La actividad cultural en Lima y, en menor escala, en el resto del país ha experimentado un crecimiento importante en los últimos años. Y este que termina ha sido, en términos de cantidad de producción, particularmente notable para ciertas áreas como el teatro o el cine.
En el 2014, cerca de una veintena de piezas cinematográficas nacionales, entre largos y medio metrajes, fueron estrenadas en las distintas salas comerciales superando en número a las realizaciones del año pasado y consiguiendo, algunas de ellas, un inusitado éxito de taquilla. Para el 2015, otro grupo de cintas están a la espera de ser estrenadas.
Además del Festival Internacional de Cine de Lima, auspiciado por la PUCP desde hace un par de décadas, dos más tuvieron lugar en el interior del país: “Cinesuyo” del Cusco, en su 4ta edición organizado por la Dirección Desconcentrada de Cultura de Cusco con el apoyo de la Direccióndel Audiovisual, la Fonografía y los Nuevos Medios del Ministerio de Cultura; y el Segundo Festival Internacional de Cine de Ayacucho, patrocinado por la Municipalidad Provincial de Huamanga y la Asociación Peruana de Prensa Cinematográfica APRECI. Estas dos apuestas de descentralización de la difusión de la cinematografía nacional hacen posible que cintas vistas en Lima puedan llegar a miles de espectadores del interior del país contribuyendo a formar la cinefilia en las nuevas generaciones de provincias, amén de acoger el interés y esfuerzo de los cineastas por las alianzas y el apoyo estatal.
Sin embargo, el debate entre el gobierno y el gremio cinematográfico respecto a destinar el diez por ciento de las entradas a un fondo encaminado a subvencionar el cine nacional lleva ya varios años y no se percibe mayor urgencia de parte del Ministerio de Economía y Finanzas por resolverlo. Mientras eso ocurre, ese dinero continúa ingresando a las arcas municipales.
A diferencia del cine, se hace difícil llevar un recuento de las obras teatrales presentadas en salas, espacios alternativos, casonas, calles y plazas. Entre otras razones, porque solo unas pocas fueron difundidas por la prensa y no todas pasaron por las redes sociales, a pesar de que hoy se ha convertido en la mejor opción para los menos visibles. Sumado a esto, muchos espectáculos se ofrecieron en temporadas brevísimas por la escasez de escenarios o de dinero para soportar los costos de una permanencia en cartelera.
La enorme cantidad de proyectos teatrales desarrollados durante el año 2014 produjo algunas interesantes y poco usuales coincidencias que vale la pena mencionar.
Entre ellas, cuatro piezas de teatro con un reparto formado únicamente por personajes de raza negra compartieron temporadas en distintos escenarios de la capital en el lapso de ocho meses. Fue el caso de Duelo en malambo, En la calle del Espíritu Santo, Estrella negra, Al otro lado de la cerca, las tres primeras inspiradas en hechos o pasajes de nuestra historia latinoamericana pasada o reciente protagonizada por población afro descendiente. Este hermoso y casual encuentro de propuestas aportó a los esfuerzos sostenidos por diversas instituciones y organizaciones que trabajan en pro de la visibilización de la identidad afroperuana, sus aportes y participación destacada en los diversos campos de nuestra cultura. Lamentablemente, la alegría de esta presencia negra en los escenarios de Lima se vio atravesada por la pena a raíz del fallecimiento de tres grandes exponentes del arte negro: Victoria Santa Cruz, Rafael Santa Cruz y Pepe Vásquez.
Tres concursos de dramaturgia se convocaron casi en simultáneo. Al reconocido Pon tu obra en escena, organizado cada dos años por el Teatro Británico, se le sumaron Sala de Partos del Teatro la Plaza y Nueva Dramaturgia Peruana del Ministerio de Cultura, premiando a tres jóvenes autores cuyas obras veremos en escena el próximo el 2015.
El incremento de las producciones culturales no ha provocado en los medios una ampliación o renovación de sus espacios dedicados a ellas
Por su parte, los proyectos Microteatro y Kontenedores, se constituyeron en dos experiencias teatrales de formato similar. La primera ocurrió en Barranco donde fueron presentadas 7 microobras de 15 minutos para un público de 15 personas en espacios de 15 metro cuadrados, las cuales se representaban en sesión continua dentro de 5 espacios distintos al interior de una antigua casona del distrito. La segunda instaló en el Puericultorio Pérez Aranibar 7 contenedores de barco para albergar a 14 obras en simultáneo de 15 minutos cada una para una audiencia no mayor a 20 personas.
En la extensa lista de eventos culturales destaca el Festival de las Artes Escénicas de Lima, FAEL, organizado por la Gerencia de Cultura de la Municipalidad de Lima. Allí se dan cita la danza, el teatro, la música, el circo y los pasacalles. En esta oportunidad, durante 21 días del mes de noviembre, compañías de Argentina, Chile, Colombia, Ecuador, Gran Bretaña, México y Suiza, compartieron escenario con varias decenas de elencos nacionales, en salas, calles, plazas y casonas del centro histórico, congregando a miles de espectadores en su mayoría jóvenes. Pero no menos trascendente resultó La Fiesta Internacional de Teatro en Calles Abiertas que en su decimotercera edición ofreció en Comas, espectáculos de grupos nacionales y extranjeros.
Este despliegue de proyectos resulta siendo una evidencia clara de la efervescencia del movimiento teatral vivida el año que finalizó. Y si bien no es posible contar con un aproximado global de la cantidad de espectadores, podemos apreciar que la demanda, a pesar de haberse incrementado, aún está muy por debajo de la oferta.
Repasando someramente otros campos, nos encontramos con dos Ferias del libro en Lima y una en Arequipa. La danza nos trajo un nuevo y estupendo Festival Internacional organizado por el ICPNA. La Sociedad Filarmónica nos ofreció magistrales conciertos dirigidos por grandes Maestros internacionales. Tuvimos el 3er Festival Internacional de títeres para adultos en auditorios descentralizados, al elenco nacional de Folklore con su puesta Retablo en el Gran Teatro Nacional. En fin, muchos otros eventos, coronados con el otorgamiento de los Premio Nacionales de Cultura.
La otra cara de este rico panorama nos muestra enormes carencias. Consideramos, por ejemplo, que los medios no asumen aún la responsabilidad de ofrecer una cartelera seria con información relevante sobre las ofertas culturales en curso que orienten la elección del espectador. En el mejor de los casos se menciona apenas el título del evento, la dirección del lugar de presentación y la venta de entradas en teleticket. No hay datos sobre el director, el autor y menos aún sobre los actores o intérpretes. Y esto es así desde hace muchos años. El incremento de las producciones culturales no ha provocado en los medios una ampliación o renovación de sus espacios dedicados a ellas. ¿Resulta tan difícil ofrecer una agenda semanal más completa? Por qué no concentrar, por ejemplo, la información relativa a la danza los días miércoles, a la plástica los viernes, dedicar los jueves al teatro, y así cada día de la semana, compartiendo la cartela cinematográfica que, aunque en espacio muy reducido, no deja de estar presente. Hace mucho que el cine dejó de ser la única opción de entretenimiento.
A diferencia de otros países como Argentina, Colombia o México, con políticas culturales bien definidas que han logrado que el consumo de cultura forme parte de las prácticas de bienestar de su población, nosotros,nos encontramos, quizás, a mitad de camino con la esperanza de que el trecho por recorrer no sea demasiado largo.
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