Aprendiz de bruja (cuento)

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Revista Ideele N°298. Junio-Julio 2021

He invocado al viento. Me he iniciado en las artes secretas, he invocado al viento y ahora vive en mi casa. Por las noches me arrulla con su canto y por las mañanas me despierta con sus soplidos, enredando y desenredando mi pelo sobre la almohada. Me gusta verlo ensayar distintas voces cuando se pasea entre las cacerolas, entre las páginas de los libros, entre los helechos. Me gusta el ulular de su paso entre mis sábanas. Con su aliento seca la ropa que dejo colgada en el baño, con sus dedos toca sinfonías en los quitasueños que cuelgan de mis ventanas y en sus brazos se acunan mis niños a la hora de dormir.

Nunca olvidaré las primeras veces, la fascinación de verlo danzar ante el mínimo movimiento de mis manos. Me sentía tan pode- rosa entonces. Una ondulación de mis dedos y el viento llegaba a mi casa con su traje de brisa fresca. A veces llenaba mi casa de pájaros o mariposas o me regalaba una alfombra de hojas secas. A veces llegaba con el olor entrañable del mar. A veces hasta traía consigo al sol. Un mínimo gesto de mis manos y mi casa se cargaba de risa, el viento jugando con mis niños. Apenas una mirada, y el viento susurrando secretos en mis oídos, acariciándome los brazos, rodeando mi cintura, aferrado a mis caderas. Un sutil juego de palabras, y el viento a mi lado, llenándome las velas, y yo nave, nube, ola, molino, azor.

He invocado al viento. He invocado al viento y ahora vive en mi casa. Pero una tormenta se esconde en los rincones, una tormenta me acecha en las esquinas. Y yo nunca la veo venir. No sé qué hago para desatarla y siempre, siempre, me agarra desprevenida. A veces es una palabra prohibida, a veces un movimiento inesperado, a veces un tono de voz, y entonces el viento se enfurece y ninguno de mis conjuros consigue calmarlo. Al contrario, mis esfuerzos lo irritan y sopla, se revuelve, se enardece, mis ollas ruedan por los suelos, los quitasueños se hacen trizas contra los cristales. El viento ruge y arranca de cuajo los helechos. No encuentro palabra mágica para aplacar al animoso viento. Su furia me levanta por los aires, me arroja contra las paredes, me golpea, me lastima, me deja marcada, triste, adolorida. Su furia me sacude, me desgarra, me lacera, me rompe la boca, me apaga los ojos, se convierte en un silbido ensordecedor en mis oídos. Y cuando el dolor casi me hace desear la muerte, la tormenta deja en su lugar a aquella brisa fresca llena de canciones y caricias. Y yo no entiendo nada, de pronto se me curan las heridas y yo no entiendo cómo empezó todo, cómo terminó, de dónde surgió tanta pesadilla. Reviso pócimas, conjuros, encantamientos, y no entiendo.

Me he iniciado en las artes secretas. He invocado al viento. Pero la mayor de mis artes consiste en ocultar las huellas de esa tormenta en mi cuerpo, en disimular llagas y moretones con polvos, cremas, lociones bronceadoras. Los que llegan a mi casa alaban la frondosidad de mis helechos, la armonía de los quitasueños en mis ventanas, la ausencia de polvo en mis estantes, el sabor de mis guisos, la longitud de mi cabello, la sonrisa de mis niños. Algunos comen- tan, «Mira qué feliz, ha domesticado al viento». Cuando a veces, solo a veces, se me quiebra la voz, los otros no lo perciben, absortos con el brillo de mi mirada. Y si el ruido de la tormenta llega a los oídos de los vecinos, estos se convencen de que se trata del televisor. Conozco bien la química de esos hechizos y los otros nunca ven esa tormenta que se oculta en las esquinas.

He invocado al viento. He invocado al viento y ahora vive en mi casa. Pero una tormenta espera agazapada en las esquinas.

* Este cuento forma parte del libro “La ciudad en que no estás. Cuentos Reunidos”, título recientemente publicado por Margarita Saona.

Sobre el autor o autora

Margarita Saona
Ph. D. por la Universidad de Columbia. Estudió lingüística y literatura en la Pontificia Universidad Católica del Perú. Recibió un doctorado en Literatura Latinoamericana de Columbia University en la ciudad de Nueva York. Es profesora de Literatura y Estudios Culturales en el departamento de Estudios Hispánicos e Italianos en la Universidad de Illinois en Chicago. Entre su obra creativa se encuentran dos libros de ficción breve, Comehoras (Lima, 2008) y Objeto perdido (Lima, 2012), y un poemario, Corazón de hojalata/Tin Heart (Chicago, 2017), que fue publicado también en edición peruana en el 2018 como Corazón de Hojalata bajo el sello Intermezzo Tropical.

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