Hay que limpiar el fútbol

(Foto: La República)

Lo ocurrido primero con Luis Suárez y ahora con Neymar me han hecho acordar una idea que tengo desde hace mucho tiempo: la necesidad de limpiar el fútbol. Es decir, hacerlo más justo y menos violento, que se respeten las reglas y se proteja a los jugadores. Un fútbol como el que imagino tendría que ver más con el arte y la habilidad que con la violencia. Habría que evitar tocar al jugador y sí, más bien, a la pelota. Es verdad que es un deporte de contacto, pero hay que reducirlo al mínimo. Honestamente, soy de la opinión que eso mejoraría el espectáculo y protegería a los futbolistas de esas faltas descalificadoras.

El problema es cómo hacerlo. Considero que es un proceso en que primero hay que tener claro el objetivo para luego ir implementando sistemas y formas de control, y sanciones. No sé qué tan interesada pueda estar la FIFA en algo así, pero pienso que le conviene.

A continuación detallo algunas ideas de cómo se podría iniciar el camino hacia donde quiero llegar y me imagino que muchos desearán lo mismo que yo. Creo que habría que establecer en los campeonatos de más alto nivel como el Mundial –ya que no es posible en todos, aunque reconozco que ese es un problema– un control post-partido en el que se revise el video y se sancione a los infractores de las normas, pero también a los equipos. Primero, pecuniariamente, pero también, sobre todo en casos de repetición y reincidencia, con suspensiones incluso definitivas. No estaría demás considerar la posibilidad de denuncias penales para las faltas arteras y con mala intención. Este control tendrían que hacerlo dos o tres personas a las que se les otorgaría todas las capacidades que tiene un árbitro, salvo que no intervendrían en el partido. Sin embargo, en casos muy excepcionales se podría considerar la posibilidad de que un resultado se anule y se tenga que volver a jugar si la suma de faltas es excesiva y ha influido con claridad en éste.

Considero que las sanciones tendrían que ir en aumento hasta llegar a importantes sumas de dinero, pero como dije, podrían, en casos extremos, derivar en penas más graves como suspensiones, pérdida de la categoría del equipo y, en el caso de jugadores, inhabilitaciones de varios meses e incluso de expulsión o prohibición de jugar fútbol definitivamente en torneos de la FIFA.

Pienso que por este camino irán desapareciendo lo jugadores ‘leñeros’, se dará mayor crédito a los habilidosos y el fútbol ganará como espectáculo. Además, como dije, se protegerá a los propios futbolistas.

Me imagino que habrá quienes me digan que el fútbol es de hombres y no de señoritas. Creo que esas personas confunden la palabra ‘hombres’ con salvajes que en el afán de ganar un partido son capaces de hacer daño a otra persona que se dedica a lo mismo que ellos.

El fútbol podría resultar siendo algo más hermoso que lo que vemos hoy por las pantallas de televisión en que los jugadores sujetan a su rival descaradamente, por ejemplo, durante los tiros de esquina. Esos simples forcejeos deberían ser duramente sancionados hasta erradicarlos, igual que la costumbre de que las barreras se adelanten en los tiros libres e incluso que hayan goles como el de la ‘mano de Dios’. Con seguridad el creador, si existe, no tuvo nada que ver con eso.

Con frecuencia también se confunde el pundonor y la vergüenza deportiva con faltas y actitudes en que ‘el fin justifica los medios’, en que en el afán de ganar ‘todo vale’. Y semejante razonamiento no admite discusión si entendemos sanamente el deporte y la competencia. No creo que haberlo convertido en profesional justifique lo que está pasando.

Sobre el autor o autora

Alonso Núñez del Prado Simons
Magíster en Derecho de la Integración y en Derecho Constitucional. Master of Business Administration (MBA), graduado en Lingüística y Literatura, Filosofía. Fundador y director ejecutivo del Observatorio de Cumplimiento de Planes de Gobierno. Profesor universitario, árbitro de la Cámara de Comercio y conferencista. Presidente y director de varias entidades del sistema asegurador.

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