De la mediocridad y de la corrupción: reflexiones sobre la clase política peruana

Escrito por Revista Ideele N°275. Noviembre 2017

Recién escribo este artículo porque he querido siempre evitar parecer pedante o soberbio, porque he pensado que -bueno o malo, pues no soy quien para juzgarme- soy en todo caso un ciudadano privilegiado en un país donde la educación y la cultura ocupan el último lugar en la preocupación de los políticos. Y lo mismo sucede en el ámbito mundial, donde la medianía de productos culturales de consumo masivo ha suplantado la adhesión popular a las utopías ideológicas.

Hoy prefiero reconocerme culto: ¡Pero culto por encima de la clase política! Y mi cultura no abarca solo el conocimiento, sino que incorpora valores, civismo, respeto por la dignidad del otro, virtud ciudadana, y una clase política carente de ellos está perdida, como perdido su proyecto, su utopía, si es que la tiene, tanto como la sociedad que, se supone, representa.

Lo que pasa es que me quedé en el modernismo y, aunque me declaro seguidor de François Lyotard soy, en realidad, todo lo contrario: ¡Me hice político antes del fin de las utopías! Pero muy poco antes, y aunque me alcanzó la historia para adherirme a una en 1980, solo fue para presenciar el derrumbe simultáneo de todas en 1989.

Lo advirtió el susodicho Lyotard diez años antes:

“La novedad es que en ese contexto los antiguos polos de atracción constituidos por los Estados-naciones, los partidos, las profesiones, las instituciones y las tradiciones históricas pierden su atracción. Y no parece que deban ser reemplazados, al menos a la escala que les es propia (…). Cada uno se ve remitido a sí mismo. Y cada uno sabe que ese sí mismo es poco”. (La Condición Posmoderna, 1979)

Y por ello me parece grave la omisión que la historia del Perú, la escrita, la que se difunde y enseña, hace del APRA, porque dijo Andreas Huyssen que en el tiempo de la incertidumbre, el pasado es lo único cierto. Y en las bambalinas de la tradición inventada sobre la traición ideológica de Haya de la Torre, nuestra intelectualidad marxista y posmarxista no solo le ha impedido a nuestra sociedad conocer la impronta democrática de aquel, sino que la ha privado también de recoger el ejemplo de su impronta moral, a la que las primeras generaciones de apristas se abnegaron con igual devoción que a sus utopías políticas: se trataba de crear un nuevo hombre, uno ciudadano, republicano, no invocaban necesariamente a Rousseau, pero vaya que lo tuvieron presente.

“La traición viene de adentro, de los pseudoapristas que han abandonado nuestro siglo XX, político, ideológico y moral para reemplazarlo, no por la incertidumbre posmoderna del siglo XXI, sino por el pisco y la butifarra del siglo XIX”.

En 1934, la Federación Aprista Juvenil (FAJ) publicó su Código de Acción, un pequeño folleto que contiene la Ética Fajista, cuyo artículo primero no es otro más que el inspirador AMA SUA, AMA LLULLA, AMA KELLA, adjudicado a los Incas. El segundo dice “con la austeridad de tu vida, con tu amor al estudio, con tu dedicación al trabajo y con tu ejemplo generoso, vence los obstáculos que dentro y fuera del hogar pudieran presentársete”. Y luego sigue así, priorizando la formación en valores éticos y morales antes que en conceptos políticos. Para los apristas viejos no había discusión, lo primero subordinaba necesariamente lo segundo.

Pero de qué puedo responsabilizar a la izquierda, si difícilmente es esperable la traición del contrincante. La traición viene de adentro, de los pseudoapristas que han abandonado nuestro siglo XX, político, ideológico y moral -incontestablemente forjado en la muerte, persecución y clandestinidad de miles de correligionarios- para reemplazarlo, no por la incertidumbre posmoderna del siglo XXI, sino por el pisco y la butifarra del siglo XIX; vale decir, por el clientelismo patrimonialista y la repartija de cargos directivos.

Por fuera de Alfonso Ugarte, el viejo izquierdista le llama “epopeya democrática” al asesinato de las libertades civiles en Venezuela sin que nadie, entre sus filas, le enmiende la plana. A la izquierda peruana se le perdió algo, se le perdieron treinta años de historia y por más que los busca no los puede encontrar. ¿Y cómo dicen que dijo el psicólogo citado por la expresidenta de la comisión congresal de la mujer? ¿Que “si te pica por otro lado” no hagas o digas que cosa? Luego entendemos por qué nos indignamos más por el hashtag “PerúPaísDeVioladores” -al punto que las congresistas que lo promovieron podrían ser sancionadas por la comisión de ética parlamentaria- que por las sesenta mujeres que cada día son víctimas de abuso sexual en el Perú.

En simultáneo, un bizarro conciliábulo de personajes pantagruélicos desfila ante la justicia, vociferando su inocencia y no solo en nuestro país, sino en toda América Latina. La diferencia es que aquí, mal que bien, los procesan. Sí, punto a favor de nuestra democracia solo que, o no nos damos cuenta, o, lo que es peor, nos revienta. Pero todavía falta el Mundial de Rusia 2018 y, con él, ¿el indulto a Fujimori entre los festejos de los goles de Perú? ¿Y qué nos hacemos con los que esperan sentencia, si liberamos al peor de todos? ¿Y qué les decimos a los jóvenes? ¿Temblaremos de nuevo ante los niños como la generación responsable de la guerra del Pacífico? (Gonzáles Prada)

Que el posmodernismo no nos confunda, la obsolescencia de las grandes utopías y de los metarrelatos no es patente de corso para la mediocridad, ni es canjeable por la corrupción más hedionda, ni por la crisis moral más obscena. Detengámonos en cada uno, juzguémoslos bien, con justicia en la culpa y reivindicación en la inocencia, a las personas y a las empresas, limpiemos la cancha del mañana, a ver si a mis estudiantes, al menos, les dejamos el terreno parejo para alumbrarse como generación, porque ellos no se merecen heredar nuestro presente.

(REVISTA IDEELE N° 275, NOVIEMBRE DEL 2017)

Sobre el autor o autora

Daniel Parodi
Historiador. Docente en la Universidad de Lima y la PUCP.

Deja el primer comentario sobre "De la mediocridad y de la corrupción: reflexiones sobre la clase política peruana"

Deje un comentario

Su correo electrónico no será publicado.


*