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Revista Ideele N°299. Agosto-Setiembre 2021El primer mes de gobierno del presidente Pedro Castillo ha sido prácticamente una continuación del proceso electoral. Después de una victoria accidentada, con acusaciones infundadas de fraude por parte de Keiko Fujimori y sus aliados ideológicos y políticos, la victoria de Perú Libre se proclamó muy cerca del 28 de julio. Lo cual significó tener poco tiempo para garantizar un cambio de mando eficiente, que incluya un periodo de discusión sobre los nombramientos ministeriales más idóneos, para la implementación de las políticas públicas necesarias que nos permitan enfrentar los principales problemas del Perú en este contexto de crisis.
Sin duda, las estrategias legales para dilatar el nombramiento de Castillo son la principal causa por la que los nombramientos han sido accidentados. Lo que hemos tenido, más bien, es una estrategia desestabilizadora por parte de las derechas peruanas, desde las más liberales hasta las más extremistas. Mientras tanto, la crisis económica continua, con una posible tercera ola que se avecina y con problemas serios en el sector educación. Felizmente, la vacunación sigue su curso, a pesar de que la última vacunatón no cumplió su meta.
La estrategia del gobierno, por su parte, ha sido de afirmación de un proyecto político que promueve una profunda transformación del país. Expresado aún como intención, pero con muestras firmes de querer cumplir el mandato popular expresado en las urnas. Sin embargo, el rol de los diferentes actores de la coalición que respalda a Castillo en su gobierno, ha sido fuente de especulaciones que han servido de comidilla para varios periodistas (desde los más sensacionalistas hasta los más serios) y analistas para montar posibles escenarios políticos, con una narrativa en común que genera inestabilidad e incertidumbre. Lamentablemente, esto ha llegado a afectar la vida cotidiana de los ciudadanos.
La salida de Héctor Béjar fue, a mi juicio, una muestra de la estrategia desestabilizadora, asegurándole a la oposición una victoria parcial, pero simbólica. El exguerrillero y sociólogo es un símbolo de la izquierda peruana. La derecha y algunos agentes mediáticos utilizaron declaraciones tergiversadas del excanciller de hace algunos meses atrás, acompañadas de una campaña de terruqueo y de revisionismo histórico sobre el rol de las fuerzas armadas en los procesos de violencia política del s. XX.
El terrorismo es un método criminal, no un periodo histórico. Sendero Luminoso y el MRTA fueron grupos terroristas, pero también existió terrorismo de Estado, así como actos terroristas en los años 70 cometidos por miembros de la Marina. Incluso, si vamos más atrás en la historia, el APRA fue considerado una organización terrorista. Por eso, es importante entender el terrorismo y la construcción semántica, jurídica y política del término como un fenómeno histórico de larga duración, como bien lo ha señalado la historiadora Cecilia Méndez en una reciente publicación.
El Perú imaginado desde los Andes, cuyo pasado mítico fue arrebatado por el proyecto del nacionalismo criollo, se ve representado en el presidente Castillo. El Estado peruano nunca se acomodó bien a la nación, como decía Jorge Basadre, la historia del Perú no era la historia de sus pueblos. Por eso, él soñaba que dicha historia empiece a escribirse en función de esa “naturaleza peruana”. No la “naturaleza” de los paisajes o de los suelos, sino del encuentro de la “multitud” con sus “líderes”.
Luego de este episodio y la renuncia de Héctor Béjar, se abrió un debate público sobre la memoria, los diferentes periodos de violencia política de nuestra historia reciente y el conflicto armado interno. El terruqueo y el macartismo de las derechas más autoritarias, que han alimentado un proceso de fascistización (o sinceramiento) de ciertos sectores de las clases medias o altas, han sido las principales armas para desestabilizar al gobierno y el nombramiento de los ministros. Estrategia ya conocida, que estuvo presente en las últimas elecciones, pero que se puede rastrear desde los años 90 en diferentes procesos electorales y en momentos de conflictividad social.
En mi opinión, las investigaciones por apología al terrorismo y terrorismo a los ministros y otras figuras de Perú Libre, no tienen ningún asidero. Hay muchas otras cosas por las que se les puede cuestionar. Cuestionamientos válidos y necesarios, de los que se esperaría una rectificación, como lo hizo el premier Bellido en su último discurso en el Congreso de la República, sobre algunas declaraciones machistas. Sendero Luminoso como organización política y como proyecto ideológico ha sido derrotado, pero la estrategia del miedo que utiliza el trauma nacional y el dolor de miles de personas sigue vigente. Aunque, a mi juicio, es una estrategia equivocada. Puede estar funcionando para movilizar a grupos particulares de la derecha más ideologizada en las capas medias y altas de nuestro país, pero no para crear un escenario de vacancia que les dé la legitimidad suficiente para gobernar. Por lo menos no en el marco de la democracia y el estado de derecho.
En ese sentido, la respuesta del gobierno ha sido bastante inteligente. No me atrevo a afirmar que fue planificada desde un inicio, pero se tomaron las oportunidades de una manera pertinente. Nombrar a Oscar Maurtua, un canciller que dista mucha del posicionamiento de Perú Libre en política exterior, como una forma de mostrar que Castillo toma las decisiones y no Vladimir Cerrón, fue una respuesta que abrió un escenario favorable de cara a la confianza que el premier iba a pedir en el Congreso el día 26 de agosto.
Sin embargo, pocos días antes, al inicio de la semana clave para el gabinete Bellido, una noticia nos sorprendió a todos: Vladimiro Montesinos sería trasladado de la Base Naval a una cárcel común de máxima seguridad, colocando de nuevo al medio de la discusión a la Marina y las llamadas telefónicas de Montesinos en plena campaña electoral para ayudar a Keiko Fujimori. Si bien la Marina ya había solicitado el cierre de la cárcel que se encuentra en la Base Naval, el momento de la decisión de trasladar al ex asesor de Fujimori fue propicia para el gobierno. Montesinos es indefendible y muchos de los que estaban siguiendo el plan desestabilizador al gobierno, cayeron en la trampa de cuestionar dicha decisión, pareciendo defender al villano más famoso de la historia reciente.
Antes de entrar a la cuestión de confianza, cuyo otorgamiento abre un nuevo escenario político en el país, recordemos que el discurso de Castillo en el Congreso, durante su asunción al mando, fue celebrado por su contenido históricamente reivindicativo, con una mirada de la historia desde una perspectiva no oficial, desde abajo, resaltando críticamente el legado colonial en los cimientos de nuestra república. El simbolismo que envuelve a Castillo como campesino, profesor rural, rondero y sindicalista, frente a la figura del rey de España y la extrema derecha peruana, convirtió ese momento en un discurso sin duda inolvidable tanto para simpatizantes como para detractores. El Bicentenario de la independencia ha puesto la cuestión cultural de nuestro país en el escenario político, ya que nunca hemos sido una comunidad imaginada por todos, sino solo por unos cuantos.
El Perú imaginado desde los Andes, cuyo pasado mítico fue arrebatado por el proyecto del nacionalismo criollo, se ve representado en el presidente Castillo. El Estado peruano nunca se acomodó bien a la nación, como decía Jorge Basadre, la historia del Perú no era la historia de sus pueblos. Por eso, él soñaba que dicha historia empiece a escribirse en función de esa “naturaleza peruana”. No la “naturaleza” de los paisajes o de los suelos, sino del encuentro de la “multitud” con sus “líderes”.
La figura del presidente Pedro Castillo que, como bien señalan Natalia Gonzáles y Macarena Moscoso en su reciente artículo en el libro “El Profe” publicado por el IEP, es la de un humilde profesor rural, aquel agente del Estado que lleva la democratización y la promesa de ciudadanía a las comunidades andinas a través de la enseñanza de la lectura y la escritura en castellano, esa “palabra de maestro” que ofrece “no más pobres en un país rico” podría, en mi opinión, ser ese encuentro del que escribía Basadre, la promesa finalmente cumplida por la que la historia del Perú le pertenece a sus pueblos. Pero no es tarea sencilla. No es sólo una performance política o un momento. Es un papel histórico que implica llevar las aspiraciones frustradas de esa multitud, sus ilusiones y necesidades, quizá confusas, al campo de lo concreto y excederlas. Tamaña tarea. Especialmente, luego de la crisis que el COVID-19 ha causado en el Perú.
Para concluir, la estrategia del premier al hablar en quechua en su discurso, así como el hecho de chacchar coca en el hemiciclo, fue acertada y bastante inteligente. Era de esperarse, pero la oposición congresal y la derecha en general, no parece mostrar muchas luces desde la derrota electoral. No lo anticiparon. Por eso, la discusión del día no se centró en el contenido del discurso del premier y las políticas que el gobierno va a implementar para sacarnos de la crisis; sino del rol del quechua como idioma oficial de la nación, de su historia como lengua ancestral y de su olvido a partir de la discriminación. Una discusión muy importante que sin duda hay que atender, y no solo con el quechua, sino con todas las lenguas originarias, para poder empezar a imaginar nuestra nación o -nuestras naciones- como iguales y finalmente salir de este abismo de la historia, como decía el historiador tacneño, donde Mancos y Pizarros caen una y otra vez. La confianza está dada. El pueblo espera que la promesa se cumpla.
Muy interesante y acertado su comentario…
un análisis sociopolítico y sociocultural que mira el punto de quiebre en el Perú, felicitaciones sociólogo Manuel Benza. Antrop. Crisanto.
El Perú tiene que ser grande. Profesor Castillo siga con la misma línea política. No quebrantar. Todos los peruanos seremos ganadores. Viva nuestro Presiente Castillo.
EXCELENTE,CLARO Y CONCRETO ANÁLISIS DE LA ACTUAL REALIDAD NACIONAL, MUCHAS GRACIAS AL AUTOR,EXTRAORDINARIO PROFESIONAL; EMULO DE SU ILUSTRE PADRE DON MANUEL BENZA PFLUCKER !!!
Un gran artículo corto de mi hijo Manuel Benza Llatas. Él está en la Universidad de Bayreuth, Alemania. Allí terminará en noviembre su Maestría en Global History. Luego hará un doctorado en Antropología con mención en culturas prehispánicas latinoamericanas. Observa nuestro presente preocupado. Pero es patriota. La izquierda es el presente y también el futuro, porque es Justicia.