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Revista Ideele N°274. Octubre 2017Durante varias semanas el fantasma de la amenaza de un rebrote terrorista volvió a recorrer el Perú, como ha ocurrido intermitentemente durante los últimos 17 años. La única diferencia fue que esta vez quien agitó el espantajo no fueron los fujimoristas, o militares y policías retirados, o grupos conservadores, sino el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski (PPK).
Por provenir de la cúspide del Estado, y estar aderezado por informes de inteligencia que muchos medios de comunicación publicaban casi como publirreportajes, sin comprobarlos ni analizarlos, tuvo un fuerte impacto aunque, como en anteriores oportunidades, se desvaneció rápidamente porque es solo eso, un fantasma, sin asidero en la realidad. El terrorismo no está rebrotando en el Perú.
Otros factores también contribuyeron al impacto mediático. El primero, la fuerza insospechada de la huelga magisterial, supuestamente dirigida por una estrambótica alianza de senderistas de la facción de Abimael Guzmán aliados con el recién creado –por la desbordante imaginación del Ministerio del Interior- brazo político-sindical de los hermanos Quispe Palomino que dirigen a los remanentes de Sendero en el VRAEM, al que apodaron “Proseguir”, usando una antigua denominación que usó esa pandilla.
En segundo lugar, otro ingrediente que ayudó a la difusión de esa fantasía, fue la conmemoración del 25° aniversario de la captura de Abimael Guzmán y la cúpula terrorista, hecho que sirvió para que, por razones políticas de actualidad, el fujimorismo estuviera en la primera fila de los homenajes. Fue una vergüenza, por ejemplo, que el gobierno accediera a marginar al general Antonio Ketín Vidal de la condecoración y ceremonia en palacio de gobierno. La primera vez que se le otorgó una condecoración a los captores de Guzmán fue el 12 de setiembre de 2001, cuando se galardonó en el Ministerio del Interior al general Vidal y a todos los miembros del GEIN.
En tercer lugar, coincidiendo con lo anterior, fue liberada Maritza Garrido Lecca y se anunció la pronta liberación de otros sentenciados por terrorismo que pronto cumplirán sus condenas. Eso sirvió también para azuzar los temores de la población. Esos senderistas supuestamente saldrían de prisión para volver a las andadas y reiniciar las acciones terroristas.
Ese es un mito absurdo que han venido repitiendo los sectores conservadores señalados al principio, desde el año 2000. Supuestamente la democracia débil y boba ha liberado terroristas y esos son los que realizan acciones armadas y asesinan policías, soldados y civiles en el VRAEM y antes en el Alto Huallaga, cuando en verdad esas son bandas que operan allí desde la década de 1980.
En realidad nunca se liberó a ningún terrorista en democracia, salvo los que cumplían su condena como manda la ley. Los liberados fueron los sentenciados falsamente por terrorismo por los ilegales tribunales militares sin rostro creados en el gobierno de Alberto Fujimori. Y fue en ese gobierno que, por presión internacional y nacional se liberó a 535 condenados por terrorismo (en el gobierno de Valentín Paniagua 227 y en el de Alejandro Toledo 131). Ninguno de los casi 900 excarcelados cometió nunca un acto terrorista luego de su liberación. (La República, 17.9.17).
Pero a partir de esas mentiras el fujimorismo y grupos conservadores han intentado convencer a la opinión pública que la democracia es blandengue y concesiva con el terrorismo. Precisamente en el contexto de avivar el temor al regreso de Sendero, el ministro del Interior rehabilitóesa idea: “Basombrío afirma que nuestra democracia es débil y boba” (Gestión, 8.9.17).
Otra de las ideas insensatas propuestas por el ministro del Interior, pretendiendo superar a los congresistas fujimoristas, ha sido la de privar de derechos políticos a los sentenciados por terrorismo que salgan en libertad. Con ese criterio, Hugo Blanco –que, dicho sea de paso, nunca renegó ni se arrepintió de sus ideas- no hubiera podido integrarse a la democracia y ser diputado y senador. Ni Pepe Mujica hubiera podido ser presidente de Uruguay ni su esposa Lucía Topolansky vicepresidenta actualmente, ni Dilma Rousseff presidenta de Brasil.
Una de las “evidencias” que presentó el Ministerio del Interior (Mininter) para “probar” que Sendero del VRAEM compartía la dirección de la reciente huelga magisterial fueron grabaciones de conversaciones de terroristas del VRAEM con cuatro profesores ayacuchanos, las últimas de las cuales son de ¡hace cinco años! Ninguno de esos profesores fue dirigente nacional en la última paralización y el único que actualmente tiene un cargo es uno que ocupa la subsecretaría del Sute-Ayacucho. Probablemente tenían algún vínculo en esa época con los senderistas del VRAEM, pero hasta ahora ninguno está procesadopor terrorismo. (“Detectan contactos de profesores del Sutep con los Quispe Palomino”, La República, 27.8.17).
Otra de las “pruebas” del Mininter fue publicada escandalosamente en la primera plana de El Comercio: “Inteligencia policial detecta 34 grupos vinculados al Movadef”. (27.8.17). La apariencia es que es un movimiento enorme. No obstante, en el reportaje se reconoce que son “grupos minúsculos de fachada de Sendero Luminoso”. Según ese diario “buscan generar descontento social”.

“Terrorista es el que realiza acciones terroristas o las está preparando. El Mininter no ha podido demostrar eso”
Y esa es la realidad. Son grupos pequeños que “buscan generar descontento social”, es decir, hacer lo que vienen haciendo las izquierdas desde hace muchas décadas. Pero no son terroristas.
Abimael Guzmán, que es un cobarde, se entregó sin ofrecer resistencia y rápidamente se rindió, para tratar de obtener mejores condiciones carcelarias y eventualmente su liberación. En 1993 Vladimiro Montesinos hizo grabar un video a Guzmán con toda la cúpula senderista en el cual se rendía, pedía un acuerdo de paz y llamaba a sus huestes a deponer las armas. Todo el país lo vio.
Los seguidores de Guzmán no realizan acciones terroristas desde hace 24 años y están tratando de participar legalmente en el sistema político a través del Movadef, el Fudep y otras organizaciones. Y, por supuesto, participan en movilizaciones y huelgas allí donde pueden. Sin duda han intervenido en la reciente huelga magisterial, aunque no en la magnitud que le atribuyó el Mininter.
Pero no son terroristas. Terrorista es el que realiza acciones terroristas o las está preparando. El Mininter no ha podido demostrar eso. No ha podido probar que ningún dirigente magisterial sea terrorista, ni que los vinculados al Movadef lo sean.
La diferencia no es intrascendente. A los terroristas hay que perseguirlos policialmente y aplicarles la ley. A los agitadores de ideas extremistas hay que combatirlos políticamente.
La falsa acusación de terroristas a los dirigentes magisteriales tuvo efectos desastrosos para el gobierno, porque no acabó con la huelga, al contrario la incentivó como señala Jaime de Althaus. (“¿Cómo así pudo crecer tanto esta huelga?” Lampadia, 28.8.17). El veto del Minintera 25 de los 30 dirigentes de la huelga también contribuyó a impedir una solución más pronta.
Por último, el supuesto rebrote terrorista no es posible en el Perú del 2017, como he explicado en un artículo en El Comercio. (“¿Puede volver el terrorismo de Sendero?, 10.9.17. http://elcomercio.pe/opinion/columnistas/volver-terrorismo-sendero-ferna…). Lo que nunca se puede descartar es un atentado de un grupo desquiciado, por eso la policía debe estar siempre alerta.
Son ridículos los temores de ciertos ex magistrados y policías retirados respecto a la fuerza del “pensamiento Gonzalo”, o a la posibilidad de que un anciano achacoso de 82 años, recluido desde hace 25 en la prisión de máxima seguridad de la base naval, pueda dirigir el resurgimiento de las acciones armadas de SL. Sin duda ha inspirado al Movadef, pero no puede determinar -si es que se le llegara a ocurrir- el reinicio de acciones terroristas como las que vivió el Perú el año 1980.
En realidad el país no está amenazado por ningún rebrote terrorista, sino por el terrorismo verbal de algunos funcionarios gubernamentales, que han logrado neutralizar temporalmente los ímpetus fujimoristas en su contra volviéndose más radicales que ellos, sin medir el daño que causaban al propio gobierno y al país.
(REVISTA IDEELE N° 274, OCTUBRE 2017)
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