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Revista Ideele N°246. Diciembre 2014El problema de la vivienda no les importa
¿Dónde deben vivir los habitantes de Lima? ¿Cómo viven ahora? ¿Las viviendas deben ser de buena calidad y en un suelo apropiado y resistente? Es de ciegos pensar que este no es un problema de Lima y otras ciudades, y es de ignorantes señalar que no se trata de un asunto municipal.
Las municipalidades tienen la obligación exclusiva y excluyente de autorizar las ocupaciones de suelo (licencia de urbanización) y las edificaciones (licencia de construcción, de demolición, de ampliación). ¿Es posible que no se les ocurra tener una política sobre el tipo de urbanización y el tipo de vivienda que debe haber en sus ciudades?
Aproximadamente el 40% de los limeños vive en viviendas y departamentos edificados por ellos mismos en urbanizaciones que empezaron sin vías, agua ni equipamientos. Otro 10% habita en viviendas insalubres e inapropiadas en edificaciones tugurizados. En otras palabras, la mayoría de viviendas de Lima o están por caerse o no sabemos si resistirán un terremoto. Porque el enorme esfuerzo de las familias en construirlas no vino acompañado de un apoyo técnico, que es lo único que ellas no han podido pagar.
Muchas ciudades de América Latina y del mundo tienen gerencias e institutos municipales de vivienda que se encargan de estudiar las necesidades específicas de los diferentes barrios de la ciudad, pero no en el Perú, excepto por el recién creado Programa Municipal de vivienda en Lima. El problema de vivienda en la ciudad es muy serio, pero no es considerado un asunto público, sino un asunto privado; un asunto de las familias que no interesa a las autoridades municipales. Sólo ha interesado a los políticos el asunto del dinero público masivamente gastado en departamentos nuevos para las clases medias que ha transformado algunos distritos de la ciudad.
El problema del espacio público es entendido al revés
En nuestros días, las grandes ciudades peruanas viven un natural proceso de aumento de la densidad en las edificaciones que se hace en desmedro del tamaño de sus espacios públicos. Desde hace un par de siglos, la ecuación sobre el espacio público en las ciudades ha sido muy sencilla: cuanto más pequeñas son las viviendas, es más grande el espacio público. Esto no necesita mayor explicación en lo que a respirar el aire, hacer ejercicios, entretenerse y tener espacio para jugar se refiere. Pero se está olvidando que los espacios públicos son los lugares clave de las ciudades. El espacio público es el lugar de la ciudadanía; es donde todos somos iguales y con los mismos derechos. Más aún, es el lugar que promueve la equidad si se le trata de manera adecuada. ¿O es que, por ejemplo, los jóvenes debieran quedarse encerrados en su casa en lugar de salir a la esquina? El espacio público es el lugar del encuentro de las diferencias y de donde se nutre la diversidad, fuente de la creatividad y la innovación. Una ciudad se caracteriza por la forma y características de sus espacios públicos y de sus lugares de encuentro. Si son amplios y democráticos, si incitan a la alegría y al bienestar de todos o de pocos, si permiten la interacción entre gentes de lo más diversos, si son agradables y bien mantenidos, los espacios públicos promueven el respeto hacia los demás.
Lo que hoy vivimos en Lima es un proceso de urbanización acelerada, pero no de construcción de ciudades. Ese fenómeno no está claro en la visión que tienen quienes pretenden ser nuestras autoridades acerca de lo que la ciudad necesita. Ellas se hacen cómplices del reconocimiento inmediato y parcial que tienen los vecinos de los numerosos problemas que aparecen, pero no proponen una visión de ciudad que inspire a todos a moverse hacia adelante. Que el transporte, que la seguridad, que el agua y la vivienda (asuntos no mencionados, porque se supone mal que no “competen” a las autoridades de una ciudad), que esto, que lo otro. Como si la suma de estos numerosos problemas nos proporcionara una visión de lo que queremos de la ciudad. No es posible, por ejemplo, que se hable de la seguridad ciudadana con un lenguaje de cámaras de seguridad, de serenos y policías. ¿Se colocan estos elementos en calles y parques sin vida y sin atractivos y abandonados?
Lo que nosotros necesitamos son líderes y movimientos sociales que promuevan una visión de la ciudad y la expresen en sus acciones, inspirando y promoviendo el cambio. Líderes que hagan evidente que lo que se elige cada cuatro años no es a un(a) gerente, sino a un(a) gobernante de la ciudad.
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