Desiguales y exigiendo un Estado más presente

Escrito por Revista Ideele N°304. Junio-Julio 2022

Expertos y políticos han señalado ampliamente lo poco preparado que se encontraba el Estado peruano para enfrentar una crisis sanitaria y cuidar efectivamente de sus ciudadanos. Como resultado de esa falta de capacidades, nos convertimos en el país con mayor cantidad de fallecidos en todo el mundo. Envueltos en una constante crisis política, la coyuntura no ha permitido espacios suficientes para discutir públicamente qué aprendizajes extraer de esta traumática experiencia colectiva ni plantearnos rutas de transformación del Estado peruano para evitar que esto se repita.

En esa tarea, conocer cómo percibimos nuestra sociedad en términos sociales y económicos resulta un insumo profundamente relevante. Contribuyendo a este objetivo, en julio de este año, el Instituto de Estudios Peruanos y Oxfam en Perú realizaron una primera Encuesta Nacional de Percepciones de la Desigualdad (ENADES). Este estudio nos permite conocer de primera mano cómo observamos los peruanos a nuestro país a dos años de la pandemia, lo conscientes que somos de nuestras diferencias y nuestras expectativas para superarlas. En este artículo presentamos los resultados más resaltantes de la ENADES 2022. Analizamos el rol que le otorgan los encuestados al Estado en la sociedad y la economía y cómo nos auto percibimos socioeconómicamente los peruanos.

Exclusiones, carencias y percepciones de desigualdad

Discutir la desigualdad en nuestro país requiere preguntarnos si alguna vez fuimos una sociedad igualitaria. Repasar nuestra historia, nos recuerda que el Perú nació como una sociedad segmentada, con “abismos de poder y exclusión” a los que hace referencia el sociólogo peruano Guillermo Rochabrún (2013)[1]. Ante brechas tan profundas, sostiene el autor, es difícil percibir nuestras diferencias y ser consciente de nuestras carencias.

“No basta que la carencia exista: debe ser percibida, y sufrida, como tal. Pero para ello no se requiere de noción alguna de igualdad. Solo se necesita saber que para tal carencia hay una salida posible, y que uno se siente con derecho a ella. Es decir, es la conciencia de tener derechos; de ser igual a quien sí los puede ejercer”[2].

En las últimas décadas, el exitoso crecimiento económico peruano trajo consigo también críticas desde los estudios sociales. Investigaciones en esa línea mostraban datos concretos respecto a la persistencia de las desigualdades que hacían imposible el desarrollo y bienestar de los más excluidos de nuestra sociedad, incluso en un contexto de bonanza[3]. Los datos para identificar esas carencias existen. Sin embargo, más allá de los espacios de reflexión académica, en el día a día son tan grandes nuestras distancias que resulta difícil que seamos capaces de identificar a qué derechos estamos dejando de acceder, qué carencias vivimos y a qué horizontes de bienestar podríamos apuntar.

La pandemia parece habernos llevado unos pasos adelante hacia desempañar los lentes con los que miramos a nuestra sociedad. Sobre ello dan cuenta los resultados de la ENADES 2022. La encuesta revela que el 72% de los peruanos percibe a las desigualdades entre ricos y pobres como muy graves. Al desagregar la pregunta por niveles socioeconómicos, identificamos que este resultado se sostiene en cada uno de ellos. Es decir, tanto los sectores más privilegiados como los más vulnerables perciben como grave esta brecha económica. Ante la pregunta sobre los efectos de estos dos años de pandemia en estas diferencias, 6 de cada 10 encuestados afirma que las brechas entre ricos y pobres han aumentado.

A nivel de percepciones entonces, la pandemia parece habernos hecho más conscientes de lo desigual que es la sociedad peruana sobre todo en términos económicos. Cómo segundo factor que contribuye a la desigualdad los peruanos identifican las diferencias entre las ciudades y las zonas rurales. Estos resultados contribuyen, en parte, a comprender el surgimiento de un candidato presidencial como Pedro Castillo. El actual Presidente de la República fue el único contendor que se presentó ante el electorado como un maestro rural que conocía de primera mano las necesidades de los más excluidos por la sociedad peruana. 

El rol del Estado y el valor de lo público

Percibir la existencia de brechas entre ricos y pobres e identificarlas como un problema grave es un primer paso en el que parece existir consenso entre la gran mayoría de peruanos de acuerdo a la ENADES 2022. Un siguiente paso es preguntarnos cómo salimos de esa situación. Frente a ello, los resultados de la encuesta le asignan la tarea al Estado. Un 70% de peruanos considera que es el Estado quien debe implementar políticas firmes para reducir la desigualdad entre ricos y pobres en el país. En particular los más jóvenes[4], de entre 18 y 24 años, apuntan a un Estado más activo para enfrentar esta problemática. En esa línea, políticas como el otorgamiento de bonos a los grupos más vulnerables en situaciones de crisis económica son respaldadas por el 72% de los peruanos en esta encuesta.

Respecto al rol del Estado, los encuestados respondieron que los recursos públicos deben ser asignados a la salud y la educación como dos principales prioridades. Evidentemente, esto requiere de un presupuesto público más robusto. Ante ello, el 81% de peruanos sostiene que si todos cumplieran con pagar los impuestos que les corresponde, el Estado podría otorgar mejores servicios. En esa línea, la encuesta también permite identificar que las empresas y los más ricos son percibidos como agentes que “ven la manera de evadir impuestos en el país” y no cumplir con sus responsabilidades tributarias (81% y 83% respectivamente).

El abuso de algunos empresarios en pandemia al lucrar con bienes de primera necesidad como medicamentos, mascarillas y hasta balones de oxígeno parece haber traído consecuencias. Estas situaciones no fueron aisladas y afectaron severamente a las economías de los ya golpeados hogares peruanos. Frente a ello, la ciudadanía parece haber comprendido la importancia de revalorar lo público. Sobre todo, en la provisión de servicios como la salud. E incluso, un sorprendente 50% declara que las empresas e industrias más importantes del país también deberían estar en manos del Estado. Esta premisa requiere de un análisis más complejo pero va señalando un cierto nivel de rechazo hacia los abusos de un sector del empresariado nacional.

Los retos de la autopercepción y el mito de la educación

Volviendo a los cuestionamientos de Rochabrun respecto a lo complejo que es discutir en base al término de desigualdad en un país en el que no hay distancias sino abismos, consideramos que esta encuesta brinda valiosos insumos para comprender cómo nos auto percibimos los peruanos. En general, nos cuesta no solo identificar sino enunciar nuestras carencias y dificultades. Quizás por ello, a pesar de que tan solo un 15% del total de peruanos gane lo suficiente como para poder ahorrar algo a fin de mes, un abrumador 65% se considera de clase media.

Las narrativas respecto a las salidas individuales a la pobreza, a través del esfuerzo y el trabajo exhaustivo, han calado en nuestro imaginario. No extraña entonces que un 59% considere que trabajando duro, una persona pueda llegar a convertirse en rica. Junto a esas creencias, la educación se erige como el medio más efectivo para superar desventajas económicas en nuestras percepciones. Así, un 85% coincide en que una buena educación es la mejor estrategia para alcanzar una buena posición económica.

Podemos concluir entonces en que, a dos años de la pandemia, los peruanos percibimos con más claridad nuestras desigualdades sobre todo en términos económicos identificando a los extremos como ricos y pobres. Ante los abusos de algunas empresas en la pandemia, se redirige la mirada a lo público y se le asigna al Estado la responsabilidad de asumir un rol activo para cerrar las brechas de desigualdad identificadas.

Persisten, sin embargo, miradas individuales respecto a cómo superar las desventajas económicas. Más allá de los problemas estructurales de nuestro sistema económico, incapaz de generar suficientes puestos de trabajo dignos. Los peruanos nos ponemos en los hombros la responsabilidad de superar nuestras carencias teniendo en mente a la educación como salida individual y hasta familiar. Ser capaces de plantearnos salidas colectivas, comprendiendo que los problemas que nos atraviesan no son individuales es aún un gran pendiente. Lograrlo será clave para llegar a consensos que nos permitan transformaciones más estructurales en nuestra sociedad.


[1] Rochabrun, Guillermo (2013) La retórica de la desigualdad. En Revista Ideele: https://revistaideele.com/ideele/content/la-ret%C3%B3rica-de-la-desigualdad

[2] Rochabrun, Guillermo (2013) La retórica de la desigualdad. En Revista Ideele: https://revistaideele.com/ideele/content/la-ret%C3%B3rica-de-la-desigualdad

[3] Un estudio muy completo e interdisciplinario sobre el tema es el libro “La etnicidad y la persistencia de la desigualdad : el caso peruano” de Rosmery Thorp y Maritza Paredes publicado en 2011

[4] En este grupo etario el 77% se manifiesta de acuerdo con la pregunta

Sobre el autor o autora

Catherine Eyzaguirre Morales
Licenciada en Economía por la PUCP. Ex Becaria del Programa de Posgrado de Desarrollo Sostenible y Desigualdades en la región Andina Trandes de la Freie Universitat de Berlín. Es candidata a magíster en Desarrollo Humano PUCP. Consultora en temas de sostenibilidad, desigualdades y políticas públicas.

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