2015: ¿Continuará la desaceleración?

(Foto: Andina)

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Revista Ideele N°246. Diciembre 2014

Diciembre. Mes de innumerables pronósticos de los analistas respecto al año 2015. Como ocurre todos los años, a lo largo del año, irán ajustando sus proyecciones en un sentido u otro, pues ocurren hechos que no estaban previstos. Y es que nadie puede “leer” el futuro.

Partamos de dos hechos: la desaceleración, entendida como una menor tasa de crecimiento económico, es real y, en segundo lugar, cada proyección que presentan los analistas, es peor que la anterior, es decir, a partir de una lectura de las cifras, se estaría profundizando. La pregunta es lógica, ¿qué hacer? ¿Se puede hacer algo o simplemente esperar que el entorno externo mejore?

¿Con qué información contamos? De acuerdo con el BCR este 2014, tanto la inversión privada como la pública crecerían 0%, mientras que las exportaciones tendrían una caída de 4%. Los motores de la economía se han frenado en seco, aunque la tendencia se observaba desde 2012. La proyección de crecimiento para este 2014 es 2.8%, muy por debajo del observado en 2010, que ascendió a 8.8%.

Dicho esto y a partir de lo que ocurre hoy, tanto dentro del Perú como en el exterior, ¿qué podemos esperar en 2015? Comencemos con el ámbito externo. En primer lugar, Estados Unidos ya terminó con su programa de estímulo económico, en un proceso conocido como “tapering”. Más aún, el consenso del mercado es que la tasa de interés en los Estados Unidos suba hacia medidos de año. En segundo lugar, una eurozona con problemas de deuda y déficit fiscales no resueltos. En tercer lugar, un crecimiento de China que fluctuará entre 7% y 7.5%, de acuerdo con los especialistas. En otras palabras, “si todo se mantiene igual”, un crecimiento mundial mediocre y menor al esperado.

Luego de la crisis financiera de 2008, una gran parte de gobiernos del mundo pusieron en marcha los denominados “programas de estímulo económico”. En todos los casos comenzaron con políticas monetarias expansivas. ¿Se han implementado en el Perú? La respuesta es afirmativa, como lo prueban la reducción de la tasa de encaje en soles y la disminución de la tasa de interés de referencia interbancaria a 3.50%. No obstante, la economía continúa en caída libre. Lo mismo ocurrió en Europa, Japón y los Estados Unidos.

En esas circunstancias optaron como segunda línea de ataque: la política fiscal, es decir, a combinaciones de reducciones impositivas con mayor gasto público. El objetivo era reactivar el consumo, considerando que vía política monetaria no se lograba tener efectos significativos. Ello repercutiría en una mejora de la confianza empresarial que como consecuencia incrementaría la inversión. Desde luego, que el riesgo es contraer un déficit fiscal que a partir de cierto nivel, se puede tornar inmanejable.

¿Por qué no el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) asume algunas inversiones públicas de manera temporal, hasta que los nuevos gobiernos regionales se instalen?

¿Cuál es la situación en el Perú? Este año 2014 tendremos 0.2% de superávit fiscal  (ahorro del gobierno). La pregunta parece obvia: ¿por qué no se usa ese monto y se aumenta la inversión pública? Viendo la realidad “más allá de los números”, gran parte de la inversión pública se canaliza a través de los gobiernos regionales y locales, muchos de ellos muy cuestionados y otros con poca capacidad de implementar proyectos de inversión pública. En esas condiciones es complejo que el “canal de inversión pública” funcione.

Si no hay forma de aumentar la inversión, la privada por un tema general de incertidumbre y la pública por los problemas descritos, solo nos queda pensar en alternativas distintas. ¿Por qué no el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) asume algunas inversiones públicas de manera temporal, hasta que los nuevos gobiernos regionales se instalen? El MEF podría elevar el gasto público e inclusive generar un pequeño déficit fiscal manejable (digamos, no mayor que 1% del PBI, aunque se ha anunciado uno de 2% para 2015).

 A todo este panorama se le agrega el hecho que 2015 es un año prelectoral que trae la incertidumbre ya conocida, más aún si tenemos una democracia sin partidos políticos, lo que hace poco predecible lo que implementará quien resulte ganador en 2016. Algo si es claro: no podemos esperar que el contexto externo mejore para hacer algo. El período 2003-2012 fue excepcional y se repite muy de vez en cuando. Entonces, debemos pensar desde adentro que podemos hacer en el corto plazo, bajo el entendido que las reformas claves deben realizarse, aunque creo que el mejor momento para hacerlas será al comienzo del nuevo gobierno, en un contexto de “luna de miel” entre los votantes y los elegidos.

Me parece que los economistas debemos sugerir y actuar con más humildad. No encontramos recetas, si es que existen. Tampoco creo que sea el “modelo”. Me inclino a pensar que nos hemos olvidado que la economía no funciona en un vacío, sino en una realidad concreta, con características políticas, sociales, históricas e institucionales determinadas. Debemos ubicar nuestras sugerencias en cada contexto. Por ejemplo, las reducciones en tasa de encaje inundan de liquidez a los bancos, pero ¿existe la confianza suficiente en los mismos bancos para prestar y en los inversionistas a solicitar el dinero? ¿Por qué lo harían si los “espíritus animales” están dormidos? ¿No sería más fácil para un banco comercial retornar el dinero al banco central y depositar en él un exceso del encaje obligatorio? ¿Existe el marco institucional adecuado para que “despierte” la inversión? A ciencia cierta, nadie puede asegurar qué hará en 2016 quien gane las elecciones presidenciales.

Como consecuencia no tengo certeza del éxito de los paquetes reactivadores ni de la reducción de la tasa de encaje, no porque no sean agresivos (tema que es discutible), sino porque el entorno no es conducente a una reactivación por razones no económicas. Si algo debemos haber aprendido los economistas es a mirar el contexto dentro del cual se aplican las políticas. Lo que si veo como  necesario es la implementación de reformas que sostengan el crecimiento y la inclusión. Salud, educación, infraestructura urbana y rural, mercado laboral, informalidad, Estado,  entre otros, deben estar en el tope de la agenda de mediano plazo, para reducir la dependencia  de los vaivenes del contexto externo. 

Sobre el autor o autora

Carlos Parodi Trece
Economista de la Universidad del Pacífico.

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