fuerzas Armadas toman a su cargo el control de la región Ayacucho en 1983, agrupando a los campesinos en poblados cerca a los cuarteles y organizándolos en rondas campesinas reconocidas como los Comités de Autodefensa (CAD) para acabar con Sendero Luminoso.

A diferencia del norte, indiferentemente los militares nunca diseñaron una estrategia clara respecto de los CAD, pues se trataba de población reubicada, tratada de manera violenta y humillante, sometida nuevamente a las viejas prácticas de abuso gamonal que imponían trabajo gratuito mediante servicios a los militares que los dirigían y a los centros poblados a los que eran llevados. Pero al igual que en los tiempos previos al GRFA, cuando los militares quedaron conmovidos por las condiciones de vida de los campesinos que los guerrilleros defendían en el Cuzco, los mandos militares abandonaron poco a poco las acciones de represión masiva y empezaron a combatir de manera más selectiva, desarrollando relaciones paternalistas que complejizaron la relación que se tuvo con los campesinos del sur peruano.

Degregori no duda en afirmar que estas rondas campesinas, a diferencia de las chotanas, se encontraban subordinadas a las fuerzas armadas, pero resalta el hecho de que a sus integrantes no les molesta haber tenido ese vínculo, sino que incluso los llena de orgullo, pues el éxito de las CAD al extenderse por toda la región y vencer al PCP-SL, mostró a los ronderos como mejores combatientes que los militares.

Esta dependencia militar, las aleja y opone a las rondas campesinas organizadas en Chota o Hualgayoc, rondas creadas por campesinos parceleros libres, que funcionan hasta hoy, a pesar de sus excesos y errores, bajo un sistema democrático enfrentado contra abigeos, comerciantes y funcionarios públicos corruptos. Capaz de desarrollar una solidaridad horizontal entre campesinos, cuarenta y cinco años después, sus rondas les han permitido no sólo fortalecer su identidad al punto de poder enfrentar la estigmatización, sino el ser capaces de respaldar orgullosamente al primer maestro rondero que llegó a ser Presidente de una República que dos siglos atrás fue fundada sobre la indiferencia y sometimiento de su población campesina.

Referencias

Cruzado Bautista, Candelario, Neptalí Vásquez Mejía y Concepción Silva Estrada. Recuerdos de la Evangelización Bambamarquina. Cajamarca, Asociación Obispo Martínez Compañón, 2006

Degregori, Carlos Iván, José Coronel, Ponciano del Pino y Orin Starn. Las rondas campesinas y la derrota de Sendero Luminoso, Lima, IEP/Universidad Nacional de San Cristóbal de Huamanga, 1996.

Gitlitz, John S. y Telmo Rojas. “Las rondas campesinas en Cajamarca-Perú”. Apuntes 16: 115-141, 1985

Pérez Mundaca, José. Rondas campesinas. Poder, violencia y autodefensa en Cajamarca central. Documento de trabajo Nº78, Lima, IEP, 1996

Starn, Orin. “Con los llanques todo barro”: Reflexiones sobre rondas campesinas, protesta rural y nuevos movimientos sociales. Lima, IEP, 1991

Sobre el autor o autora

Carla Sagástegui Heredia
Escritora y humanista. Doctora en Arte, Literatura y Pensamiento por la Universidad Pompeu Fabra y licenciada en Lingüística y Literatura con mención en Literatura Hispánica por la Pontificia Universidad Católica del Perú.

1 Comentario sobre "Las rondas campesinas de Chota: el origen"

  1. Excelente trabajo y oportunidad para leer el significado del tema.

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