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Imagen: Andina.pe Revista Ideele N°298. Junio-Julio 2021El Perú estatizó empresas y luego las privatizó. Las estatizó al 100% y luego las privatizó al 100%. Fueron experiencias traumáticas. El velasquismo y sobre todo el primer alanismo dejaron experiencias que no se quieren repetir. Empresas deficitarias y con manejo corrupto. La privatización tampoco dejó buen sabor. El Perú cambió empresas estatales peruanas por empresas estatales chinas o de otros países. Es decir, cambiamos estatismo peruano por estatismo extranjero.
¿Por qué otros estados sí podrían tener un manejo empresarial eficiente en el Perú y el Estado peruano no podría?
No hay respuesta sensata a esta pregunta tan simple. El Estado sería mal empresario, pero sólo si es peruano. Si es extranjero, sí es buen empresario y lo tratamos como si fuera un empresario privado. No tiene sentido.
El Estado peruano debería reposicionar su capital y mejorar su administración. Debería entrar en empresas o proyectos empresariales con cierta participación. No es necesario pensarlo en forma binaria: O 0% ó 100%. El Estado puede entrar, ejemplifiquemos, con un 30% del capital y el 70% son capitales privados o estatales, nacionales o extranjeros. Tal vez mañana alguna empresa extranjera se quiera ir del Perú, como ya ha ocurrido. Pues el Estado peruano puede comprar parte del capital en alianza con capitales de otras procedencias. Por supuesto que para esto se requiere cambiar la constitución o promulgar una ley especial. Es claro que tal operación financiera sería calificada de “estatización”.
¿Estatizamos y privatizamos a la vez? Pues sí, eso mismo. Un pensamiento maniqueo por supuesto que no lo va a entender. El Estado tiene que reposicionar su capital empresarial para ponerlo en parte donde no está o se ha retirado hace décadas y sacarlo en parte de donde hoy tiene presencia. Este reposicionamiento va de la mano con relanzar tanto las empresas estatales que ya tiene como las empresas que podría tener. El relanzamiento no es sólo financiero o de composición del capital, sino tecnológico y administrativo. Se necesita una nueva gestión y ambos movimientos van en la dirección de una mejora administrativa, un shock de buena gestión.
Pero, por otro lado, el Estado peruano ya tiene empresas estatales, con el 100% de la propiedad, en el FONAFE, que producen aproximadamente un 5% del PBI. Pues aquí también el Estado podría reposicionarse. El Estado podría reducir el 100% de su participación a, digamos, 70% y entrar en sociedad con empresas nacionales o extranjeras, privadas o estatales. Con esto el Estado podría relanzar sus empresas con capital, tecnología y un rediseño administrativo. Es claro que tal operación financiera sería calificada de “privatización”.
¿Pero qué pasó aquí? ¿Estatizamos y privatizamos a la vez? Pues sí, eso mismo. Un pensamiento maniqueo por supuesto que no lo va a entender. El Estado tiene que reposicionar su capital empresarial para ponerlo en parte donde no está o se ha retirado hace décadas y sacarlo en parte de donde hoy tiene presencia. Este reposicionamiento va de la mano con relanzar tanto las empresas estatales que ya tiene como las empresas que podría tener. El relanzamiento no es sólo financiero o de composición del capital, sino tecnológico y administrativo. Se necesita una nueva gestión y ambos movimientos van en la dirección de una mejora administrativa, un shock de buena gestión.
Con esto salimos de la lógica binaria y pasamos a una lógica más convexificada. El Estado peruano puede hacer alianzas o sociedades con capitales peruanos o extranjeros, tanto privados como públicos. Se suele hablar de “alianzas público privadas”, pero por lo general sólo en referencia a que el Estado se vaya retirando de donde ya está, no así para que entre donde aún no está. Una economía mixta tiene que ser dinámica. El reposicionamiento, que podría ser calificado de un proceso continuo de “estatización” y “privatización”, ocurre según las oportunidades de inversión desde un punto de vista de rentabilidad social, no exclusivamente privada. Otros estados en el mundo tienen lógicas similares. No es algo tan nuevo tampoco. Lo claro es que los esquemas de la guerra fría son limitados frente a las posibilidades que ofrece un enfoque más intermedio y dinámico sobre este aspecto de la economía. ¿Está el Perú listo para dar este paso? Todo parece indicar que sí.
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