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Revista Ideele N°263. Setiembre 2016El Perú es uno de los países con datos de prevalencia y porcentaje de victimización sexual más altos de América Latina. Jaris Mujica ha desarrollado una investigación sobre violación sexual para estudiar el patrón de victimización cuyo resultado más reciente se ha publicado en Barcelona en este año. A continuación resume los resultados de este estudio y el proceso de la investigación.
Las ideas centrales de la investigación
El artículo publicado en junio del 2016 por la Revista de Victimología de la Sociedad Catalana de Victimología se titula “Victimización sexual múltiple y patrones de victimización en casos de violación a mujeres adolescentes en Perú”. Es el resultado de varios años de investigación y el final de una etapa de estudio de 128 casos de violación a mujeres adolescentes (violaciones que ocurrieron cuando las víctimas tenían entre 16 y 17 años). Hay cuatro datos relevantes en ese artículo: 1) que la evidencia de la alta prevalencia de violaciones sexuales muestra que un grupo muy grande de víctimas son mujeres adolescentes; 2) que la victimización se produce en un entorno doméstico o cercano a la ruta de tránsito de la víctima y, en muchas ocasiones, por un agresor de ese entorno. 3) Que la violación reportada o denunciada no es el primer hecho de victimización. De manera que en gran parte de los casos hay antecedentes de “tocamientos sexuales”, “intentos de violación”, “violaciones no reportadas”, etc. por el mismo agresor durante un amplio periodo de la vida de la víctima. 4) Que la victimización en esos casos tiende a iniciar al final de la infancia o al inicio de la adolescencia (entre los 10 y 12 años).
El origen de la investigación
Las primeras ideas se empezaron a discutir en el año 2009 en una de las (muchas) conversaciones con Susana Chávez, Rossina Guerrero y George Liendo en la ONG Promsex. En ese entonces estaba escribiendo un libro sobre violaciones sexuales que se terminó el año siguiente y el publicó a inicios del 2011. En esas conversaciones y en la revisión de los datos sistematizados habían varios elementos relevantes. Por un lado, era claro que había una prevalencia muy alta de violaciones (más de 20 denuncias por cada 100,000 habitantes y más de 40 denuncias por cada 100,000 mujeres). Por otro lado, estudiamos una tendencia muy clara en la victimización por violación: las víctimas eran mujeres y en la mayor parte de casos eran menores de 18 años. Lo relevante es que esos datos no eran muy diferentes de lo que sucedía en otras partes del mundo, de manera que nos llevó a varias preguntas que permitían discutir explicaciones más locales y pensar en elementos transversales.
El estudio de sistematización de datos nos llevó a una etapa de varios años de investigaciones exploratorias. Así, estudiamos temas que eran centrales para entender la dimensión de este fenómeno: hicimos un ejercicio de estimación para calcular la brecha entre la victimización y la denuncia en un espacio local en la Amazonía. Esto ratificó resultados de otras partes del mundo: se denuncia muy poco, alrededor del 5% de lo victimizado. Hicimos un estudio longitudinal sobre victimización sexual y trata, otro sobre trata de personas y trayectorias de victimización, y otro sobre victimización sexual por trata de personas e impacto sanitario. Esto llevó a un punto relevante: empezamos a entender que la victimización no es un hecho aislado en la vida de las personas, sino un conjunto de eventos que aparecen en la trayectoria de la vida y nos preguntamos si había relación entre estos eventos.
Encontramos en un grupo cerca de Pucallpa que habían trabajado en la recolección de astillas de madera para hacer carbón entre los 5 y 6 años de edad, entre los 7 y 9 habían trabajado en la asistencia de cocina y en la venta ambulatoria de productos, y que entre los 10 y 13 empezaron a trabajar vendiendo alcohol en tabernas precarias, y a los 14 y 15 empezaron un periodo de explotación sexual
Otros resultados y estudios sobre el tema
Un ejemplo relevante es el trabajo sobre victimización sexual en casos de trata de personas que hemos estado haciendo en la Amazonía peruana desde 2010. Uno de los resultados importantes es que, en las muestras analizadas, las mujeres que son víctimas de trata de personas para la explotación sexual a los entre los 16 y 19 años, han atravesado muchas formas de explotación en la trayectoria de vida. Por ejemplo, encontramos en un grupo cerca de Pucallpa (región Ucayali) que habían trabajado en la recolección de astillas de madera para hacer carbón entre los 5 y 6 años de edad, entre los 7 y 9 habían trabajado en la asistencia de cocina y en la venta ambulatoria de productos, y que entre los 10 y 13 empezaron a trabajar vendiendo alcohol en tabernas precarias, y a los 14 y 15 empezaron un periodo de explotación sexual (y en algunos casos de trata). En estos casos la explotación sexual no apareció inesperadamente, sino que ha sido consecuencia de una trayectoria de trabajo-explotación. En paralelo, también han vivido trayectorias de victimización sexual múltiple (tocamientos, acoso, intentos de violación, etc.). La victimización es, en estos casos, un fenómeno que aparece en periodos prolongados y no es solo un evento.
Los métodos de trayectoria y los estudios de victimización
Por ello empezamos a explorar instrumentos de recolección de datos de trayectoria de vida. Hicimos varios modelos de instrumentos piloto en los dos primeros años hasta lograr un instrumento base a finales de 2010 (lo testamos y demostraron cierta eficiencia y versatilidad). Nos guiamos en estudios precedentes (sobre todo en los estudios de David Finkelhor en victimología del desarrollo y en modelos que provenían de estudios de Life-Coursecriminology). Y los primeros congresos internacionales a los que asistí con este tema (sobre todo el IASSC de Madrid en 2011) me permitieron ampliar la literatura y las ideas. A partir de ahí el objetivo era seguir explorando la situación de la victimización sexual en el Perú, pero con el objetivo de entender las trayectorias de victimización en la vida de los sujetos. Esto quiere decir dos cosas concretas: que la vida de un sujeto está atravesada por hechos de victimización en diferentes momentos, pero que ciertas etapas son más propensas a ciertos delitos o hechos de violencia. Asimismo, quiere decir (en la teoría) que un buen predictor de la victimización es la victimización previa. Ello implica estudiar la vida de las personas y tratar de identificar esos hechos (reportes) de victimización en una mapa vital (una línea de tiempo). Evidentemente, lo que había era (como siempre en el Perú) un problema de fondos.
El desarrollo de la investigación
Hemos tenido que ingeniárnosla por algunos años. Desde el 2010 que habíamos desarrollado los instrumentos (aunque el trabajo de campo empezó oficialmente en 2011), hasta el 2014 que cerramos el periodo de campo, se hicieron muchas salidas de terreno mientras hacíamos otras investigaciones. Las primeras entrevistas y sistematización de resultados eran muy alentadoras y daban pistas de algo interesante, de manera que empezamos a hablar de esto en 2012 con resultados preliminares con potenciales financiadores. En 2012 insertamos el tema en mis clases de la universidad (PUCP) y el 2013 empezamos a difundir las hipótesis de trabajo, mientras el trabajo de campo estaba en curso. Ese año y gracias a la financiación de la agencia vasca Anesvad y el apoyo ininterrumpido de Promsex pudimos tener los fondos para terminar el trabajo de campo que cerró el 2014. Ese mismo año me fui del Perú para insertarme en el postgrado y el Grupo de Criminología de la UniversitatPompeuFabra de Barcelona. Esa fue una nueva etapa, porque si bien a inicios del 2015 el informe de la investigación se publicó en Lima gracias a Promsex y al auspicio de la OMS-OPS, yo empecé un periodo de estudio de la información con más tiempo y recursos en Europa (y por lo tanto, con más detalle). Ahí ha sido fundamental la ayuda de Josep MariaTamarit (uno de los victimólogos más importantes en la península) y el apoyo de Elena Larrauri(a quién aprecio y admiro mucho) y los colegas del Grupo de Criminología en Pompeu Fabra. El artículo de junio del 2016 es fruto de ese proceso y ahí los resultados son claros y precisos.
Qué resultados hay que destacar
Creo que son dos aquellos más relevantes y que podrían tener tanto relevancia científica (si se ratifican) como para la política pública. Por un lado, los datos de la muestra describen que las víctimas tienen un periodo de mayor vulnerabilidad (mayor número de reportes de violencia sexual) que se concentra entre los 12 o 13 años y los 16 y 17 años. Ello ratifica lo estudiado por la literatura especializada en varias partes del mundo en los últimos diez años. Por otro lado, las violaciones reportadas a los 16 o 17 años por mujeres adolescentes tienen, en la mayor parte de los casos, otros hechos de violencia sexual precedentes. Esto significaque la victimización entre los 10 y 11 años por ejemplo, podría ser un indicador (y predictor) de una cadena de hechos de violencia in crescendo, que se intensifican hacia los 16 y 17 años. De ser así, la detección temprana de hechos de victimización podría ser también una pista relevante para que no se produzca esa cadena de hechos y, por lo tanto, una pista para una política de prevención.
Esto puede servir para una política de prevención
Hay que corroborar los datos. Para ello es necesario hacer estudios en una muestra más grande y también en muestras comparadas en varios espacios diferentes. Si los resultados son robustos y tienen coherencia sería posible pensar en un mecanismo de prevención, pero para ello se requieren un par de años más de investigación.
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