Escrito por
Revista Ideele N°281. Setiembre 2018Una de las mayores crisis que está viviendo el mundo es la crisis de los desplazamientos forzados. Según el informe anual sobre las Tendencias Globales de Desplazamiento Forzado de la Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), el número de población desplazada forzosamente en el mundo se encuentra en máximos históricos. Para finales de 2017, 6,8 millones de personas se habían visto obligadas a salir de sus lugares de residencia para buscar protección.
Perú no es ajeno a esta realidad. La situación actual que vive Venezuela es la causa fundamental de ello. Organismos internacionales afirman que actualmente hay más de un millón y medio de personas venezolanas que han emigrado, de ellas, más de 348 mil personas se encuentran en Perú según datos de Migraciones. Esta cifra no ha dejado de aumentar en los últimos años. En concreto, el informe del ACNUR afirma que en el 2016 había 45 mil personas solicitantes de nacionalidad venezolana, para el 2017 habían ascendido ya a casi 148 mil. Por lo tanto, en un año se han triplicado el número de solicitudes. Esto es, sin duda, un indicador de la crisis económica, social y política que está atravesando dicho país.
Respecto a la situación que se vive en Perú, de acuerdo con datos del ACNUR, en el 2016 se contabilizaban 1,649 refugiados, para el 2017 habían ascendido a 1,817. Respecto a las personas solicitantes de asilo, en el 2016 sumaban 4,392; para el 2017 ya eran 37,737 solicitantes de reconocimiento de dicha condición. Por lo tanto, las cifras nos dicen que si bien las personas reconocidas como refugiadas en Perú han ido ascendiendo, el gran salto se ha producido en el número de personas que solicitan dicho reconocimiento: se ha multiplicado casi por 9.
Frente a este problema, el Estado peruano, mediante diversos decretos supremos, generó el Permiso Temporal de Permanencia (PTP) que permite residir y trabajar legalmente en el país a las personas venezolanas por un año. Hasta mayo de 2018, Migraciones había emitido más de 43 mil carnés del PTP. Este instrumento ha sido felicitado por diversos organismos internacionales como buena práctica.
Y esta realidad de aumento de la migración venezolana, evidentemente no solo afecta a Perú, sino también a los diversos países de la región. Así, la OIM en su informe sobre tendencias migratorias en las Américas relativa a las personas provenientes de la República Bolivariana de Venezuela, afirma que a finales de 2017, según datos oficiales de cada país, en Colombia había 600 mil venezolanos, aunque actualmente y se habla de más de 1 millón, en Ecuador, casi 40 mil, en Chile, más de 119 mil y en Argentina entorno a las 57 mil personas.
Para hacer frente a situaciones nuevas en Perú y en la Región, como la que se vive actualmente con la migración de las personas venezolanas, es necesario crear soluciones nuevas. Son dos los aspectos fundamentales de promocionar.
Primero, es necesario trabajar en una solución regional a la realidad de las poblaciones migrantes provenientes de Venezuela. No es suficiente con buenas prácticas o esfuerzos nacionales. Esto debido a que, en lo relativo al fenómeno migratorio, lo que realiza un país afecta inmediatamente a la realidad de los estados vecinos. Así, por ejemplo, si un país decide cerrar fronteras, otros territorios recibirán mayor flujo de migrantes. O también puede suceder que si un Estado decide otorgar facilidades para la regularización de determinadas personas extranjeras, promoverá la migración en tránsito por otros países. Esto último sucedió tras el terremoto de Haití, cuando Brasil acogió a los migrantes provenientes de Haití, lo que provocó un aumento de la migración haitiana en tránsito por Perú[1].
Por ello, los diversos Estados, tal y como afirmaron en la Declaración de Nueva York para los Refugiados y los Migrantes en septiembre de 2016, comparten la responsabilidad de gestionar los grandes desplazamientos de refugiados y migrantes de manera humana, respetuosa, compasiva y centrada en las personas y, para ello, es necesario la cooperación internacional y la promoción de un trabajo conjunto para facilitar y garantizar la migración segura, ordenada y regular, incluidos el retorno y la readmisión, teniendo en cuenta la legislación nacional.
En este sentido, en agosto de 2017 se creó el Grupo de Lima con el objetivo de buscar salidas a la crisis que se vive en Venezuela. Son doce Estados los que conforman dicho grupo: Argentina, Brasil, Canadá, Chile, Colombia, Costa Rica, Guatemala, Honduras, México, Panamá, Paraguay y Perú. Uno de los aspectos que abordan es el de la migración de personas venezolanas. Así, en una declaración emitida en febrero del presente año se comprometieron a coordinar esfuerzos para afrontar de una manera ordenada, solidaria y segura el incremento del éxodo de miles de venezolanos que huyen de la grave crisis que se vive en ese país. Sin duda alguna, constituye un avance importante este deseo de trabajo conjunto. Sin embargo, la sociedad civil y la academia debemos permanecer vigilantes y acompañar el proceso para que sea realizado desde una perspectiva de los derechos humanos.
Un segundo aspecto que es fundamental es la promoción de la hospitalidad. La Real Academia Española define la hospitalidad como “buena acogida y recibimiento que se hace a los extranjeros o visitantes”. Debemos preguntarnos, como sociedad, si somos hospitalarios y si las personas que llegan a residir a nuestro país se sentirán recibidos con hospitalidad.
Al respecto, las conclusiones de un estudio realizado por la Universidad Antonio Ruiz de Montoya, la ONG Encuentros, Servicio Jesuita de la Solidaridad y ANCUR[2] sobre refugiados en Lima pueden ayudarnos a concretar qué aspectos debemos tener en cuenta en esta labor de promoción de la hospitalidad.
Uno de los objetivos de este estudio era encontrar los elementos que causan estrés en la población refugiada analizada. Los resultados afirman que un primer elemento estresor está relacionado con la dificultad para encontrar trabajo, los problemas económicos, la soledad y la discriminación. Un segundo aspecto, que el estudio denomina “estrés por aculturación”, incluye la nostalgia del país de origen, las diferencias culturales percibidas, la discriminación experimentada y los problemas de ciudadanía y legalidad, donde se incluye también las dificultades para acceder a la vivienda y al trabajo causadas por la falta de documentación.
Además, el estudio afirma que la mitad de los participantes habían experimentado discriminación alguna vez en el país, tanto en la calle como en su ámbito laboral, especialmente debido a su nacionalidad y a otros elementos, tales como color de piel, aspecto físico o forma de hablar. Igualmente la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) en su monitoreo de flujo de migración venezolana (Ronda 2), afirma que el 24.4 % de los migrantes venezolanos encuestados en Lima se han sentido discriminados; el 88.6 % de ellos por su nacionalidad. Asimismo, casi 6 de cada 10 afirma que fueron discriminados en espacios públicos, mientras que y 36 % afirma que fue en el trabajo. Especialmente resaltan el hecho de estar sobre-cualificados para el trabajo que desempeñan.
En mayo de 2018, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, dentro de su 168 periodo de sesiones realizó la audiencia temática “Situación de derechos humanos de personas venezolanas en el contexto de la movilidad humana en las Américas”. Para exponer la situación del Perú, diversas instituciones académicas y de la sociedad civil[3] elaboraron un informe. En él se destacan varias dificultades que enfrenta esta población en el país, entre las que destacan la vulneración de sus derechos laborales y las barreras en el acceso al derecho a la salud y a la educación.
Por lo tanto, como se observa, hay un camino largo para avanzar hacia la hospitalidad. Pero en este camino no podemos dejar de mencionar los aspectos positivos. Entre ellos, además de los esfuerzos que ha realizado y realiza el Estado peruano para regularizar a la población venezolana, hay que destacar que, debido a la historia de emigración que tiene Perú hacia Venezuela, entre otros aspectos, mucha de esta población recién llegada se siente menos discriminada en Perú que en otros países de la región. Por lo tanto, en la migración, como en tantos otros aspectos de la realidad social, la memoria es fundamental. Como afirmó el premio nobel José Saramago “Hay que recuperar, mantener y transmitir la memoria histórica, porque se empieza por el olvido y se termina en la indiferencia”.
(REVISTA IDEELE EDICIÓN N° 281, SETIEMBRE DEL 2018)
[1] Berganza, Isabel (2016) “Ciudadanía migrante: Rutas, costos y dinámicas de los flujos mixtos en tránsito por Perú”, UARM, Encuentros, SJS: Lima.
[2] Cabrerizo, Patricia y Villacieros, Iciar (2017) “Refugiados en Lima. Características sociales, medios de vida y percepción sobre el estrés de refugiados y solicitantes de asilo en Lima-Perú”, ACNUR, UARM, Encuentros, SJS: Lima.
[3] Participaron el Instituto de Democracia y Derechos Humanos de la Pontificia Universidad Católica del Perú (IDEHPUCP), Encuentros Servicio Jesuita de la Solidaridad, la Universidad del Pacífico y la Universidad Antonio Ruiz de Montoya
Deja el primer comentario sobre "Migración venezolana: la mayor crisis y la mayor oportunidad de integración"