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Revista Ideele N°249. Abril 2015“Todo lo que empieza como comedia termina como película de terror”
Roberto Bolaño
1. La suma de todos los miedos.
Cerca del ritual quinquenal en el que nuestro país se enfrenta a sí mismo, podemos entrever, a favor de la Confiep y los poderes fácticos, el final predecible de una comedia amarga. Si bien es cierto que las tres versiones anteriores de este mismo producto estuvieron salpicadas de drama y suspenso, haciéndonos creer en la posibilidad de un mal menor o el premio consuelo, en esta cuarta versión la izquierda y el progresismo, no tendría margen ni para una cosa ni la otra. Según las últimas encuestas de Ipsos1, la tendencia principal ubica en segunda vuelta a candidatos (Keiko, García y PPK) que expresan la derecha más pura y dura. Un thriller inédito.
2. Partículas elementales.
Las razones que explican este escenario ya han sido descritas y desarrolladas con exhaustividad, aquí un rápido paneo: una democracia incapaz de cumplir las promesas de la transición (2000-2001); la continuación de un modelo de crecimiento “combi”, con mucha gente atropellada en sus derechos; el fortalecimiento de una doctrina de choque (“el perro del hortelano”); un Estado capturado y atravesado por los grandes intereses privados y redes de corrupción.
Mucho explica también la ausencia de una izquierda o un progresismo fuerte, social, política y programáticamente sólido. Lo cierto es que se ha hecho poco por avanzar entre los ciudadanos y seducirlos con una propuesta viable, creíble, atractiva; una propuesta que defina liderazgos que se ubiquen más allá de sus credenciales de honestidad y de una agenda correcta –incluso necesaria- pero insuficiente para construir una alternativa a la hegemonía política neoliberal.
Los vínculos con las organizaciones y movilizaciones son precarios, estas se activan la mayoría de las veces de manera espontánea, o impulsados por redes de activistas. Cuando las organizaciones políticas aparecen siempre lo hacen tarde y mal, menos con la intención de disputar la representación y orientación del proceso social en curso, que con la intención de aprovechar la ola mediática (banderola en mano). Las organizaciones políticas alimentan de este modo prejuicios antipolíticos, fragmentando y no agregando, como sucedió en la recientes movilizaciones anti “ley pulpín”.
De cara al enorme reto de enfrentar las elecciones del 2016, el trabajo de las agrupaciones y coaliciones políticas existentes ha sido insuficiente. Si bien es cierto, en términos electorales, Tierra y Libertad fue el único que cumplió su tarea, logrando su inscripción electoral (lo que pasó con ella, al ser la única fuerza de la izquierda con inscripción electoral, es otra historia), no es menos real que TyL-FA no ha logrado salir de su aislamiento; las únicas sumas que ha logrado –hasta ahora- las ha realizado con colectivos que insisten en el espíritu de la política los 90s (como el recientemente formado alrededor de la Congresista Verónika Mendoza Frish), o grupos de corte más tradicional, como el guevarista “Pueblo Unido”.
El llamado CPUFI, el agrupamiento que reúne a varios partidos de la izquierda sin inscripción electoral (Ciudadanos por el Cambio, los PC’s, Fuerza Social), respondiendo a una iniciativa tomada por Yehude Simon (con inscripción electoral), ha lanzando de manera apresurada una coalición con personajes cuestionados. En la presentación pública, si bien estuvieron presentes algunos cuadros que no pertenecen a los sectores tradicionales de la dirección izquierdista como Susel Paredes o Gustavo Guerra García, o jóvenes que promovieron las movilizaciones contra la “ley pulpín”, como el joven dirigente de la CGTP, Cesar Soberón, fueron invisibilizados por un formato que terminaba imponiendo el peso de la vieja guardia zurda.
El resto de agrupaciones busca recorrer un camino propio (no necesariamente incompatible con las anteriores iniciativas), o promover una confluencia que agrupe a una cantidad mayor de fuerzas. En ese espíritu parecen estar el Partido Socialista, el nuevo Bloque Nacional Popular de Sergio Tejada, y varios colectivos ciudadanos, como la iniciativa que promueve el ex procurador Julio Arbizu. Hay que tomar en cuenta, también, a las agrupaciones y movimientos regionales que están decididos a jugar un rol en la política nacional, así tenemos el intento de inscripción de un partido nacional, Patria Libre, del ex presidente regional de Junín, Vladimir Cerrón; o el espacio que promueve el ex Primer Ministro y expresidente de la región San Martín, César Villanueva, este último más movido hacia el centro.
En este marco, la tantas veces invocada unidad podría parecer más un cliché, una suerte de dejavú ochentero. Ciertamente hoy no existen las condiciones que habían en los 80s para constituir una gran comunidad izquierdista en un solo espacio: ni el propósito revolucionario (vamos, no nos engañemos), ni partidos fuertes, ni –como vimos- una sólida implantación nacional y social.
Esta es, sin embargo, solo una forma de plantearse las cosas, “la angustia de la unidad” como la ha llamado recientemente Juan de la Puente2, podría ser vista desde otra perspectiva. Aquí el tema es más elemental y primario que la “unidad de las izquierdas”, se trata de una racionalidad política básica o, un puro instinto de supervivencia política. La idea de un gran coalición anti continuista, con eje progresista, tendría que imponerse -salvo que la idea sea “agudizar las contradicciones”-, siquiera por ética de la responsabilidad ya no con el país, sino con el pueblo, los trabajadores, las comunidades -más aun si se trata de los pueblos originarios- que la pasarán mal y peor con Keiko o Alan García. Con ellos en el gobierno la tarea de defensa de derechos y territorios, -en un probable escenario de estancamiento económico- será cuesta arriba.
En ese sentido, tampoco parece demasiado sensato la lógica de la acumulación propia, la construcción de largo plazo –en teoría no es incompatible formar parte, con perfil propio, de una coalición mayor-. Las condiciones para organizar políticamente una alternativa serán mucho más difíciles, con una derecha envalentonada. Peor aun si, en el intento, no superas la barrera electoral y tienes que afrontar el siguiente periodo sin congresistas y desgatando tus fuerzas para conseguir de nuevo tu inscripción electoral3.
En este marco, la tantas veces invocada unidad podría parecer más un cliché, una suerte de dejavú ochentero
3.- El moralismo, enfermedad infantil del izquierdismo contemporáneo.
Era un brillante político revolucionario casi olvidado por la izquierda el que dedicó un libro entero para describir y denunciar las tendencias infantiles al interior de la socialdemocracia rusa. Fue Max Weber, sin embargo, quien precisó que quien no entendía la complejidad y ambigüedad ética de la política4 era un niño en política . No sé si Lenin se inspiró en Weber (o viceversa, no eran muy afines la verdad) pero los dos tenían claro que la política era un material duro y esquivo, y sus caminos intrincados, tanto así que el Ruso tuvo que pactar con el Estado imperialista alemán –en plena guerra, con el enemigo del “proletariado europeo”- para llegar a Rusia y hacer su revolución.
No recoger este entendimiento complejo de la política y sus consecuencias en el plano de la ética, es lo que parece haber entrampado los posibles y razonables acercamientos entre las partes de la izquierda. Atendiendo las expresiones de una importante cantidad de dirigentes, no han sido los aspectos programáticos (si postextractivismo o gran transformación distributiva), lo que ha definido esta distancia sino, como es de conocimiento público, el tema de las alianzas, poniéndose por delante algunas características del aliado (de uno en particular) y no la naturaleza del adversario principal y del momento político descrito al inicio. No sabemos de qué tradición de izquierdas –sin duda no de la revolucionaria, tampoco de la reformista, ni menos aun de la izquierda populista latinoamericana- sale este generalizado puritanismo político. Ni siquiera la nueva izquierda radical “posmoderna” tiene esta –inmaculada- concepción, a decir la cantidad de ensayos dedicados a Maquiavelo por Toni Negri, las alianzas de Siriyza con la derecha, o la fascinación que tiene Pablo Iglesias de PODEMOS por Laclau y los clásicos del realismo político cuando explica “Juego de Tronos”5.
Parecen no entender que la ética en política se juega en situaciones siempre concretas, no abstractas, en donde los principios políticos sustanciales (el proyecto político) , como señalaba Dussel, “subsumen, o incorporan los principios éticos”6.
Una voz más sensata –aunque solitaria en su sector- ha sido la de la congresista Mendoza Frish cuando ha planteado que el problema con Yehude Simon no su participación, sino que “no debería liderar ningún proceso7” , muy lejos de su entorno y en general del FA, en donde sigue predominando una tono de intransigencia.
Tengo la impresión –es una hipótesis- que las condiciones culturales de la política, especialmente de las izquierdas, sigue estando teñida por un tono insuficientemente secularizado y poco laico, en el que aun no se abandona la tendencia de entender la política como terreno de salvación del alma, en un país con una tendencia altutelaje eclesial en la vida civil, como ha señalado Guillermo Nugent8.
No dejo de lado la huella derivada de la guerra interna y, particularmente, por el uso sistemático del terrorismo por parte de Sendero Luminoso que junto con el régimen autoritario y corrupto fujimorista, fueron factores de disciplinamiento y despolitización de la izquierda y los movimientos sociales.
Sin embargo, empiezo a sospechar también de la continuidad del discurso izquierdista de los 80s, ya no ideológico y maximalista (“inminente situación revolucionaria”, “superar revolucionariamente a SL”, etc.) sino que, en un clima anti-político o pos-político, parece haber mutado a un moralismo que no podría sostenerse -puesto en situación- en ninguna experiencia de cambio histórico o contemporáneo (elija su experiencia preferida compañero y aplique su ecuación moral: Venezuela, Bolivia, Ecuador, Brasil, Grecia).
4. El sabor de la nueva generación: el medio es el mensaje.
En este marco preelectoral tan peculiar, ha aparecido con cierta fuerza un discurso de renovación generacional en la izquierda. Este hecho que era una demanda de hace bastantes años, aparece por fin sobre la base de la aparición de liderazgos con enorme proyección, que emergieron de la gestión de Susana Villarán en la Municipalidad de Lima, como Marisa Glave, Eduardo Zegarra oMarité Bustamante, o del Nacionalismo en el Congreso, como la mencionada Verónika Mendoza, entre otros. Un hecho saludable para la izquierda y para la política en general, que se refresque con los mencionados y otros más, resaltando una importante componente femenino.
Llamó la atenciónque el mismo día de presentación del CPUFI, circulara un video por las redes sociales donde algunos jóvenes universitarios, profesionales y políticos, en su mayoría de Tierra y Libertad y Frente Amplio, aparezcan expresando la voluntad de construir un nuevo proyecto político, explícitamente desde una perspectiva generacional, a través de una plataforma denominada Unidad y Renovación.
Sabemos que el camino de las improntas generacionales van más allá de los rostros nuevos, se trata también de caminos mas complejos, biografías entrelazadas por las experiencias comunes, que representan clases, grupos movimientos sociales, y presentan nuevas visiones de país. Osmar Gonzales afirmaba que el siglo XX empezó con una gran densidad en el plano de las ideas, pero terminó con una escasez de ellas9, lo que, diríamos, se ha prolongado hasta entrado el presente siglo.
En ese sentido, tanto la generación del centenario con Mariátegui y Haya, y la que condujo un sector de la izquierda (la llamada generación del 68) produjeron imágenes y visiones de país, delinearon reformas y/o cambios sustanciales, cuya moralidad y ética estaban inscritas en los cambios estructurales que proponían, una especie de moral sustancial, tal como le reprochaba Merleau Ponty al Arthur Koestler de “cero y el infinito”10.
Por eso llama la atención que, revisando pronunciamientos colectivos y de sus liderazgos principales, una de esas ideas centrales de la “Renovación” sea lo que Carlos Alberto Adrianzén ha identificado como la centralidad o primacía de las formas11, que consistiría en la coherencia de los medios con los fines, en el acento ético-moral no solo de los objetivos, sino de las formas utilizadas. Aquí es sorprendente la coincidencia con un intelectual, mas bien liberal, como Alberto Vergara cuya prescripción para una nueva izquierda sea justamente la coherencia entre medios y fines, de la mano teórica y política de Hábermas y el PSOE de Felipe Gonzales respectivamente12.
Asimismo, mas recientemente, se viene incorporando en el lenguaje de algunos sectores, términos como “buen vivir” y “bien común”, lo que debería debatirse con mayor seriedad. El primero tiende a ser mostrado como un conjunto de políticas públicas, algunas bastante consistentes, pero que eluden la potencia de su sentido original: una forma de vida, de subjetivación biopolítica; lo que lleva a preguntarse que supone el “buen vivir” de los pueblos originarios en ciudades y poblaciones rurales no indígenas, ampliamente mayoritarias en el país. El “bien común”, es un elemento identitario clave en la doctrina del socialcristianismo, que aparece cada vez mas seguido en el lenguaje de los jóvenes políticos, sin siquiera preguntarse como eso es compatible con una perspectiva antagonista –que dicen tener-, aunque coherente con perspectivas moralizantes y consensuales de la política.
Dos temas finales. Buena parte de estos impases se debe a que la izquierda, como recientemente ha señalado Antonio Zapata13, se adhirió acríticamente a la democracia liberal representativa, sin poner en cuestión algunos de sus varios supuestos con los que actuaba hasta los 80s. En un contexto de derrota, entre la culpa y el pragmatismo optó por avanzar sin pensar la “lucha popular” en las nuevas condiciones, salvo el tema de la violencia, nunca hubo un dialogo serio sobre que parte de la tradición se recuperaba y que parte se cancelaba.
Por otro lado, para complejizar un poco más el tema de la renovación, hay otra tarea pendiente al interior de la izquierda. En las ultimas décadas el país se ha transformado social y demográficamente, los nuevos actores emergentes, migrantes, plebeyos, cholos, no estuvieron representados o estuvieron subrepresentados en las dirigencias de la izquierda, especialmente en los grupos por fuera de los distintos Partidos Comunistas, un problema de representación sociológica que debería corregirse, ahora que hay mejores condiciones para el recambio generacional. En este punto tal vez, el tema de los rostros si es particularmente importante, aunque sea incomodo y antipático el abordaje.
1KeikoFujmori 32%, PPK 14%, Alan García 11%. El Comercio, domingo 19 de abril de 2015.
2“La Izquierda y la angustia por la unidad”. DiarioLaRepública, 17 deabril 2015.
3Se cancela la inscripción de un Partido Político si no obtienes al menos un 5% de los votos válidos o 6 congresistas. Para conseguir la inscripción se requiera ahora del 3% de ciudadanos del pardon de la última elección (alrededor de las 500,000 firmas).
4“También los cristianos primitivos sabían muy exactamente que el mundo está regido por los demonios y que quien se mete en política, es decir, quien accede a utilizar como medios el poder y la violencia, ha sellado un pacto con el diablo, de tal modo que ya no es cierto que en su actividad lo bueno sólo produzca el bien y lo malo el mal, sino que frecuentemente sucede lo contrario. Quien no ve esto es un niño, políticamente hablando.” WEBER, Max. El político y el científico.
5IGLESIAS, Pablo. Ganar o morir. Lecciones políticas en juego de tronos. AKAL, Madrid, 2014. Ver también: Entrevista a Pablo Iglesias sobre serie de Tv “Juego de Tronos”. https://www.youtube.com/watch?v=Ho5RN762MUs
6DUSSEL, Enrique. 20 Tesis de politica.Siglo XXI. Mexico, 2006.
7“Yo creo que YehudeSimon no debe liderar ningún proceso. No es un tema de personas, probablemente en todo reagrupamiento hay personas cuestionables, que no nos gusten, el tema de fondo es cual es nuestra apuesta.” Entrevista a Verónika Mendoza Frish, en programa “D6A9” de Canal N https://www.youtube.com/watch?v=F8Id4ohvIvU.
8NUGENT, Guillermo. El orden tutelar. Sobre las formas de autoridad en América Latina. CLACSO-DESCO. Lima 2010.
9GONZALES, Osmar. La academia y el ágora. En torno a los intelectuales y política en el Perú.
10MERLEAU-PONTY, Maurice.Humanismo y Terror.Editorial Pleyade, Buenos Aires, 1968.
11ADRIANZEN, Carlos Alberto. La vieja renovación de la política. Noticias SER del 24 de septiembre 2014. http://www.noticiasser.pe/24/09/2014/solaris/la-vieja-renovacion-de-la-p…
12VERGARA PANIAGUA, Alberto, Una nueva izquierda…, pero nueva, por favor. En: Revista Quehacer N 126, octubre de 2000.
13La República , 15 de abrl de 2015
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