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Revista Ideele N°240. Julio 2014Otra mirada a los días previos de un evento que ha sacudido Brasil y cuya parafernalia esconde gravísimas violaciones a los derechos humanos.
Migrante en el vecino país. Hace 10 años que vivo en Brasil, 6 en Rio de Janeiro. He querido registrar lo que se vive en esta ciudad los primeros días de la Copa Mundial de Fútbol.
Recibo noticias eufóricas de Chile, Argentina y Perú. Siento la gran expectativa que genera que el Mundial se juegue en Brasil. Mis amigos peruanos me preguntan cómo está el clima futbolero en la ciudad. Esperan -y yo también esperaba- que la ciudad fuera una gran fiesta en vísperas de este importante evento futbolístico. La Copa más cara de la Historia.
Se impresionarían si pudieran constatar una extraña frialdad en el clima futbolero durante los días previos a la inauguración de la Copa del Mundo. Frialdad comentada en las calles, en blogs de noticias y en programas de radio. Frialdad vivida en todas las ciudades en donde ocurrirán los juegos, a pesar que la televisión presenta casi todo el tiempo temas, noticias y publicidad relacionadas con el Mundial y hacen una propaganda fabulosa, pomposa y rimbombante de este espectáculo deportivo.
Recuerdo el pasado Mundial Alemania 2006. Los días previos recorrían las calles camionetas con personas envueltas en banderas, y que cerveza en mano gritaban “¡Brasil, Brasil!!” Algunos días antes del inicio del campeonato, el clima era de fiesta y griterío, los bocinazos se escuchaban en toda la ciudad. Las vuvucelas -esas cornetas de estadio- torturaban cruelmente los oídos (incluidos los míos) hasta el punto que se emprendió una fuerte campaña para prohibirlas.
En cambio esta vez no se oyeron cornetas, ni batucadas, ni bocinazos, ni gritos, ni vivas. No se vieron grandes banderas brasileñas ni demasiada gente bebiendo cerveza en los bares y en las calles. El movimiento callejero fue protagonizado por turistas extranjeros muy alegres por estar visitando la famosa, seductora y peligrosa urbe carioca.
Si bien algunas calles fueron decoradas con cintas verdes y amarillas, no se percibió en la población un ánimo de fiesta o jolgorio, tan característico en las celebraciones o eventos relacionados con el fútbol que aquí suponen euforia, baile y festejo catártico colectivo.
Por el contrario: un extraño silencio.
El entusiasmo que envolvió a la población en la víspera de la inauguración fue bastante bajo comparado al de cualquier otro en que participó la selección brasileña. Algo hubo porque, después de todo, el fútbol es importante para los sudamericanos, y en especial para los brasileños.
Al mismo tiempo, se han desarrollado en las ciudades capitales brasileñas muchas manifestaciones contra la Copa y los mega eventos. Hay manifestaciones en 10 ciudades brasileñas, y están programadas muchas otras para los próximos días. Se puede decir con seguridad que continuarán sucediéndose incansablemente durante los partidos del evento deportivo. “Não vai ter copa” (No va a haber Mundial) es una de las frases más repetidas por un buen sector indignado de la población.
Otras manifestaciones y protestas no son contra el Mundial específicamente, sino por reivindicaciones salariales. Tal parece que el espectáculo esta vez no está anestesiando a los trabajadores de diversos gremios que se mantienen paralizando algunos vitales sectores de los servicios urbanos.
Empleados del metro, transportistas, basureros, empleados de la municipalidad, profesores, trabajadores del área de salud, bancarios, vienen realizando paralizaciones laborales y manifestaciones que no han cesado con la llegada del Mundial.
Elitización del Fútbol
El fútbol como juego y como deporte ha sido una actividad muy expandida y adorada por el pueblo en muchas regiones de Brasil. Desgraciadamente las transformaciones de la estructura urbana y económica han limitado la práctica amateur del deporte. A pesar de ser cuna de excelentes jugadores, los barrios más pobres en las ciudades están superpoblados y amenazados por la violencia constantemente, lo que limita en gran medida la práctica del deporte en años recientes.
Por otro lado, el fútbol como espectáculo popular se ha ido mercantilizando hasta el punto de hacerlo inaccesible a las mayorías pobres. Se acabó con el sector “Popular” en el estadio (“A Geral”, no existe más en el Maracaná), pues el fútbol en vivo hoy en día es un negocio que tiene como objetivo un grupo de consumidores con mayor poder adquisitivo.
Este es un fenómeno mundial pero que se expresa con más fuerza en Brasil debido al desarrollo del “fútbol espectáculo” y del poder de los medios de comunicación.
Después de la Copa de las Confederaciones, los precios de las entradas al Maracaná se cuadriplicaron, subida que tiene que ver con las reformas, ampliaciones y modernización de los estadios llevada a cabo por las constructoras.
Es en este contexto que han salido a la luz las expresiones de rechazo al fútbol, a la selección, al Mundial, a los mundiales, a la FIFA, al gobierno del PT y a la estructura económica.
Mega eventos
Brasil es un ejemplo de una nueva clase de capitalismo en la que el estado interviene activamente en la economía, contratando grandes empresas y subvencionando otras, como un impulsor del crecimiento económico, y usando los recursos públicos para enriquecer a grandes empresarios. Las políticas económicas a seguir son impuestas de una forma dictatorial, con la diferencia que ya no parece ser necesario un gran jefe o dictador que controle todo el aparato político para hacer esto posible, el Estado mediante su sistema judicial y represor garantiza estructuralmente este mecanismo.
El gobierno del PT (Lula-Dilma) no logró un cambio en la política económica de tendencia neoliberal de los regímenes anteriores. Continuó con las privatizaciones progresivas de las industrias extractivas y energéticas y de los servicios públicos, favoreciendo a grandes grupos empresariales, incluso a través de la participación y subvención del Estado y la exoneración de impuestos.
Los fondos con los que el Estado subvenciona a las grandes empresas, se obtienen contrayendo deudas con la banca, que son después pagados con los impuestos -bastante más altos que en otros países de la región- cobrados a las transacciones monetarias en general, y a través de otras formas de recaudación que afectan a los ciudadanos más pobres.
Los emprendimientos energéticos y extractivos en manos de grandes consorcios son de una magnitud nunca antes vista. Por ejemplo, las hidroeléctricas que se construyen en la selva amazónica y los proyectos de explotación del Petróleo. El Pre-sal, una gran reserva de petróleo localizado a 7000 metros de profundidad debajo de una gran placa de sal en el océano Atlántico, será explotado por transnacionales asociadas a Petrobras, que todavía es 50% estatal gracias a la firme resistencia de los trabajadores contra las intenciones de privatización total del gobierno.
Los mega eventos propician el crecimiento del negocio inmobiliario, y la consecuencia inmediata de ello es el aumento de los precios de la vivienda y alimentación en las grandes ciudades, en especial en Río de Janeiro.
El precio de compra- venta del metro cuadrado en Rio de Janeiro subió una media de 65,2 % entre los años 2011 y 2014. Y para el alquiler de inmuebles, el alza fue de 43,3 % en el mismo periodo. Los alimentos también sufrieron fuertes alzas. Junto con eso no hubo un incremento significativo de los salarios.
Entre los diferentes grupos que protestan encontramos diversos puntos de vista, desde reivindicaciones puntuales frente a los desalojos, hasta expresiones de diferentes ideologías, muchas de crítica a la estructura económica, al poder de la banca y de las grandes empresas.
Si algo bueno puede resultar de esta desgracia caída sobre el pueblo brasileño llamada “Mega eventos”, es que ha revitalizado la organización y unión entre las clases más pobres y la indignación de los individuos más críticos frente a la avidez capitalista.
Limpiando la casa para la fiesta
Si bien Río de Janeiro es elitista y estratificado, y la inhumanidad con que la clase alta y los gobiernos de las grandes ciudades brasileñas acostumbran reprimir o exterminar a los pobladores más pobres es histórica, con los mega eventos esta situación se ha agravado considerablemente. La coalición de fuerzas políticas, sumadas a los intereses empresariales, llevaron a un proceso de limpieza social acelerado para facilitar la realización de inversiones de alto nivel.
Y es que los mega eventos vienen acompañados de una serie de actividades que están reportando muchas ganancias para el sector empresarial (constructoras, prestadoras de servicio, banca, transnacionales como la FIFA), en desmedro de la población más pobre que es expulsada de sus viviendas que son demolidas, quedando sin hogar, para luego ser expulsada de las ciudades.
El año 2012 comenzó la preparación de las ciudades para los grandes eventos. Ésta viene acompañada de una serie de medidas como la intervención militar en las favelas y la implantación de bases de la policía militar. Este proceso deja como saldo muchas vidas humanas y el desalojo de gran cantidad de familias para construir vías automovilísticas, estadios, estacionamientos y obras de atracción turística.
Al revisar el resumen preparado por el Dossié de Violaciones de Derechos Humanos del Comité Popular de la Copa, nos encontramos con que más de 4,5 mil familias fueron desalojadas de sus casas, y que 4,9 mil lo serán sólo en Rio de Janeiro (en total 9419), por inversiones relacionadas con la “revitalización” de la ciudad planeada para celebrar los mega eventos. ¿Los motivos? La construcción de grandes autopistas, estadios, estacionamientos, reformas de la región portuaria, ampliación del aeropuerto. Estas obras están a cargo de pocos consorcios empresariales (Odebrecht, Camargo Correa, OAS), y significan un gigantesco gasto para el Estado totalmente desproporcionado en relación a los niveles de miseria de la inmensa mayoría de la población. Por ejemplo, se sabe que sólo en construcción de estadios éste será el Mundial más caro de la historia (el valor excede ya 3 veces al anterior de Alemania).
Por otra parte, con el pretexto del “combate a las drogas”, muchas personas sin hogar fueron retiradas de las calles por la fuerza y encerradas en albergues inhóspitos fuera de la ciudad, comprobándose después en estudios e investigaciones el carácter de limpieza social de estas políticas, y la violación sistemática de derechos fundamentales de las personas, la mayoría de las cuales no consumían ninguna sustancia legal o ilegal.
¿Policía pacificadora?
También con el pretexto de la “guerra contra las drogas”, el Gobierno instauró las UPP (Unidades de Policía Pacificadora) después de la invasión armada a las comunidades donde supuestamente existían pequeños poderes “paralelos” (grupos de distribuidores de sustancias ilegales que siempre tuvieron reconocida relación con el poder policial y político).
Las verdaderas intenciones de las UPPs no tienen que ver tanto con el combate al comercio de sustancias ilegales y sí, más bien, con la limpieza social, ocupación militar de estas áreas, expulsión de pobladores, la apertura de un espacio atractivo para las grandes inversiones inmobiliarias. Para lograrlo se quiere imponer un estado de emergencia similar al adoptado en situaciones bélicas en el que prácticamente no existen los derechos ciudadanos, y que traen como consecuencia el asesinato de miles de personas y el terror de la población.
Para la implantación de estas bases la policía tuvo que hacer frente a pequeños grupos armados que controlaban esas zonas, usando tácticas de captura, exterminio y ejecución extrajudicial, tortura, invasión de viviendas y otras medidas bélicas contra la propia población. Incluso usaron armamento de la guerra del Golfo Pérsico cuando tomaron el Morro do Alemão.
Durante la actual ocupación militar de las comunidades pobres es común la tortura y la desaparición de cuerpos, asesinato de pobladores, violaciones, asaltos, maltrato y asesinato de niños perpetrados por la policía. Muchas de estas acciones han sido comprobadas por las mismas autoridades. Solo en Rio de Janeiro, entre el 2012 y el 2014, la policía mató a 416 personas en operativos, y en el 2013 fueron registradas cerca de 30 ejecuciones extrajudiciales a manos de policías.
Si bien en una primera etapa el terror sicológico contuvo a los pobladores de estas áreas, los abusos hicieron que este año se manifestasen en las calles contra los asesinatos de pobladores, siendo después reprimidos con mucha violencia por la policía que asesinó incluso a más personas en las mismas manifestaciones o haciendo seguimientos y asesinatos selectivos posteriores, entre ellas a niños.
Grandes recursos públicos han sido invertidos en medidas represivas para garantizar las grandes inversiones, que es lo que finalmente está detrás de esta estrategia. Se ha gastado 800 millones de dólares, mucho más que el año pasado, en armamento letal y diversos equipos contra manifestaciones.
También hubo inversión de recursos públicos en el contrato de empresas mercenarias como la israelita Academi (propiedad de Monsantos) para el entrenamiento de la policía.
En Brasil, la policía está militarizada y presupone la existencia de un enemigo real. Debido a este factor los manifestantes son víctimas de desproporcionada brutalidad policial, la mayoría de veces sin motivo alguno. Población civil que no está involucrada en los actos de violencia también ha sido agredida accidentalmente o a propósito por policías, causándoles lesiones permanentes, pérdida de la visión, heridas graves a transeúntes, mendigos y periodistas.
Ha habido prisión arbitraria de activistas, tortura, muertes, ejecuciones, modificación de las leyes para hacerlas más severas y proyectos de leyes antiterroristas. Estas medidas que fueron tomadas para asegurar la realización de los mega eventos y otras grandes inversiones.
Manifestaciones
Explicado así el panorama, es más fácil entender el descontento. Las encuestas de opinión revelan que dos tercios de la población están en contra de la realización de los mega eventos en Brasil.
Existe mucha desinformación y tergiversación de los hechos reales generada por los grandes medios de comunicación. La derecha más conservadora, que los controla, quiere vincular las protestas con los casos de corrupción del gobierno del PT. Pero si hacemos un recuento histórico de las movilizaciones veremos que no es así por varios motivos: La primera gran manifestación fue en Junio del año pasado y se concentró en el rechazo al alza de pasajes. Fue organizada por el movimiento Passe Libre que propone la gratuidad de los servicios públicos mediante el cobro de impuestos a los más ricos. El movimiento Não vai ter Copa también es de tendencia anti-capitalista. Las organizaciones populares, órganos de derechos humanos, sindicatos, partidos de izquierda, grupos anarquistas y comités populares de las comunidades han tenido una participación muy activa en las grandes manifestaciones.
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Es difícil distinguir si las explosiones son causadas por fuegos artificiales o bombas lacrimógenas. ¡Espero que la FIFA nunca quiera hacer un Mundial en el Perú!
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http://www.portalpopulardacopa.org.br/index.php?option=com_k2&view=item&…
ISP (Instituto de Segurança Pública) do Rio de Janeiro
http://noticias.uol.com.br/cotidiano/ultimas-noticias/2014/03/27/maior-q…
http://www.estadao.com.br/noticias/geral,protesto-contra-morte-de-dg-tom…
http://rebaixada.org/a-mdia-corporativa-quer-criminalizar-a-vtima-dougla…
Pra saber más:
http://www.revistadehistoria.com.br/secao/capa/imagem-da-capa
http://www.revistadehistoria.com.br/secao/artigos/primeira-copa-de-probl…
Excelente documental:
http://vimeo.com/98238853
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