Recuperar la memoria y alimentar los sueños: feministas y nuevas generaciones

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Revista Ideele N°302. Febrero – Marzo 2022

La manera en que pensaba comentar este libro ha cambiado varias veces. Finalmente decidí seguir la ruta que él mismo me sugiere: la de la construcción de la memoria feminista, que la autora identifica como la “segunda ola del feminismo” en el Perú. Para este libro, Maruja Barrig y Gina Vargas, amigas queridas, en sus conversaciones con Violeta lo han hecho de manera espontánea, muy franca y muy honesta, planteando sus propias tensiones y ambivalencias. Creo que hay que sacar provecho de esto, porque las tensiones y las ambivalencias por lo general, no se dicen, sino que se guardan y esconden, y creo que la manera franca de enfrentarnos a lo que somos, es un desafío.

Este es un libro organizado en torno a los hitos por los cuales transitan Maruja y Gina dando cuenta de sus vidas y también de la época que las rodea. El libro tiene hermosos capítulos que recorren la familia, la universidad, cómo empezaron los primeros trabajos. “Nace un movimiento”, es una sección importante, así como también, “Entre partidos y movimiento popular de mujeres”, son momentos iniciales, fundacionales. Voy a tratar aquí algunos de esos tránsitos.

Hay un primer tránsito, el tránsito a través de la vida cotidiana, de la familia – y todas las palabras y las frases de la relación entre Maruja y su madre, entre Gina y su madre y su padre – resuenan.  Es curioso cómo evocan al feminismo cuando se decía “tenemos que matar a la madre”. En realidad, no hubo asesinato sino más bien, mucho de encontrarse a sí mismas dialogando y diferenciándose, o mostrando una relación de cercanía, como en el caso de Maruja, con la madre y el padre. Me pregunto en qué medida el o los feminismos encuentran en nosotras, las “históricas”, las feministas del siglo XX, a aquellas madres a las que tienen que matar. ¡¡Por favor no nos maten, recupérennos, recuperen lo que somos!! El que abren Maruja, Gina y Violeta en este libro es un diálogo multigeneracional, una invitación a la recuperación, a cómo hoy podemos procesar la relación con la madre de la cual quisimos diferenciarnos, con la cual quisimos enfrentarnos.

El libro nos proporciona fechas, años claves como el 63 y el 65 en que Gina y Maruja  ingresan a la universidad. El paso hacia la universidad, también es fundamental. Los años sesenta es una época en la que se hicieron masivas las experiencias de profesionalización y de organización de mujeres. Ir a la universidad no era fácil, había que tomar la decisión de hacerlo. Este tránsito tiene que ver con el pase de lo cotidiano a lo político, de lo cotidiano a lo público, porque la universidad viene a ser el primer escenario público de socialización, o uno de los primeros, más allá de la familia y del colegio, que se abre a una serie de mundos e interrogantes por los cuales Maruja y Gina pasaron y que el libro pone en evidencia. Un conjunto de interrogantes que el país se planteaba también en ese momento.

Lo que me propongo comentar como segundo tema, son los debates claves a tomar en cuenta, como el rol de la militancia partidaria, el de las etiquetas del feminismo, el problema de la construcción de la Nación y la relación con el Estado. ¿De qué forma se vivieron esos momentos iniciales?

Lo que podríamos hacer con las futuras generaciones es que ellas construyan su utopía y estar en su memoria, y estamos en esa memoria porque seguimos siendo también parte de los procesos históricos. Hay muchas cosas que apuntan en esa dirección, y creo que nosotras no somos solo las feministas del siglo XX; somos las que recuperamos el espíritu del XIX, las que construyeron en el siglo XX, y las que alimentamos los sueños del siglo XXI.

Otro tema que me parece muy importante en la vida de Gina y de Maruja, fue lo que representó el trabajo para ellas, esos momentos en que comenzaron a ejercer sus propias disciplinas y se encontraron con la experiencia de ser mujer, y fueron construyendo su manera de ser feministas. Maruja dice en el libro que a ella no la discriminaban ni cree que fue discriminada pero, a la vez, en su primer trabajo dice que escuchó comentar “sí, es mujer, pero es muy buena, es muy buena”. O, Gina habla con ambivalencia respecto de la pareja, cuando se resistió a usar el apellido de su esposo, lo que considera, “tal vez, mi primer grito feminista”.

En estos tránsitos hay otro asunto que está explícito, pero menos analizado, que es el de la institucionalización del feminismo en las ONG. Los años 79, 82, son años en que comienzan a funcionar Flora Tristán y Manuela Ramos. Al referirse a la institucionalización en las ONG, tal vez no se ha tomado en cuenta diferenciar este proceso de los de construcción del conocimiento, y es eso tal vez, lo único que yo apuntaría como un reclamo al libro de Violeta. En relación a Gina y Maruja observamos la construcción de un discurso, pero también una construcción de conocimiento. El primer texto que Maruja trabajó fue Cinturón de Castidad. Después se puso a trabajar sobre cuestiones laborales y con organizaciones de mujeres en barrios, planteó varios temas sobre el partido, en Vanguardia, haciendo trabajo político en la Unidad Democrática Popular (UDP); luego escribió sobre el aborto, sobre la mujer indígena. Y Gina, Gina en esos tiempos estaba trabajando en cultura y escribió un documento sobre el campesinado, junto con Virginia Guzmán, y otros documentos sobre el movimiento de mujeres, el género y el desarrollo, y, luego sobre feminismos en América Latina.  

Las cuestiones tratadas en los varios debates sugeridos, tienen que ver con lo que Violeta señala sobre la fragmentación en el país y los problemas que ya conocemos. En algunos temas puede haber miradas diferentes en el mismo movimiento, por ejemplo, en el II Encuentro Feminista Latinoamericano, Gina se refiere a una discusión sobre la presencia de lesbianas. Yo podría referirme también a una experiencia relevante en ese momento, la tensión en torno al papel de la “vivencia” como fuente de saberes que algunas contraponían a la investigación, al trabajo académico.

Estos hitos son un logro, porque la construcción de un discurso feminista es lo que hacemos, lo que practicamos y lo que reflexionamos. Y lo que puedo decir de ellas es que ambas han hecho esa contribución. No solo son parte de un discurso feminista, sino también parte de una producción de saber, de conocimientos y de la búsqueda de una relación con otros saberes, personas, colectivos. Uno se relaciona de acuerdo a sus circunstancias. Las condiciones que tenemos nos llevan por una ruta, pero esas rutas también se construyen. Lo que hay que destacar en el libro es esta manera de construir rutas que tiene que ver con hechos prácticos, con una vida que trata de ser consecuente con lo que dice, con sus ambivalencias o con sus tensiones, pero también una vida que trata de hacer y producir conocimiento en un país con tantas limitaciones, donde es tan difícil construir algo colectivo. Y, por lo tanto, uno se pregunta ahora: el colectivo que quisimos, ¿es éste? ¿este proyecto?  De repente un día comenzamos a sentir esta desazón personal, en un momento, como dice Gina, una tiene miedo a “no ser apreciada por lo que hice y produje en mi vida” a no ser reconocida por lo que hizo, miedo al olvido.

Pero este libro, es más bien un libro que cultiva la memoria, que supera ese olvido. Probablemente hemos sentido que nos están olvidando las jóvenes, y ese miedo al olvido no es solamente de feministas, también es un miedo presente en lo político y en lo cultural. Cuánta memoria nos falta, ¡pero cuánta memoria fragmentada tenemos! Y creo que aquí tenemos un reto porque ese sujeto que es el feminismo, ese sujeto que produce conocimiento no se está mirando el ombligo. Tal vez nos hemos mirado el ombligo algún tiempo, en el momento en que existía la Coordinadora que establecía quién era feminista y quién no lo era, o si era parte de un partido o no, en cuanto al tema de la doble militancia. Ahora hay que mirarnos a los ojos, hay que mirar las manos, hay que mirar los pies, hay que mirarnos las entrañas; producir las miradas sobre nosotras mismas. Este es un desafío que creo seguimos teniendo y me alegra mucho que como colectivo lo podamos tener. Hoy son muchos colectivos, muchos feminismos. Alguna vez Gina me dijo, estoy trabajando sobre el sujeto plural del feminismo, yo lo veo también como sujeto plural. Somos un sujeto plural, en los feminismos y en la política, pero esa pluralidad no ha podido constituirse para ser un proyecto. Hay muchos proyectos, hay muchos debates en el momento actual. Son momentos muy complicados, muy difíciles en el país, pero como generación, creo que lo más importante es la construcción de la memoria colectiva tanto para la izquierda como para la derecha, porque algunos sectores reaccionarios, de las derechas y las izquierdas nos van a recordar qué somos y de muy mala manera, y nos van a querer hacer lo que no somos. Entonces, lo que tenemos que saber, es cómo afirmamos nuestra memoria y cómo afirmamos lo que queremos ser como ciudadanas.

Hay una serie de interrogantes que las dos se plantean hacia el final del libro. Maruja lo dice con mucha claridad “¿qué nos faltó hacer?” “¿qué cosas más tuvimos que hacer?” y lo que creo es que estas fabulosas mujeres hicieron su camino solas, construyéndose como madres, como profesionales y luego, construyendo colectivos, porque fueron parte de muchos colectivos. Quiero reivindicar en particular la relación con los y las estudiantes. Gina y Maruja han hecho mucho con estudiantes. Estudiantes es la palabra para decir nueva generación, y es así como yo siento que podemos reestablecer nexos. Lo que podríamos hacer con las futuras generaciones es que ellas construyan su utopía y estar en su memoria, y estamos en esa memoria porque seguimos siendo también parte de los procesos históricos. Hay muchas cosas que apuntan en esa dirección, y creo que nosotras no somos solo las feministas del siglo XX; somos las que recuperamos el espíritu del XIX, las que construyeron en el siglo XX, y las que alimentamos los sueños del siglo XXI.

* Comentarios de Narda Henríquez en la presentación de libro “Dos feministas del siglo pasado: conversaciones con Violeta Barrientos”. Pesopluma Ediciones. Librería El Virrey. Lima 13 de diciembre 2021.

Sobre el autor o autora

Narda Henríquez
Socióloga y profesora emérita por la Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP). Ha sido una de las fundadoras del feminismo peruano y de los estudios de género en la universidad. Intelectual de izquierda ha investigado en temas relacionados con la violencia política de los años 80, así como en los relacionados con los movimientos sociales, los conflictos y la desigualdad.

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