¿Inevitable retorno fujimorista?

Escrito por Revista Ideele N°303. Abril-Mayo 2022

Posfujimorismo fujimorista

El fujimorismo se implantó y enraizó muy bien en el Perú. El post-fujimorismo nunca logró consolidar nada diferente. Sí permitió una efervescencia social y sí concedió políticas sociales acompañadas de una prudencia económica continuista que logró que la pobreza remitiera sustancial y sistemáticamente. Fue el mismo modelo económico, político, y social. Fue un post-fujimorismo muy fujimorista. Un aporte específicamente post-fujimorista fue una ley electoral exclusionista, de vallas y restricciones a la inscripción de partidos, que dio lugar a los “vientres de alquiler” y sentenció al sistema político a la inestabilidad permanente. Un talón de Aquiles que pasaría factura en el presente y facilitaría la reconstitución del fujimorismo.

Fujimorismo post-fujimorista

El post-fujimorismo ha sido una lucha permanente por evitar el retorno del fujimorismo. Cual el “hombre de mercurio” en Terminator 2, el fujimorismo que parecía acabado durante el gobierno de Paniagua y Toledo, mostró mucha resiliencia y capacidad de recuperación y contraataque. Un grupo político consistente de diversos núcleos más el amparo en los poderes fácticos y en las redes de intereses establecidas a nivel económico por todo el país pudo reconstituirse, primero capitalizando el declive de Alejandro Toledo y luego relanzándose con Alan García.

Este fujimorismo post-fujimorista es algo diferente al fujimorismo gobernante de los 1990s. Esta vez es profunda y desvergonzadamente antiderechos. No es el fujimorismo que creó la Defensoría del Pueblo ni el Ministerio de la Mujer. Es un fujimorismo abiertamente terruqueador, a diferencia del fujimorismo gobernante que abrió las puertas a procesos de arrepentimientos y reevaluación de encarcelaciones injustas. Es un fujimorismo orgullosamente reaccionario a diferencia del fujimorismo gobernante que iba de moderno, liberal, cosmopolita e inclusivo. Pero sigue siendo un fujimorismo “fusión” en su capacidad de recolectar tránsfugas de otros partidos, particularmente de personajes antaño antifujimoristas.

El presidente Pedro Castillo le ha puesto las cosas fáciles al acoso fujimorista. La negativa a formar una coalición política clara de izquierda y centro, la evidente obstinación por desdeñar la capacidad técnica, más una exclusiva defensa en base a concesiones prebendarias de ministerios y favores varios, todo eso, le ha creado flancos débiles y fácilmente atacables por sus enemigos jurados. El ariete fujimorista golpea una y otra vez el portón de un castillo que va quedando abandonado al mismo ritmo del abandono de las promesas de campaña.

Fujimorismo atajado

Las tres últimas elecciones consistieron muy explícitamente en evitar retorno del fujimorismo que parecía inevitable. Atajar que el fujimorismo dé un zarpazo final y retorne al poder. No fue evitar que un partido de derecha o de ultraderecha vuelva al poder, sino específicamente evitar que fuera el fujimorismo el que vuelva.

Tres elecciones en que el fujimorismo pasó a segunda vuelta y estuvo cerca de ganar las elecciones. Tres elecciones en que el fujimorismo logró de alguna manera salirse con la suya en imponer su propia agenda al gobierno electo. Con Humala le bastó con la lograda derechización dado que entonces tampoco tenía tanta fuerza parlamentaria. Pero a Kuczynski sí lo tomó como presa fácil y lo canibalizó por completo hasta desestabilizarlo y abrir una seguidilla de vacancias y disoluciones de congreso. El fujimorismo defendió al sistema con una conducta anti-sistema. Tiró la toalla de volver al poder exclusivamente por elecciones y optó por la disrupción institucional. Le ligó a medias con Kuczynski, pero con Castillo la desestabilización vino desde antes de su presidencia y tiene alguna opción de serle exitosa.

Fujimorismo: de dominante a dirigente

El presidente Pedro Castillo le ha puesto las cosas fáciles al acoso fujimorista. La negativa a formar una coalición política clara de izquierda y centro, la evidente obstinación por desdeñar la capacidad técnica, más una exclusiva defensa en base a concesiones prebendarias de ministerios y favores varios, todo eso, le ha creado flancos débiles y fácilmente atacables por sus enemigos jurados. El ariete fujimorista golpea una y otra vez el portón de un castillo que va quedando abandonado al mismo ritmo del abandono de las promesas de campaña. El fujimorismo se asume como inevitable, y hasta capaz de generar sucedáneos. Y más aún, el fujimorismo se muestra capaz de ser la vanguardia del “centro” político, a pesar del aparente rechazo que genera en este sector político. La agenda de destitución presidencial iniciada por el fujimorismo ha sido asumida por el “centro” político, bajo otras figuras legales como el adelanto de elecciones que requiere el voto parlamentario del bloque pro-fujimorista. Desde luego que este alejamiento del centro político se lo ganó a pulso del gobierno de Castillo. Alejó a sectores de izquierda moderada y con ello, con más razón, alejó a sectores centristas, que ahora, conciente o inconcientemente, secundan al fujimoirsmo.

El retorno fujimorista, cuestión de tiempo

¿Hasta cuándo se podrá evitar el retorno fujimorista en una sociedad que secreta fujimorismo y a la vez lo contiene? ¿Hasta cuándo se salvará en la línea el gol definitivo de lo que parece emerger orgánicamente del tejido social peruano? En este punto convendría recordar cómo el fujimorismo fue derrotado, así sea por un pelo, desde 2000 en adelante. Con la excepción de Pedro Castillo, se le quemó el pan en la puerta del horno por opciones centristas que lograron el apoyo de sectores de izquierda. Con Pedro Castillo, el fujimorismo es derrotado por primera vez por una opción de izquierda apoyada por el centro. El desbalance ocurre porque el gobierno de Castillo ha seguido una política suicida de alejar al centro y tener una relación meramente transaccional de votos parlamentarios por ministerios. La huida hacia delante de presentar un proyecto de Asamblea Constituyente sin tener los votos parlamentarios poco ha servido para una consolidación del gobierno. Por el contrario, ha enardecido a su oposición. Al final del día sin una coalición de izquierda y centro, el retorno fujimorista va camino a ser una cuestión de tiempo. El cántaro irá a la fuente hasta que se acabará por romper.

La otra persistencia, la no fujimorista, dividida y a la defensiva

El fujimorismo, persistente como es, convive en el Perú con una matriz también persistente, que cruza regiones, segmentos sociales, niveles educativos y grupos etarios, que no es derechista ni específicamente fujimorista. Esta matriz funcionó bajo liderazgo centrista “realmente existente”, pero no está aguantando un liderazgo izquierdista también “realmente existente” de este gobierno. La precariedad gubernamental definitivamente no tiene las de salir airosa ante los embates fujimoristas. La base social está ahí, pero mal representada y desmoralizada. Ante ello, surgen propuestas que buscan recuperar el liderazgo centrista, fuera del gobierno y en oposición al mismo, en una lógica destituyente. Es una lógica tan contraproducente como la del autoaislamiento del gobierno. No es el centro el que tiene las de cosechar mejor el declive del actual gobierno, sino el fujimorismo y sus sucedáneos. El centro no puede enfrentar solo al fujimorismo, sin el apoyo de la izquierda social, y peor aún, en pelea con ésta. El centro se ubica así ya no de vanguardia del antifujimorismo, sino de retaguardia del fujimorismo. Sin duda, una mayor ruptura dentro del sector de izquierdas y centros le sirve en bandeja el retorno al poder del fujimorismo. Y con este retorno se cerraría una etapa más de dos décadas de resistencia y en que se vino evitando lo que parecía inevitable.

* Director Ejecutivo del Perú ante el BID. Descargo: Las opiniones vertidas en el presente articulo son de exclusiva responsabilidad personal del autor y no representan ni al Banco Interamericano de Desarrollo ni a ninguna instancia del Gobierno del Perú.

Sobre el autor o autora

Silvio Rendón
Economista. Investigador Independiente. Ex Director ejecutivo del Perú ante el Banco Interamericano de Desarrollo.

1 Comentario sobre "¿Inevitable retorno fujimorista?"

  1. Yovanna Caldron | 6 junio 2022 en 04:49 | Responder

    Lamentablemente, el partido Perú Libre incurrió en negligencia política al constituirse como vientre de alquiler de Castillo, representante sindical de una facción de maestros, mediático sin formación ideológica ni conocimiento ni experiencia en gerenciar recursos públicos, y tirando por la borda recomendaciones de expertos como Rendón, gestiona erráticamente sin un horizonte; ahondando el divisionismo y desprestigio de la Izquierda en todos sus tintes. Guardamos la esperanza de que un nuevo grupo político como el de Olivera ( centro )avance en la elaboración de planes acordes a la realidad nacional y estrategias comunicativas de impacto que permitan a muchos de nosotros guardar la esperanza de un rumbo democrático y sin corrupción para mi Pais.

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