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Revista Ideele N°250. Mayo 2015Yolanda Cárdenas tiene 18 años trabajando en el Instituto Nacional Penitenciario (INPE). En el 2013 se convirtió en probablemente una de las pocas mujeres a cargo de uno de nuestros penales, cuando asumió como Directora del Centro Penitenciario Castro Castro – hasta abril de este año, que rotó a otro puesto.
Trabajadora social de profesión, Yolanda era consciente del reto que supuso asumir la dirección de Castro Castro, no sólo por la corrupción que abunda al interior del sistema, sino por las propias dificultades que los internos, y sus familias, tienen que asumir.
Con el equipo de Justicia Previa al Juicio del IDL, tuvimos la oportunidad de conocerla y verla trabajar durante los meses de marzo y abril de este año. A continuación les contamos quién es esta mujer y cómo su ingenio ha hecho que algunas cosas cambien para bien en Castro Castro, así como algunas de sus anécdotas cazando a las redes de corrupción que existen al interior del sistema.
Nuestra mamá
Castro Castro es un penal máxima seguridad ubicado en el distrito de San Juan de Lurigancho. Tiene capacidad para 1800 personas, pero para la primera semana de abril ya contaba con más de 4000 (y tres semanas antes tenía 3940 personas).
Las oficinas administrativas y una cancha de fútbol, que cumple como cancha de vóley también y tiene armado un ring de box, dividen al penal en dos. Por un lado están los internos de máxima seguridad – en el lugar conocido como la pampa -, separados por pabellones, de los cuales no pueden salir a menos que cuenten con un permiso especial. Por el otro, están los internos de menor peligrosidad, en pabellones independientes pero de los cuales pueden salir a un área común, una especie de patio, siempre bajo la vigilancia de la seguridad del INPE. Sin embargo, sin importar en qué parte del penal estés, la gran mayoría de internos describirá a Yolanda como una mujer estricta, pero es la única que se preocupa por ellos, llegando a ser la mamá de todos.
Yolanda sabe que no todos tienen la misma opinión. Numerosas veces la han llamado “serrana de m…”, y ha recibido amenazas (razón por la cual no cuenta con un correo electrónico), pero ella no se amilana, sabe que es probablemente porque estaba haciendo una buena gestión, la cual muchas veces choca directamente con la corrupción que abunda. Consciente de eso, tenía toda una red de colaboradores, adentro, en los cuales confiaba más que en el personal asignado al penal; y es que ella tenía innumerables anécdotas de cómo se había topado con malos elementos, cómo ellos muchas veces eran los que infringían las normas al querer ingresar al penal celulares o chips, o cómo había tenido que implementar la revisión en genitales porque era así como cumplían su cometido. Es por eso aun más extraño que la razón por la cual tuvo que dejar su puesto como Directora haya sido, justamente, celulares al interior del penal, cuando ella desde la cabeza estuvo ejerciendo un exigente control frente a ese problema.
Esta actitud fuerte frente a la corrupción y a las “malacrianzas” de los internos, fue finalmente parte importante de la relación que desarrolló con ellos, basada en un respeto mutuo. Pero, además, Yolanda ha demostrado una preocupación sincera por sus internos, y lo demostró implementado en el penal una serie de actividades y prácticas que sólo los beneficiaron.
Agarras tu norma y la aplicas
Son conocidos los talleres tradicionales que puede ofrecer un centro penitenciario, como carpintería o panadería. Tienen buena acogida, los internos aprenden y lo ven como un medio para sostener a su familia y a sí mismos desde el interior del penal. Sin embargo, en Castro Castro también se han impulsado otro tipo de actividades, como gastronomía y economato (bodegas). Conociendo la realidad de su penal, Yolanda permitió que los internos iniciaran actividades en el interior del penal, con el apoyo de sus familiares que les consiguen los insumos y hasta emitiendo recibos. Todo en orden.
La competencia motiva al interno, por eso también se organizó un concurso de barberos, y se tenían planes de iniciar un taller. Por otro lado, más allá de los tradicionales deportes, Yolanda impulsó la práctica del box. Con la participación de la Federación Nacional de Box se han realizado campeonatos, pero además dicha federación ya ha seleccionado a tres internos para que continúen practicando una vez que cumplan su condena.
Este tipo de actividades son claves, sobre todo en establecimientos penitenciarios tan hacinados como lo es Castro Castro. Yolanda sabía esto, lo mezcló con iniciativas propias de los internos, y con su ingenio y conocimiento, logrando grandes resultados. Aunque ella sólo dijera que bastaba agarrar la norma y aplicarla.
Buenas prácticas
Yolanda conoce bien su institución, y conocía bien su penal, sabía de qué pie cojeaba. Aun así, esto no le impidió ejercer su función; de ser necesario ella misma acompañaba las revisiones de celdas en busca de celulares y bebidas alcohólicas, aunque sabía que muchas veces los internos ya eran avisados por algunos agentes del propio INPE. Lo mismo para el ingreso de visitas con objetos prohibidos, ella misma se encargaba de verificar qué sucedía y hacer la denuncia respectiva, en parte por la desconfianza que tenía, en parte porque muchas veces ella se percataba de cosas que otros no (como la vez que una embarazada intentó ingresar celulares, en su vagina).
Pero así como podía ser muy estricta cuando era necesario, también sabía las diferentes dificultades que las familias pasan cuando un ser querido está al interior de un penal. Así que muchas veces resolvía las situaciones con su formación de trabajadora social (como por ejemplo, en los casos de personas a punto de fallecer). Esta formación, y sus años de experiencia, le han permitido darnos una pequeña estadística. Ella cree que de cada 5 internos, por lo menos dos no deberían estar allí, no hasta que se pruebe por completo que realmente cometieron el delito que se les imputa. Sabe perfectamente que el ingresar a un penal puede ser traumático, pero además, debido a que muchos de los internos no cuentan con un abogado y el sistema de Defensa Pública no se da abasto, el solo ingresar puede ser suficiente para ya no salir; o salir luego de vincularse con algunas de las bandas criminales más grandes y fuertes de nuestro país.
Su buena gestión habla por sí sola, y no sólo es reconocida y respetada al interior del penal, sino también por su institución, con la cual mantenía – en el momento en el que la conocimos – una muy buena relación. Pero no es suficiente. Al retirarnos nos pide ayuda, no para ella, sino para sus internos, apoyo legal, capacitación a los oficiales del INPE, lo que sea necesario para mejorar el sistema.
Esperamos que Yolanda continúe su buena gestión al interior del INPE, y que pueda compartir sus conocimientos con la mayor cantidad de personas posible, son necesarias más personas que conozcan y puedan manejar la situación penitenciaria peruana como ella lo hace.
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