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Revista Ideele N°281. Setiembre 2018“En este país, tantas veces socavado por hondas crisis de moral pública, los representantes del pueblo deberán ser paradigma de limpieza”.
VRHT, 28/7/1978
Hablar de Haya de la Torre parece inoportuno en estas fiestas patrias, cuando la nación se desangra por una más de las tantas crisis que una enraizada cultura de la corrupción -que tiene quinientos años- desata cada cierto tiempo, como para purgar un poco los excesos, y entonces volver a su malhadada normalidad. ¿O acaso no es este un déjà-vu de la transición democrática que iniciamos en septiembre del 2000?
Otro 28 de julio, el de 1978, un octogenario Víctor Raúl ingresó al Congreso para juramentar como Presidente de la Asamblea Constituyente y dirigirle un mensaje a la nación. No lo había hecho antes, mil y un exilios, cárceles y persecuciones, se lo impidieron. Pero entonces, en el ocaso de su vida, el viejo político habló de democracia y dijo que una Constituyente era la palestra natural para la confrontación de posiciones para, seguidamente, reclamar la concordancia constructiva de aspiraciones fundamentales.
Esa tarde Haya habló de los Derechos Humanos, lo hizo enfáticamente: señaló que la nueva Constitución peruana se habrá de dictar cuando América y el Mundo viven un renacer por la vigencia plena de los Derechos Humanos. Para reclamar después la necesidad de un Tratado Interamericano que obligue a todos los signatarios a respetar y a hacer respetar aquellos derechos y a considerar su quebrantamiento como un acto de agresión contra la democracia a la cual todos los Estados americanos se hallan solidariamente comprometidos a defender. Poco después, el 3 de noviembre de 1979, se instaló, en San José de Costa Rica, la Corte Interamericana de Derechos Humanos.
Víctor Raúl habló también de la educación, que está en la base de la crisis que hoy nos agobia, pensar que seguimos sin entender que cambiando funcionarios, y reformando parciamente instituciones, no transformaremos la sociedad. Haya si lo entendió y señaló que centrar un sistema político en torno al hombre exige consagrar especial importancia a la preparación del hombre. Nuestra Constitución debe atribuir a la enseñanza una jerarquía dominante y superior. ¿Estaba equivocado? ¿es que no basta oír a quienes hoy responden a la justicia para detectar en ellos los códigos lumpenescos que llevan derecho al abismo del vicio y de la corrupción?
El 28 de julio de 1978, Haya exigió la igualdad de la mujer en todos los campos para luego deslindar tajantemente del autoritarismo. Refiriendo el proyecto velasquista, señaló que las posiciones totalitarias o de “no partido” no tenían fundamento en las convicciones insobornablemente democráticas de las mayorías populares”.
Casi al terminar su mensaje, refirió Víctor Raúl a los mártires de su partido que cayeron en defensa de la democracia y la justicia social, lo que me lleva a las siguientes preguntas: ¿la actual dirigencia aprista suscribiría el testamento político de su líder-fundador? ¿aprobaría acaso la implementación de una Corte de Derechos Humanos? ¿le preocupa la formación de ciudadanos libres, rectos y cultos que sostengan cívicamente a la república y sus instituciones?, quienes hoy se devanean entre los sombríos y autoritarios recovecos del fujimorismo ¿refrendarían los principios democráticos y republicanos del partido que dicen representar?
Mi última reflexión. ¿qué nos ha pasado que estamos tan lejos de Haya, tanto sus seguidores como sus detractores?; lejos, me refiero, de la moral de un hombre que murió pobre, en Vitarte, en la Villa Mercedes que le prestase una tía carnal para darle tranquilidad los últimos años de su vida. ¿Por qué no queda uno solo así? ¿se acabaron las utopías? ¿el mundo nos ha mercantilizado a todos?
Quizás, si logramos responder estas preguntas, encontraremos el principio del camino hacia la revolución moral que a Víctor Raúl le negaron a punta de exilios. Así lo exige la calle, una vez más y a gritos, apenas a dos años de conmemorar el Bicentenario de la Independencia de una República que aún no comprende lo que significa serlo.
(REVISTA IDEELE EDICIÓN N° 281, SETIEMBRE DEL 2018)
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