Más allá de la humalización de Pedro Castillo

Escrito por Revista Ideele N°302. Febrero 2022

La designación al Ministerio de Economía de un neoliberal ortodoxo como Oscar Graham hace recordar a la designación de Miguel Castilla para la misma cartera en el gobierno de Ollanta Humala. Así como Oscar Zea en el Ministerio de Desarrollo Agrario (quien estaría redirigiendo la Segunda Reforma Agraria hacia el beneficio a las empresas agroexportadoras), Graham es un indicio de que, luego de dispararse muchas veces en el pie, Pedro Castillo ha perdido su norte político y, no queriendo más que sobrevivir, se ha humalizado.

Honestamente, no era difícil pronosticar la humalizaciónde Castillo desde los resultados de la primera vuelta en la elección pasada. Con el poder económico, el Congreso y los medios de comunicación en contra, y con escaso apoyo del pueblo organizado, la problemática alianza Castillo-Perú Libre-Nuevo Perú siempre la tuvo difícil para realizar cambios profundos que necesita el país. Pero pudo haber dado la lucha — ganando algunas batallas, perdiendo otras (quizás la mayoría) — mientras iba señalando en el debate público la necesidad de un rumbo más igualitario. Nunca pensé, por ejemplo, que este Gobierno pudiera llevarnos a una Asamblea Constituyente, pero sí que a lo largo de estos cinco años podía ir demostrando con dichos y acciones la importancia de una nueva carta magna.

La presión sobre Castillo para humalizarse se ha desarrollado en torno el escrutinio de ministros y otros funcionarios públicos. Los medios nunca habían prestado tanta atención como en el presente a las mujeres y a los hombres contratados por el Estado. No está mal examinar las hojas de vida y los antecedentes penales, pero hay en ello una trampa. La evaluación meritocrática de los ministros pretende asegurarse que sus carteras sean ocupadas por los profesionales más competentes. Pero, por “competentes”, los medios se refieren a quienes han destacado o tienen experiencia el Estado neoliberal y organizaciones afines. Sí, es un hecho que para cambiar el Estado, hay que conocerlo y tener habilidades. Pero si uno se rige solo por la “competencia”, se le resta voluntad política disidente al Gobierno. Se necesita, entonces, una combinación de profesionales exitosos, burócratas de carrera y nuevos políticos “incompetentes” para poder cambiar algo.

Eso no quita, por supuesto, que Castillo haya puesto a las personas menos idóneas del mundo en algunos ministerios; lo del ministro de Salud es, por ejemplo, digno del realismo mágico. Ni que el actual gabinete demuestre menos un deseo político disidente que una repartija barata. De todos modos, hay que zafarse de ese esquema meritocrático —aparentemente post-ideológico, pero en el fondo terriblemente ideológico — que reserva el derecho de gobernar a un grupito que no tiene mayores reparos con el neoliberalismo.

No está mal examinar las hojas de vida y los antecedentes penales, pero hay en ello una trampa. La evaluación meritocrática de los ministros pretende asegurarse que sus carteras sean ocupadas por los profesionales más competentes. Pero, por “competentes”, los medios se refieren a quienes han destacado o tienen experiencia el Estado neoliberal y organizaciones afines. Sí, es un hecho que para cambiar el Estado, hay que conocerlo y tener habilidades. Pero si uno se rige solo por la “competencia”, se le resta voluntad política disidente al Gobierno. Se necesita, entonces, una combinación de profesionales exitosos, burócratas de carrera y nuevos políticos “incompetentes” para poder cambiar algo.

Este esquema, sin embargo, no ha determinado directamente el giro a la derecha del Gobierno, sino que lo ha hecho por intermediación de NP. Aunque se pasaron la primera vuelta destruyendo las propuestas de Verónika Mendoza, los medios veían a los de NP menos lejanos y peligrosos que los de PL y, por tanto, convalidaron la convicción de los primeros de que, si la izquierda iba a gobernar, eran ellos los llamados a hacerlo. Todo esto redobló el resentimiento y la sospecha entre los militantes de PL hacia sus aliados “caviares”. En otras palabras, incrementó su indignación hacia quienes se adjudicaban el derecho a gobernar (cuando con las justas obtuvieron representación en el Congreso), así como el temor de que acabaran arrodillándose ante la derecha. Irónicamente, apenas se rompió la alianza, se pasó del tímidamente reformista Pedro Francke a la ortodoxia neoliberal de Oscar Graham.

Ya hemos dicho que Graham es un indicio de la humalización del Gobierno, pero hay que añadir que se puede ir más allá, que se puede estar aún peor. Graham asegura la continuidad del neoliberalismo, pero la designación en el gabinete anterior de Katy Ugarte al Ministerio de la Mujer y de Héctor Valer al premierato muestra la posibilidad de un futuro gobierno neoliberal y conservador. Si se suma a estos personajes la reciente represión a la protesta social y los planes de recurrir a los militares para luchar contra la inseguridad ciudadana, el progresismo neoliberal (que los de PL critican a los de NP) ya no parece tan malo.

El intercambio de sombrero entre Castillo y Bolsonaro puede ser solo un gesto protocolar, pero puede ser también un aviso de que el tradicional conservadurismo de nuestro presidente podría engancharse con la agenda programática de la derecha radical latinoamericana y se inicie una guerra contra los avances y objetivos de los movimientos feminista y LGTBI, entre otros. Hemos estado concentrados en el riesgo de que la izquierda se humalice. Debatíamos sobre si Verónika Mendoza o Pedro Castillo sería más proclive a doblegarse ante el poder. Pero ahora habría que temer más bien que este último se lópezaliaguice.

Desde aquí surge una pregunta: ¿deberíamos pedir perdón Verónika Mendoza, NP y todos lo que apostamos por la alianza PL-NP?, ¿estuvimos mal abogando por la alianza con un candidato ineficiente y sin principios que nos acerca a la derecha radical? Respondamos desde ya que no hay nada por lo que se deba pedir perdón: puede haber ineficiencia y corrupción en este Gobierno, pero eso es mejor que la eficiente máquina de corrupción fujimorista. Y puede haber humalización y peligro de lopezaliaguización, pero la alianza PL-NP apuntaba precisamente a evitar todo lo anterior y obtener algunas conquistas de izquierda.

Lo que debemos preguntar más bien es: ¿Qué hacer?, ¿habría que callarse ante la derechización del Gobierno por miedo a que vaquen a Castillo y tengamos a un gobierno abiertamente de derecha? Yo creo que no. Nada es peor que la izquierda haciendo el trabajo de la derecha y arguyendo que lo hace en nombre del pueblo. A toda la izquierda le corresponde denunciar la derechización de Castillo y salir a las calles a protestar sin pedir la vacancia pero, claro, arriesgándola…

No obstante, Mendoza y sus exministros han hecho bien en no salir del gobierno tirando un portazo. Pues dado el “practicismo” de Castillo, es decir, dada su azarosa maleabilidad, existe la oportunidad de que la protesta popular y/o alguna coyuntura impredecible los coloque en un futuro no muy lejano en una posición desde donde puedan volver y obligar al presidente a respetar el acuerdo que firmó con Mendoza en la segunda vuelta.

Por supuesto, este camino es complicado. Castillo puede dar un giro para volver a la izquierda, pero eso no garantiza que vuelva a virar a la derecha si cambia el contexto. Más allá de su sindicato y de su sobrevivencia, no parece él tener ningún deseo político. Quizás, entonces, en vez de tratar de apartar a Castillo de Cerrón como se ha intentado antes, habría que buscar una alianza con este último en torno a un eje programático con líneas rojas bien delineadas. Pero este camino es aún más complicado.

En primer lugar, los de NP desconfían profundamente de Cerrón y estiman que los de su grupo son demasiados salvajes para tenerlos como aliados. Y el resentimiento de PL hacia los “caviares” es tan fuerte que a veces parece que estos (y no la derecha, la burguesía o el capital financiero) fueran sus enemigos principales. Pero los de NP deberían saber que se necesitan mejores vínculos con el mundo popular para no parecerse demasiado a una élite iluminista. Y Cerrón debería saber que tiene que superar su resentimiento hacia los “caviares” para arribar a una verdadera posición de clase. Sí, todo esto suena a fantasía, pero la realidad es que se necesita una alianza de izquierda para tener siquiera la oportunidad de perturbar la humalización y/o la lópezaliaguización del Gobierno.

Pero, además, si ocurriese el imposible de que Cerrón pueda vencer su resentimiento y los de NP la sensación de asco, quedaría aún otro escollo. Una alianza con Cerrón se basa en el supuesto de que este es fiel a los principios de izquierda y a la vez es lo suficiente flexible para negociar y ceder. A partir de los últimos acontecimientos, se podría, quizás, pensar algo así. Fue Cerrón el que instó a Castillo a cambiar el gabinete Váler mientras que aceptaba a un ministro de economía neoliberal propuesto por Aníbal Torres. Pero a partir de los mismos acontecimientos, también podría pensarse que Cerrón y su grupo no son más que una de esas mafias que aspiran a llegar al Estado para robar. De hecho, el proyecto de Fuerza Popular y Perú Libre para anular la colaboración eficaz, lo cual beneficiaría a sus líderes hoy procesados, no pinta nada bien. Y esto nos trae no solo el peligro de la derecha radical sino de la derecha radical corrupta y clientelista.

Se hace, por tanto, urgente analizar mucho más en serio a Cerrón, pero también a PL y a Castillo. No podemos guiarnos solo por las denuncias de unos medios demasiado cercanos al poder. Pero tampoco podemos caer en el populismo victimista de asumir que “los hijos del pueblo” están siendo injustamente atacados por una élite que se resiste a los cambios. Lamento no poder dar más luces sobre este asunto, pero ellas vendrán pronto con las acciones de los ministros y las reacciones de Cerrón, Castillo y PL, así como las de sus opositores en el Congreso. Mientras tanto, a la izquierda en su conjunto le corresponde movilizarse para llenar las calles y a NP, por el momento, esperar…  

Sobre el autor o autora

Juan Carlos Ubilluz
Doctor en Literatura

1 Comentario sobre "Más allá de la humalización de Pedro Castillo"

  1. buenas tardes..el choloindio..EL TIO RICARDO BELMONT CASINELLE,HA DICHO QUE EL PERU NO TIENE FUTURO QUE ES IGUAL O PEOR QUE UN PAIS NEGRO AFRCANO Y QUE ES UNA COLONIA,UNA VERGUENZA,LO APOYO AL TIO RICARDO,PERO TAMBIEN EL PERU SE HA VUELTO UNA NARCO ESTADO..lleno de drogadictos mafiosos corruptos delincuentes violadores asesinos de mujeres y niños y toda suertes de violencas,fomentado por esos narcotraficantes de mierda gringos criollos apristasfujimoristas fascistas con mentalidad colonial mente de exclavos..EL PRESIDENTE PEDRO CASTILLO Y TODO PERU LIBRE DE CERRON BELLIDO BERMEJO DINA BOLUARTE,LA ESTAN PEGANDO DE FILIPILLOS MALINCHES TRAIDORES SIN DIGNIDAD NI HONOR,UNA DECEPCION UNA VERGUENZA..solo tenia que seguir el ejemplo de la revolucion del collasuyo bolivia donde,EL CHOLO EL INDIO EL PRESIDENTE EVO MORALES AYMA..y los revolucionarios indios meztizos cholos del collasuyo.en solo seis medes ya habian nacionalizado el gas el petroleo liberado a los presos politicos,hacer una verdadera reforma agraria y por ultimo hizo una nueva constitucion..ESE EJEMPLO TENIA QUE HABER SEGUIDO CASTILLO Y PERU LIBRE PERO NO HAN CUMPLIDO NINGUNA DE SUS PROMESAS ASI QUE ES MEJOR QUE RENUNCIE DEJE LA PRESIDENCIA Y SE CONVOQUE HA NUEVAS ELECCIONES PRESIDENCIALES.ES LO MEJOR..y si no hay cambio es mejor que el sur del pais y el centro de este pais se unan ha bolivia el collasuyo y se haga la confederacion peruboliviana y que lima y el norte sean otro pais…gracias.

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