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Revista Ideele N°282. Octubre 2018¿Qué legitima la actuación de un gobierno? Una respuesta razonable debería ser que con sus actos está cumpliendo con sus promesas (ofertas electorales y plan de gobierno), pero en nuestro país los planes de gobierno sólo sirven para discutirlos durante el período electoral, ya que luego de elegidos los gobiernos apenas se acuerdan de que existen. Lo mismo pasa con las ofertas electorales. Lo increíble es que en lo que acabo de describir colaboran los medios y muchas de las instituciones de la sociedad civil. Si pasamos revista a los pedidos de las diversas organizaciones empresariales, sindicales o de cualquier índole, son pocas las que reclaman que se cumpla con lo ofrecido. La mayoría hace pedidos que convienen a sus intereses y usan todos los medios a su alcance para conseguirlo. Algo muy similar ocurre con los denominados ‘opinólogos’ que proponen y contraproponen acciones o políticas dando razones muchas veces valederas, pero que no tienen asidero en lo que debería ser la causa del principal accionar de un gobierno que es el cumplimiento de lo que ofreció a los ciudadanos para que le dieran su voto. Los invito a darse una vuelta por las páginas de opinión de los principales diarios y revistas durante los períodos no electorales, como el actual, y van a poder comprobar que sólo por excepción se pide o exige a los gobernantes que cumplan con la palabra empeñada.
Si tomamos distancia, es risible como continuamos con la comedia, desempeñando todos su rol, por acción u omisión, sin que nadie se inmute, fingiendo que no nos percatamos de lo que está pasando. Hay también algunos cínicos. Recuerdo haberme encontrado con una persona que burlándose ante un tercero me reclamó que pretendiera que los gobiernos cumplieran con lo que ofrecieron, porque serían barbaridades. Y en esto último no deja de tener razón, mas el motivo de que los candidatos hagan ofrecimientos incumplibles y absurdos es porque saben que no van a tener que cumplirlos. Se crea así un círculo perverso por el que vivimos en esta absurda esquizofrenia de la que los beneficiados prefieren no salir. Así los períodos electorales son un concurso de ideas populistas que puedan impactar en los votantes con la conciencia de que no se cumplirán.
Reconozco que es ambicioso, pero tenemos que llegar a que los gobiernos de todos los niveles estén obligados a cumplir con sus planes y a que el contenido de éstos sea detallado, con cifras y plazos. Obviamente, habrá casos en que no se pueda cumplir o que no sea conveniente hacerlo, pero en tales situaciones una explicación convincente será requerida y tendría que ser validada, dependiendo de su importancia, eventualmente, mediante un referéndum.
Nuestros gobiernos han sido –desde que tengo recuerdo y estoy seguro que también los anteriores, sino el país no estaría como está– producto de la improvisación y el populismo, cuando podrían recurrir a la legitimación que significa la aprobación de un plan que fue aprobado por el voto mayoritario de los electores. ¿A quién beneficia la improvisación? A los que disfrutan hoy de privilegios y no quieren perderlos, pero también a los políticos que prefieren no asumir verdaderos compromisos con sus electores y así quedar con las manos libres para poder actuar con una libertad a la que no tienen derecho y que con frecuencia los lleva por la senda de la corrupción.
(REVISTA IDEELE N° 282, OCTUBRE DEL 2018)
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