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Revista Ideele N°304. Junio-Julio 2022. Imagen: Talcualdigital.comHoy Chile se encuentra en un nuevo proceso migratorio en su historia. Nuevo, puesto que no ha sido el único. De ese modo en el siglo XIX arribaron migrantes provenientes de Europa, atraídos desde el Estado de Chile, en búsqueda de un “progreso a la europea”, la que continuó en el siglo XX (León 1937 citado en Tijoux, 2019). Entre el siglo XIX y primera mitad del XX también hubo presencia de migración fronteriza (Argentina, Perú y Bolivia) debido a la incorporación de nuevos territorios y explotación salitrera. Además se fueron diversificando en el siglo XX las comunidades extranjeras residentes con inmigración árabe y asiática (Cano y Sofía, 2009; Tijoux y Palominos, 2015).
Desde la década de 1990, con el término de la dictadura militar en Chile (donde existió un gran proceso de emigración de chilenos producto del exilio, represión y crisis económica de los 80´) y un mayor crecimiento económico con relación al resto de países de la región, Chile se vuelve un país atractivo para migrantes provenientes de países fronterizos, sobre todo provenientes de Perú. A partir del año 2010, el fenómeno migratorio aumenta en cantidad y diversidad de orígenes de quienes migran hacia Chile, en un marco latinoamericano (Cano y Sofía, 2009; SJM, 2020). De este modo para diciembre 2020 solamente uno de los cuatro países con más presencia en la población extranjera residente comparte frontera con Chile: de los 1.462.103 extranjeros residentes en Chile el 31% provienen de Venezuela, el 16% de Perú, 13% de Haití y 11% de Colombia (INE y DEM, 2021). Nos detendremos así en la comunidad venezolana, que es hoy en día la de mayor predominancia en el país.
Migración venezolana en Chile
En un marco de crisis humanitaria en Venezuela, se ha dado un éxodo masivo de personas y familias de dicho país en latinoamérica y el resto del mundo. Esto ha llevado a que, según datos de la plataforma RV4 de ACNUR, en 2022 se estimen más de 6 millones de refugiados y migrantes venezolanos (R4V, 2022). Chile ha sido el cuarto destino que más personas venezolanas ha recibido en Latinoamérica, seguido de Colombia, Perú y Ecuador (OIM, 2022, p. 4). Según la última estimación del INE y DEM (2021), a diciembre 2020 son 448.138 las personas venezolanas que habitan Chile. De ellos el 50,2% son hombres y el 49,8% mujeres. En cuanto a tramo de edad, se localizan primordialmente en población en edad laboral, así el 81% de los inmigrantes venezolanos tiene entre 20 y 59 años, un 16% es menor de 19 años y solamente un 4% es mayor de 60.
Si se compara con el resto de la población inmigrante en Chile poseen una mayor concentración en la zona centro, específicamente en Región Metropolitana (RM), donde se localiza la capital Santiago y Valparaíso, con menor presencia que el resto de las comunidades migrantes en las regiones del extremo norte (Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta). Así el 69% de los migrantes venezolanos habita en la RM, un 8% en la región de Valparaíso, y un 4% en las tres regiones del extremo norte. Esto por su parte en el total de extranjeros que reside en Chile es un 62%, 7% y 14% respectivamente.
De igual manera es importante considerar cómo ha cambiado el patrón migratorio de quienes migran desde Venezuela hacia Chile en los últimos años. Entre 2016 y 2019 la inmigración venezolana hacia Chile, aumentó exponencialmente relativo a quienes ingresaban por pasos regulares (sobre todo con visa de turismo, pero con el fin posterior de residir de un modo más permanente). Luego, a partir de mediados del año 2019 se observa un cambio importante, por cuanto este tipo de ingreso por vía regular se modificó, primero por la implementación de medidas más restrictivas hacia los flujos migratorios desde dicho país, expresadas en la disminución del otorgamiento de las visas de responsabilidad democrática, instrumento jurídico que en primera instancia había permitido un ingreso más expedito de esta comunidad, atendiendo a la situación socio política que vivían. Más tarde durante el año 2020 como consecuencia de la crisis sociosanitaria producto del COVID 19 y el posterior cierre de fronteras, observamos como los flujos migratorios en general y en particular de la comunidad venezolana disminuyen por la vía regular, aumentando por los ingresos por pasos no habilitados (SJM, 2022).
Así desde 2020 la mayoría de los registros de ingresos por pasos no habilitados (IPNH) a Chile han sido de personas y familias provenientes de Venezuela (SJM, 2022), lo que ha expuesto una mayor precarización en los modos de movilidad humana de dicha población y vulneración de sus derechos.
Aún cuando ha existido un aumento en la precarización de los modos de migrar, es importante resaltar que si un 17% de la población migrante se encuentra en situación de pobreza por ingresos[1], en la comunidad venezolana ello era de 11%, similar al porcentaje de la población chilena (10%) (SJM, 2021a). También es relevante considerar que es la comunidad migrante residente en Chile con mayores niveles de educación superior completada: donde un 68% posee un título de educación superior (universitaria o técnica), mayor al 44% del total de extranjeros residentes en Chile y del 26% de la población chilena (SJM, 2021b).
Dimensión laboral de la migración venezolana en Chile
No obstante los altos niveles de educación de las personas migrantes venezolanas, una de las barreras a las que se enfrentan en Chile, son las pocas posibilidades de convalidar y tener reconocimiento de sus estudios a nivel profesional y técnico. Esta situación, sumado a la necesidad de contar con un contrato laboral para dar inicio al proceso de regularización de su residencia, teniendo en cuenta queuno de los principales motivos de la migración a Chile es el de incorporarse al mercado laboral para obtener mayores ingresos que en su país de origen, conlleva a que acepten trabajos por debajo de sus cualificaciones, expresados en largas jornadas de trabajo, empleos en condiciones precarias o, en el contexto actual, más expuestos a riesgos sanitarios (Stefoni et al., 2021; Morris Keller, 2021). Ante esto, diversos estudios han señalado que “[una] de las formas en la que esta población ha logrado insertarse al mercado laboral es desempeñándose como repartidor en plataformas digitales de trabajo que, como muchos autores han señalado, generan precarias condiciones laborales” (Sosa Mendoza, 2022, p. 9). Así, las plataformas digitales de trabajo (PDT) ofrecen oportunidades laborales de más fácil acceso y se observa un incremento en sus uso, el que coincide con el aumento de la llegada de migrantes desde Venezuela (Asenjo y Coddou, 2021).
De acuerdo a lo que señala Morris Keller (2021), a partir de cifras de un estudio comparado por el BID que caracteriza a quienes se desempeñan en Uber en Brasil, Chile, Colombia y México, en Chile hay más proporción de conductores de Uber migrantes que en el resto de los países, quienes constituyen el 10,4% del total. Por otro lado, esta proporción se intensifica en las plataformas de delivery, ya que en Rappi forman el 70% de los repartidores y en Uber Eats el 40%. Más específicamente, Sosa Mendoza (2022) señala que en Santiago el 71% de los trabajadores de las plataformas digitales de reparto son migrantes y que el 87% de ellos son provenientes de Venezuela. Estas cifras dan cuenta que, en general, hay más personas migrantes trabajando en las plataformas digitales de reparto que en las de transporte. Esto podría explicarse debido a que estas plataformas, como Rappi, tiene menos barreras de entrada y solo solicitan pasaporte, en cambio, otros tipos de trabajos obliga a tener una situación de regularización al día, contando con una Cédula Nacional de Identidad (RUT), la que sólo a través de ella se obtiene un reconocimiento ciudadano para efectos de acceso a derechos, como son los de orden laboral.. ; en consecuencia es más probable contar al contar solamente con pasaporte se accede a este tipo de empleos más precarizados en donde no se reconoce una relación laboral (Asenjo y Coddou, 2021).
No solo existen diferencias en las plataformas digitales que utilizan las personas migrantes y chilenas, sino que también en las motivaciones de trabajar en ellas. Asenjo y Coddou (2021) señalan que las principales motivaciones de las personas chilenas (43%) para ingresar a las PDT es la flexibilidad laboral de poder armar su propio horario y de no tener jefe. A diferencia de las personas migrantes, en quienes predominan las razones relacionadas con la necesidad de generar ingresos, ya que se observa que casi el 40% señala que el trabajo en estas plataformas es el único empleo disponible, 1 de cada 5 trabajadores migrantes declaran que es el único trabajo al que pueden acceder por su situación de irregularidad migratoria y también, un 30% menciona que la remuneración en las PDT es mejor que en otros empleos disponibles.
¿Quién es el sujeto/a migrante? Desafíos para la integración
La actual migración en Chile se encontró con una legislación desactualizada (Decreto Ley N°1.094) que databa de 1975. Aquella normativa de extranjería se analizó como carente en materia de derechos y obsoleta (Aninat y Sierra, 2019; Vázquez et al., 2021). En el año 2021, se promulgó una nueva ley migratoria (Ley 21.325), que aun cuando contiene avances en garantía de derechos humanos, se ha analizado con algunas continuidades asociadas a gestionar la migración desde un enfoque securitista (Oyarzún et al., 2021), lo que refuerza una hegemonía sociodiscursiva (Angenot, 2010) que busca homogeneizar la realidad del fenómeno migratorio según convenga, ubicándolos en un imaginario social de amenaza, y generando otredades estereotipadas referidas a formas subjetivas (inmateriales) de carencia, como identidades sociales precarias, carenciadas por la falta de reconocimiento social, expresadas por ejemplo en el subempleo, la subalternización laboral, los procesos de desterritorialización, etc. (Moraña, 2017). Por ello, hablar de la inmigración en general, y en particular de la migración reciente venezolana en Chile, a partir de las cifras o de las caracterizaciones que se construyen en los informes oficiales de Organismos Internacionales, como también de instituciones públicas de los países receptores o desde la sociedad civil, aporta sin duda un importante panorama del fenómeno migratorio a nivel macro. Sin embargo aquellas particularidades que se viven en la experiencia cotidiana de la movilidad al migrar, en el marco de las trayectorias propias de cada uno/una, en la percepción social individual y en las experiencias grupales, de las actitudes, valores, necesidades, circunstancias sociales o expectativas (Eastwood,o.c en Vara, 2010; Leon, 2022) será trascendente al momento de comprender la relación con las sociedades y comunidades receptoras. Estos elementos en muchas ocasiones quedan invisibilizados, siendo una dimensión importante para la comprensión de la construcción social de ¿quién es el extranjero?, ¿qué atributos o estereotipos se le atribuyen y cuál será la cercanía o distancia social que se establecerán en las relaciones cotidianas?, elementos sin duda claves para procesos de integración e inclusión social en las sociedades receptoras.
Referencias bibliográficas
Aninat, I. y Sierra, L. (2019). Regulación inmigratoria: Propuestas para una mejor reforma. En I. Aninat y R. Vergara (Eds,), Inmigración en Chile: una mirada multidimensional (p.31-64). Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica
Angenot, M. (2010). El discurso social. Los límites históricos de lo pensable y lo decible. Buenos Aires, Siglo xxi
Asenjo, A. y Coddou, A. (2021). Economía de plataformas y transformaciones en el mundo del trabajo: el caso de los repartidores en Santiago de Chile, Informes Técnicos OIT Cono Sur, N°17 (Santiago, OIT).
Cano, V. y Soffia, M. (2009). Los estudios sobre migración internacional en Chile: apuntes y comentarios para una agenda de investigación actualizada. Papeles de Población, 15(61), 129-167. Recuperado de http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=11211806007
Instituto Nacional de Estadísticas, INE, y Departamento de Extranjería y Migración, DEM (2021) Estimación de personas extranjeras residentes habituales en Chile al 31 de diciembre de 2020. Informe de resultados: desagregación regional y comunal, Santiago, Chile. Recuperado de https://www.ine.cl/docs/default-source/demografia-y-migracion/metodologias/migraci%C3%B3n-internacional/estimaci%C3%B3n-poblaci%C3%B3n-extranjera-en-chile-2020-regiones-y-comunas-metodolog%C3%ADa.pdf?sfvrsn=b7374294_9
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Stefoni, C., Blukacz, A., Cabieses, B., Velez, W., Saldívar, J., Mujica, A., Silva., C. y Jaramillo, K. (2021). Inserción sociolaboral de la población migrante y refugiada venezolana en la Región Metropolitana y la Región de Los Lagos. Fundación Konrad Adenauer. https://www.kas.de/documents/262509/262558/Inserci%C3%B3n+sociolaboral+poblaci%C3%B3n+migrante.pdf/efd93ac9-c25d-b826-c666-c08826bdc147?version=1.0&t=1640790680246
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[1] Utilizando datos de la Encuesta de Caracterización Socioeconómica (CASEN) a 2020.
* Agradecimientos DICYT 32094MS, Vicerrectoría de investigación, Desarrollo e Innovación. Los análisis contaron con el apoyo del proyecto ANID/Fondecyt Regular 1210665 “Precariedad(es) del trabajo productivo y reproductivo de temporeras de la fruticultura del Valle Central de Chile: trayectorias biográficas laborales, personales y familiares, exclusiones e intersecciones de género, edad y nacionalidad”.
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