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Revista Ideele N°269. Abril 2017Como es de conocimiento público, hace unas semanas renuncié irrevocablemente al Partido Aprista Peruano después de 36 años de militancia. No fue una decisión fácil. Lo que soy políticamente, con mis aciertos y errores, se lo debo al Apra. En mi carta de renuncia –que también hice pública- expresé mi agradecimiento por ello.
Sin embargo, en la campaña municipal por Lima en 2014, en la que llegamos en segundo lugar, tuve la oportunidad de conocer y escuchar a mucha gente. Los casi 900 mil votos que obtuvimos fueron en su inmensa mayoría de ciudadanos independientes que –según muchos analistas- encontraron que nuestra propuesta era seria e interesante, que no atacábamos a los otros candidatos y nos concentrábamos en hacer propuestas, que no teníamos muchos recursos económicos pero sí muchas ganas de transformar Lima y que tuvimos un buen desempeño en el debate electoral de candidatos que organizó el Jurado Nacional de Elecciones. De alguna manera entendieron que era una propuesta diferente.
Con esa experiencia intenté, junto con otros militante apristas, proponer una renovación al interior del partido para –manteniendo la esencia- acercarnos más a la gente, cambiar el discurso concentrándolo más en temas concretos que preocupan al ciudadano y menos en temas ideológicos o en discusiones internas sin mayor trascendencia, pero sobre todo aplicar una verdadera democracia interna, descentralizada, transparente y con renovación de dirigentes y liderazgos.
Un año duró el empeño pero, no obstante el creciente apoyo de los militantes de base, la mayoría de los dirigentes nacionales no estaban de acuerdo con estas propuestas y se esforzaron por torpedearlas de diversas maneras. Sin disimulos de ninguna clase postergaron cuatro veces la realización del congreso partidario para elegir nuevas autoridades y mantuvieron el control total de los órganos electorales y de fiscalización. Así las cosas, era claro que la resistencia al cambio es muy fuerte y que no hay voluntad de escuchar a la militancia y a la población en general. Creen equivocadamente que los resultados de 2016 fueron apenas un tropezón pero que las cosas mejorarán en futuros comicios haciendo básicamente lo mismo de siempre. Grave error de percepción.
En el mundo y en el Perú, la política, los partidos políticos y la manera de hacer política están en serio cuestionamiento. Las victorias de Trump y del Brexit son claros ejemplos de esta situación. La propia victoria de Kuczynski y los resultados electorales de 2016 en el Perú son otro ejemplo. Los partidos políticos y las ideologías son necesarios para fortalecer la institucionalidad democrática, pero no de la forma como se está haciendo política en estos tiempos, con cúpulas partidarias, con permanentes líos internos, con corrupción y lejos de la gente.
Me di cuenta que seguir con estos planteamientos al interior del Apra era inútil; suspendieron arbitrariamente mis derechos partidarios por hacer declaraciones públicas, me impidieron entrar a los locales partidarios, etc. Claramente mi presencia era incómoda para dirigentes que no entienden ni quieren entender los cambios que están ocurriendo en el mundo y en el Perú.
Decidí entonces alejarme, con tristeza pero con la total seguridad de que era la decisión correcta. A muchos militantes apristas de base que me han escrito les ha dado pena pero lo han entendido; otros pocos y sobre todo los dirigentes nacionales de siempre me han empezado a atacar públicamente, sin darse cuenta que al hacerlo sólo me dan la razón. El Apra, tal como está, no tiene mucho futuro. Las bases tendrán que lograr finalmente cambiar esta situación para evitar el colapso total.
Por mi lado, siguiendo el consejo de mucha gente, he decidido impulsar la creación de un Movimiento Independiente, cuyo proceso de inscripción hemos iniciado ante la ONPE y pronto empezaremos la recolección de las firmas necesarias.
Entonces, algunos críticos (básicamente dirigentes apristas) han señalado que yo sólo quería “utilizar” al Apra como trampolín para ser candidato a Lima; nada más alejado de la realidad. Yo pude ser claramente el candidato del partido al Municipio; pero más bien dedique casi un año a tratar de impulsar los cambios necesarios. Demostré que antes de la candidatura me interesaba la salud del partido. Es al revés, muchos dirigentes nacionales del Apra nunca me perdonarán haber sacado tantos votos en Lima. Me veían como un peligro; deben sentirse muy aliviados con mi salida.
Otros analistas han señalado que las investigaciones de Lava Jato perjudicarán mi candidatura. Yo pienso que no será así. No tengo nada que ver con los temas de corrupción, colaboro con las investigaciones y afronto desde el primer día con transparencia las consecuencias políticas de esta lamentable situación. Observo que el Ministerio Público y el Poder Judicial están actuando de acuerdo a ley y sin dejarse presionar políticamente. Eso es bueno y garantizará que se sancione pronto a todos los culpables. Pero yo no estaré entre ellos. En temas penales no se puede inventar cosas para manchar honras o debilitar candidaturas.
Nuestro primer objetivo será entonces tentar la Municipalidad de Lima en las próximas elecciones de 2018. Pero aspiramos a algo más. Queremos contribuir a enriquecer el debate político y empezar a practicar una nueva manera de hacer política: más cercana a la gente; sin preocuparnos por los cargos y más bien interesarnos en las tareas necesarias; con propuestas concretas para problemas concretos; abierta a todos, jóvenes y menos jóvenes que quieran contribuir al desarrollo de su ciudad, de su país; con transparencia, con capacitación permanente, cumpliendo lo que se ofrece y sólo ofreciendo lo que se puede hacer.
Queremos impulsar un movimiento político que trabaje horizontalmente con los ciudadanos y sus organizaciones, que recupere la confianza de la población. Ese es nuestro principal objetivo.
Hemos ya publicado en las redes sociales nuestro Manifiesto Político y pronto haremos de conocimiento de la ciudadanía nuestro Manifiesto por Lima, que incluirá la visión de la ciudad que queremos, con las principales líneas estratégicas que proponemos en los temas de transporte público y movilidad urbana; gestión territorial y cuidado del medio ambiente; seguridad ciudadana; creación de empleos y auto emprendimiento; educación, salud, deporte y cultura; y la promoción de una ciudad inteligente.
Queremos una Lima ordenada, segura, sostenible y moderna en la que los ciudadanos nos sintamos felices. Pero también queremos elevar el nivel del debate político y contribuir a generar nuevas formas de hacer política.
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