Orin Starn: “Queríamos comprender cómo a partir de intenciones que no son malas se llegan a realizar matanzas terribles”

Escrito por Revista Ideele N°300. Octubre-Noviembre 2021

La historia de la violencia política en nuestro país no es un tema nuevo para el antropólogo norteamericano Orin Starn. Él vivió parte de ella en la década de 1980 cuando realizaba en nuestro país trabajo de campo con las rondas campesinas. Desde ese entonces ha seguido con detenimiento el auge y descenso del conflicto armado interno. El libro “Ríos de sangre” (IEP, 2021) nos propone una mirada comprensiva del proceso, a través de la historia de sus propios protagonistas. Precisamente, antes de fallecer, Abimael Guzmán leía este texto.  

¿Cómo nació la idea de un nuevo libro sobre Sendero?

Yo tengo décadas trabajando en el Perú, desde la década de 1980.  Hice mi trabajo de campo para el doctorado sobre las rondas campesinas en una zona rural de la sierra piurana, y a comienzos de 1990 hice viajes por las zonas de emergencia donde abordé el tema del enfrentamiento entre Sendero y las rondas. Se ha escrito mucho sobre Sendero, la llamada “senderología,” y hay buenísimos trabajos sobre Sendero en el campo, sobre las mujeres de Sendero, excelentes memorias como las de Lurgio Gavilán, José Carlos Agüero, y mucho más. Vemos a Ríos de Sangre como una contribución al esfuerzo colectivo de entender la historia de este período de la violencia.

Lo que nosotros quisimos hacer fue de dar una visión panorámica  y a la vez intima de la guerra, enfocándonos en la historia los líderes de la cúpula senderista, pero también en figuras como Gustavo Gorriti o Mario Vargas Llosa, así como también en los ronderos que son protagonistas de la historia en las alturas de Huanta,  o María Elena Moyano en Villa el  Salvador. Durante la guerra, Sendero era un enigma en  cierto modo, una cosa misteriosa: pues el humo, la sangre, el miedo, hacía que la gente no quisiera hablar. Ahora hemos llegado a un momento en que se tiene acceso a ciertas fuentes y documentos, hay personas que ya están dispuestas a hablar, entonces es un momento para que los historiadores vayamos intentado entender la guerra con estos nuevos recursos también

Otra cosa que nos motivó es que queríamos escribir un libro para el público en general. Yo soy académico y estoy acostumbrado a escribir cosas que son leídas por otros académicos, especialistas en el tema, pero lo que Miguel y yo queríamos escribir es un libro que podía ser leído por un colegial o cualquier persona en general, no queríamos simplemente un trabajo académico. A la misma vez, hemos intentado aportar a los debates académicos sobre la ideología sobre Sendero.

¿Qué es lo nuevo que ustedes han encontrado en su investigación?

Hay dos puntos importantes, uno es la cuestión de liderazgo de Sendero. Siempre se ha imaginado a Sendero como la creación de un solo hombre: Abimael Guzmán – presidente Gonzalo, y la idea de él como el fundador y la persona que dominaba todo en Sendero, la supuesta “Cuarta Espada del Marxismo” que vemos  en las pintas, que hace los pronunciamientos. En cambio, lo que  nosotros encontramos es que Sendero debe de ser pensado, más bien,  como un triunvirato, allí está Abimael Guzmán, pero también dos mujeres como líderes principales: su primera esposa Augusta La Torre y su amiga Elena Iparraguirre, quien se casa con Guzmán en 1988 después la muerte de Augusta bajo circunstancias todavía debatidas.

Lo que vemos es que estás son mujeres menores en edad que Guzmán, pero decididas, inteligentes, capaces y desde un principio ellas van planeando el movimiento juntos. Recuerdo un anécdota, estábamos con el gran arqueólogo Luis Lumbreras en su casa, él era profesor en Huamanga en los 60, en la época donde llega Guzmán, y él y su esposa eran amigos no sólo de Guzmán, sino de Augusta la Torre. Lumbreras nos dijo: “si tú me hubieras preguntado en los 60, quién de estas dos personas hubieran liderado una revolución armada por la toma del poder, yo te hubiera dicho Augusta y no Abimael”. Augusta y Elena, quien se junta a Sendero en 1970, tienen un aporte no solamente manejando la logística, la organización del partido y de la guerra, sino también una presencia en la elaboración de la ideología del movimiento. Augusta, por ejemplo, escribe muchos de los manifiestos, declaraciones y principios del partido, ella tiene un rol muy importante en eso.

Una vez le pregunté a Elena Iparraguirre si era cierto que Abimael Guzmán era el fundador y el dirigente, el gran timonel del movimiento. Ella me dijo que era cierto, pero que ellas eran tan inteligentes y preparadas como él, aunque a la misma vez pensaban que todo movimiento histórico necesitaba una persona que lo represente, un mito.  Dante por el italiano; Newton por la física; y etcétera.  Bueno, ella me dijo que decidieron que Abimael Guzmán tenía que ser la cara, la encarnación del senderismo en toda su poder y drama; pero que ellas también tenían un papel indispensable en el movimiento. Abimael decía que Augusta iba a reemplazarlo como el líder del partido cuando el falleció, solo que ella se murió primero.

Cuando llegas a conocer a las dirigentes senderistas, porque tuvimos varias entrevistas con Elena Iparraguirre, María Pantoja y otras,  te das cuenta de que eran mujeres muy preparadas, decididas, dispuestas, en ese momento, a pelear la guerra. Entonces, ya se sabía que había un papel muy importante de las mujeres en Sendero, al contraste de la revolución cubana, famosamente un movimiento de barbudos con cigarros y muy poca presencia de mujeres, especialmente en la cúpula de la guerrilla. En Sendero, Abimael, Augusta, y Elena conforman, a partir de 1979, un llamado Comité Permanente que está  por encima del comité central, en el que  casi todas las decisiones de mayor importancia del partido son tomadas en esas reuniones.

Existe entre ellos una conexión ideológica, todos son comunistas ortodoxos, pero también hay lazos de amor y de amistad, porque Augusta y Elena se hacen muy amigas desde un principio. Entonces son tres personas que comparten esta visión de la revolución comunista en el Perú, pero que también están ligadas por estas relaciones íntimas de amistad y de amor.  Eso hace muy interesante la historia de la muerte de Augusta, ya que hay varias personas, entre otras la mamá de Augusta, Delia Carrasco, que piensan que Elena y Abimael son los responsables en un supuesto triángulo de amor.

Otro postulado de ustedes es que Sendero no es ajeno a otros proyectos revolucionarios comunistas que se han gestado en el mundo.

Claro, nosotros sostenemos  que Sendero no era una aberración extremista, o un  producto del mundo supuestamente mágico de los Andes o algo extremamente sangriento en comparación con otros movimientos comunistas. Más bien, todos los elementos que vemos en Sendero no son elementos originales o únicos, sino que vienen de esta tradición ortodoxa comenzando por Marx, pero sobre todo con Lenin, Mao, Stalin y todos los elementos de esta práctica de elaboración de lo que significaba el comunismo se ven que son retomados por Sendero. Comencemos con el terror, porque Sendero creía que el uso del terror, que el derramamiento de sangre era justificado y hasta necesario para llegar a la tierra prometida del comunismo, el amanecer rojo. Esa idea viene directamente de Lenín.

El  mismo título  de nuestro libro “Ríos de sangre” es una frase de un discurso de Guzmán. Él  dice: “…tenemos que cruzar este río de sangre para llegar al comunismo…” un poco como el Moisés marxista que va a liderar a los seguidores a la tierra prometida. Pero esa frase no es un invento de Abimael, viene de un discurso pronunciado por Lenin en 1916, donde dice textualmente: “que corran ríos de sangre de la burguesía para que triunfe la revolución”. Entonces, esta matemática, la idea de que sólo podemos llegar a derrumbar el capitalismo y llegar al socialismo usando el terror, donde mucha gente va morir, estamos dispuestos a morir, esa idea viene del comunismo ortodoxo. Hasta en Marx se ve la misma cosa, en ciertos momentos después de las derrotas de las revoluciones populares en 1848 dice: “…la próxima vez vamos a tener que usar el terror, a ser  más duros.” Entonces el terror de Sendero es un hecho, los miles de muertos en Lucanamarca, calle Tarata y docenas de otros ejemplos; pero existe como un hilo conductor entre eso y el terror rojo de los bolcheviques o los linchamientos de la revolución cultural de Mao. Está la idea del uso del terror para que la revolución triunfe y también está la idea del partido. Lenin inventa la idea del Partido vanguardista, es, como decía Antonio Gramsci, el San Pablo del Comunismo en el sentido de poner en la práctica las ideas más teóricas de Marx, tal como San Pablo lo hizo con las enseñanzas de Jesús.

Del partido de cuadros que dirige la revolución.

De un puñado de comunistas que van a liderar al pueblo a la tierra prometida, es como el instrumento sagrado de la revolución, es el gran guía de las masas hasta el nuevo futuro. Y es igual en Sendero, la palabra Sendero Luminoso es un invento del periodismo. Cuando uno habla con un senderista hasta ahora hablan del Partido, no de Sendero.. El Partido para ellos también era una cosa sagrada, mística, infalible, en contraste con las desviaciones “revisionistas” y lo que llamaban el “cretinismo parlamentario” de los partidos de izquierda que se decidieron participar en la elecciones en vez de irse a la lucha armada.

También diría que otra vertiente que viene del comunismo ortodoxo es el culto de la personalidad al presidente Gonzalo. Porque una de las paradojas del movimiento comunista mundial del siglo XX era la propuesta muy noble de la igualdad de la humanidad, que ya no va haber jerarquía, que burguesía y proletariado desparecerán y seremos todos iguales; pero a pesar de toda esa ideología en todos esos movimientos emerge un gran líder, un Lenin, un personaje endiosado por sus seguidores, hasta ahora descansando en su atáud de cristal en su mausoleo en la Plaza Roja. La misma cosa ocurre con Abimael Guzmán, endiosado como presidente Gonzalo. En eso también se nota el hilo conductor de estas tradiciones comunistas.

Queremos subrayar que nuestro libro no es antimarxista; el marxismo es una tradición muy heterogénea, e al igual que, por ejemplo, el cristianismo donde tenemos desde versiones conservadores como Opus Dei a Gustavo Gutiérrez con la Teología de la Liberación. Todo movimiento global es heterogéneo y tiene tendencias progresistas, reaccionarias y múltiples visiones de cómo se deberían de hacer las cosas. En el comunismo es igual, tenemos el marxismo de Mariátegui, de Walter Benjamin, de Gramsci, de todos los que se sacrificaron peleando en la resistencia contra Hitler. El marxismo y el comunismo es una tradición heterogénea que admiro, pero también tiene estas otras vertientes duras, ortodoxas, y Sendero es parte de esa tradición. Entonces el libro no es una condena al comunismo y al marxismo, sino a esta tradición ortodoxa del socialismo estatal que Sendero reproduce. No es una locura inventada en los Andes, sino que en toda su cultura política Sendero está retomando las pistas de la revolución cultural, del Leninismo, de la historia del comunismo.

¿Qué ideas cambiaste sobre Sendero luego de hacer la investigación para el libro “Ríos de sangre”?

En un inicio también manejaba la idea de Sendero como algo único, pero leyendo tantos documentos, hablando con senderistas o exsenderistas es que comenzamos a colocar a Sendero dentro de la tradición comunista global. Algo que llegamos a entender mejor fue la influencia de la revolución cultural, porque varios de los líderes senderistas como Guzmán, La Torre, Osmán Morote, y otros, viajan a China en aquella época, a mediados de los años sesenta. Por ejemplo, este destino de las pintas en las paredes o las pancartas con sus lemas: “abajo el revisionista fulano de tal”, “muerte al perro sirviente del imperialismo Teng Siao Ping”, y este lenguaje muy feroz, vehemente, todos eso viene de la revolución cultural, es muy pronunciada la revolución cultural.   Los “shows” revolucionarios que las mujeres senderistas armaban en su bloque del penal de Canto Grande con uniformes rojos, antorchas encendidas, y metralletas de madera eran una copia de las famosas operas del pueblo maoístas que se hacían en la Plaza Tianamen.

Nunca imaginé conocer a la camarada Miriam, a Laura Zambrano, a Osmán Morote, y poder hablar en persona con estos senderistas, que para mí eran figuras míticas del miedo y asociados al terror. Tenía una imagen de Elena Iparraguirre como de una mujer que gritaba lemas, pero al llegar a conversar en la cárcel me he encontrado una persona cortés e inteligente. Elena Iparraguirre ha leído mucha novela, pinta, habla francés, inglés. Es una mujer culta. Así hemos llegado a ver a los senderistas como seres humanos; sin perder de vista el horror de lo que hicieron y del derramamiento de sangre sin sentido del cual ellos son en gran medida responsables. Así también, me recuerdo muy nítidamente hablando con el viudo de María Elena Moyano en su apartamento en Madrid, con la madre de Augusta La Torre en Estocolomo, con ronderos como Narciso Sulca en las alturas de Huanta. Todavía sueño con las entrevistas y con las imágenes de la guerra.  Se trataba de una tragedia humana, pero también es como una tragedia griega, porque tiene figuras carismáticas, tienen el sueño de la igualdad y el socialismo que se torna en una pesadilla. La historia de la guerra es una historia peruana, pero también tiene algo del drama universal, una versión andina de “La Guerra y la Paz” de Tolstoi.

El libro tiene, precisamente, la virtud de presentar la guerra en todo su horror que ustedes no dudan en condenar, pero a la vez presentan a sus protagonistas con mucho respeto.

Es cierto que Sendero mató a mucha gente inocente, pero dejarlo solo allí es también una forma de cerrar la conversación y de no querer  entender, ¿por qué actuaron así? y también, hay que decirlo, de la atrocidades que cometen las Fuerzas Armadas especialmente en los primeros años de la guerra. Comprender cómo a partir de intenciones que no son malas, los senderistas llegan a realizar matanzas terribles; porque eliminar la pobreza y la desigualdad es un ideal noble. También con el libro queremos ver cómo los senderistas se encierran en una ideología anacrónica y una cosmovisión fantasmagórica, donde ellos hasta el final, en el 1992, todavía creen absolutamente que el mundo está rumbo a una revolución comunista internacional, que es una cuestión de años o décadas, porque ese es el destino predicho por las enseñanzas de Marx y el supuesto destino de la historia. Eso me impresionó mucho, considerando el contexto histórico de la caída del muro de Berlín, y del giro del Partido Comunista Chino que ya se había ido por la ruta capitalista. La juventud ya no estaba muy interesada en el sueño del movimiento del proletariado internacional.

Esa es la visión que Sendero manejaba del comunismo, que la revolución era inevitable, porque para un buen comunista ortodoxo, al estilo de Abimael Guzmán, el marxismo no es una simple ideología sino una ciencia infalible que predecía que la revolución comunista era ya previsto y era imposible que no sucediera; entonces ellos todavía están segados por esta visión ideológica que no les da la capacidad de ver los acontecimientos de la caída del muro de Berlín o que la visión de un revolución comunista encabezada por un líder querido ya no atraía a la juventud como antes.   Esa rigidez también tiene mucho que ver con su derrota, porque se mantienen en esta toma inflexible en un momento donde otros partidos comunistas y socialistas están dándose cuenta que el mundo ha cambiado; por ejemplo en Nepal tenemos al líder Prachanda que en cierta forma admira a Sendero Luminoso, pero él que también era guerrillero y comunista en los 90 y decidió entrar al proceso electoral, hacer alianzas con otros partidos. El líder de los Kurdos, Abdullah Ocalan, también maoísta,  modifica su discurso para estar hablando del feminismo y la ecología mientras en Sendero es siempre Lenin, Mao, y la revolución proletaria internacional.

En los años 60, la idea de un movimiento armado para tomar el poder era muy común, nosotros teníamos las Panteras Negras, un grupo guerrillero en los Estados Unidos, pero 30 años después la idea de que un puñado de comunistas iba a imponer en el comunismo en todo el mundo era ya una fantasía completa.

¿Intentaron entrevistar a Abimael Guzmán?

Si, estuvimos en comunicación con él por medio de su abogado, y él estaba dispuesto a conversar con nosotros, pero fue imposible, nadie lo logró, ni Gustavo Gorriti. Solo la Cruz Roja y su abogado tenían contacto, pero averiguamos por amigos que tenemos que él había estado al tanto de nuestras investigaciones para el libro. Estaba muy enojado especialmente porque nosotros logramos entrevistar a Delia Carrasco, la mamá de Augusta La Torre quien acusa a  Elena Iparraguirre de haberla envenenada a su hija, entonces Abimael averiguó que nosotros íbamos a publicar esta noticia en el libro y por intermedio de su abogado nos hizo llegar una copia de una carta que él escribió a la señora Delia.

Ustedes la publican también.

Si, Guzmán señaló que esta acusación es falsa, dijo “nosotros no hubiéramos podido hacer daño a tu hija”, etc.  A pesar de todo, su abogado dijo a la prensa que “Ríos de Sangre” era uno de los últimos libros que Guzmán leyó antes de fallecer. También tuvo contacto con nosotros Vladimiro Montesinos que también había averiguado que estábamos escribiendo el libro y a través de su hija mantuvo contacto conmigo. Ella nos envió un par de libros que su papá había escrito sobre Sendero, entonces como dijera el novelista William Faulknerr: “el pasado nunca está muerto.  No es ni siquiera pasado”, y es que la memoria, la historia siempre son un campo de batalla entre visiones rivales.

El pasado es lo más vivo que existe.

Exacto, por lo cargado que sigue siendo el tema de la guerra, hemos visto una variedad de reacciones sobre el libro.  Por un lado, hay una página en Facebook donde dice que estamos haciendo una apología del terrorismo, corruptos amantes del caviar y el champagne, porque estamos tratando como seres humanos a estas “bestias humanas”; pero por otro lado a los senderistas no les ha gustado el libro, lo leen como un libro demasiado anticomunista y antisenderista. Escribir sobre Sendero es un poco como escribir sobre el conflicto Palestino-Israelí, siempre hay emociones intensas, y cualquier cosa que escribas siempre habrán quienes no estén de acuerdo. Todos queremos imponer nuestra visión de la historia sobre el pasado.

En el libro desarrollan el tema de la muerte de Norah, plantean varias hipótesis pero al final se inclinan por una versión.

La cuestión de la muerte de Augusta es uno de los misterios no resueltos de la guerra, quienes pertenecían al Comité Central no han querido hablar de lo que pasó, pero es un conjunto  de cosas que nos llevaron a creer que Augusta la Torre se suicida.  Desde joven, varias amigas dijeron que tenía ciertas tendencias hacía la ansiedad y la depresión.  También, en los días después de la muerte de Abimael, Abimael dice a Oscar Ramírez Durand, el Camarada Feliciano y otros, que Augusta se había ahorcado, para después ya no querer hablar del tema. Algunos piensan que hubo un triángulo de amor, que Abimael y Elena conspiraron para matar a Augusta. Lo dudo, la relación y el amor que existía entre Abimael y Augusta era fuerte, y Abimael nunca se mostró mujeriego al estilo, por ejemplo, de Mao. Además, Elena y Augusta eran muy amigas.

Por otro lado, no hay ninguna evidencia de que haya habido alguna traición o de relación de Guzmán con Elena antes de que falleciera Augusta. Ella misma (Elena) lo dice cuando le pregunte qué pasó con usted y Abimael. Me respondió que los dos destrozados por la muerte de la esposa, gran amiga y colideresa, comenzaron una relación; además era natural, estaban todo el día encerrados. Para nosotros, era algo como los antropólogos llama el levirato, cuando un viudo se casa con la hermana de su esposa difunta.  Elena y Augusta no eran hermanas biológicas, pero si ideológicas. Pero el misterio de las circunstancias exactas su muerte también queda abierto.   

El dato de la depresión es muy importante.

Hay un familiar que dice que Augusta había sido tratada por la depresión, que tomaba pastillas.  Lo que es cierto es que era una figura compleja: carismática, hermosa, quechua hablante. Pero también podía ser muy dura, súper ideológizada, “la evangelista” la llamaban en las reuniones. Sus emociones tenían altibajos, un amigo de ella nos decía que podía estar riéndose en un momento y al otro podía estar con lágrimas. Es un poco difícil reconstruir su personalidad en su totalidad porque no nos deja un diario, no tenemos muchas cosas en sus propias palabras.

En  tu libro que en algún momento Elena estuvo a punto de hablar de ese tema.

Te cuento, la primera vez estuve con Miguel y habíamos hablado de la muerte de Augusta  la respuesta de Elena siempre fue que se murió por el problema del corazón y realmente ella hasta se sonríe cuando dice eso, porque es una respuesta no respuesta. Finalmente, todo ser humano muere cuando el corazón deja de palpitar, ¿no es cierto? Entonces Miguel le dijo: “señora Iparraguirre, nosotros tenemos una teoría de la muerte de Augusta, creemos que ella se suicidó, y que ustedes no quieren hablar de eso”. También le dijimos que algún familiar suyo hablo de las dificultades de Augusta sobre la depresión, la ansiedad y otras cosas. Después de decir eso notamos que había una lágrima en sus ojos. Le dijimos que sería bueno que compartan la historia porque había quienes creían que ella y Abimael eran los responsables de la muerte de Augusta. Ella nos respondió que le iba a preguntar a Abimael, pero cuando regresamos la respuesta fue negativa. Dijo que Abimael era reacio, y solamente que la historia de la muerte de Augusta era “interesante.”  

¿Has conversado con Elena después de publicar el libro?

Quise conversar con ella, un poco antes de Covid cuando todavía se podía entrar a los penales, pero no me recibió. No sé si estaba mal o no le habría gustado el libro. Espero verla en algun momento en el futuro.

¿Después ya no has tenido ningún contacto con ella?

No, solo por intermedio de su abogado recibí una carta donde ella me dice que estaría dispuesta a hablar conmigo, pero vino el inicio de la pandemia y ya no fue posible.

¿Quién era Abimael Guzmán?

Guzmán era sobre todo, como el mismo se describe, un comunista; desde estudiante universitario llega a ver el comunismo como la ruta hacia el futuro. Se inscribe en el partido y está dispuesto a dedicar toda su vida a la lucha por la revolución comunista mundial. Guzmán, en sus relaciones personales, no es una persona cruel, arbitraria o inhumana, hemos recogido muchos ejemplos de generosidad, por ejemplo que ayudaba a sus compañeros de clase en sus tareas, o cuando estaba en la casa con Maritza Garrido Leca con Carlos Inchaustegui, le ofrece darle un poco de plata para ayudar al hermano que estaba con problemas. A las mujeres las  trataba como iguales y esto es una de las razones del éxito de Sendero para agrupar a muchas mujeres, que no se ve en otro partido de la izquierda o en todos los partidos peruanos en ese entonces sean de izquierda o derecha. Muchos hasta el momento usan a la mujer como secretaria u objeto sexual, en cambio él siempre valorizaba la opinión de la mujer sobre cualquier otra. Era un tipo reservado del viejo estilo, el profesor de traje y corbata, aunque creo que después de unas copas se volvía más extrovertido, como sabemos suele ser el caso con el alcohol. Una persona bien leída que manejaba filosofía clásica, leía novelas, la teoría política y económica, también leía y manejaba cuestiones de derecho, muy dedicado, litúrgico diría yo, a las tradiciones comunistas. Al principio hay cierta flexibilidad en su visión marxista cuando hace sus tesis sobre Kant y sobre Hegel, pero luego poco a poco su pensamiento se endurece y se vuelve ultra (yo diría) dogmático, una versión bastante “vulgar,” como se decía, en su visión totalizador y economicista de la historia. Dicen que tenía su biblioteca de Marx en alemán para leer el maestro en su idioma original, no sé si esto es parte de la mitología del partido.

En su currículum para entrar a la Universidad de Huamanga se señala que sabía alemán.

Si, podría ser,  quien sabe. Es una persona comunista, que lee, su trato con gente que conoce es reservado, cortés, a veces es generoso, pero a la misma vez totalmente encerrado, yo diría cegado por una visión ultra ortodoxa del marxismo, como infalible ciencia de la historia. Quizás en sus momentos privados, tendrá sus momentos de duda o incertidumbre o temor, pero no se conocen. Ellos están con la idea de que actuaron bien, que Guzmán le ha dedicado su vida a esta lucha noble del comunismo; y que el comunista tiene que mantener un espíritu optimista.

Me llamó la atención también cuando en un momento, en la llamada entrevista del siglo, le preguntan tiene amigos y responde sólo camaradas, eso un poco nos muestra su forma de ser como comunista, donde lo personal no es lo que importa, más bien tu dedicación a la lucha. En ciertos momentos en sus memorias ya habla algo de las memorias de Ayacucho de una forma más romántica, de las buganvillas en flor y otras cosas al estilo, pero realmente para él la única cosa que realmente importa era la lucha por el comunismo.

Merino Barnet siempre ha intentado menospreciar su valor intelectual, ¿qué piensas de eso?

Yo diría por un lado que Guzmán no es un pensador original y de hecho sus memorias son increíblemente aburridas, llenas de fechas de reuniones partidarias y citas de Mao y otras ortodoxias. No hay una capacidad de llegar a una autorreflexión. Las reglas del juego estaban siempre dadas, con una ideología siempre rígida, a pesar de ser un hombre inteligente, una persona que había leído mucho.

La otra cosa que quería destacar de Guzmán es que estaba muy metido en la teoría marxista, pero estaba muy limitada porque siempre está citando a Mao, a Lenin y a veces a Stalin y a Marx. No sé si habrá leído a Gramsci, Benjamin, Lukacs o los otros grandes teoristas de la vertiente humanista del marxismo.  Hasta poco cita a Mariátegui, a quien lo admira por ser el fundador del Partido Comunista a la vez que calificándolo en un momento como un pensador “no universal” en un qupusto contraste con Lenin o Mao. Por otro lado, estaba siempre siguiendo los acontecimientos del Perú. En la Dircote tienen los libros capturados de Guzmán y había muchos, entre ellos uno mío, el que hicimos con Carlos Iván Degregori, Ponciano del Pino,  y con José Coronel sobre las rondas campesinas, que recién había sido publicado. Guzmán leía lo que publicaban los senderólogos, los periódicos de todos los días, leía también Debate Agrario y otras revistas académica, entonces él si seguía lo que estaba pasando en el Perú, y todo ello pasaba por la máquina de esta visión ideológica. Sobre las rondas, por ejemplo, si bien a veces eran manipuladas y creadas en alianza con las Fuerzas Armadas, también reflejaban el verdadero descontento con la guerra, con el autoritarismo de Sendero. Sin embargo para Guzmán siempre eran títeres de las Fuerzas Armadas, una fuerza contrarrevolucionaria a quienes se tenía que aplastar.

Otro aspecto es que en  12 años de la guerra él está en su escondite, nunca habla con un campesino, un rondero o una mujer de las barriadas, solamente está con su comité central, con Augusta y con Elena, y sus libros; sin realmente haber entendido  la compleja realidad de la sociedad y quizás ni con ojos para verla, porqué ya desde un principio él ya lo entendía todo.

¿Qué opinas, de acuerdo a tu investigación, de esta imagen que se proyectó de un Guzmán que vivía a cuerpo de rey? El Guzmán que describes es más bien austero y muy concentrado en la política.

Esta imagen de un Guzmán como mujeriego, o como el emperador Neron, emborrachándose y tomando whisky caro del extranjero, mientras el país estaba en llamas, fue una creación del aparato propagandístico del Estado que en su momento se aprovechó, especialmente cuando capturan el famoso video donde está bailando “Zorba, el griego”. Si, estaba algo borracho, y bailando con varias camaradas, especialmente con Elena, porque se filmó el video en un momento después de la muerte de Augusta cuando ellos estaban enamorándose. Sí había muchas mujeres en su entorno, pero no como un harem, no hay ninguna evidencia para eso; al contrario, lo que si tenías eran mujeres como Angélica Salas, Nelly Evans, Elena Iparraguirre, María Pantoja que lo querían como su líder, un poco más antiguo (de mayor edad), con problemas de salud y que quieren protegerlo y hasta el último han sido muy protectoras.

Cuando yo fui a la cárcel, después de la publicación del libro, me reuní con dos dirigentes senderistas y fue una reunión muy incómoda porque me dijeron que no les gustó el libro, que no era justo, que no había presentado la perspectiva de ellos y que, además, que habíamos dado un retrato muy desconsolado de Abimael.  Ese último parece lo que más les había molestado del libro.

Si Guzmán hubiera fallecido en el transcurso de la guerra, quien la habría liderado hubiera sido Norah. Sin embargo, muchos senderólogos durante mucho tiempo  han insistido con supuestos números dos de la organización; ignorando el rol de Augusta y de Elena.

Yo diría que desde el principio son nuestros ojos masculinistas, y Sendero ha tomado ventaja de eso, porque nadie imaginaría que una mujer podía ser capaz de meter un balazo o de cumplir las funciones que normalmente se le atribuíamos a los hombres en las organizaciones políticas y militares.  O imaginar que si Guzmán muriera, que una mujer tomaría el mando del partido. Finalmente eso tiene que ver también con la falta de entendimiento que teníamos de cómo funcionaba Sendero, porque después de todo se sabía relativamente poco, porque ellos mantienen este hermetismo, con ese sistema de células, en realidad se sabía poco en el momento de la guerra.

En tu libro cuentas la anécdota que Elena, a finales de los 80, Elena se escapaba en las noches a una academia en el centro de Lima para aprender computación.

 Iba a un curso de capacitación en computadoras, pero estamos hablando de la edad de piedra de las computadoras, cuando no existía internet. Un grupo internacional alemán  les dona una computadora y se supone que habrá sido esto del sistema DOSS., que se yo, y los comunistas no son anti tecnología, el mismo Marx dice que los burgueses son una clase revolucionaria porque promueven la tecnología y la innovación y los comunistas también.  Así que Elena iba a ver como la computadora podía ser aprovechada.  Es una imagen: los estudiantes en un curso de capacitación y una señora, quien, sin ellos saberlo, es una líder del temido grupo subversivo.

A lo mejor salía para despejarse un poco del encierro. A fines de los 80 no se le conocía mucho.

Es probable. A Elena no se le conoce hasta que sale a la luz los videos en el que sale bailando Zorba el griego con Guzmán. Los del GEIN no tenían ni idea quien era Elena, no estaba en su radar, de Augusta La Torre si sabían; entonces ella prácticamente podía moverse libremente por Lima o por donde quería. La misma Elena cuando le pregunté qué cosa es lo que más extrañaba en el tiempo que estuvo encerrada me respondió que poder ver el mar, pues ni podían abrir las ventanas.

¿Consideras a Elena una persona de mente abierta?

En un momento se muestra flexible y dice que a veces piensa en los muertos de la guerra y reconoce abiertamente todos los errores y todo el sufrimiento que ellos causaron. Cuando hablas con ella no se  presenta como una persona superdogmática, pero a la vez yo diría que su cosmovisión, su marxismo ortodoxo, sigue sin cambiar, y ella también, al igual a Abimael, será comunista hasta el final. ¿De mente abierta?, no sé, es difícil saber. ¿Soy abierto yo o tú?, todos tenemos nuestra ideas.

Por ejemplo, ¿en temas del cambio climático?

Si ha escuchado eso del calentamiento global, pero el problema central para ella es siempre el capitalismo global y en eso puede tener razón porque se habla del antropoceno, pero también de lo que se ha llamado el capitaloceno, el sistema social que nos ha traído a este punto de crisis ecológico y ambiental.

Yo le mencioné en algún momento la frase de Abraham Lincoln en la guerra civil, cuando habla de la matemática cruel de la guerra. Él sabe que va a tener que enviar a miles de  jóvenes a pelear con la Confederación y sabe que va a ser una barbaridad de derramamiento de sangre, pero es algo que se tenía que hacer para llegar a un momento mejor, a lograr la paz, el fin de la esclavitud, y la restauración de la Unión. Entonces le dije también ustedes tenían una matemática del terror, donde mucha gente de ustedes iba a morirse y muchos inocentes también para cruzar este rio de sangre para llegar al comunismo, pero en el caso de Lincoln su matemática era correcta porque mucha gente falleció en la guerra civil, casi un millón de personas, pero aunque hasta ahora por supuesto un país muy imperfecto Estados Unidos regresó la paz y la unión. En su caso, en cambio, mueren casi 100,000 personas pero no logran nada, o sea la matemática que decía este terror iba a ser justificado resultó trágicamente equivocada. Ella me respondió que lo siente por los muertos y la violencia, pero lo que ellos  habían planteado era una revolución, en ese sentido se comparó con  Túpac Amaru, me dijo: “Túpac Amaru fue odiado en su momento, pero después inspiró a nuevas generaciones para otra visión del Perú, nosotros quizás también en algún momento vamos a servir de  inspiración”. Esa es su visión del mundo, aunque yo lo dudo, sinceramente.

Se sigue manteniendo desde los medios de comunicación la idea de que Sendero Luminoso es una amenaza latente, ¿qué opinas?

Sendero realmente fue derrotado y decapitado con la captura de Guzmán y Elena. El momento ha pasado, y la idea de que se va a poder llegar a un Perú norcoreano, o que el movimiento del proletariado va a triunfar en el Perú es una fantasía y ya no estamos en el contexto donde haya apoyo para esta visión, quizás aparte de algunos exministros, y para mi realmente lo que quedan son retazos en la selva de un movimiento que en su momento si realmente amenazaba al Estado.

Sin embargo, desde el Estado se ha ampliado la persecución a personas que incluso han cumplido condena impidiéndoles trabajar en algunas carreras o incluso postular a universidades nacionales.

Tenemos el mismo problema en los Estados Unidos, en algunos estados como Florida si has sido enjuiciado y sentenciado por un delito grave, no puedes votar y muchas veces tienes problemas para encontrar trabajo. Creo que eso es injusto. O sea, la idea de la ley y de la cárcel es que tú pagas tu deuda con  la sociedad, pero cuando sales libre debes de reincorporarte a la sociedad y recuperar tus derechos civiles. Eso es lo justo.

¿Qué opinas de la ronda de conversaciones de 1993 para un acuerdo de paz?

Fue una farsa, un teatro, no se le puede tomar en serio.

Pero por el lado de Sendero efectivamente se paralizaron las acciones armadas.

Pero por el lado del gobierno con Montesinos en su rol rasputinesco nunca hubo ninguna intención de soltarlos, de dar una amnistía, porque además  del recuerdo de todas las cosas horribles que se cometieron ellos habían perdido todo, no era una situación como en Irlanda del Norte o de los Palestinos donde hay negociaciones, pero son negociaciones que significan algo porque ambos lados tienen armas y poder, en el caso de Sendero ya habían perdido, estaban negociando desde una posición de la nada. Elena me hablaba que en Colombia, por ejemplo, hubo un acuerdo entre la FARC y el Gobierno, entonces me decía: “porqué nosotros no podemos, el Gobierno peruano con el ejército también ha matado, nosotros hemos cometido errores, ¿por qué no lograr una amnistía, un acuerdo de paz?”. Ella no puede entender que es otra situación; que ellos mataron si, el ejército también, hubo mucha violencia, pero no hay ningún incentivo para que el Estado los deje libre y nunca lo iban hacer, además la opinión pública estaba en contra de Sendero y eso no va a cambiar.

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