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Revista Ideele N°281. Setiembre 2018El libro parece escrito para un guión de cine. Oraciones y frases muy breves, pero con un impacto tremendo. El lenguaje es tan poderoso como el tema, la inmigración. Se trata de “La frontera del paraíso”, la más reciente novela de Eduardo González Viaña.
El tren llamado “la Bestia” tiene más de cien vagones y recorre el territorio mexicano como vehículo de carga. Sin embargo, centenares de viajeros se apilan en sus instalaciones. Son los centroamericanos y los mexicanos del éxodo, los que dirigen a los Estados Unidos.
Entre ellos, viaja una mujer octogenaria. Conduce a su hijo probablemente cincuentón hacia el país del norte. Aunque los médicos de Guatemala lo han desahuciado y solamente le dan semanas de vida, ella está segura de que logrará salvarlo en el país donde todos los milagros son posibles.
¿Qué esperanza poderosa conduce a millares de latinoamericanos cada día hacia los Estados Unidos? ¿Qué fe admirable los hace lanzarse a la aventura a pesar de las brutales amenazas del presidente Trump?
Decenas de historias portentosas se desarrollan en el tren. Es imposible dejar el libro marcado porque, de inmediato, comienza una nueva aventura. Madre e hijo así como los otros esperanzados viajeros tendrán que desafiar algunos peligrosos acompañantes así como el hambre, la sed, la miseria, el miedo y hasta los espejismos.
“La frontera del paraíso” es la más reciente de una saga de novelas que está escribiendo González Viaña sobre el más importante fenómeno demográfico de nuestro tiempo: el traslado de poblaciones enteras del sur hacia el norte en busca de puestos de trabajo y otros rumbos para la felicidad.
Por la interacción entre los personajes y las historias terribles que cada uno de ellos evoca, se ha dicho que González Viaña es el novelista del apocalipsis peruano y latinoamericano. La primera de estas novelas-“El corrido de Dante”-obtuvo el premio latino internacional de novela de los Estados Unidos imponiéndose sobre las novelas de Isabel Allende y de Gioconda Belli que compartieron el segundo puesto.
“El camino de Santiago” fue considerado como una de las tres mejores novelas del mundo al quedar entre las tres finalistas del premio internacional de Planeta, Barcelona 2016.
A pesar de las frases cortadas y los cortes bruscos de las escenas, no todo es acción. A través de sus personajes, el autor medita sobre la naturaleza humana y la génesis del amor. Así ocurre cuando un ciego que viaja en el tren y lee los pensamientos dice que: “Los seres humanos estamos hechos de esperanza y de barro, pero más de esperanza.”
Como había advertido el profesor de Siena, Antonio Melis, González Viaña escribe de espalda a las corrientes literarias, las etiquetas o las exigencias comerciales. Es fiel únicamente a su vocación y más de una vez ha dicho que “mi literatura no va a servir para cambiar el mundo ni al hombre, pero me induce a asumir causas sociales de las cuales el mundo es inaguantable y el hombre no puede ser decente.”
“Un animal de palco escénico” fue llamado en Turín, Italia, en una de cuyas ferias literarias presentó su novela “Vallejo los infiernos” vertida al italiano por Lucía Lorenzini, la también traductora de Borges. Se lo decían por su capacidad de movimiento de escena en el momento de la presentación y porque compartió con su compatriota Tania Libertad un espacio para cantar y recitar el poema “Dios” de César Vallejo ante miles de concurrentes.
Las presentaciones de González Viaña son generalmente multitudinarias. El año pasado, en la Feria Internacional del Libro de Lima, fue el evento más concurrido. Ello resulta porque el autor es también un gran orador y sus presentaciones tienen inmenso poder de convocatoria.
Nuestro escritor es sumamente individual. A los críticos les resulta difícil hallarle parentesco con alguna de las tendencias actuales de la narrativa. A través de una magistral técnica, nos lleva hacia un mundo que parece a punto de desaparecer, pero al cual la esperanza y el amor tendrán que salvar. Es el mundo de los latinoamericanos.
(REVISTA IDEELE EDICIÓN N° 281, SETIEMBRE DEL 2018)
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